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27 – INFORMACIÓN VERAZ

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4 de mayo, 2043

Tras el largo fin de semana provocado porque la tradicional «Fiesta del Trabajo», el primero de mayo, había caído ese año en viernes, Silvia volvió a su despacho del edificio Barrash para continuar su integración acelerada al Comité de Dirección de BEGIN. Hoy tenía programada una reunión con José Alberto Menéndez, el responsable de Medios de Comunicación de BEGIN.

José Alberto apareció en el despacho de Silvia un par de minutos antes de las nueve y, tras saludarse, propuso, como ya había visto que era la costumbre, comenzar el día con un café. Se acercaron a la sala donde estaban las máquinas automáticas de dispensación de bebidas y allí se hicieron con sendos cafés al gusto de cada uno.

José Alberto, como buen latino, buscó entablar conversación mientras degustaban sus cafés, por trivial que ésta fuese, y comentó en un español con un marcado acento uruguayo, muy similar al argentino:

—Bueno, Silvia, ¿cómo pasaste el fin de semana?

—Pues en realidad apenas he salido de casa, leyendo toda la documentación que me habéis proporcionado —respondió Silvia también en español—, ¡que te aseguro que es mucha!

—¿No saliste del departamento…? Ah, pero no deberías hacerlo, Silvia, ¿no te dijeron? —inquirió José Alberto,

—Pero si estuve todo el tiempo en casa, en mi piso, no aquí, en el departamento… —dijo Silvia, mirando extrañada a José Alberto—. Y… ¿decirme qué?

—Ah, perdona… Es que en mi tierra no decimos «piso», como decís aquí en España, sino «departamento». No me acostumbro… Y lo que digo es que no debés trabajar todo el tiempo, Silvia. Que debés descansar los fines de semana, tomar tus vacaciones y disfrutarlas, que vos tenés que tener una vida fuera de BEGIN. El laburo acá es inacabable, siempre hay cosas que atender, que revisar, decisiones que tomar. Si no parás, te volverás loca…

—¿Laburo? ¿Qué es eso de

laburo, José Alberto? —Silvia estaba mitad sorprendida, mitad divertida por el marcadísimo acento de José Alberto, acento que no oía hacía mucho, mucho tiempo.

—Trabajo, Silvia, el trabajo. Eso es

laburo.

—Ah, bueno —Silvia sonrió ante la expresión de José Alberto explicándole el significado del término—. Mira, necesito conocer todos los entresijos de la empresa lo antes posible, compréndelo. Tengo un reto formidable y no podía pasar estos tres días paseando o haciendo turismo cuando tengo tantos legajos que leer y estudiar, ¡entre ellos los correspondientes al área de Medios de Comunicación!, Mass Media, como los llama todo el mundo… tu área, José Alberto.

—Ah, eso está bueno, pero eso no es tan importante, Silvia. Lo importante es mantener la cabeza bien fría y bien descansada para poder tomar la mejor opción en cada momento. Y laburando cien horas a la semana sólo se consigue acabar con la cabeza embotada, y eso es malo. Malo para BEGIN y malo para vos, Silvia.

—De todos modos —repuso Silvia—, tampoco mi vida es tan divertida. Tantos años estudiando y trabajando sin parar me han acostumbrado a no tener prácticamente vida fuera del trabajo. Así que no te preocupes, José Alberto, estoy acostumbrada.

—Ah, no, no puede ser, Silvia. Vos debés parar y disfrutar también, o tu rendimiento bajará y te volverás inservible. BEGIN necesita a sus directores en plena forma, y si solamente trabajan, si no descansan su cuerpo y su mente periódicamente, no lo estarán —José Alberto miró de hito en hito a Silvia. Sin ser una belleza de película, tenía unas facciones agraciadas y unas curvas no muy exuberantes, pero bien colocadas, y lo mejor eran sus ojos, sus inteligentes ojos verde-azulados. En definitiva, lo que vio le gustó y su lado conquistador tomó inmediatamente el control de la conversación—. Si vos querés, podemos quedar para el fin de semana que viene y hacer una excursión por la Sierra madrileña… en mayo está muy linda. Conozco un restaurante en Miraflores donde hacen un asado casi tan bueno como el de mi país…

—Seguro que lo es… gracias, lo pensaré —Silvia estaba ahora no sólo divertida, sino también halagada. ¿José Alberto estaba ligando con ella? Era evidente que sí, y no la disgustaba, porque hacía milenios que no ligaba con nadie. José Alberto, de unos cuarenta años de edad, más o menos como ella, era más bien bajo, incluso algo más bajo que ella, pero nervudo, de ojos y pelo negro y facciones correctas. Sin ser realmente guapo, sí tenía ese atractivo atávico de los latinos… Más adelante, quizá… Pero no ahora. De momento tenía otras cosas de las que ocuparse. Así que apuró el café y, volviendo al más profesional y menos cercano angloshin, dijo—: ¿Comenzamos? Tengo muchísimo que leer…

—Sí, claro, vamos allá… tú delante, por favor —repuso también en angloshin José Alberto, que rápidamente escondió su lado galante, reemplazado al instante por el eficiente directivo especialista en Mass Media.

