Ensayo 2. Retos y riesgos de Internet.

Ensayo 2. Retos y riesgos de Internet.

Eva Talero Calle

En sus orígenes, Internet apareció como una nueva herramienta cuya finalidad fundamental era facilitar el intercambio del conocimiento científico entre instituciones, no pasó desapercibido el potencial que tenía este nuevo invento y se empezó a trabajar en él para hacerlo evolucionar. Así, a una velocidad efímera, se fueron añadiendo cada vez más elementos y funciones a la vez que su uso se extendía por la curiosa población, siendo el resultado de la unión de estos dos elementos la web que conocemos ahora. Actualmente vivimos en un mundo donde la tecnología está presente de una forma u otra durante nuestro día a día, cada vez quedan menos personas que no tengan un teléfono táctil y conexión a Internet, y eso ha hecho que la sociedad en sí cambie junto a nuestro propio estilo de vida.

Una gran revolución dentro del ámbito de la web fue la creación de las redes sociales, en un principio su intención era hacer más accesible la comunicación entre amigos, lo cual recuerda a los inicios del propio Internet, pero cada vez que un nuevo usuario se creaba un perfil, estas redes se hacían más grandes y empezaron a conectar más personas entre sí, aunque fueran completos desconocidos o vivieran en países totalmente distintos. Obtuvimos muchas ventajas debido a estos lugares como el poder conocer a gente, informarnos, compartir nuestros gustos, fotografías... Pero también ha traído consigo grandes desventajas puesto que todo el mundo puede tener acceso a la red y, como ocurre suele ocurrir en diferentes ámbitos de la vida, hay personas que no tienen buenas intenciones y lo usan para delinquir. Y estos mencionados delitos pueden ser de muchos tipos pero el más común y propio de la red es la transmisión de odio, que incluso parece haberse normalizado.

La web 2.0 nos dio la posibilidad de interactuar y dejar nuestra opinión sobre lo que vemos, esta puede ser positiva o negativa pero parecer que un desacuerdo ya no se puede manifestar con respeto, cada vez se recurre más a los insultos y amenazas. Bien es sabido que este tipo de comportamientos lo reciben las personas con más influencia en las redes casi diariamente pues ellos mismos lo han confesado, escondidos bajo el anonimato que da Internet existen miles de usuarios que se dedican a mandar incluso amenazas de muerte por la más pequeña tontería y es un comportamiento que debería penalizarse de una forma grave. Desgraciadamente no hace falta ser famoso para recibir estos tipos de mensajes, a cualquier persona le pueden llegar, incluso por parte de seres que conocen en la vida real pues la pantalla del teléfono u ordenador se convierte en una especie de escudo. Además, debido a que podemos generar un número de perfiles prácticamente ilimitado, es bastante normal que se creen cuentas falsas o con nombres extraños para ir dejando estos comentarios de odio sin sufrir represalias.

Una gran parte de los usuarios activos de estas redes, sobre todo Instagram y Tik Tok, son adolescentes que cada vez se empiezan a unir a la plataforma con menos edad. Esta etapa de la vida es algo compleja ya que parte de los intereses es gustar al resto de gente del entorno próximo y es por ello que los comentarios negativos suelen afectar de una manera mucho mayor, llegando a crear fuertes complejos o a no poder mostrar nuestros propios gustos por ser diferentes a los del resto. Así se ha creado una nueva forma de acoso nacida del propio Internet, el cyberbullying.

Representación del cyberbullying. Fuente: ESL Brains

Y siguiendo con el tema de la influencia hay que decir que los más jóvenes no son los únicos que caen, los adultos también entran dentro de esto aunque parezca que no son fáciles de engañar debido a la experiencia que proporcionan los años. De hecho, a modo de opinión personal, creo que son los más adultos los que más creen en los bulos generados y los comparten en sus redes, muy convencidos de que lo que leen o ven es verdad, un ejemplo es el negacionismo a las vacunas y la propia pandemia. Además, a pesar de que se dice que somos los jóvenes los que estamos enganchados al teléfono, esta tendencia se está expandiendo entre los más mayores que, según lo que puedo comprobar en mi entorno, está empezando a subir a Facebook fotografías y vídeos de las cosas buenas y felices que se suponen que ocurren en su día a día aunque la realidad sea otra.

Esto último también es algo muy propio de Internet y las redes, exhibir fotografías únicamente de los buenos momentos que tenemos o donde nos vemos físicamente bien. Me he dado cuenta, comparando las fotos que veo en redes con las de álbumes antiguos de mi propia familia, de que ahora las poses son muchos más forzadas y antinaturales en la gran mayoría de los casos a pesar de que gracias a la digitalización podemos tomar miles de fotos, no como con las cámaras analógicas de antes. Hemos perdido ese costumbrismo que ahora apreciamos mucho y nos cuesta recrear, además, recurrimos muchos a los filtros y a los programas de edición para que la fotografía sea mejor a la imagen original.

