Batman

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ESCLAVOS DEL "SINDICATO DEL TERROR"

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LOCALICEN a Batman…! ¡Localicen a Batman…! El mensaje, radiado a todas las oficinas del Servicio Secreto, procedía del Despacho 1º de Gotham City, habitación blindada de acero y fuertemente custodiada en que, por algún motivo de extrema gravedad, se habían reunido en sesión extraordinaria los seis componentes del Gobierno Supremo Mundial con el jefe del F. B. I.

Todos los hombres reunidos pertenecían a distintas razas y tras su rostro aparecía oculto tras una negra máscara; y en su pelo llevaba bordado un negro murciélago. Era Bruce Wayne, millonario, deportista y el terror de los criminales, conocido por el nombre de Batman u "Hombre Murciélago".

 

 

—Creo que me llamaba usted, señor presidente —dijo Batman inclinándose graciosamente.

—¿Cómo llegó usted aquí? —preguntó el presidente—. Y ¿cómo sabremos que es usted Batman?

—Le ruego que respete mis pequeños trucos, señor presidente…

—Es Batman, señor: yo puedo identificarle con toda certeza —afirmó el jefe del F. B. I.

El presidente dio entonces la mano a Batman y le invitó a tomar asiento, diciendo después:

—Necesitamos localizar el paradero de mil seiscientos estudiantes que han desaparecido de universidades y colegios de diversos países durante los últimos seis meses. Sus padres nos reclaman continuamente a sus hijos desaparecidos; pero hay algo que ñus tiene alarmados de modo muy especial: todos ellos cursaban estudios de Electrónica y Física Nuclear; y eran, precisamente, los más aventajados de sus clases; esto nos hace sospechar que se trata de un plan maquinado por una mente diabólica con fines ambiciosos o criminales que pueden hacer peligrar la seguridad del mundo. Jóvenes americanos, europeos, asiáticos…

—Sin embargo —interrumpió Batman—, los hechos no parecen haberse divulgado…

—Así es —continuó el presidente—; hemos conseguido que hasta los propios padres interesados guarden silencio para evitar el pánico. Pero no creemos que el secreto pueda continuar ¡Batman: le necesitamos, creemos que es usted el único hombre que puede ayudarnos!

—¡Pueden contar conmigo, señor! —dijo sencillamente Batman—. Denme siete días para llevar a cabo mi plan…

 

 

Batman se despidió y utilizó la salida normal del "Despacho 19". Poco después llegó en su "batmóvil" a la "batcave", la gruta en que tenía instalado su cuartel general y donde le esperaba su ayudante Dick Grayson o Robín, "el muchacho prodigio", compañero inseparable de Batman en sus aventuras.

Los ojos de Robín se iluminaron cuando Batman le puso en antecedentes de lo sucedido a los mil seiscientos jóvenes.

—Yo conozco a uno de ellos Bruce —dijo Robín—: se llama Peter C'onway y estudiaba Física Atómica en el Instituto Tecnológico de Massachusetts; desapareció hace dos semanas y su familia está loca de ansiedad.

—¿De modo que tú lo sabías antes que yo? —dijo Batman—. Eso demuestra que hay que obrar rápidamente. Tengo un plan, Robín, y tú realizarás el trabajo más importante: cuando sepamos que otro estudiante va a desaparecer, tú ocuparás su lugar: ¿estás dispuesto?

—¡Naturalmente, Bruce! Pero ¿cómo podré hacerlo? Nadie sabe cuándo va a ser raptado…

—Pues hemos de descubrirlo ahora: sólo tenemos siete días para solucionar este asunto.

Batman manipuló en unos paneles extensibles de radio, permaneciendo a la escucha durante largas horas. Fue aproximadamente al amanecer cuando captó el mensaje que buscaba:

—…Hoy, a las doce de mediodía, James Clancy saldrá del colegio Trusdale a las once. El helicóptero seguirá su coche rojo descapotable y echará cápsulas de ga…

Batman despertó a Robín, que se había acostado, diciéndole:

—¡Salimos ahora mismo, Robín: para Trusdale…!

Le explicó el plan de acción mientras el "batmóvil" rodaba a gran velocidad hacia Trusdale. A las once y media localizaron a James Clancy dentro de su descapotable rojo y resultó muy sencillo dormir al joven por medio de una ampolla de gas somnífero, ocupando Robín el puesto de Clancy al volante

 

 

—Coloca el micro-transmisor en el hueco de tu diente

—dijo Batman

mientras recogía a Clancy en el "batmóvil"— y yo seguiré tu señal donde quiera que vayas. ¡Mucha suerte y ánimo!

