Bambi

Bambi


[17]

Página 21 de 31

No

[17]

Un día volvió Marena.

Por aquel entonces, cuando desapareció Gobo, ya era casi una adulta, pero desde entonces no se la había visto casi nunca, pues siempre vivía apartada y recorría caminos solitarios.

Se conservaba delgada y tenía un aspecto muy juvenil. Era seria y silenciosa, y superaba a todos en dulzura. Por la ardilla, el grajo, la urraca, el tordo y el faisán se había enterado de que Gobo había vuelto a casa y de que contaba cosas asombrosas. De manera que se presentó para verle. La madre de Gobo estaba muy orgullosa y feliz con la visita. La madre de Gobo se sentía en general muy orgullosa de su suerte. Se alegraba de que todo el bosque hablara de su hijo, saboreaba su fama y exigía que todos reconocieran que su Gobo era el más listo, el mejor y el más dotado.

—¿Qué te parece, Marena? —dijo—. ¿Qué te parece Gobo?

No esperó la respuesta, sino que siguió diciendo:

—¿Recuerdas aún cómo Netla decía que no valía gran cosa porque temblaba un poco cuando hacía frío? ¿Recuerdas cómo me profetizó que no me daría muchas alegrías?

—La verdad es que Gobo le daba bastantes preocupaciones —respondió Marena.

—¡Pero eso ya pasó! —exclamó la madre extrañada de que alguien se acordara aún de esas cosas—. ¡Ay, qué pena me da la pobre Netla! Qué lástima que ya no viva y no pueda ver en lo que se ha convertido mi Gobo.

—Sí, pobre Netla —dijo Marena dulcemente—. Qué lástima me da.

A Gobo le gustaba oír cómo le elogiaba su madre. Sencillamente le agradaba. Se ponía a su lado y al oír esos elogios se sentía tan a gusto como bajo los cálidos rayos del sol.

Su madre dijo a Marena:

—Hasta el viejo príncipe ha venido a ver a Gobo —y lo decía susurrando, en un tono misterioso y ceremonioso—. Nunca se había dejado ver entre nosotros, pero a Gobo vino a verle.

—¿Por qué me llamó «pobre desgraciado»? —se le ocurrió preguntar a Gobo disgustado—. Me gustaría saber en qué sentido lo dijo.

—Déjalo —le consoló la madre—. Es que es viejo y un poco raro.

Pero Gobo se desahogó por fin:

—En todos estos días no se me quita de la cabeza. «Pobre desgraciado.» ¡Yo no soy nada desgraciado! ¡Soy muy feliz! He visto y he vivido más cosas que todos los demás. Sé más cosas del mundo y conozco la vida mejor que cualquiera de los del bosque. ¿Tú qué opinas, Marena?

—Sí —dijo—, eso nadie puede negarlo.

Desde aquel día Marena y Gobo empezaron a ir siempre juntos.

Ir a la siguiente página

Report Page