Batman

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LA NOCHE DE LOS "HOMBRES-CANGREJO"

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¿A DONDE nos dirigimos tan deprisa?— preguntó Robín mientras el "batmóvil" rodaba a gran velocidad dirigido por las manos firmes de Batman.

—El "Centro de Exploración Extra galáctica" nos ha confiado una extraña misión —contestó Batman—: debemos acercarnos a "T. R. −1", a unas cincuenta millas de Gotham City, y custodiar su supertelescopio radial…

-¿Qué significa "T. R.-1"?

—Es verdad, Robín: olvidé de explicártelo. "T. R. −1" es el observatorio astronómico en que hay instalado un supertelescopio radial, capaz de captar y emitir señales a los puntos más distantes del espacio. Los actuales telescopios ópticos han llegado a ver hasta dos mil millones de años de luz, pero imperfectamente debido al polvo y gas interestelar. En cambio, el supertelescopio radial de "T. R. −1", único en el mundo, ve con claridad meridiana a una distancia inmensamente mayor y puede dirigir y gobernar con sus computadores electrónicos objetos mucho más lejanos…

—¡Es fantástico! —exclamó Robín—. Y ¿cuál es nuestra misión?

-El jefe de "T. R.-1", el profesor Hans Feder, ha advertido que unos desconocidos merodeaban cerca del poblado. Comprenderás que sería peligrosísimo para el mundo que el supertelescopio radial cayera en manos de científicos desaprensivos ¡¡Cuidadoooo…!!

Batman profirió la última exclamación cuando, a pocos kilómetros del observatorio, un coche rojo descapotable llegó casi a embestir al "batmóvil". Batman pisó fuertemente el freno para evitar la colisión, deteniéndose en seco; también se detuvo el descapotable y, con gran celeridad, sus ocupantes dispararon contra Batman y Robín sus pistolas de gas lacrimógeno adormecedor.

Robín quedó inconsciente casi instantáneamente; pero Batman aún tuvo fuerzas para establecer contacto con el Observatorio.

—Aquí Batman llamando a "T.R.-1"… Hemos sido…

El más fornido de los tres atacantes golpeó con su arma a Batman y éste cayó desvanecido.

Por el altavoz del "batmóvil" se escuchó una voz:

—Habla Jansen, operador de "T. R. −1", le escucho, Batman…

El hombre fornido contestó:

—Ed Kidley llamando a "T. R.-1": Batman y Robín, prisioneros…

En la sala de controles del Observatorio de "T. R. −1", Jansen se apresuró a comunicar la novedad al que creía su jefe.

—Doctor Feder: parece que Batman y Robín han sido hechos prisioneros por un tal Ed Kidley: he captado su mensaje.

El supuesto doctor Feder fingió sorpresa y dijo a Jansen:

—Dé la alarma y recuerde la consigna: nadie puede entrar en "T. R. −1" si no viene conmigo…

—De acuerdo, doctor —dijo Jansen—. Parece un poco cambiado…

—Simplemente preocupado

—replicó el llamado doctor Feder.

El llamado doctor Feder salió por un pasillo y sacó del bolso una cajita que acercó a la cerradura electrónica de una puerta blindada; oprimió un mando de la cajita y se abrió silenciosamente la puerta de un amplio despacho, que volvió a cerrarse detrás de él.

 

 

Luego, abrió una puerta disimulada junto a unos receptores de radio y televisión; detrás de esta puerta había una habitación secreta en la que un hombre, asombrosamente parecido al llamado doctor Feder, estaba atado y amordazado.

—Pronto será descubierta su superchería, profesor Karl Zaptan —exclamó indignado el prisionero cuando su doble le quitó la mordaza—. Pude avisar a Batman y pronto llegará…

—Batman y Robín son mis prisioneros —dijo muy ufano Zaptan—. Y nadie podrá sospechar que no soy el verdadero doctor Hans Feder. De este modo, muy pronto lograré mi propósito…

*

*

*

Por su parte, Batman y Robín recobraron el conocimiento en la bodega de una lancha que navegaba a toda máquina.

Batman abrió los ojos y comprobó que sus pies y manos estaban sólidamente atados y sujetos a una argolla de la pared. Robín se encontraba a alguna distancia, cerca de una litera. Había otro hombre en la estancia; un hombre corpulento que Batman y Robín conocían muy bien: ¡Ed Kidley, un atracador que habían capturado hacía pocos meses!

—¿Me has reconocido? —dijo Kidley golpeando cobardemente en el rostro a Batman—. Esto sólo es un anticipo: estamos preparando unas planchas de cemento para ataros a ellas a ti y a tu "muchacho prodigio" y arrojaros al agua. Hasta enseguida, pareja de inútiles…

Cuando Kidley salió, Robín dijo:

—Voy a intentar llegar junto a ti para ver si puedo soltarte.

Robín se estiró hasta hacerse sangre en las muñecas, pero consiguió llegar con sus dientes hasta las manos de Batman. Mordió durante varios minutos las ataduras, hasta que, por fin, consiguió libertarle. Su acción fue muy oportuna, porque un instante después volvía Ed Kidley a la bodega.

