B.I.M.B.O.

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Capítulo 3

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El profesor estaba escribiendo una serie de recomendaciones de las medidas de bocetos para los alumnos. Lo único que se escuchaba en el salón, era el roce de los lápices sobre el papel, además del tecleo de los dedos de quienes estaban usando sus laptops. Todos, absolutamente todos estaban concentrados, pero había alguien que tenía su mente realmente ocupada.

Estaba penando en las diferentes formas para someter a Amina, a la dulce Amina que se había puesto en esa maravillosa posición de estar solo entregada para él.

De hecho, después de esa noche, Arthur quedó con el gusanillo de querer saber más para saber si existía algún nombre que pudiera definir lo que sentía que había sido siempre.

Leyó en silencio, con los lentes puestos y con la expresión de miedo y desconcierto. Sí, era BDSM, esa palabra que parecía resumir bastante bien lo que había sido su vida por mucho tiempo.

Luego de encontrarse con toda esa información, no pudo parar. Investigó palabra tras palabras, quedó inmerso en videos y también fotos. Todo lucía como una especie de revelación. Por fin había dado con aquello que tanto había querido saber.

Ahora bien, se encontró con dos dilemas importantes: él era un novato y tenía que estudiar un montó para poder comprender mejor su comportamiento y lo que quería lograr a través de eso. Lo otro, era que estaba con una persona que no tenía la más mínima idea, o al menos eso creía.

Siguió con su proceso de investigación hasta que perdió la noción del tiempo. Era obvio que obtuvo muchas más respuestas de lo que pudo imaginar.

Tras un poco de tiempo, conversó con Amina y ambos quedaron de acuerdo que por fin querían unirse y probar con un montón de cosas. Entonces, con un panorama con un poco más claro, la cuestión se volvió más interesante.

Entonces, él ahí, sentado, mirando el pizarrón con un interés realmente diluido entre sus pensamientos basados en ella. A veces se comparaba como una especie de animal en cautiverio que por fin había encontrado la forma de libertad de expresarse y ser como quisiera.

Entonces, tras ese momento de intercambio de opiniones y demás, él se dedicó a investigar métodos para que ella se sintiera más complacida que nunca.

Usó cuerdas, látigos y también cera de vela, ganchos, suspensiones y aparatitos para provocar orgasmos a distancia. ¿La mejor parte? El tener el control de las vibraciones y verla allí, con las mejillas encendidas, pero con el coño caliente y húmedo de la excitación, sabiendo muy bien que estaba lista para recibirlo en cualquier momento.

Aunque estaba experimentando una especie de libertad sexual, no pudo negar que su vida como estudiante estaba también en el punto más álgido. Sus profesores le halagaban el buen gusto en todos los detalles de sus diseños, así que era obvio que quería sacar el máximo provecho para hacerse más conocido.

Sus desfiles en la escuela eran reconocidos y estaba en un proceso creativo interesante, en el que aprovechaba las diferentes vertientes de la moda para saber exactamente lo que quería.

Un día tuvo una especie de epifanía, estuvo con Amina, como tantas veces y se puso a recorrer su cuerpo con sus manos y dedos. Rozaba suavemente cada tramo de piel y su mente, al mismo tiempo, comenzó a maquinar. La imaginó envuelta en hermosas telas, y así fue que tuvo la inspiración para su trabajo final.

Ese evento era el momento cumbre para todos los que estaban allí porque se corría con la posibilidad de ser captado por algún cazatalentos y así comenzar una trayectoria glamorosa en una de las industrias más poderosas y despiadadas del mundo.

Sin embargo, era un hombre que estaba listo para asumir cualquier reto y sabía plantarse muy bien ante ellos, no sólo por su talento sino también porque era una persona inteligente y ágil.

Además, estaba adentrándose en un mundo en donde las mujeres eran hermosas, glamorosas y seductoras. La tentación era demasiada y pensó por un momento que quizás estaba preparado para vivir otro tipo de situaciones.

Lo cierto es que Amina y él terminaron y fue la oportunidad Arthur de vivir su vida como Dominante a toda caña. Quería estar con otras mujeres, experimentar los límites de otras y también las de sí mismo.

Luego de hacer la presentación final, y a pesar de no haber sido seleccionado como el mejor de su promoción, Arthur fue escogido por una casa de diseñadores de los más elegantes y finos del país. Su familia no lo podía creer.

Pero él estaba más que en el cielo. Su carrera estaba despegando a más no poder y su sexualidad también. Estaba experimentando una situación tan exquisita, tan poderosa que lo hacía sentir que era capaz de todo y, de cierta manera así era.

Adoraba estar entre las mujeres, le encantaba sentirse acompañado y también reconocido por sus pares. Por supuesto, sus gustos en cuanto a la moda, así como con las mujeres, no se hicieron esperar.

El mundo deslumbrante de Arthur era glamour puro y era algo que él le gustaba disfrutar enormemente. Sin embargo, había veces en las que se sentía tremendamente solo, en las que, al final de un desfile o una sesión con alguna chica que conocía, le invadía la sensación de soledad y dolor.

Sí, la moda era algo por la que él vivía y su nombre estaba en las revistas y en las pasarelas del mundo. La gente lo reconocía y su vida era relatada en los tabloides sin parar. Sus fotos en Instagram tenían millones de “me gusta” y otros compañeros también querían trabajar con él… Pero, de nuevo, se enfrentó a esa sensación fastidiosa y acosadora que parecía una sombra en su vida.

Entonces, tras un tiempo, aprendió a compaginar su vida con su trabajo exigente, el cual le demandaba una gran cantidad de tiempo, y también en sus relaciones esporádicas con mujeres que ansiaban la fuerza y el látigo de su castigo.

Esa noche, después de un buen rato de tranquilidad, se levantó de su escritorio y se estiró un poco. Como le gustaba trabajar de noche, aprovechaba cada momento para relajarse tanto como fuera posible.

Caminó por su oficina hasta que llegó a una pequeña cocina para servirse un poco de agua. Quizás, pararía después para comer un poco, a lo mejor se le despertaría el apetito.

En ese momento, notó un sobre blanco, de papel rígido y, pero con bordes dorados. De inmediato, supo de qué se trataba: era su amiga, una de las más cercanas, que estaba organizando un desfile para los próximos días.

Estudió con ella en la universidad y fue una de las pocas mujeres que realmente comprendían su vida y su carácter particular. Ella, por cierto, era una diseñadora austera y huraña, así que un evento de ese calibre era especial.

Sonrió y en seguida comenzó a organizar el mejor momento para ir a ver el espectáculo.

Luego, regresó a su escritorio y fijó la mirada a esa ventana que tenía en frente. La calle estaba vacía y había poca gente caminando por ahí. Sintió un poco de nostalgia, así que quiso transmitir ese sentimiento al diseño que tenía en mente. Algo brillante se le ocurriría.

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