BlackJack

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Ediciones De La Grieta

Tórtora, Nathalia

3241 BlackJack. - 1a ed. - San Martín de los Andes

Ediciones De La Grieta, 2015.

284 p. ; 15x21 cm.

ISBN 978-987-3815-09-6

 

1. Narrativa Juvenil Argentina. I. Título CDD A863.928 3

 

Fecha de catalogación: 28/01/2015

 

Hecho el depósito que dispone la ley 11.723.

 

Esta tirada de 100 ejemplares se terminó de imprimir en el mes de mayo del año 2015 en Buenos Aires.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna, ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o fotocopias, sin permiso del editor y del autor.

Ediciones De La Grieta – Av. San Martín 415 – San Martín de los Andes – Neuquén – Argentina. edicionesdelagrieta.wordpress.com

“ Un'opera d'arte per divenire immortale deve sempre superare i limiti dell'umano senza preoccuparsi né del buon sens o né della logica.”

“Para llegar a ser verdaderamente inmortal, una obra de arte debe exceder todos los límites humanos. La lógica y el sentido común lo único que hacen es interferir.

Giorgio de Chirico

A todos los dragones del mundo.

Prefacio

La historia se termina cuando el titiritero cierra el telón; de la misma forma en que un libro finaliza al concluirse la lectura. Los personajes quedan suspendidos en el tiempo, esperando a la próxima función, al siguiente lector.

En líneas generales, los maniquíes que creamos para contar una historia repiten la misma actuación en reiteradas ocasiones. Si estuviésemos hablando de personas reales, podríamos explicar la idea de la siguiente forma:

Imaginemos que existe alguien que nos despierta cada cierto tiempo. Una vez levantados, vivimos varios sucesos y finalmente, cuando es hora de dormir, no sabemos el momento en el que él vendrá a despertarnos nuevamente para vivir, una vez más, aquel mismo día.

Esa es la triste existencia de los personajes ficticios, condenados a repetir un ciclo eterno del que no pueden escapar. Su destino.

Ahora bien, en ocasiones como esta, el autor de aquellos seres puede apiadarse de sus creaciones, permitiéndoles huir del compacto espacio/tiempo en el que se encontraban, brindándoles un mayor margen de acción.

Aclaremos que, sin importar lo que hagamos, nuestros personajes seguirán sujetos al guión; pero, como titiriteros, los escritores

podemos aliviar la pesada carga que llevan dichos actores, sume a que llevan dichos actores, sumergiéndolos en una nueva historia, jugando una vez más con su destino. Eso es una secuela. Un nuevo día cuya función principal radica en que, la próxima vez que nuestros personajes despierten, puedan vivir una aventura distinta a la anterior.

En mi país, Argentina, cuando un recital finaliza, el público pide una última canción con la conocida frase “una más y no jodemos más”. De la misma forma, espero ustedes puedan repetir aquella oración al concluir esta historia. Será entonces cuando yo, al igual que los músicos, volveré a escena para continuar con el show, regalando un nuevo día a mis creaciones.

Hasta ese momento, les deseo una acogedora lectura.

El sol y la luna atestiguan, distantes, el comienzo de muchos finales.

Svetlana Zaitseva

22 de Diciembre del 2013

La rusa de esculpida figura llamaba la atención de muchos residentes de Medellín. Hombres y mujeres se volteaban con asombro a su paso tanto en el aeropuerto como en las calles. Algunos la observAlgunos la observaban con lujuria, otros con envidia. Ella lo sabía y le encantabay le encantaba. A pesar de que su estatura superaba al promedio, solía lucir vestidos cortos con zapatos altos, imitando siempre el estilo pin-up estadounidense de la década del cuarenta. Caminaba con gracia, como modelo atravracia, como modelo atravesando una pasarela. Para ella, la vida era un escenario donde era prpasarela. Para ella, la vida era un escenario donde era protagonista.

Le desagradaba bastante Colombia. La forma de vida era r . La forma de vida era realmente diferente a lo que ella acostumbraba y la comida le revolvía el estómago. Svetlana era una mujer delicada, amante dedelicada, amante de los lujos y placeres que el dinero puede comprar. Era dueña de doscomprar. Era dueña de dos mansiones, una en su país natal y la otra en Canadá. Dedicaba más tiempo altiempo al cuidado de su imagen que a cualquier otra actividad. TeníaTenía costumbres excéntricas como recibir un masaje todas las mañanas al despertar, antes de comenzar el día.

Otra característica importante era su amor por el clima importante era su amor por el clima frío que, ciertamente, no existía en aquella región de Colombia. El calor le molestaba. Temía que la misión arruinara su perfecto cutisTemía que la misión arruinara su perfecto cutis pálido. No deseaba que su piel se tornara roja o le saliera acné. Le preocupaba sufrir alguna reacción alérgica por el sudor.

Había exigido a Kisho, como condición para participar de esta misión, el departamento más costoso de la ciudad con todas las comnto más costoso de la ciudad con todas las comodidades que ella requería. Un piso en lo alto con la mejor vista posible de Medellín. Debía poseer aire acondicionado, televisión satelital, bañera estilo spa, una empleada que lo limpiara diariamente y variados productos de la mejor calidad.

Lo obtuvo. Consiguió el piso y mucho más. Al descender del avión, una limusina azul esperaba por ella para conducirla al edificio donde se alojaría. Una vez allí, se recostó sobre la cama de dos plazas y leyó con atención la información que le había sido proporcionada. Tenía que ubicar a una pareja de híbridos en Medellín y a una hechicera anciana en Cartagena.

Analizó cuidadosamente las habilidades de cada uno de sus objetivos. Sería un trabajo fácil.

Su jefe le enviaría instrucciones específicas por la mañana, con el procedimiento a seguir. Hasta ese entonces tendría algo de tiempo libre para ir de compras. Necesitaba ropa nueva para sobrevivir a aquel clima cálido.

