Beautiful

Beautiful


6. Jensen

Página 14 de 42

Sobresaltado, volví a mirarla.

—¿Qué?

Sacudió la cabeza. Parecía frenética. Ruby y Niall se subieron otra vez al coche sin decir una palabra. Pippa, detrás de Ziggy, me miraba con cautela.

—En serio, creo que deberíamos irnos —dijo mi hermana.

Ignoraba por completo si estaba irritada con Will por sugerir que nos saltásemos toda una parte de sus minuciosos planes o si se moría de hambre, pero yo tenía que ir al lavabo.

—Vale, pero al menos esperadme un momento. He de entrar para…

Al pasar junto a ella, noté que su mano se aferraba a mi brazo, noté su presión en torno al bíceps. ¿Por qué parecía tan asustada?

—Jensen —dijo Pippa en voz baja.

O quizá lo gritase.

Apenas la oí.

Estaba a tres metros, pero supe que era ella sin necesidad de que se volviese.

Llevaba el pelo más corto, pero vi aquel lunar minúsculo detrás del hombro derecho. Un hombro que yo había besado incontables veces. Vi la cicatriz del brazo izquierdo, donde le había mordido un perro cuando tenía ocho años.

Di un paso hacia delante, tambaleándome. Es cierta la descripción que suele hacerse de tales momentos, como si todo te diera vueltas, como si no hubiese suficiente gravedad. Todo me daba vueltas, desde luego, y no supe con certeza cuándo había respirado por última vez.

—¿Becks? —pregunté con voz áspera.

Se volvió, y sus ojos de un castaño oscuro se abrieron como platos.

—¿Jensen?

Prácticamente pude palpar el silencio denso que se hizo a mis espaldas; todo mi grupo de amigos nos contemplaba, también sin respiración.

Apareció una sonrisa en el rostro de Becky, que se adelantó y me echó los brazos al cuello. Solo cuando levanté mis propios brazos, sin poder reaccionar, para devolverle el abrazo, me di cuenta de que Pippa me tenía cogida la mano con ternura. En ese momento me soltó, pero se quedó a mi lado como una presencia que me apoyaba.

Becky retrocedió y alargó el brazo hacia atrás.

—Jensen, te presento a mi marido, Cam.

No me había percatado de la presencia del hombre que estaba a su lado, aunque no tengo la menor idea de cómo había podido pasarla por alto. Era una torre de músculo y hueso con unos dientes blancos y brillantes que exhibió en una sonrisa. Me estrechó la mano con fuerza pero sin tensión. Ver cómo le pasaba a Becky el brazo por los hombros y ver cómo ella se volvía hacia él fue como asistir al despliegue de un recuerdo.

—Me alegro de conocerte —logré articular.

¿Cómo era posible?

Él sonrió a Becky.

—Yo también, tío. Llevo años oyendo hablar de ti.

Años.

Ella tenía a otra persona desde hacía años, y yo seguía esperando en la línea de salida.

Manoteé hacia mi lado y encontré de nuevo la mano cálida y reconfortante de Pippa. Noté que los ojos de Becky seguían el movimiento.

Las palabras salieron de mi boca sin que pudiera impedirlo:

—Esta es mi mujer, Pippa.

Noté el minúsculo tirón de su mano en la mía, el gesto asombrado de su brazo. Y vi que Becky observaba esto: el pelo de Pippa recogido de cualquier manera en un moño, su jersey naranja, los vaqueros de pitillo y los altísimos tacones azul eléctrico. Vi que observaba el collar de Pippa, una complicada cascada de cuentas verdes, rojas y amarillas, y que sonreía satisfecha.

«Joder. ¿Qué es lo que acabo de hacer?».

—Lo siento… —empecé, decidido a echar pie atrás de inmediato.

Ver a Becky, estar allí… Supe en un instante que el rostro que yo amaba y que llevaba años flotando en mis afligidos pensamientos no solo era un rostro de mi pasado. Con una claridad asombrosa, comprendí que me sentía muy poco dolido.

No había sufrimiento renovado.

No había ardientes celos hacia su nuevo marido.

Ni siquiera una pizca de nostalgia.

Sin embargo, Pippa me interrumpió, soltando mi mano para estrechar la de Becky.

—Becky —dijo con soltura—, me alegro mucho de conocerte por fin.

Después me miró con ojos relucientes, me pasó el brazo por la espalda, abrió la mano encima de mi culo y me lo apretó.

—Jensen y yo estamos de luna de miel. ¡Qué gracia que nos hayamos encontrado aquí!

Ir a la siguiente página

Report Page