Biblioteca

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Introducción

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La bibliografía sobre Apolodoro y su Biblioteca no es muy abundante. Al contrario, es exigua y casi nunca aborda toda la problemática que la obra y el autor plantean. Como era de esperar, Apolodoro recibe una entrada o noticia en las clásicas obras de repertorio, diccionarios o historias de la Literatura griega (escrita en griego). En el Pauly-Wissowa Apolodoro recibe atención en dos ocasiones principalmente: con motivo de su nombre y dentro del artículo dedicado a la mitografía[32]. Ambos artículos, aunque antiguos, recogen la problemática esencial del autor y la obra. Especialmente Wendel se plantea la discutida cronología de Apolodoro (que él incluye en la época imperial inicial) y las fuentes que utiliza (col. 1366) —aunque de modo incompleto. Wendel pone en relación a Apolodoro con otros autores recopiladores de cuentos y sagas mitológicas como C.

Julio Teopompo de Cnido y Alejandro de Mindo (ambos de época augusteo-tiberiana). Wendel define a Apolodoro como «ciclógrafo», como lo fuera Dionisio de Samos, lo que no está muy lejos de nuestra posición expresada más arriba. Breves y concisas son las referencias del Kleine-Pauly («Apollodorus» 5) y del Oxford Classical Dictionary que, hay que advertir, pueden conducir a confusión[33]. Más amplio tratamiento en la clásica Griechische Literaturgeschichte de W. Schmid-O. Stählin[34], o más simple, en A. Lesky[35].

En 1899, en la monumental Histoire de la littérature grecque, V, pág. 689, A. y M. Croisset comentaban, bajo el epígrafe significativo de Pseudo-Apolodoro, que de entre «las mitologías» de la época adrianea «la más célebre es la que nos ha llegado bajo el título de ‘Biblioteca de Apolodoro’ debido a una falsa atribución del manuscrito que se nos ha conservado». El juicio de estos autores sobre nuestro texto merece destacarse: «Es una exposición sistemática de las genealogías de los dioses y de los héroes destinada a ser leída y consultada por los investigadores. Su único mérito es que resulta cómoda. Si ha parecido preciosa a los mitólogos modernos es porque es el único testimonio de tradiciones perdidas».

A. Maddalena, en su Storia della Letteratura Greca[36], expresa claramente la misma problemática que aquí hemos expuesto: «Non di Apollodoro, ma del I o II secolo dopo Cristo, è un manualetto, a noi pervenuto col titolo di Bibliotheca di Apollodoro».

Pero quizás es en las introducciones a las ediciones de la Biblioteca donde se encuentran los más amplios y estimulantes comentarios a nuestro autor. Así la de R. Wagner y la de Sir James G. Frazer, sin olvidar la de C. Müller en los Fragmenta Historicorum Graecorum antes citadas.

Dos trabajos esenciales, dedicados monográficamente a Apolodoro y la Bibliotheca, restan por reseñar. El de C. Robert, De Apollodori Bibliotheca (Berlín, 1873) y el de M. Van der Valk, «On Apollodori Bibliotheca», REG, 71 (1958), 100-168. No me ha sido posible, a pesar de mis intentos, consultar la tesis de Robert. Sir J. Frazer hace amplio uso de ella y le da un crédito casi total. Parece ser el único trabajo extenso y completo sobre la problemática de la obra que nos ocupa. El difícil estudio de Van der Valk —erudito y sutil— es la contribución más accesible hoy y más definitiva sobre Apolodoro. Van der Valk se ocupa fundamentalmente de las fuentes posibles de la Biblioteca, incidiendo de un modo tangencial, pero seguro, en otros problemas como la fecha, el estilo y la lengua, la finalidad de la obra y su público. Sus conclusiones se pueden resumir así: la lengua no ofrece indicaciones incontestables para poder precisar una cronología de la obra (págs. 165-167). Se trata, no obstante, de un libro del siglo I d. C. o, al menos, de después de la primera parte del siglo I a. C. (pág. 167). La Biblioteca no sigue un «manual» de mitología, sino que recoge activamente las opiniones de sus fuentes. Podría ser que lo que hoy conservamos sea una versión interpolada del siglo I-II d. C.

Como bibliografía «menor», sobre puntos o pasajes concretos, puedo citar: C. Brillante, «Ps.-Apoll. Bibl. III.5.5», Rivista di Cultura classica e medioevale, 21-22 (1979-80), 195-198; S. Ireland, «A note on Apollodorus», Hellenica, 32 (1980), 137-139; N. F. Rubin-H. M. Deal, «The Myth of the Alvades», Semitica, 29, 1-2 (1980), 39-52.

Por fin; en la elaboración de esta introducción me he servido de algunos trabajos que iluminan ciertos aspectos importantes —aunque sea indirectamente— de la problemática de Apolodoro. Así, el estudio de W. T. Treadgold, The Nature of the Bibliotheca of Photius, Dumbarton Oaks Studies, XVIII, Washington, 1980, sobre todo válido para el resumen que hace el patriarca Focio; y las indicaciones que se encuentran en P. Henry en su edición de Focio[37]. La literatura sobre Hesíodo resulta igualmente aleccionadora, destacando la amplia introducción de West a su edición de la Teogonía[38], o el volumen colectivo publicado por la fundación Hardt[39]. Así mismo, para todo lo relacionado con la épica arcaica, he tenido en cuenta la traducción de esos textos realizada por A. Bernabé para esta colección[40].

Para concluir hay que dejar constancia de que la obra de F. Jacoby, Die Fragmente der griechischen Historiker, I, Genealogie und Mythographie, Berlín, 1923, es un instrumento de trabajo insustituible en estas materias.

Agios Tychonas, junio 1984.

JAVIER ARCE

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