Svetlana se puso de pié y abrió su pequeño equipaje. Buscó un vestido azul y zapatos en la misma tonalidad. Recogió su cabello con un broche en forma de rosa roja y retocó su maquillaje: delineador negro y labial carmesí. Escogió una pequeña cartera escarlata que

sólo le permitía llevar lo necesario, su billetera de Louis Vuitton y las llaves. Estaba lista para disfrutar de un día libre.

Salió del departamento y subió al primer taxi que vio pasar por la avenida. Recordó que no conocía demasiado el idioma y esperaba que el hombre comprendiera su pedido.

—Centro comercial costoso por favor —pidió al chofer. El colombiano asintió y comenzó a conducir en dirección al edificio Santafé.

Velkan Oan

22 de Diciembre del 2013

El albino se lamentó por no poder sobrevolar el país durante el día debido a los problemas que el sol causaría a su piel. Ya estaba acostumbrado a evitar la luz diurna pero, en ocasiones, deseaba deshacerse de aquella maldita enfermedad que lo hacía sentirde aquella maldita enfermedad que lo hacía sentir más un vampiro que un dragón.

El paisaje de Perú era realmente distinto a cualquier otro sitio que Velkan hubiese visto en su corta vida. Sonreía, boquia, boquiabierto, ante las impotentes líneas de Nazca. Había oído hablar de ellas en reiterhablar de ellas en reiteradas ocasiones pero ninguna fotografía era comparable con la expera comparable con la experiencia propia.

Entre los dragones, existía una leyenda que hablaba que hablaba del origen de dichas marcas en la superficie del Perú. Algunos ancianos. Algunos ancianos decían que durante la época de la gran guerra, la resistencia de tierrasistencia de tierra habría dibujado las afamadas líneas como catalizadores mágicos que ayudcomo catalizadores mágicos que ayudaban a aumentar el poder de su hechizo climático. Sin embargo, como no existían testimonios escritos, los eruditos solo podíanpodían formular teorías.

Velkan descendió para caminar sobre las marcas para caminar sobre las marcas durante algunos minutos. Estaba realmente fascinado con el tamaño de las micon el tamaño de las mismas. Sonreía como un niño pequeño ingresando a una juguetería. Se sentía una hormiga ante el más alto gigante. Se agachó y repasó la tierra con sus pálidos dedos, llenándolos de suciedad. Suspiró. O. Suspiró. Observó su mano ahora grisácea y se incorporó.

No tengo tiempo para perder en estas tonterías. Se dijo luego, y emprendió el vuelo una vez más. Debía llegar a Lima antes del amanecer.

El motivo por el cual había sido seleccionado como enviado en Perú era, precisamente, debido a su imposibilidad de trasladarse bajo el sol. Los pocos híbridos que residían en aquelen aquel país estaban asociados y eran dueños de una serie de bares y boliches para humanos. Su misión transcurriría durante la noche. Velkan teníatenía solo una preocupación. Que no le permitieran el ingreso a aquellos lugares.

La apariencia del finlandés era bastante llamativa. Llevaba siempre su cabello rubio, casi blanco, a la altura de los hombros. Los ojos parecían estar hechos de hielo, pero cuando no dormíadormía demasiado se llenaban de marcas rojas que le daban un aspecto aterrador, demoníaco. Medía poco más de metro y medio. Si bien se trataba de un j. Si bien se trataba de un joven extremadamente delgado, tenía sus músculos marcados psus músculos marcados por el constante entrenamiento. Su rostro era pálido y delicadoal punto que podría ser confundido con una mujer en el primer vistazo. Los rasgos que surcaban el rostro del albino eran los de un adolescente de noeran los de un adolescente de no más de catorce años. Eso era siempre un problema, especialmente cuando estaba ya por cumplir ciento doce.

El cielo se tornaba violáceo cuando aterrizó en la terraza de un viejo edificio y observó con atención la construcción que se encoque se encontraba del otro lado de la calle. Su departamento estaba en el. Su departamento estaba en el cuarto piso, a la derecha. Utilizó su visión para encontrar el balcónbalcón deseado y se dirigió a él. Ingresó a su pequeño nuevo hogar.

El albino era excéntrico, poco convencional. Odiaba sentirse como un simple humano y, cuando tenía la oportunidad, entraba aentraba a las construcciones por la ventana.

Una vez dentro, no se detuvo siquiera a encender las luces. Sin dudarlo, buscó su cama y se recostó. Los detalles de la misión serían explicados la mañana siguiente, tenía todo el día para dormir.

Los primeros rayos del sol comenzaban a asomarse cuando el albino finalmente cerró los ojos.

Rashîd Naseh

22 de Diciembre del 2013

Rashîd tenía órdenes específicas. No podía mezclarse con los humanos ni realizar magia a menos que fuese necesario para defefuese necesario para defenderse u aprisionar a los híbridos. Estaba enfadado, las limitaciones eran demasiadas y no planeaba cumplirlas.

A simple vista, tenía el aspecto de un vagabundo el aspecto de un vagabundo de edad indefinida, con su ropa desgastada y la larga barba negra que le llegaba casi hasta la cintura, al igual que su ondulado cabello. Una vieja cicUna vieja cicatriz, recorría su brazo derecho, desde hombro hasta el codo. Acho, desde hombro hasta el codo. A su mano izquierda le faltaba medio dedo meñique. Heridas de combate.

El dragón aterrizó en el aeropuerto de São Paulo-Guarulhos Guarulhos y, negándose a tomar un taxi, comenzó a caminar rumbo al centro de la ciudad. Su primera impresión del país era mala. Al ser vísperasvísperas navideñas, todo estaba lleno de decoraciones y luces de colores. Las pe, todo estaba lleno de decoraciones y luces de colores. Las personas parecían peculiarmente alegres y ruidosas. Una verdaderauidosas. Una verdadera molestia para el viejo ermitaño.

