Blitz

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Septiembre

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Àlex se interesaba mucho por mis diseños de relojes de arena y me prometió que iba a buscar un inversor para tratar de poner a la venta una línea con los dos o tres mejores modelos. A mí me sorprendía que, tanto en castellano como en alemán, la expresión para llamar al reloj de arena o

Sanduhr hiciera referencia al contenido, al material interno. En cambio en la palabra anglosajona se precisa el continente, el cristal transparente.

Hourglass se podría traducir como hora de vidrio, una expresión fascinante. Para los italianos y los griegos, sigue valiendo la expresión clepsidra, que se remonta a los relojes de agua. En una enciclopedia encontré la primera representación de un reloj de arena, datada hacia mitad del siglo XIV en un fresco de Ambrogio Lorenzetti. La mano de una recta reina coronada sostiene el reloj de arena a modo de ejemplo de la virtud de la templanza.

Reunía estos datos en mi cabeza para asociarlos a alguna presentación comercial, algo que resultaba tan degradante como festejar la lluvia porque te lavaría el coche.

Recordaba también un comentario de Helga cuando yo había insistido en mi apreciación de Nashimira y sus proyectos, al confesar mi rendida admiración por él. Ella me dijo, no recuerdo las palabras exactas, algo así como que los orientales consideran la prisa una falta de educación. Y que ésa era la gran diferencia con nosotros. Creo que le respondí que seguramente ése era un tópico que aceptábamos sin cuestionarlo y que los orientales cuando llegan tarde a una cita o tienen un rato corto para hacer algún encargo, van también con una prisa del demonio.

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