Lo primero que hacemos al levantarnos y antes de ir a dormir es mirar el teléfono móvil en busca de nuevos mensajes o novedades en nuestras redes. Hemos creado una adicción que se ha vuelto más fuerte en esta época que no es recomendable salir de casa y no tenemos nada mejor que hacer que ver cosas a través de la pantalla. Los propios creadores admiten que el desarrollo de sus redes empezó a encaminarse a hacerlas cada vez más absorbente con diferentes herramientas. Por ejemplo, en los inicios de Instagram solo podías ver las fotos de las personas que seguías y cuando se acababan ya no había más que hacer pero ahora está también el formato storie (publicaciones de 15 segundos que desaparecen en 24 horas), los reels (vídeos más largos que puedes editar en la propia app) y la sección de descubrir donde puedes ver cualquier tipos de fotos, elegidas por el algoritmo para que sean del interés del usuario. Esto se hace así para sacar el mayor beneficio, aumentando la media de tiempo de usuarios conectados a la aplicación consiguen que más empresas inviertan en exponer sus anuncios.

Todo el mundo sabe que estar tanto tiempo usando Internet y el teléfono móvil no es bueno para nosotros, ya no solo por el daño que supone a la vista sino porque nos damos perfectamente cuenta de lo mucho que podemos obsesionarnos hasta llegar al punto de no poder estar sin el teléfono cerca o no dejarlo mientras estamos haciendo otras actividades. De hecho hay muchas aplicaciones cuya finalidad es ayudarnos a no ser tan dependientes del teléfono como por ejemplo Quality Time o Break Free. En el episodio Añicos de la serie Black Mirror hay una curiosa paradoja sobre esto mismo, el propio creador de la app más conocida de ese mundo que nos presenta necesita tomarse frecuentemente una temporada alejado de cualquier tipo de tecnología, aislado en un lugar donde nadie le moleste, y al principio no duraba muchos días. Esto de que una persona que debería apoyar el uso de su propia creación sepa que no es buena para la salud mental nos da mucho para pensar y plantearnos este dilema de las redes.

En el mencionado episodio de Black Mirror se nos presentan muchas más ideas relacionadas con las redes, otro ejemplo que me llamó bastante la atención fue el de los dos adolescentes que están presenciando la investigación policial. En una situación normal, a cualquier persona le hubiera dado miedo y hubieran vuelto a sus hogares tal y como la policía les pidió varias veces, pero ellos no, se quedaron allí para ver todo lo que sucedía con sus propios ojos, subir información a las redes sociales. Esto lleva a plantear otra nueva tendencia que hemos adquirido con el auge de las redes sociales, el hecho de que grabamos y fotografiamos todo lo que nos ocurre. Se ha creado una necesidad de mostrar al resto que nos ha ocurrido algo fuera de lo normal y almacenarlo todo en nuestro dispositivo a pesar de que probablemente no volvamos a ver lo grabado nunca más, como ocurre con los vídeos de conciertos por ejemplo, queremos dejar inmortalizado todo para no olvidarlo nunca.

Asistentes de un concierto grabando con el móvil. Fuente: Foundry Healthcare

Otra gran variación que nos han proporcionado las redes sociales es el cambio en el esquema comunicativo. Antes la información la recibíamos a través de los medios convencionales, es decir, la televisión, la radio, la prensa... Pero en nuestros tiempos eso ha cambiado, ahora la forma más rápida de enterarse de algo reciente es a través de Internet, concretamente la app más adecuada para esto es Twitter, de hecho, es una realidad que a muchos nos llegan las noticias por ahí antes que en ningún otro sitio, como por ejemplo ocurrió con el atentado terrorista que ocurrió en Barcelona en 2017.

Y no es este nuevo medio el gran cambio sino que cualquier persona puede ser la fuente de emisión de la información, lo cual ha creado más bulos pero también tiene la ventaja de que podemos enterarnos de más cosas que no se cuentan en televisión. Además existe una especie de retroalimentación ya que los medios se interesan en lo que ocurre en las redes para conseguir también sus noticias.

En esta nueva sociedad es importante para alguien que trabaja en el mundo de la comunicación conocer cómo funcionan las redes y conseguir que el perfil por donde pretende comunicar sea un lugar de confianza, donde la gente pueda recurrir para confirmar que la información que reciben es verídica. A través de estas apps se puede aprender mucho de los intereses y preocupaciones generales de la población, algo clave para el comunicador que intentará solucionar estas dudas respecto a la información.


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