Ben
Parte 4 » Evidencias (6)
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Evidencias (6)
—¿Sabes por qué estás aquí, Ben?
—Claro.
—El juez de menores dictó contra ti una orden de internamiento cautelar de tres meses en régimen cerrado por un delito de lesiones y amenazas contra Luis González, tu tío. Según dice el expediente, él fue a verte muy enfadado el día en que le quitaron la custodia de Éric, os peleasteis y tú le agrediste con un arma ilícita y le provocaste una fractura en la cabeza. ¿Es así?
—Alto y claro.
—¿Quieres hablar de ello?
—La verdad es que no.
—Me gustaría que pensaras si las cosas podrían haber sido diferentes. Si no podrías haber resuelto las cosas con Luis de otra manera.
—Sí, pero me provocó. Si alguien me provoca, respondo.
—Quiero decir, Ben, que debes encontrar otra manera de encauzar tu ira. La violencia siempre es una mala solución. Llevabas un puño americano. Si le hubieras golpeado con un poco más de fuerza, podrías haberle matado.
—Habría estado bien. Se lo merecía.
—Por Dios, Ben, no puedes decir eso. No puedes pensarlo.
—Puedo no decirlo, pero lo pienso. Hay gente que se merece lo peor.
—¿Y eres tú quien lo decide?
—A veces, si tengo la oportunidad, puede que sí.
—Ben, me asusto de lo que dices.
—¿Te asusta? Mira, ahora te voy a hacer una pregunta yo a ti. Y quiero que me contestes con toda sinceridad.
—Vale.
—¿Crees que serías capaz de matar a una persona?
—No, claro que no.
—Ni siquiera has pensado la respuesta.
—No necesito pensarla. No lo haría y ya está. Soy incapaz de matar ni a una mosca.
—No tienes ni idea de lo que dices.
—¿Cómo?
—Todo el mundo es capaz de matar. Tú también.
—No todos vemos las…
—¿Tienes hijos?
—Sí.
—Si alguien entrara en tu casa y amenazara con lanzar por la ventana a uno de tus hijos, ¿qué harías?
—No lo sé. Cualquier cosa, supongo. Pero eso es un caso extremo.
—¿Lo matarías si fuera necesario?
—No premeditadamente.
—Pero le matarías.
—Sí, supongo, defendería a mis hijos.
—¿Lo ves? Le matarías. Entonces eres capaz de matar a una persona.
—Pero no es lo mismo así que…
—¿Y si alguien se hubiera pasado mucho contigo cuando eras demasiado pequeño para defenderte? ¿Si te hubieran humillado, vejado, violado? ¿Qué harías? ¿No esperarías tu oportunidad para vengarte? ¿Y si se presentara? ¿Entonces, qué harías?
—Hablas de venganzas, Ben, eso es demasiado fuerte.
—Mira, ¿sabes lo que pasa? Que algunas personas habéis tenido suerte. Nunca os ha pasado nada malo. Malo de verdad, quiero decir. Nada que os haya obligado a transformaros en un monstruo. Pero es solo porque habéis tenido suerte. Nada más. Nadie elige dónde nacer. Nadie elige que le hagan daño. Nadie elige a los hijos de puta con quienes va a encontrarse. Nadie elige matar. Nadie elige transformarse en algo que no tiene vuelta atrás. Cuando has matado una vez, ya nada vuelve a ser como antes. Nunca más.
—Basta, Ben, por favor. ¡Hablas como si hubieras matado a alguien! Te recuerdo que estás aquí por un delito de lesiones. Dentro de tres meses volverás a tu vida. Si te portas bien, claro. Prométeme que te vas a portar bien, que vas a ser bueno. ¿Me lo prometes?
—No sé. Portarse bien es muy aburrido.