Barcelona

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LA PLAZA NUEVA

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LA PLAZA NUEVA

Fue el ejido de la Barcelona romana y el acceso al Cardo a través de la puerta que en la Edad Media llamaron Bisbal porque pegaba al huerto del obispo; con el siglo XIV doblándose por la mitad, el obispo cambió su huerto por agua para el claustro de la catedral y entonces, más o menos, nació la plaza. Las dos recias torres romanas que flanquean la puerta fueron restauradas por los arcedianos cuando eran dueños de ellas — en el siglo XII — y están todavía de buen ver. La fachada del palacio del obispo es joven, al lado de las piedras que la miran: es del 1784, mientras el gobierno español —tradicionalmente tan celoso de la salvación de sus almas súbditas — dictaba severas órdenes contra la difusión de la Enciclopedia y sus enseñanzas nefandas. En una de las torres, la de la izquierda, habita San Roque engalanado con sus flores de trapo, que tienen la ventaja de que no se marchitan jamás; San Roque, en su hornacina, se aburre como una ostra durante todo el año, pero se desquita el 16 de agosto, cuando en su homenaje dan suelta a la alegría, y los gremios le adornan la plaza con ramas y banderas, y la gente baila sardanas y los niños corean los torpes pasos de danza de los gigantones: la geganta i el gegant / ara ballen, ara ballen. / La geganta i el gegant / ara ballen i sempre ballaran.

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