Mientras recorría el lugar rumbo a su departamento, repasó mentalmente lo que Kisho le había mencionado. En Brasilmencionado. En Brasil había cerca de veinte dragones distribuidos en distintas ciudades pero solo siete de ellos eran híbridos. Afortunadamente todos vivían en Sao Paulo. Una vez en el centro urbano, decidió aprovechar la identificaprovechar la identificación falsa y comprar un automóvil usado. Escogió un viejo Falcon azul y pagó en efectivo. Convenció al vendedor para que le permitiera llevárselo en el momento, subió al vehículo y se marchó a toda prisa hacia su hogar temporario.

Ingresó al departamento que parecía abandonado y, utilizando su magia, cambió totalmente el aspecto de todas las habitaciones para poder sentirse como en su hogar. El living pasó a ser unal living pasó a ser una pequeña biblioteca. Las paredes descascaradas se tornaron blancas nuevamente, como si estuviesen recién pintadas. Los muebles desaparecieron, casi en su totalidad. Le gustaba el espacio vacío y minimalistay minimalista. Finalmente, colocó a Shaitan, un halcón peregrino que tenía por mascota, junto a la ventana.

Rashîd se quitó los viejos zapatos negros para, posteriorme para, posteriormente, sentarse en el piso. Tomó algunos libros que había comprado en el aeropuerto y comenzó a estudiar tanto el idioma como el mcomo el mapa de la ciudad. Le gustaba aprender a manejarse como nativo duranterender a manejarse como nativo durante sus misiones. El dragón tenía gran facilidad adquiriendo lenguajes y cogran facilidad adquiriendo lenguajes y costumbres. Era capaz de utilizar un idioma a la perfecciónperfección en solo dos días. Aquella habilidad hacía sus misiones infinitamentea sus misiones infinitamente más sencillas.

Definitivamente le desagradaba el portugués, pero eso no cambiaría sus planes. Pasó toda la noche leyendo al respecto, practsus planes. Pasó toda la noche leyendo al respecto, practicando en voz alta la pronunciación de cada palabra y haciendo algy haciendo algunas anotaciones en un pequeño cuaderno forrado en cueroforrado en cuero que solía llevar con él.

El árabe no solía dormir demasiado. Se había acostumbrado a permanecer despierto por varios días, siempre y cuando tuviera algo de agua que lo mantuviese con vida. Había enfrentado demasiadas situaciones extremas en sus mil setecientos noventa y dosmil setecientos noventa y dos años de vida.

Lan-Fen Han

22 de Diciembre del 2013

Estaba realmente enfadada. No podía creer que la e creer que la enviaran a un sitio como ese. Ella era una princesa y Bolivia no era un país con suficientes lujos. Era oriunda del imperio más antiguo, China, y no le interesaba el nuevo mundo. Nunca había estado en SudaméricaSudamérica, pero recordaba haber leído al respecto. Era un territorio escasamente civilrespecto. Era un territorio escasamente civilizado y peligroso.

Lan-Fen hubiese deseado que la enviaran a un sitio como R Fen hubiese deseado que la enviaran a un sitio como Rusia, Inglaterra o incluso Grecia. Cualquier otra ciudad. Si hubiese podido, no habría aceptado aquella misión, pero le debíadebía un par de favores a Kisho.

Suspiró resignada al observar el austero paisaje desde el cielo. Al menos, le reconfortaba saber que la esperaba un buen hogar con las comodidades básicas que, como princesa, merecía.

Descendió en Sucre, sobre el edificio de mayor altur en Sucre, sobre el edificio de mayor altura que pudo encontrar. Había olvidado la dirección de la casa donde sede la casa donde se alojaría y no conocía el idioma. Estaba perdida, otra vez. La princesa Han solía depender de su asistente, que había fallecido ya casi dos décadas atrás. Llevaba ya veinte años olvidando fechas, horarios y direcciones. No podía recordar nada por su cuenta.

Se resignó. Debería encontrar alojamiento transitorio.encontrar alojamiento transitorio. LanFen buscó en sus bolsillos hasta encontrar su vieja billetera llena de dólares que podría cambiar por dinero local. Luego, utilizó su privilcambiar por dinero local. Luego, utilizó su privilegiada vista para hallar una casa de cambio. Se dirigió allí a toda prisa. Deseaba estar alojada antes del anochecer.

El pequeño establecimiento contaba con un único empleado que hablaba chino básico y comprendió que la mujer teníatenía intenciones de convertir mil dólares a bolivianos.

Casi una hora más tarde, la descendiente del aire, logró salir de allí cargando varios fajos de dinero. Maldijo en su mente. La mMaldijo en su mente. La moneda boliviana estaba más devaluada de lo que creía.

La princesa caminó por la ciudad cargando las bolsas hasta hallar un sitio que parecía decente, el “Glorieta Hotel”. Se trataba de un edificio relativamente alto que se anunciaba como establecimiento de cuatro estrellas.

Allí debió manejarse en inglés. Pidió la habitación . Pidió la habitación más grande que tuvieran para aquella noche y pagó en efectivo, por adelantado. Obtuvo una suite en el piso superior.

El edificio era antiguo. Los muros habían sido decorados con empapelado azul mientras que todos los detalles, tales como interrutales como interruptores, guardas y marcos, eran dorados. El mobiliario parecía sereran dorados. El mobiliario parecía ser antiguo, pero en excelente conservación. El sitio parecía un museo de artes decorativas.

Un hombre de avanzada edad, que no sería mucho más alto que ella, la escoltó hasta la entrada del cuarto. Lan-Fen le entregó una buena propina e ingresó a la habitación.

