Barcelona

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LA PLAZA DE PALACIO

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LA PLAZA DE PALACIO

Saliendo del parque de la Ciudadela por la estación del ferrocarril y la avenida del Marqués de Argentera, pronto se alcanza la plaza de Palacio, con el fantasma del palacio Real, la Aduana Vieja, el otro fantasma del portal de Mar, la casa Xifré y la Llotja.

El palacio Real estaba frente a la Lonja y fue, en el siglo XIV, hala del Blat o centro de contratación del trigo; sesenta o sesenta y tantos años más tarde le construyeron encima la hala dels Draps o de los trapos, que en el siglo XVI se convirtió en sala de armas. En el XVII se le añadió un patio de dos filas de arcos, y un clérigo alarife, fray José de la Concepción, lo preparó para palacio del virrey. El príncipe de Darmstadt, a quien había nombrado virrey Carlos II el Hechizado y a quien depuso Felipe V, unió el palacio con Santa María del Mar; Jorge de Darmstadt, príncipe desgraciado, murió en Montjuic peleando contra las tropas de los Borbones. Después de la guerra de Sucesión el palacio fue residencia de los capitanes generales y cuando éstos, a mediados del siglo pasado, se instalaron en el convento de la Merced, ascendió a palacio Real. Poco le duró la realeza, porque en 1875 —el año en que nació Antonio Machado y se descubrieron las pinturas rupestres de Altamira — el fuego lo redujo a polvo que se lleva el viento y de él no queda más recuerdo que el nombre de la plaza.

La Lonja comenzó al aire libre y al lado de la mar, bajo un pórtico dibujado por Pere Llobet y en terrenos del almirante Pere de Montcada; las olas y el ataque de la escuadra castellana en 1359 decidieron al rey Pedro IV el Ceremonioso a construir el edificio que, dirigido por Pere Arvey y con sus añadidos y reformas, aún está ahí; don Pedro murió antes de ver la Lonja terminada, que se remató reinando ya su hijo Juan I. En el siglo xv se le sumó, por la banda de la mar, un pórtico para la aduana, y poco después se le añadió la planta del Consulado del Mar. A comienzos del siglo XIX, Carlos IV inauguró la reforma que empezó el arquitecto Joan Soler y remataron sus colegas Tomás Soler y Joan Fábregas; en este proyecto se conservó el salón gótico y no se cambió la estructura de la edificación, aunque sí se uniformaron — y afrancesaron — las fachadas, el amanuense ignora si con acierto o desgracia. La Lonja es hoy la sede de la Bolsa de Barcelona, su normal heredera.

La fuente que hay en medio de la plaza es obra decimonónica de Francisco Daniel Molina y encargo del capitán general marqués de Campo Sagrado; las esculturas, del italiano Baratta, representan el genio catalán —con sus cuatro ríos — y las cuatro provincias catalanas.

La Aduana Vieja, hoy gobierno civil, es obra del XVIII y del conde de Roncali, ministro de Carlos IV. Su portada rebosa de alegorías, que continúan por el interior; en el salón de actos —quizás el más importante de la ciudad en murales neoclásicos —, el pintor Pere Pau Montanya se hartó de cantar la política comercial de Carlos III y la derrota del Islam a manos del rey, la iglesia y el tiempo; si en la época de Pere Pau Montanya el Islam, en vez de ser Islam fuera RAU. y hubiera tenido equis votos en las Naciones Unidas, es posible que no hubiera sido tan triunfalmente aplastado.

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