La reunión fue interesante, pero lo más importante ya lo conocía Silvia. BEGIN había acabado con el deshonesto contubernio entre medios de comunicación y el poder que había dominado la escena mundial de las últimas décadas del siglo XX y principios del XXI. Las diferentes cabeceras estaban normalmente dominadas por un determinado grupo oligárquico, un conglomerado de banqueros, empresarios, partidos políticos y periodistas que no perseguían dar a conocer las noticias interesantes para los ciudadanos, sino las noticias interesantes para esos mismos conglomerados. No se trataba de informar, sino de deformar, de manipular, de crear opinión favorable a los intereses de esos grupos. Cada diario, fuera de prensa escrita o digital, cada radio o cada emisora de televisión daba siempre una gran relevancia a las noticias que le interesaban: grandes éxitos del gobierno o del partido político o de las empresas vinculadas, o casos de corrupción detectados en

los otros… que a su vez seguían el mismo criterio. En resumen, era casi imposible encontrar noticias objetivas, o por lo menos tan objetivas como fuera posible.

BEGIN había acabado con esa práctica. Primero, no perteneciendo a ningún grupo. A ningún grupo político, empresarial, profesional o de cualquier otro tipo. Segundo, practicando una estrategia de transparencia absoluta. Los datos de su actividad se publicaban sin maquillaje alguno, sin mentiras ni ambages, y se proporcionaban a todos los medios que los deseaban de forma eficaz y gratuita. Sin embargo, nunca se daba explicación alguna sobre las intenciones, los motivos de sus acciones o las creencias de los representantes de BEGIN. Datos sí, todos los existentes. Opiniones, chascarrillos o valoraciones de este o aquel tema, ni una.

La principal noticia sobre BEGIN era la falta de noticias «de interés» entre un océano de datos, de resultados, de tendencias de precios, de curvas de venta y de penetración… Todo el mundo sabía

qué hacía BEGIN,

dónde lo hacía y

qué resultados obtenía; muchos también sabían

cómo lo hacía, pero nadie sabía

por qué lo hacía. Y al cabo del tiempo, la verdad, a nadie le importaba.

Posteriormente BEGIN adquirió algunas cabeceras de periódico, algunas emisoras de radio o televisión o diarios electrónicos, la mayor parte de ellas porque venían en el paquete, junto con otras empresas de todo tipo que eran propiedad de alguna que BEGIN hubiera adquirido. Las instrucciones de BEGIN a la dirección de cada una de ellas una vez se hizo cargo de la empresa no pudieron ser más sencillas, sólo cuatro palabras, cuatro palabras que suponían un cambio copernicano para todas ellas: «Decid siempre la verdad».

Como decían en las películas: «la verdad, sólo la verdad y nada más que la verdad». Incluso aunque la verdad fuera desagradable o contraproducente para la propia BEGIN. Fuera análisis interesados de la situación, de cualquier situación. Fuera tertulias de vociferantes «creadores de opinión». Fuera noticias elaboradas

ad hoc para mantener la postura o los intereses de unos o atacar los de otros. Fuera la manipulación, la injerencia, los ataques indiscriminados al «enemigo». Se terminaron los grandilocuentes titulares torticeros, mentirosos o manipuladores. Se acabó la metafísica incapacidad para reconocer un error, una noticia o reportaje que había resultado ser falso, incluso una simple errata… ningún medio reconocía jamás haberse equivocado y, si lo hacía, era en el lugar más profundo e inaccesible posible, junto a las esquelas y los anuncios por palabras. Todo eso debería ser eliminado de inmediato. Y, en este caso, «de inmediato» significaba a partir de la próxima edición. Sin demoras.

En definitiva, se trataba de devolver a la prensa y a los medios en general al papel de «Cuarto Poder» que nunca debieron haber abandonado. De contrapeso de los otros tres poderes clásicos, ejecutivo, legislativo y judicial. Debería señalar a los corruptos, ensalzar a quienes hicieran bien su trabajo e informar siempre citando las fuentes. Y también reconocer los errores cometidos, porque por muy cuidadoso que se fuera siempre los habría, en cuanto se tuviera constancia de ello y en primera plana. Y siempre con la verdad por delante. Hacer su trabajo de forma honrada. Servir a la sociedad. Informar de lo que pasa. Y nada más. Fácil.

Los medios de la competencia, que en su mayor parte seguían practicando las mismas artes de siempre, se enfocaron con su ardor habitual en el desprestigio de BEGIN y sus medios. Noticias falsas, interpretaciones torticeras, opiniones descalificantes… BEGIN, como siempre, no se inmutó, sus medios no se inmutaron, ni tan siquiera se molestaron en publicar alguna nota para desmentir nada. Siguieron haciendo periodismo sin cortapisa alguna, sin más limitación que la verdad, admitiendo sus errores cuando los cometían y dando siempre la posibilidad de comprobar los datos publicados de forma independiente.

La audiencia de los vociferantes de siempre, de los salvapatrias de uno u otro signo, bajó. Sus ingresos también lo hicieron. Nadie estaba ya interesado en ese tipo de «información» llena de medias verdades y mentiras completas, tan elaborada y retorcida que poco se parecía a la realidad. La sociedad había cambiado. Quería información veraz, no deformación interesada. Ahora que los ciudadanos de a pie sabían lo que era eso, que tenían con qué comparar, no querían imitaciones, ni mucho menos que alguien les adoctrinara sobre qué opinar, qué creer, qué pensar, a quién seguir y a quién odiar. Sí, todo cambió desde que llegó BEGIN.

La reunión con José Alberto duró casi toda la mañana. Él, como sus compañeros del Sanedrín, era una enciclopedia ambulante sobre su área. Estrategia, grupos de comunicación, técnicas, inversiones, índices de audiencia… Silvia, que había leído todo lo que le habían pasado sobre comunicación y creía que poco le podía reportar esta reunión, aprendió muchísimo sobre esa área, mucho más de lo que pensaba. Fue una reunión muy satisfactoria.

Y definitivamente José Alberto no estaba nada mal como hombre, por cierto. Nada mal.

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