La pieza se veía relativamente moderna en comparación con los pasillos. Las paredes eran blancas y el suelo de alfombra rosada, al igual que las cortinas y sábanas. En el centro del cuarto se encontraba una cama de dos plazas junto a la cual se ubicaba un pequeño mueble con el control del televisor, un anotador, una lapicera y el velador. Frente a la cama, un LCD de 32´estaba apoyado sobre una mesada de madera y mármol. En la pared lateral se ubicaba una gran ventana sobre la cual sobresalía el aire acondicionado. No se trataba de un palacio pero, al menos, podría dormir cómoda aquella noche.

Pronto sería hora de la cena, así que dejó sus pertenencias s e dejó sus pertenencias sobre la cama y bajó al restaurante del hotel llevando una hoja impresa en su mano. Comería algo y luego se iría a dormir temprano para así poder reubicarse en la residencia que Kisho había designado, ni bien recibiera las instrucciones finales.

Mientras cenaba un plato de pollo con alguna salsa que ella no conocía, repasó el mensaje que había recibido pocos días antes. Existía un solo híbrido en aquel país, una mujer de casi tres miltres mil años que vivía escondida en las afueras de la ciudad. La ubicación exacta era desconocida.

Dahirou Bantu

22 de Diciembre del 2013

El último enviado descendió en Ezeiza. Estaba realmente de en Ezeiza. Estaba realmente desorientado y casi no conocía el idioma. Levantó la mirada al atravesar las puertas que comunican con el sector público del edificio.del edificio. Allí había tres hombres, también de piel oscura, esperándolo con un cartel que llevaba su nombre.

Dahirou se había comunicado con un anciano al que comunicado con un anciano al que había conocido varios años antes en su país, cuyos hijos habíanhabían emigrado a Argentina en el 2007 y podrían recibirlo.

El recién llegado sonrió al acercarse a ellos. Se abrazaron c llegado sonrió al acercarse a ellos. Se abrazaron como si fuesen hermanos y luego tomaron un colectivo al barrio de Liniers, donde los inmigrantes residían.

Los cuatro hombres se veían realmente similares a los ojos de cualquier latinoamericano. Median casi dos metros cada unocada uno. Tenían la cabeza rapada y vestían coloridas ropas de bambula. Mahur, el mayor, llevaba una túnica amarilla con pantalones rojos. Su hermano, Lamba, se había colocado una remera holgada de color verde claro y pantalón con base negra y rayas de colores. El más joven, Ymmar, utilizaba una camisa abotonada multicolor que le llegaba a las rodillas y pantalones azules acampanados. Dahirou, por su parte, había intentado lucir un poco más formal por lo que llevaba puesta una camisa blanca excesivamente larga con pantalones de color verde musgo.

Hablaron en su idioma nativo durante el trayecto al pequeño departamento. Le explicaron al recién llegado algunas costumbres del lugar y prometieron entregarle un pequeño glosario con las palabras que necesitaba aprender para poder manejarse por la ciudad.

Una vez en su hogar, ofrecieron a Dahirou una pequeña hab una pequeña habitación donde apenas cabía su cama. Se trataba de un espacio rectang. Se trataba de un espacio rectangular, sin ventanas, en el cual habían colocado una serie de cajones para verdulería invertidos sobre los que reposaba un delgado y viejo colchón. Junto a la improvisada cama existía un pasilloun pasillo angosto en cuyo final se encontraba otro cajón de madera cubierto con tela, para apoyar sus pertenencias. Era todo lo que necesitaba, un lugar donde descansar por las noches.

El dragón agradeció la hospitalidad de sus amigos humanos, Mahur, Lamba e Ymmar. Prometió pagarles en la mañanapagarles en la mañana por la ayuda que le estaban brindando.

Se encerró en su habitación esperando que sus compañeros supieran entender el cansancio que producía tan largo viaje. Bantu se recostó para poder leer la información que le habían proporcionado. Solo debía preocuparse por una persona, una joven llamada Dianada Diana. Al parecer, la organización tenía bastantes datos sobre su objetivo.

Encendió la vieja laptop y se conectó a una red sin contraseña que posiblemente perteneciera al bar de la esquina. Buscó en un mapa las dos direcciones que le habían brindado: la universidad y el hogar de la chica. Su misión parecía fácil, no tendría que buscar a la híl, no tendría que buscar a la híbrida, solo averiguar sus horarios. Vigilarla.

Se sentía agotado por la diferencia horaria. No tenía hambre diferencia horaria. No tenía hambre, sin embargo. Quería dormir un rato para luego alistarse. Había pedido a sus nuevos amigos que le armaran dos sets de mercadería para vedos sets de mercadería para vender en distintos puntos de la ciudad: anteojos de sol y bijouterie. No quería que la híbrida notara que era el mismo hombre en ambos lugbrida notara que era el mismo hombre en ambos lugares.

Cerró los ojos, preguntándose porqué había sido escogido p había sido escogido para aquella misión. Le parecía extraño que lo enviaran a él, un pacifista. Posiblemente se habían quedado sin opciones. Dahirou siempre se sentía menospreciado. Era un gran mago y sus habilidades podían salvar muchas vidas, pero a nadie le importaba. A los dragones de elite solo les interesaba obtener poder destructivo.

No pasaron demasiados minutos antes que lograra conciliar el sueño, aún con las luces encendidas. Debía levantarse temprano para recibir las instrucciones específicas.

El reloj palpita, se detiene y se mueve otra vez.

Restauración

22 de Diciembre del 2013

Ya faltaban pocos días para navidad y Diana aún aún no había comprado todos los regalos para sus amigos. Su tiempo era enteru tiempo era enteramente consumido por los exámenes de la universidad. La joven era bastante obsesiva y pretendía obtener calificaciones altas en todas las materias, objetivo que hasta el momento había cumplido a cambio de perder su vida social. Solo le faltaba presentarse al día siguientesiguiente para el examen de su clase preferida: restauración de libros antiguos.

