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14 – PLANES

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14 – PLANES

21 de octubre, 2016

Javier salió por fin de su ensoñación. No sabía muy bien en qué había estado pensando. Las imágenes, las ideas, los planes más o menos descabellados pasaban por su mente a la velocidad de la luz, sin detenerse ni un momento. Comprendió qué era exactamente un «brainstorming», una tormenta de ideas, pues eso exactamente fue lo que tuvo: un tropel de ideas que iban y venían sin control, como si tuvieran vida propia. Como si algo o alguien ajeno a él mismo estuviera generando sus pensamientos, sus ideas, modelando sus deseos… Pero por fin volvió a la realidad.

La figura de Tomei se había esfumado y el TaqEn seguía en reposo, esperando. Pero Javier decidió que no haría nada, que no tocaría nada hasta no haber analizado bien todos los aspectos del misterio. ¿Viajes en el tiempo? ¿Compañías esclavistas del futuro que habían canibalizado a los estados? ¿Un chamán paleolítico procedente de 20000 años en el futuro? Demasiadas cosas y demasiado improbables, pero… ¿y si…?

Efectivamente: ¿y si…? La gran pregunta que había llevado a unos simios sin grandes especializaciones a dominar la Tierra. ¿Y si usáramos una piedra para cascar las nueces? ¿O, ya de paso, para cazar animales? ¿Y si nos cubriéramos con las pieles de los animales que cazamos? ¿Y si plantamos algunas de las semillas que recolectamos en vez de comerlas todas? ¿Y si construyéramos una máquina capaz de volar como las aves? ¿Y si, y si, y si…? Siempre la misma pregunta, y cada vez que se respondía afirmativamente la especie humana aumentaba más y más su supremacía. El progreso, diríamos ahora.

¿Y si fuera cierto todo lo que dice Tomei? Porque, por otra parte, ¿qué sentido tendría que hubiera mentido? Sin embargo, todo lo que decía parecía sacado de una novela de ciencia-ficción. ¿De verdad se puede viajar en el tiempo? Todo su ser le decía que no era posible. Recordaba la famosa paradoja del hombre que viaja al pasado, conoce a su padre antes de que le concibiera a él, y le mata. En ese caso el viajero no llegaría a nacer y, por tanto, no podría viajar al pasado ni matar a nadie. No, viajar en el tiempo no podía ser posible. Pero ¿y si…?

Salió a dar un largo paseo por la playa, intentando poner en orden sus pensamientos. Ni siquiera se dio cuenta del magnífico día que hacía, que casi invitaba a bañarse en las aún cálidas aguas del Mediterráneo. Hacia mediodía había pergeñado un plan de acción, en realidad un plan de acción lleno de condicionales, pero algo con lo que empezar, y se dispuso a volver a su apartamento para ponerlo cuidadosamente por escrito, cuando una punzada en el estómago le recordó que ni siquiera había desayunado. Con tanto acontecimiento emocionante no se había acordado de hacerlo. Decidió que hoy se merecía un pequeño homenaje, así que se encaminó a Els Trébedes, un excelente restaurante especializado en paella valenciana en el que hubiera sido imposible comer sin reserva en temporada alta, pero donde, al estar ya en octubre, el maître no tuvo inconveniente en acomodarle en una mesa para dos y servirle una exquisita paella de marisco regada con un buen blanco de aguja del Penedés.

Una vez de vuelta en el apartamento, Javier puso por escrito todas sus ideas, sus elucubraciones, sus planes. Estuvo toda la tarde escribiendo y reescribiendo cada punto, ordenándolos y reordenándolos según iba avanzando en la confección de su plan. Naturalmente, había puntos sobre los que no podría tomar una decisión hasta conocer más sobre el aparato y su funcionamiento, si funcionaba, claro, pero no obstante escribió las alternativas que se le ocurrieron. Luego eliminó todo lo superfluo y pasó a limpio el resultado. Lo que más le costó decidir fue cuál debería ser el último punto de su breve memorando, pero finalmente esto es lo que quedó:

«Uno: Leer o escuchar el manual de uso del TaqEn. Tomar notas, transcribir lo más importante. Aprender todo lo que pudiera sobre el posible uso del TaqEn.

»Dos: Confeccionar un conector para alimentar el TaqEn. El actual es una chapuza y sólo puede servir como solución provisional. Tomar las medidas y montarlo yo mismo, para no levantar sospechas.

»Tres: Averiguar todo lo que pudiera sobre la posibilidad de realizar viajes en el tiempo. Entrevistarse con Gonzalo González de Luna, de GranTeCan. Urdir una excusa válida para disfrazar mi interés. ¿Mera curiosidad? ¿Escribir una novela? ¿Indicios racionales? ¿…?

»Cuatro: En caso de que resulte que el TaqEn en verdad es un artefacto para viajar en el tiempo, probarlo. ¿Cómo? ¿Viajando dónde? ¿Haciendo qué? Imposible contestar estas preguntas ahora.

»Cinco: En caso de que efectivamente el TaqEn funcione como Tomei Belaskes dice que funciona, entonces… entonces cambiar el mundo».

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