Bhagavad Gita

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Breve semblanza de Joan Mascaró

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BREVE SEMBLANZA DE JOAN MASCARÓ

Joan Mascaró i Fornés (1897-1987), filólogo, poeta y orientalista, fue ante todo un hombre marcado por la búsqueda espiritual y el compromiso existencial (dharma), o —según su propia traducción de este término en el primer verso de la Bhagavad Gita— comprometido con la búsqueda de la Verdad. De ahí que su figura y su obra se nos antojen un trasunto de la propia búsqueda de respuestas que Arjuna, el discípulo amado de Krisna, protagoniza en el libro que enmarcó el intenso devenir vital de este erudito mallorquín.

Nacido en un pueblo de Mallorca, en «una finqueta donde el mallorquín puro era el único idioma», la infancia de Joan Mascaró transcurrió feliz, mecida por los ritmos de las labores del campo, entre higueras y almendros. «La belleza de la naturaleza y las circunstancias de mi nacimiento me ayudaron mucho», reconocería años después. Dotado de una mente brillante y de una capacidad extraordinaria para las lenguas, el primogénito Joan fue enviado a la Escuela Superior de Comercio de Palma para labrarse un futuro. A causa de la crisis económica que asoló por entonces la isla, sus padres se verían obligados a inmigrar al poco tiempo a Argel, quedando Joan en Palma bajo la tutela de su tío-abuelo Guillem.

En el penúltimo año de sus estudios, en 1913, un compañero de clase le introdujo en la doctrina espiritista cultivada por ciertos círculos intelectuales de la época. Sin embargo, aquellas lecturas acabarían sumiendo a Joan en la confusión y la turbación anímica. En medio de este tumulto espiritual, llegó a sus manos una copia de la versión en castellano que en 1896 realizara el teósofo Roviralta Borrell de un clásico hindú: la Bhagavad Gita, o Canción del Señor. El texto dejó en el joven una huella imborrable, sembrando en su interior la semilla de un deseo que acabaría materializándose años después: consagrarse al estudio y divulgación de los textos sagrados orientales.

Mas, por el momento, Joan se contentó con iniciarse en el estudio del sánscrito mientras intentaba ganarse la vida con pequeños empleos como proveedor de verdura fresca o intérprete de alemán. Un día de 1915, en plena guerra mundial, el joven es requerido por un acaudalado hombre de negocios mallorquín para intervenir como intérprete en la compra de seis mil toneladas de combustible procedentes de un mercante alemán refugiado en el puerto. El nombre del tratante era Juan March, un hombre destinado a convertirse en uno de los mayores magnates de la primera mitad del siglo XX.

El encuentro con aquel ser de enorme inteligencia y ambición marcó definitivamente la trayectoria del joven Mascaró. De 1916 a 1920 su dominio del inglés, unido probablemente a los contactos de March, quien veía en él a un joven prometedor, le proporcionaron un puesto de secretario en el Consulado Británico en Mallorca. De 1919 a 1921 Mascaró ejerció además de profesor ayudante de inglés en la Escuela Superior de Comercio, en sustitución del escritor Joaquim Verdaguer.

En 1920 el financiero le encargó la tarea de dar clases de inglés a su hijo Joan, con vistas a un futuro viaje de estudios por Europa en el que Mascaró haría las veces de tutor y acompañante del joven March. El viaje tuvo lugar en 1924, duró un año y permitió a Mascaró y a su pupilo conocer lo más selecto de la cultura y los salones de Bélgica, Holanda, Inglaterra, Francia y Alemania. A su regreso a España, Mascaró, fascinado por las oportunidades que la vida parecía brindarle, propuso que él y su pupilo se matriculasen en la Universidad de Cambridge. March aceptó la propuesta y los dos estudiantes formalizaron la matrícula en la primavera del 1926. Dos años después, en 1928, Mascaró obtuvo el premio extraordinario de sánscrito, y al año siguiente, el título de Bachelor of Arts en literatura inglesa y lenguas orientales clásicas, sánscrito y pali, por el Downing College. Durante su estancia en Cambridge, su valía personal y afabilidad le granjearon la amistad de Dámaso Alonso, Jorge Guillén, Joaquim Xirau y Salvador de Madariaga.