A pesar de todo, tenía un problema. Diana había faltado en r faltado en reiteradas ocasiones, y le había prestado los apuntes a Tamaraapuntes a Tamara. Para empeorar las cosas, el cuaderno donde debería haber tomadohaber tomado notas estaba colmado de ideas para el libro de su vida. Se encontrabaSe encontraba realmente desorientada y temía fracasar.

Su mejor amiga le había recomendado escudarse tras una estrategia filosófica, que le ayudaría a esquivar preguntas complejas y definiciones desconocidas; necesitaba aprender a divagar sobre ideas abstractas relacionadas con la materia. Pero su mente era simple y concisa, no aceptaba ambigüedades ni ideas que no pudiesen ser prpudiesen ser probadas, salvo lo relacionado a su herencia y los poderes que ello conllevaba.

Suspiró resignada. Temía no aprobar. Había pasado lospasado los últimos tres días intentando buscar en internet algunos de los autores que recordaba haber oído nombrar durante el año. Su único consuelo era que el profesor le tenía mucho cariño debido a un examen presentado el año anterior. El mismo hombre había dictado las clases dehabía dictado las clases de historia latinoamericana y Diana obtuvo la mejor calificación del curso. Pero eso, quizá no era un gran mérito, teniendo en cuenta que se trataba de un grupo pequeño de alumnos.

Nuevamente suspiró, dándose por vencida. Dejó los pocos elementos de estudio a un lado y tomó un pedazo de papel. Comenzó a armar la lista de personas a quienes debería comprarles un regalo al día siguiente al salir de la universidad. Preocuparse no la ayudaría en nada. La híbrida debía enfrentarse a la realidad. No tenía el material de estudio y era imposible aprender por el mero hecho de tenere aprender por el mero hecho de tener miedo. Sin los apuntes, estaba perdida y no había nada que pudiera hacer al respecto. Punto final.

Sonrió, jugueteando con la birome rosada que solía utilizar. Le aburría la tinta azul o negra, todos la usaban. El rosa era un mejor color, se veía bonito, tenía personalidad y daba alegría a cualquier anotación. En la universidad debería ser obligación utilizar lapiceras de colores variados, como naranja o verde. Si las personas supiesen lo bello que era el poder expresarse al escribir, posiblemente no formularían tantos prejuicios al respecto de los colores. Cuando ella era pequeña, solo algunos aprendían a leer y eran escasas las personas que

poseían libros o materiales de escritura. Uno de sus aspectos preferidos de las últimas décadas era el modo en que el arte ——en todas sus formas— era accesible para gran parte de la población.

Diana mordió la parte trasera de la birome mientras pensaba. Primero que nada, necesitaba encontrar algo especial para Tamara. Quería que, fuese lo que fuese, tuviera originalidad. Que fuese únicoue fuese único. Tenía en mente el acercarse a una imprenta y pedir la que pusieran imágenes de Dead Jokers en varios objetos. Algo así como una mcomo una mochila, una taza, posters, un almohadón y lo que fuese que la imprenta pudiera hacer.

El siguiente en su lista era Damián. Ya tenía el regalo princ el regalo principal, una sorpresa única que lo dejaría con la boca abierta por horas, pero deseaba encontrar algún otro detalle, algo pequeño. NoNo sabía que talle de ropa usaba o que marcas le interesaban. No podíapodía comprarle un peluche, tampoco sabía que libros había leído. Dejó el espacio en blanco.

A sus otros amigos, así como también a los demás demás miembros de Jaque Mate, pensaba comprarles chocolates. Aldana, Nicolás, Juani y Sebastián iban a recibir un gran corazón con su nombre escrcon su nombre escrito. Para Mosca, Faru y Dany compraría esas pequeñas cajitas con el tablero y las piezas de ajedrez en chocolate blanco y negro.

Colocó el dinero en su billetera, dejándola sobre la mesa sobre la mesa junto a las llaves. Ya era casi medianoche, lo mejor sería irse a dormir. No tenía sentido seguir intentando estudiar. Solo podía confiar en su habconfiar en su habilidad de improvisación que le permitía hablar de algunos temas que no conocía como si se tratara de una experta. Tantos siglos de mentTantos siglos de mentiras constantes la habían convertido en una gran oradora, en una vendedora estrella capaz de convencer a alguien de que una manzana era azul, aunque todos pudiesen ver que no era cierto.

Se puso su camisón negro y encendió el aire acondicionado. Aquella noche la temperatura sobrepasaba los 30ºC. PrendióPrendió luego el equipo de música que descansaba junto a la cama y pusoy puso un CD de Jaque Mate que Damián le había grabado. Le encantaba. Sabía que no se trataba de una gran banda. Que cometían errores, desafinaban y no se destacaban demasiado. Pero los quería tanto que aquellas canciones repercutían en su corazón cada vez que las escuchaba. Le encantaba dormirse con la voz de Dany en el oído, pensando en todos ellos, en Mosca, en Faru y, especialmente en Damián. Le encantaba soñar con él, en un futuro bastante lejano, viviendo tontas aventuras, visitando ciudades y siendo testigos de la evolución humana. Juntos. Como en una película de ciencia ficción. En ocasiones, sus sueños eran disparatados, con extraterrestres, robots humanoides y armas desintegradorasrobots humanoides y armas desintegradoras.

Finalmente, apagó las luces y se recostó abrazando el conejo rosa que le habían regalado para su cumpleaños. Cerró loCerró los ojos, pensando en posibles regalos para su mejor amigo pero, en pocon poco más de cinco minutos ya estaba dormida al compás de El tiempo no alcanza.

