Blaze

Blaze


Capítulo 13

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—¿George? No consigo recordar esta parte.

No hubo respuesta.

Apoyó la barbilla en una mano y se puso la gorra de pensar. Tenía que ser muy brillante. Tan brillante como George. Tan brillante como John Cheltzman lo fue aquel día en la estación de autobuses, cuando se escaparon a Boston. Usa el coco. Usa la vieja habichuela.

Tendría que fingir que formaba parte de una banda de gánsteres, eso estaba claro. Así no podrían atraparlo cuando recogiese el botín. Si lo hacían les diría que, si no lo soltaban, sus compañeros matarían al bebé. Lanzar un farol. Demonios, tenía que estafarlos.

—Así es como haremos las cosas —susurró—. ¿Verdad, George?

Arrugó el papel de su segundo intento, buscó más letras y las recortó en cuadrados.

NUESTRA BANDA TIENE AL BEBÉ. SI QUIEREN VOLVER A VERLO CON VIDA…

Eso estaba bien. Se ajustaba al plan. Blaze lo admiró un momento, luego fue a echarle un vistazo al niño; seguía dormido. Tenía la cabeza girada y uno de sus pequeños puños bajo su mejilla. Sus pestañas eran muy largas y mucho más oscuras que el cabello. A Blaze le gustaba. Nunca habría dicho que una cría de mono podía tener buen aspecto, pero este sí lo tenía.

—Eres un semental, Joey —dijo, y luego removió el cabello del niño. Su mano era más grande que la cabeza del bebé.

Blaze regresó a las revistas, los periódicos y el bloc de folios. Reflexionó un rato, y mientras lo hacía iba comiendo pedacitos de la pasta de harina y agua que había elaborado. Luego volvió al trabajo.

NUESTRA BANDA TIENE AL BEBÉ. SI QUIEREN VOLVER A VERLO CON VIDA ENTREGUEN 1 MILLÓN DE DÓLARES EN BILLETES SIN MARCAR. PONGAN EL DINERO EN UN MAETÍN. ESTÉN PREPARADOS PARA RECIBIR MÁS NOTISIAS. SINSERAMENTE SUYOS,

LOS SECUETRADORES DE JOE GERARD 4.

Así. Les informaba, pero no demasiado. Eso le daría algo de tiempo para pensar en un plan.

Encontró un viejo sobre sucio y metió en él la carta, luego cortó más letras para el frontal:

LOS GERARDS

OCOMA

¡IMPORTANTE!

No sabía exactamente cómo iba a enviarlo. No quería dejar otra vez al bebé con George, y no quería usar el Ford robado, pero tampoco quería enviar la carta desde Apex. Con George todo habría sido mucho más sencillo. Él podría quedarse en casa y cuidar del bebé mientras George se encargaba de las cosas del cerebro. No le importaba alimentar a Joe ni cambiarle los pañales ni todas esas cosas. No le importaba nada. Incluso le gustaba.

Bueno, ya daba igual. La carta no saldría hasta la mañana siguiente, así que tenía tiempo para elaborar un plan. O recordar el de George.

Se levantó y fue a ver otra vez al bebé. Deseó que la televisión no estuviera estropeada. A menudo podías sacar buenas ideas de la televisión. Joe aún dormía. A Blaze le hubiera gustado que se despertase, así podría jugar un rato con él. Hacerle reír. Parecía un niño real cuando sonreía. Y ahora que lo había vestido, Blaze podía hacerle cosquillas sin preocuparse de que le meara encima.

Pero estaba dormido y no había ayuda para eso. Blaze apagó la radio y fue al dormitorio a hacer planes, pero también se quedó dormido.

Antes de perder la conciencia, sintió una especie de bienestar. Por primera vez desde la muerte de George, se sintió bien.

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