Cuando Batman depositó el cuerpo inconsciente de Clancy en una estación de Policía, eran las doce. Al mismo tiempo Robín escuchó sobre su cabeza el ruido de los rotores de un helicóptero; pero Robín no miró hacia arriba, ni siquiera al escuchar el pequeño ruido de las cápsulas de gas que habían arrojado en la trasera del coche. Cuando comenzó a sentirse mareado, pisó fuertemente el freno para detener el coche; instantes después, el "muchacho prodigio" estaba inconsciente. Cuando recobró el conocimiento, se vio atado de pies y manos y rodeado de cuatro hombres enmascarados, dentro de un avión que había iniciado el descenso para aterrizar.

—¿Has dormido bien, "esclavo-12"? —preguntó un enmascarado sonriendo irónicamente—. ¡Despierta: ya hemos llegado!

Robín protestaba lleno de indignación y se resistió cuando los cuatro enmascarados le sacaron del avión, llevándole a empujones a una torre de piedra que se levantaba sobre un paisaje nevado, cerca de unos depósitos de combustible.

 

 

Un rápido ascensor los condujo a una amplia y bien iluminada edificación subterránea, donde les salió a recibir Ulick Strang, el cerebro y jefe de aquella organización criminal.

—¡Pero si es Robín, el "muchacho prodigio"! —rió Strang.

—¡Se equivoca! —gritó Robín—. ¡Soy Jim Clancy…! ¿Por qué me han traído aquí? ¡La Policía está detrás de ustedes!

—¿La Policía… o Batman? —dijo Strang—. No te esfuerces en disimular, Robín: os conocemos bien a los dos. Ni la Policía ni el Ejército pueden nada contra nosotros: sólo Batman puede ser un rival peligroso… Pero será bienvenido al "Sindicato del Terror"… ¿Qué te parece nuestra, ciudad subterránea? Una verdadera fortaleza, ¿eh, Robín? Los muchachos son ahora nuestros "esclavos" y trabajan para que el "Sindicato del Terror" se apodere pronto del Gobierno Mundial. Para que nuestros planes se cumplan, sólo falta que Batman caiga en nuestras manos: ¡Ulick Strang le recibirá como se merece!

A una señal de Strang, Robín fue llevado a través de un amplio corredor, a cuyos lados vio cómo trabajaban silenciosos unos muchachos vestidos con batas blancas: eran los estudiantes raptados y, ahora, "esclavos" del "Sindicato del Terror".

Después de recorrer un larguísimo pasillo, Robín fue encerrado en una celda sin luz, donde le dejaron abandonado.

Robín pensó que era preciso esperar para ver cómo se desarrollaban los acontecimientos; sabía que su microemisor, oculto en su boca, seguía emitiendo señales que únicamente podían ser captadas por el receptor de Batman; estaba seguro de que su amigo llegaría en el momento oportuno, pero le gustaría hallar el modo de ponerse en contacto con los "esclavos" para conocer los planes de Strang.

Llevaba pocos minutos encerrado en su oscura prisión, cuando escuchó un ligero

tap-tap en una de las paredes: ¡eran señales del alfabeto Morse que Robín conocía tan bien!

 

 

—¿Eres un nuevo "esclavo"? —preguntó alguien desde el calabozo contiguo.

—Sí —contestó Robín golpeando también la pared.

—Has de conocer los planes de Strang —continuó el otro "esclavo"—. Tiene construidos veinte profundos fosos bajo el Polo Norte, cada uno de los cuales guarda una bomba de hidrógeno. Los mil seiscientos "esclavos" hemos tenido que trabajar obligados por el hambre y toda clase de malos tratos.

—Y ¿cómo no habéis intentado huir… o luchar?

—Los hombres de Strang tienen un armamento supermoderno. Y en cuanto a huir, aprovechando los conductos electrónicos, habíamos disimulado una salida; pero ¿cómo podríamos llegar a la civilización desde un paraje tan apartado?… En vista de todo ello, hemos decidido sabotear el plan de Strang; probablemente, mañana irá Strang al "Salón Rojo", para efectuar la conexión de la primera bomba de hidrógeno; pero lo que estallará será el gran polvorín de explosivos, debajo mismo del "Salón Rojo": de este modo, el mundo se verá libre de estos criminales…

—¡Pero eso supone que moriréis también vosotros…! Escucha, amigo: soy Robín y sé que Batman no tardará en venir…

—¡Estoy muy contento. Robin: yo soy Peter Conway! Y ¿crees que Batman llegará hasta aquí?

—¡Claro que sí: yo le estoy emitiendo unas señales…!

Robín interrumpió la conversación, dando una señal de alarma; había oído el ruido de una llave en la cerradura. Momentos después, unos guardianes enmascarados se lo llevaron diciendo:

—¡Y ahora tendrás que trabajar, "esclavo 12"!