El mensaje

La mañana siguiente, los cinco enviados recibieron instrucciones claras y precisas sobre la misión.

Svetlana y Velkan fueron contactados a través de su casilla de correo electrónico. Rashîd prefería vías más clásicas, por lo que le fue enviada una paloma mensajera que se posó en la ventana con la nota atada a su pata derecha —de paso, un aperitivo para su mascotade paso, un aperitivo para su mascota—. Un secretario de Kisho se presentó ante Lan-Fen (algo más tarde de lo previsto debido al cambio de ubicación de la mujer) para comunicarle el mensaje en persona. Finalmente, Dahirou recibió un telegrama largo.

Tienen treinta días para hallar a sus objetivos y otros treinta para hacer averiguaciones. Si alguno hallase al culpable, deberá reportarlo inmediatamente al resto para que concluyan con sus tarmente al resto para que concluyan con sus tareas. En caso de no encontrarse al asesino, todos los sospechosos deben ser presentados ante mí para ser juzgados y condenados de forma pública ante los miembros del comité. Se les pide evitar el uso excesSe les pide evitar el uso excesivo de magia. De ser posible, los sospechosos deben llegar con vida al juicio. Tienen que enviar informes semanales sobre la misión.misión. El presupuesto es ilimitado para que puedan utilizar cualquier medio de investigación que consideren necesario.

Desde aquí seguimos investigando a los sospechosos y les e mos investigando a los sospechosos y les enviaremos cualquier dato que encontremos al respecto. Estén atentos.

La misión comienza en este preciso momento.

Kisho

Las instrucciones eran claras y no dejaban lugar a dudas. Los cinco estaban listos para comenzar. Tenían planes y métodosmétodos diferentes. Cada uno de ellos había decidido ya una forma de proceder. Estdecidido ya una forma de proceder. Estaban preparados.

Casi simultáneamente, los enviados de Kisho salieron de sus respectivas habitaciones para emprender el viaje hacia laviaje hacia la búsqueda de sus objetivos.

Reconocimiento

El examen había sido sencillo. Mucho más fácil de lo que la híbrida creía. El profesor parecía estar apurado así que se tratócía estar apurado así que se trató simplemente de una serie de preguntas sobre el libro que había restaurado en clase, una vieja copia de Macbeth. Explicó detalladamente el estado anterior del objeto y los procedimientos realizados para llegar a una restauración de calidad. Habló por varios minutos de su punto de vista sobre los criterios aplicados, los materiales y la finalidad de aquel proyecto, así como también de por qué ese libro había sido el escogido.

Tamara y su mejor amiga obtuvieron, nuevamente, , nuevamente, las calificaciones más altas del curso. Eran finalmente libres para disfrutar del verano. Las vacaciones comenzaban aquella calurosa tarde de dicieLas vacaciones comenzaban aquella calurosa tarde de diciembre.

Se despidieron fuera del aula ya que la morocha tenía tenía que ir al dentista y no quería llegar tarde. Diana, en cambio, se retrasó unos minutos por ir al baño.

Luego, descendió por las escalinatas. Estaba preocupada ya que había olvidado la billetera en su casa. Tenía que regresar por ella y decidir un nuevo recorrido para conseguir los regalos.

—Anillo bonito para chica linda— dijo un hombre queijo un hombre que parecía hablar español con bastante dificultad.

Diana no se volteó.

—Anillo lindo para pelo rosa— insistió la voz. Definitiv nsistió la voz. Definitivamente le hablaban a ella.

La joven volteó, notando que, frente a la entrada de la universidad, había un hombre rapado, de piel oscura, sentado en una silla plegable. Junto a él se erigía una sombrilla roja de la que colgaban cientos de accesorios plateados y dorados.

La clase de bijouterie que aquellos vendedores ofrecían no era, en general, del estilo que Diana utilizaba. Sin embargo, se acercó a él. No quería ser descortés.

—Anillo lindo — insistió Bantu, extendiendo una pequeña argolla plateada con piedras azules— probar.

Diana obedeció, sorprendiéndose ante lo bien queante lo bien que lucía aquel pequeño trozo de metal en su mano. Se lamentaba por no tenertrozo de metal en su mano. Se lamentaba por no tener su billetera.

Dedicó una sonrisa al vendedor, negando con la cabezavendedor, negando con la cabeza—no tengo dinero—admitió.

—Pagar mañana—insistió Dahirou. El enviado de Kisho. El enviado de Kisho había percibido ya los poderes de la chica. La había encontrado fácilmeencontrado fácilmente gracias a la fotografía actualizada que le habían enviado. Diana volvió a negar avergonzada, no podía llevarse lallevarse la mercadería de aquel hombre ya que no tenía pensado regresar a la univepensado regresar a la universidad hasta marzo.

— ¿Cuánto sale?— preguntó Damián, quien tambiéntambién acababa de rendir un examen. El chico llevaba sus lentes puestos y una camisa celeste extremadamente formal.

La híbrida volteó a verlo. No había notado que su amigo se había acercado a ellos. Se veía bien con ese aire intelectual; incacercado a ellos. Se veía bien con ese aire intelectual; incluso llegaba a parecer inteligente.

—Veinte pesos—contestó el africano, percibiendoontestó el africano, percibiendo también la fuerte magia que emanaba el dragón.

—De acuerdo.— El bajista pagó por el anillo, entregándoselo a Diana—tomalo como un regalo por aprobar el examen.

— ¿Cómo sabés que me fue bien?—Preguntó ella.

—Elemental mi querida amiga. Yo lo sé todo. Uso lentes. Las personas con anteojos somos brillantes—hizo una pausa,izo una pausa, sonriéndole —, me encontré con Tamara cuando salía y le preguntéy le pregunté— admitió segundos después.