Los puños de Batman cayeron como pesadas mazas sobre el cráneo del forajido, que cayó sin conocimiento sin pronunciar una sola palabra. Acto seguido, Batman desató a Robín y se disponían a salir a cubierta, cuando oyeron decir a alguien que se acercaba a la puerta:

—De prisa, Ed: el cemento ya está preparado… Ahora mismo voy a ayudarte.

Batman y Robín dieron buena cuenta del compinche de Kidley, maniatándole y amordazándole al lado del atracador.

 

 

—Sólo queda otro guardián —dijo Robín—: el timonel.

El desembarazarse de su último enemigo, fue cuestión fácil para nuestros héroes, que dejaron a los tres hombres fuertemente atados y cerrados en la bodega. Luego, dirigieron la embarcación hacia la orilla, donde atracaron, encontrando el "batmóvil" a corta distancia.

*

*

*

 

El "batmóvil" rodaba a gran velocidad y, a unos tres kilómetros del Observatorio, se cruzaron con un coche negro conducido por Karl Zaptan.

—¡El doctor Hans Feder! —exclamó Batman, engañado por el disfraz del impostor— ¿Cómo no se habrá detenido para hablarnos? ¡Esto es muy raro!

Por su parte, Zaptan, cuando vio que Batman y Robín estaban libres, manipuló un contacto de mando a distancia conectado con un poste indicador que había en una bifurcación de la carretera en un lugar ya próximo al observatorio.

Sin darse cuenta de que el poste indicador había girado, Batman lanzó su "batmóvil" a gran velocidad por el camino que indicaba la flecha: "Al observatorio, 1 kilómetro".

De pronto, Batman vio que el camino quedaba cortado por un profundo precipicio.

Batman giró rápidamente el volante y el "batmóvil" trepó por una vereda rodeada de árboles, deteniéndose poco después: ¡los maravillosos reflejos del "Hombre Murciélago" los habían librado de una muerte segura!

Descendieron del "batmóvil" y fueron andando entre los árboles hacia un poblado, cuyas luces brillaban debajo de ellos, rodeando la alta torre del supertelescopio radial.

 

 

—¡Mira. Bruce! —dijo Robín—, Hay otra carretera que desciende hasta "T. R. −1": eso demuestra que alguien giró el indicador… ¿no te parece?

—Exacto, Robín —dijo Batman pensativo—. Y si el doctor Feder no nos advirtió de algo tan importante, es sólo por una razón: ¡el hombre del coche negro no era el verdadero Feder!

—¿Qué quieres decir?

—Creo que tengo una buena pista —prosiguió Batman, mientras se acercaban a las alambradas que cercaban las edificaciones de "T. R. -1" y al mismo tiempo que el coche negro se detenía frente al edificio central—. Había un tal profesor Karl Zaptan, astrónomo ambicioso y sin escrúpulos desecha -do por varias naciones importantes; Zaptan es un experto del disfraz… ¡Vamos deprisa, Robín!

 

 

Batman extrajo de su bolsillo unos alicates especiales con los que cortó las alambradas espinosas y corrió hacia el edificio principal. Subió hasta la primera planta y escuchó:

—Rápido, Jansen… una última prueba: enfoque la Nebulosa del Cangrejo, de la constelación de Taurus… ¿Está ya?

—Sí, doctor…

—Bien, Jansen: mi lavado de cerebro te ha convertido en un valioso auxiliar…

—Faltan dos minutos para que el enfoque sea preciso, doctor.

—Bien, Jansen: ¡dos minutos faltan para que Zaptan dé la señal a los "hombres-cangrejos" y éstos invadan la Tierra poniéndola bajo mi mando…

Batman se asomó y vio a los dos hombres: ¡el parecido de Zaptan con el doctor Feder era asombrosamente exacto!

Sin perder un momento, Batman se abalanzó contra aquel profesor criminal, golpeándole violentamente en su estómago y derribándole. Al mismo tiempo, Robín asestaba un potentísimo puñetazo al mentón de Jansen haciéndole caer al suelo.

—Lo siento, amigo —dijo el "muchacho prodigio" —; pero hasta que no te normalicen, no volverás a ocupar tu puesto…

Batman y Robín maniataron fuertemente a Zaptan y a. Tan-sen para evitar la posibilidad de que dieran la señal fatídica.

—Misión cumplida, Robín —exclamó Batman.

Entonces, Robín se volvió con curiosidad para examinar la habitación, descubriendo en un rincón a un hombre exactamente igual a Zaptan, amordazado y atado a una silla.

—¡Mira, Bruce!—dijo Robín.

—¡Es el verdadero doctor Hans Feder! —exclamó Batman apresurándose a liberar al científico.

—Mientras viva, recordaré su hazaña de esta noche —dijo el doctor Feder cuando se vio libre—. Gracias a ustedes, el mundo se ha visto libre de la diabólica invasión de los "hombres cangrejos". Ese hombre criminal me había atado para que presenciara cómo mi operador daba la señal fatídica: por fortuna, la noche de los "hombres-cangrejos" ha terminado antes de comenzar. El mundo y yo les quedamos muy agradecidos…

—Sólo hemos cumplido con nuestro deber —contestó Batman—. Ahora, sólo falta que nos llevemos a toda esa pandilla de criminales para que no puedan intentar otra vez sus propósitos.

 

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