*

*

*

Batman dejó su "batmóvil" en una isla helada del Estrecho de Hudson y, valiéndose de su capa voladora, se dirigió hacia la Bahía de Baffin, de donde venía la señal de Robín. Se acercaba a la punta norte de Groenlandia cuando consultó su radio-televisor de muñeca: Ulick Strang hablaba en la pantalla:

—"Sindicato del Terror" lanza ultimátum al Gobierno Supremo Mundial: si antes de veinticuatro horas no nos entregan el poder, en el Polo Norte estallará una bomba de hidrógeno de cincuenta megatones; los hielos polares, al fundirse, inundarán gran parte de Canadá, Rusia y Siberia… Además, haremos estallar sucesivamente una bomba diaria hasta que los Gobiernos de todo el mundo no se entreguen" a nuestros agentes… ¡El mundo debe escoger: perecer o rendirse a nuestro poder!

Batman manipuló en su micro-emisor, comunicándose con el "Despacho 19" de Gotham City.

—Llama Batman —dijo—: no hagan caso del ultimátum del "Sindicato del Terror". Me estoy acercando a su base. No hagan nada hasta que yo informe.

Siguió volando hasta que descubrió un diminuto poblado, en el que destacaba una torre de piedra junto a unos depósitos de combustible. En una enorme superficie helada, podía verse un avión cubierto con una lona.

Batman aterrizó cerca de la torre de piedra, ante la cual paseaba un hombre enmascarado cubierto con una chaqueta de pieles y llevando un arma en sus manos. Batman percibía muy fuerte la señal de Robín: el "muchacho prodigio" debía encontrarse en un subterráneo próximo!

Batman esperó a que el centinela diera la vuelta y, acercándose a él por sorpresa, le aplicó un magnífico directo en el mentón, haciéndole rodar sin conocimiento; luego, se vistió su chaquetón de pieles y recogió su arma, un pequeño rifle de rayos de modernísima fabricación. Entonces se dio cuenta de que en el chaquetón de piel sonaba un altavoz disimulado:

—Atención: "Fase uno" a punto de empezar. Todo el personal debe venir a la base…

 

 

Miró a su alrededor y vio a otros hombres vestidos de pieles que se acercaban a la torre, en cuyo interior, un ascensor parecía esperarles. Batman se anticipó y entró en el ascensor, trazando un arco con su lápiz de rayos de calor para impedir que aquellos hombres pudieran seguirle; luego, pulsó un botón, y, a medida que descendía, percibía la señal de Robín con más fuerza.

Cuando el ascensor se detuvo, Batman salió y se encontró en una amplia estancia, pero no estaba solo: ¡treinta enmascarados le rodeaban apuntándole con sus armas de rayos, idénticas a la que Batman tenía en sus manos, pero que no podía utilizar, porque sentía que sus poderosos músculos estaban completamente inmovilizados por los rayos de sus enemigos!

 

 

El altavoz de su chaquetón dejó oír una voz desagradable:

—Bienvenido, Batman: es un honor recibir en nuestro cuartel general al rey de los detectives. ¡Tráiganlo al "salón amarillo”!

Se movió el círculo de hombres y Batman, en el centro, se veía arrastrado como si fuese una pluma sin peso ni fuerza.

Momentos después se encontraba en el salón del Consejo del "Sindicato del Terror", ante Ulick y otros cinco hombres, que estaban sentados en lujosos sillones: ¡eran los criminales que habían secuestrado a los mil seiscientos muchachos, los hombres que pretendían conquistar y gobernar el mundo por el terror…!

—¿Qué tal se vive en Gotham City? —preguntó irónicamente Ulick Strang, haciendo una seña a los treinta guardianes para que redujeran la potencia de sus rayos, lo que hizo que Batman sintiera cierta libertad de movimientos—. Le agradecemos que haya usted venido, Batman: así las cosas serán mucho más fáciles. De otro modo, podría usted conspirar contra el "Sindicato del Terror" cuando ya nos hayamos instalado en el "Despacho 12" de Gotham City. Le liquidaremos pronto, Batman; pero antes, verá por sus propios ojos todo nuestro poder: ¡será testigo de nuestro triunfo! Y será lo último que vea, Batman: ¡después, morirá! Falta una hora para que se cumpla el plazo que he concedido al Gobierno Mundial; si en los próximos sesenta minutos no hemos recibido una respuesta satisfactoria, iremos al "Salón Rojo" y pondremos en funcionamiento la primera bomba de hidrógeno…

El cerebro de Batman trabajaba con gran actividad; la señal de Robín, que percibía intensamente por el micro-receptor instalado junto a su oído parecía decirle:

—¡De prisa, Batman! ¡El mundo entero depende sólo de ti y de nosotros! ¡De prisa, Batman!