—Te devuelvo la plata mañana— ofreció Diana, pero él negó con la cabeza

—Ahora me voy a rendir un examen en la otra facultad.Ahora me voy a rendir un examen en la otra facultad. Muy pronto seré libre para dedicarle más tiempo a escribir cancionesr canciones — volvió a sonreírle—. Nos vemos—se despidieron.

Damián estudiaba dos carreras en simultáneo. Abogacía, por obligación y veterinaria, por gusto propio. Era el mejor alumno en ambas universidades y, además, un excelente bajista. Y un dragón. Y el mejor amigo que Diana jamás hubiese tenido.

Kisho no le había comentado a Bantu sobre la existencia de un sangre pura. Tendría que redactar un informe al respecto y consuredactar un informe al respecto y consultar si sería conveniente investigar también al muchacho.

El enviado guardó el dinero en un bolsillo y esperó a que la chica se marchara. Una vez estuvo fuera de su campo visual, guardó la mercadería y se dirigió a Palermo.

Invitación

Luego de un largo día de compras, Diana decidió envolver los regalos. Aprovecharía para repartirlos la tarde siguiente. Le alegraba tener amigos a los que poder demostrarles cariño en esta época del año. Sin embargo, Navidad era una fecha triste ya que siempre se quedaba sola, como si se tratara de un día común y corriente.

Todos sus conocidos y allegados se reunían con sus respectivas familias en noche buena y festejaban con una abundante cena, seguida de variados postres. A medianoche, muchos de sus amigos brindaban y encendían fuegos artificiales mientras se repartían los regalos entre los presentes. Al día siguiente, algunos volvían a juntarse para disfrutar de un buen asado. Seguramente se tratara de una experiencia maravillosa, pero ella no lo sabía. No tenía una familia con quien festejar.

Ya se había acostumbrado a deprimirse en esa noche que, para muchos, era la más especial del año. Recordaba las viejas navidades en México; que no se parecían en nada al festejo actual. La familia iba a misa todos los días de la semana y, en noche buena, se rezaba antes de cenar. Eso era todo. No lo extrañaba demasiado, aunque anhelaba poder sonreír con alguien en esa fecha. Era extremadamente triste cenar sola e irse a dormir temprano. Siempre podía asistir a una de esas alocadas fiestas de boliche pero, no era su estilo.

Cuando hubo finalizado con los horrendos y desprolijos envoltorios, se sirvió un vaso de agua fría y encendió el aire acondicionado. La temperatura rozaba los 35ºC. Si Buenos Aires tuviera el clSi Buenos Aires tuviera el clima de Toronto, sería la ciudad perfecta, pensó.

Observó los paquetes con curiosidad y rió. Era pésima con las manualidades y cada uno de sus regalos parecía haber sido envuelto por un niño de cuatro años.

Miró el reloj, Tamara posiblemente siguiera en su casa ya que el turno en el Call Center no iniciaba hasta medianoche. Diana marcó el número telefónico.

—¿Hola? —respondió su amiga. —¿Cómo andás?

—Che ¿Mañana estás libre? —preguntó esperanzada preguntó esperanzada—. Sería genial si nos pudiéramos encontrar en algún lado, así te doy tu regalo.

—Sí, pero hace mucho calor, así que venite a casaSí, pero hace mucho calor, así que venite a casa —pidió Tamara—, te espero a eso de las dos así puedo dormir un rato cuando vuelva del laburo.

Diana asintió —¿Te molesta si te dejo las cosas para los d¿Te molesta si te dejo las cosas para los demás? —hizo una pausa— ¿Y puedo invitar a Damián así le doy taitar a Damián así le doy también las cosas para los chicos de Jaque Mate?

—Hacé lo que quieras —fue la sincera respuesta de su amiga, con su habitual apatía—. Nos vemos —se despidió. Tamara odiaba hablar por teléfono casi tanto como salir de su casa en verano.

Ni bien la llamada hubo terminado, la joven dragón se comunicó con el bajista.

—¡Hola! —exclamó alegremente— ¿Cómo andás? Escuch¿Cómo andás? Escuchame, te veo mañana a las 3:30 en la casa de Tamara. Tengo que darte tu regalo de navidad —continuó sin darle tiempo a contestarcontinuó sin darle tiempo a contestar— no te lo estoy preguntando, te estoy obligando —agregó—. Si no llegaste para esa hora, paso a buscarte por tu casa. Volando.

—Pasame la dirección —respondió Damián, resignadorespondió Damián, resignado.

—Avenida de los Incas 4631, tercer piso, departamento C.

El chico anotó aquellos datos en un archivo de su computadora. —Che ¿Vos qué vas a hacer en navidad?

—Nada —murmuró Diana con tristeza en su voz.

—Genial.

—¿Te alegra que vaya a pasar las fiestas sola en mi casa? Wow, que buen amigo sos —contestó con sarcasmo.

—No, tarada —hizo una pausa— mañana a la noche, después de brindar, nos vamos con los chicos a una fiesta en casa de Dany y quería invitarte —explicó.

La rubia se alegró al oír aquello y sonrió —me encantaría ir.

—Dale, mañana arreglamos bien. Nos vemos ——se despidió de ella.

Diana saltó por la felicidad dando pequeños gritos de alegría. La emoción se apoderó de ella, ansiaba que llegara el momento de pasar Navidad con amigos.

Minutos después, el celular comenzó a sonar.

—Hola. —La voz de Damián era inconfundible——. Te quería preguntar algo más —guardó silencio por varios segundos,guardó silencio por varios segundos, —hablé con mi mamá, y dice que podrías venir a cenar con nosotros. Nadie debería pasar nochebuena solo, ni siquiera una inútil como vos.una inútil como vos. — Temía que ella notara que él se sentía algo avergonzado al respecto—. En mi familia festejamos en casa. Vienen mi abuela y algunos primos. Cenamos y, a medianoche, repartimos los regalos. De allí podríamos ir a casa de Dany juntos.