El ascenso de su carrera fue meteórico a partir de entonces. Durante el curso académico 1930-1931, por iniciativa de Madariaga, Mascaró fue invitado a impartir en Oxford una serie de lecciones magistrales sobre los místicos españoles. Entre 1930 y 1932 ejerció el puesto de subdirector y cabeza del departamento de inglés del Parameshvara College de Jaffna, en Sri Lanka (entonces Ceilán), donde tuvo oportunidad de profundizar en el conocimiento de la cultura oriental, al tiempo que participaba activamente en la modernización del sistema educativo del país asiático. Con la llegada de la República, Joaquim Xirau fue nombrado decano de la Facultad de Letras de la Universitat Autónoma de Barcelona, y Salvador de Madariaga, embajador en París. Los dos amigos decidieron que ya era hora de que Mascaró retornase a España. En 1932, Xirau, a través de Pompeu Fabra, entonces presidente del patronato de la universidad, le propuso un puesto de profesor de inglés de la Autónoma, aunque con vistas a crear más adelante una cátedra de inglés y sánscrito para él. Mientras tanto, entre 1933 y 1936, trabajó como profesor en la Escuela Normal y en el Instituto Escuela de la Universidad. Durante estos años, consiguió asimismo el título de Master of Arts por la universidad Cambridge. El año 1935, acabada su época de formación, publica en Barcelona su primera traducción: una versión directa al catalán del Canto XI de la Bhagavad Gita.

Ante el estallido de la guerra civil, Mascaró se ofreció para ir al frente, pero las autoridades republicanas rechazaron su ofrecimiento, y Mascaró acabó exiliándose voluntariamente en Inglaterra, instalándose en Cambridge, donde permaneció tras el final de la guerra, volcándose en la tarea de traducir, a partir de entonces al inglés, los principales libros sagrados de Oriente. Así, en 1938, se publicó su traducción de los Upanishads, elogiada por Jorge Guillén y por el premio Nobel Rabindranath Tagore. A pesar de llevar a cabo su tarea literaria y filológica en inglés, Mascaró no se desvinculó de España.

En 1951, contrajo matrimonio con Kathleen Ellis, del cual nacieron sus dos hijos gemelos, Martí y Maria Coloma. En 1954 leyó «A Star from the East» («Una estrella del oriente»), una apreciación personal de la Bhagavad-Gita, invitado por la reina Juliana de Holanda. En esa época comenzaron a ser impresos los frutos de sus largos años de trabajo: una edición de poemas de Keats; el libro Lamps of Fire, que recoge una selección de los pensamientos espirituales de todas las religiones del mundo y, en 1962, su traducción de la Bhagavad-Gita, un gran éxito editorial que acabaría de consolidar su prestigio internacional como orientalista y estudioso de las religión, al tiempo que marcó el inicio de su colaboración con Penguin Classics.

Sus libros y charlas, así como su aparición en los medios de comunicación, le convirtieron en un personaje conocido por el público anglosajón. En 1967, coincidiendo con una entrevista en la televisión británica, conoció a los Beatles, los cuales, inducidos e influenciados por Mascaró —especialmente George Harrison, con quien mantendrá correspondencia— comenzarían a embeber de resonancias orientales sus canciones.

Mientras tanto, Mascaró continuó su tarea con una nueva publicación (1965) de los Upanishads, seguida en 1973 de una traducción del pali al inglés del Dhammapada. Para entonces, consolidada ya su carrera, parece que Mascaró empezó a plantearse la posibilidad de regresar a Mallorca y establecerse en su pueblo natal de Santa Margalida, junto a su huerto de almendros, para dedicarse a la producción literaria en lengua catalana. Desgraciadamente, las circunstancias familiares no se lo permitieron.

Fue en los últimos años de la década de los setenta cuando finalmente le llegó el reconocimiento por parte del Estado español y también de Mallorca: en abril de 1979 participó en un programa de La Clave sobre las religiones y, al mes siguiente, impartió en Mallorca una conferencia sobre los «Valores espirituales de oriente». En 1983, la Universidad de las Islas Baleares, en reconocimiento de sus méritos y de su trayectoria, lo nombró doctor honoris causa, pero la investidura no pudo llevarse a cabo debido al delicado estado de salud de Mascaró, que le impide viajar.

En 1987 Joan Mascaró i Fornés murió en su residencia de Comberton (Cambridge). Tal como era su deseo, fue enterrado en Santa Margalida con una inscripción, escrita en catalán y en inglés, que parece evocar las palabras extasiadas de Arjuna en el Canto XI de la Bhagavad Gita:

«Venimos de Dios, vivimos en Dios, vamos a Dios».

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