 

 

Por fortuna, Batman estaba bien preparado; ¡poco esperaban Strang y sus secuaces el ataque que les reservaba!

De un prodigioso salto, Batman se elevó fuera del alcance de las armas de rayos; al mismo tiempo, conectó un potente altavoz de ultrasonido que llevaba en la parte posterior de su cinturón y, en el mismo momento, el "Salón Amarillo" tembló por un ruido estridente y horrísono: ¡Strang y todos sus hombres se llevaron las manos a los oídos mientras proferían gritos de dolor, porque el ultrasonido retumbaba en sus tímpanos como un martilleo insoportable! Cuando Batman vio en el suelo las armas de los guardianes de Strang, lanzó su "batarang" contra el diabólico jefe del "Sindicato del Terror” y sin esperar a que el "batarang" volviera a sus manos, con una rapidez insuperable, aporreó a los restantes compinches de Strang.

 

 

Para ganar tiempo, usó su capa voladora para acercarse al "Salón Rojo", donde entró después de fijar fuera de la puerta el emisor de ultrasonido para que Strang y sus hombres no pudiesen entrar.

Robín estaba dentro del "Salón Rojo" trabajando junto a un grupo de "esclavos", corrigiendo unas conexiones electrónicas.

—¡Por fin llegaste, Batman! —exclamó Robín jubiloso.

—¡Tenemos que trabajar deprisa! —dijo Batman—. Strang y sus esbirros estarán inmovilizados durante tres horas por una emisora de ultrasonido. Yo llamaré a Ghotham City para que nos envíen urgentísimamente unos aviones para recoger a los mil seiscientos estudiantes. Mientras tanto, tú prepara con tus amigos unos tapones electrónicos para los oídos y reúne cuanto antes a los muchachos para salir de aquí…

Mientras Robín y los muchachos comenzaban a trabajar, Batman se puso en contacto con Gotham City por medio de su radio-televisor de muñeca:

—Batman llamando a "Despacho 19"… Envíen transporte super-rápido para mil seiscientos estudiantes… Extremo noroeste de Groenlandia… Estaré en contacto con pilotos super-reactores… Necesario lleguen antes de tres horas… Corto…

Afortunadamente, todo estaba ya dispuesto en Gotham City para acudir en ayuda de Batman y, pocos minutos después de que éste comunicara la situación, veinte poderosos reactores volaron hacia su destino llevando un buen grupo de soldados para conducir también a Ulick Strang y a sus esbirros.

Mientras tanto, Robín informó a Batman de cómo habían cambiado las conexiones para volar el cuartel general del "Sindicato del Terror" en lugar de hacer estallar la bomba de hidrógeno dispuesta por Strang.

 

 

—Vuestro gesto de sacrificar vuestras vidas por la humanidad, os honra —exclamó Batman sinceramente admirado —Pero vuestro sacrificio no será necesario esta vez.

Cuando llegaron los transportes y las fuerzas del ejército, fueron ocupando posiciones en la superficie y unas patrullas de soldados descendieron, llevando sus oídos protegidos por las cápsulas electrónicas que habían preparado Robín y sus amigos; de este modo, no sufrieron las molestias del ultrasonido.

Batman se asomó entonces fuera del "Salón Rojo" y, aminorando la potencia del ultrasonido, habló a Ulick Strang y a sus hombres, que yacían por el suelo retorciéndose de dolor: —Entréguese, Strang. — ¡Jamás! —vociferó aquel criminal—, ¡Aún no estoy derrotado!

—Como quiera, Strang —prosiguió tranquilamente Batman—. El ultrasonido volverá a inmovilizarlos de dolor y le advierto que la conexión del "Salón Rojo" hará volar todas estas instalaciones.

Entonces se produjo un pequeño motín entre los hombres de Strang, que forzaron a su jefe para que se rindiera.

En pocos minutos, todos los criminales fueron reducidos a la impotencia y fueron instalados en un transporte custodiado debidamente; poco después, volaban hacia Gotham City, donde Ulick Strang y sus compinches serían juzgados por sus crímenes.

Antes de abandonar el lugar. Robín y los antiguos "esclavos" del "Sindicato del Terror" informaron a los técnicos del Ejército de todas las instalaciones y artefactos nucleares, que los técnicos se encargarían de recoger.

—Ya no será necesario utilizar la conexión —dijo Batman arrancando el conmutador que pudo haber hecho tanto daño.

Los muchachos rodeaban a Batman y a Robín, expresándole su gratitud y admiración.

—Pero vosotros habéis sido unos verdaderos héroes —dijo Batman—. El mundo estará orgulloso de vosotros…

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