Una lágrima de alegría recorrió lentamente el rostro de la cha lágrima de alegría recorrió lentamente el rostro de la chica.

—Suena muy bien —dijo en voz baja— gracias.

—No hay nada que agradecer. —Se disponía a finalizar el llamado cuando reparó en el tono de su amiga—. ¡Esperá! ¿Estás llorando? No seas estúpida, no es para tanto. Nos vemos mañanaa, no es para tanto. Nos vemos mañana —se despidió una vez más y finalizó la llamada.

Diana no podía contener sus emociones, le era imposible dejar de sonreír y llorar al mismo tiempo. Se sentó en el borde de la cama, abrazando el celular con fuerza. Esta va a ser la mejor navidad de mi vida, pensó.

Lo malo era que ahora tendría que levantarse temprano para ir a comprar algunos regalos para la familia de Damián, a modo de agradecimiento por aquella invitación. Luego, volvería a su casa a buscar los paquetes para Tamara. Iría a visitarla, probablemente mpara Tamara. Iría a visitarla, probablemente merendarían juntas, con Damián. De allí debía regresar a su hogar, bañarse y arreglarse para la cena y posterior fiesta. Sería un día agitado.

Antes de acostarse, configuró el despertador del celular con un tema de Marilyn Manson que sonaría a las 8am. Ramsés se aca de Marilyn Manson que sonaría a las 8am. Ramsés se acurrucó a su lado, durmiéndose velozmente junto a su dueña.

—Lo sé —murmuró la chica— también tengo que comprarte algo de comida. —Acarició la cabeza del felino y luego cerró los ojos, quedándose dormida casi instantáneamente.

Bajadito

Velkan escogió la noche más concurrida del año para su primer acercamiento a los sospechosos. El albino había recibido aquella mañana su identidad falsa proporcionada por Kisho, donde decía que era un joven Ruso de veintitrés años.

Peinó su cabello hacia atrás y eligió la ropa con cuidado. Se miró al espejo e hizo una mueca de disgusto. Entre avergonzado y preocupado, analizó su imagen.

La camisa escocesa en azul y negro estaba abotonada solo hasta la mitad, dejando ver una remera oscura por debajo. Sus jeans, en tono grisáceo estaban gastados y le quedaban notoriamente largos. En varias ocasiones el dragón había intentado doblarlos pero era en vano ya que volvían a su estado original en pocos minutos. Actualmente, los llevaba por debajo de los talones, pisándolos al caminar. El calzado era sencillo, zapatillas deportivas negras que le daban un par de centímetros extra de altura.

En cuanto a accesorios, del jean colgaban tres delgadas cadenas plateadas de distintos largos mientras que en su muñeca izquierda llevaba un rolex de plata que perteneció a su padre. Se había colocado una cruz de madera del cuello, escondiéndola debajo de su ropa. Velkan sabía que su apariencia no era mala, simplemente muy humana.

Quería llevar la campera de cuero, pero debió desistir debido a que el calor era sofocante incluso por la noche.

Un casi imperceptible “bip” de su reloj anunció que era ya la 1am del 24 de diciembre. Hora de comenzar con su misión.

En los días previos, el joven había averiguado que “Los Seis Rojos” —nombre de la empresa dueña de los boliches y baresnombre de la empresa dueña de los boliches y bares— asistían usualmente a la fiesta de navidad, observando desde un espacio V.I.P. en la planta superior. Esta vez, dicha celebración se llevaría a cabo en Bajadito, un sitio escondido en la ciudad.

El boliche estaba camuflado y no podía encontrársele fácilmente. Por fuera, el establecimiento se veía como un edificio residencial, sin carteles que anunciaran el nombre del sitio. Era exclusivo. Conocido por la falta de control en cuanto a venta de drogas. Los rumores decían que allí se llevaban a cabo las más descontroladas fiestas de Perú.

Al albino no le agradaba demasiado la idea de ir a un sitio como aquel, pero era su misión y él jamás fallaba. Guardó en sus bolsillos una pequeña navaja y su identificación falsa.

Caminó a paso veloz por las angostas calles que llevaban a Bajadito. En su mente repetía incesantemente el plan que había ideado. Sería un encuentro directo. No le gustaba la idea de convertirse en algún tipo de espía. Iría al boliche y los interrogaría hasta poder emitir su propio juicio sobre la inocencia o culpabilidad de aquellos híbridos.

En más de una ocasión, creyó que alguien lo seguía y se volteó, amenazante, para encontrarse con el vacío. Miró al cielo, pronto comenzaría a llover. Apresuró la marcha, deseaba llegar a su destino antes que la tormenta se desatara.

Ya estaba cerca, podía oler el inconfundible aroma del alcohol a su alrededor. Pronto, sus fosas nasales se taparon y Velkan debió cubrirse la boca para toser ante el humo que lo rodeaba. Definitivboca para toser ante el humo que lo rodeaba. Definitivamente no se trataba de cigarrillos normales.

Aquel lugar le causaba nauseas. Los humanos poseían un ciclo de vida realmente corto y, por ello, el dragón era incapaz de comprender aquella obsesión pagana de beber y fumar, consumiendo el cuerpo tempranamente.

Caminó con pasos seguros hasta la entrada del edificio. Allí, un hombre que casi doblaba su estatura lo miró desafiante. El albino le extendió su pasaporte falso, sin decir una sola palabra, mirando al hombre fijamente a los ojos.

El peruano, de casi dos metros de alto, observó la identificación por varios segundos. Se llevó una mugrienta mano a su oscura cabellera, como si dudara de lo que tenía frente a sí.

—¿Hablas español? —gruñó el moreno.

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