BAC

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Capítulo 7

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– Lo que voy a desvelar a continuación podría costar el puesto de trabajo a los que estamos aquí reunidos. Nos hemos infiltrado en las redes de los partidos políticos nacionales e incluso hemos podido acceder a las cuentas de correo electrónico de diputados, presidentes autonómicos e incluso ministros. Nos dieron barra libre, y así hemos actuado. Quede dicho, de antemano, que tan solo se ha buscado información relacionada con el caso Castro y que no se va a facilitar a nadie ningún dato obtenido durante esta búsqueda que no esté directamente relacionados con el asesinato. Ninguno. Para su información, no hay indicio de conversaciones acerca de la muerte de Castro, me refiero a antes de su muerte. Evidentemente hay decenas de emails hablando sobre el tema, pero son todos posteriores y ninguno indica relación alguna con el caso. Debido a este rastreo exhaustivo, hemos identificado al responsable de la filtración de la muerte del señor Castro a la prensa. Se trata de su exsecretario, el señor Lluís Vinyes. Tenemos un email enviado desde una cuenta personal a un periodista de un medio afín al partido donde militaba Castro, donde explica con detalle lo ocurrido en la finca. Aún no sabemos con qué fin le pasó la información. Tenemos en marcha un operativo para proceder al seguimiento de las actividades de Vinyes. – finalizó Álvaro.

El inspector hizo una pausa donde preguntó a los asistentes que si tenían alguna duda o necesitaban aclaraciones sobre la información presentada.

Diego observó la cara de Eva, que intentaba disimular sus nervios jugueteando con un bolígrafo a la par que mordía sus labios. Era evidente que la supuesta responsable de la investigación estaba enterándose de casi todo en aquel preciso instante.

– Me parece increíble, casi una aberración que se haya autorizado acceder a todo este tipo de información. – comentó Azpeitia. – ¿Estamos haciendo uso de herramientas y medios no autorizados?

Santamaría, que había estado en silencio hasta entonces, carraspeó. Era el anuncio, se aproximaba su intervención.

– Bueno, dada la relevancia del crimen y las posibles repercusiones, no se han escatimado medios para hallar a los culpables. Quizás parezca una intromisión en los derechos de las personas o los partidos políticos, pero tenemos autorización del gobierno para usar cualquier medio que consideremos útil en la investigación, aunque estemos rozando o más bien entrando en la ilegalidad. – explicó el secretario de Estado del Interior con voz firme y segura. – Hay gente muy importante que quiere averiguar quién ha asesinado a Castro y cuál ha sido el motivo. Los de su partido por temor a verse involucrados en otro escándalo y la oposición para esclarecer los hechos.

Diego pensó que una simple autorización del gobierno no debería ser suficiente para saltarse leyes que velaban por la intimidad o privacidad de los ciudadanos. Estaba claro que los poderosos estaban nerviosos.

– Es un asunto muy feo y tenemos que echar mano de todos los medios a nuestro alcance, ¿algo más? – dijo Gracia, con voz autoritaria. – Pons, ¿ha concluido la presentación de los datos?

– No, aún no. Prosigo... – dijo Álvaro con cierta ironía. – Toda la información que les estoy resumiendo la hallarán en un informe detallado, con nombres, fechas y textos íntegros. En otro apartado hay una explicación sobre cómo se han realizado los pagos a los #FreeHacking mediante donaciones a una tapadera, una ONG. Por otro lado, los servicios de inteligencia europeos nos han facilitado una lista de crímenes y asesinatos con violencia perpetrados en los últimos cinco años, y de momento, tampoco hemos conseguido encontrar nada similar a lo acaecido hace unas horas. De todos modos, seguimos investigando en busca de algún nexo de unión con alguna mafia, grupos organizados o asesinos a sueldo. Toda la búsqueda no ha sido en vano. Gracias a las escuchas y rastreos, se han detenido dos células yihadistas, una en Rubí, Barcelona y otra en un barrio de Córdoba. Tenían preparados atentados en los trenes de cercanías, por lo visto tenían preparado otro 11-M, pero en Sevilla y Barcelona. También hemos iniciado esta mañana investigaciones de los movimientos okupas, ya que pensamos que hay ciertos paralelismos en un caso relativamente reciente, el caso Durruti. Aún no tenemos información relevante.

– Vale, ¿es todo? – dijo Gracia aprovechando la pausa de Álvaro.

El jefe de Eva parecía más interesado en finalizar la reunión que escuchar los datos que estaban aportando el investigador.

– No, señor, aún queda un tema, pero será rápido. – continuó Álvaro. – Se trata de las cámaras de vigilancia instaladas en la finca de Castro. Hemos revisado todas las grabaciones almacenadas y no hay nada fuera de lo común. A pesar de lo extenso de la finca y el nivel económico de su dueño, el sistema de video vigilancia era bastante antiguo. Tampoco contaba con un sistema de copias de seguridad, ni de alimentación ininterrumpida, por lo que, al cortar el suministro de luz, el sistema, sencillamente, dejó de grabar, se apagó. Además, las cámaras son de una resolución muy baja, como podrán ver, resultaría casi imposible identificar a nadie con estas imágenes. También es raro que en la finca no tuviesen perros de vigilancia, pero tras hablar con la familia, hemos sabido que a la esposa del difunto le dan miedo los perros y que uno de sus nietos es alérgico. Eso explica que no tuviesen esta clase de animales. Tampoco disponían de un grupo de vigilantes jurados, ni equipo de seguridad. Castro era de la vieja escuela, pensaba que nadie se atrevería a entrar en su finca.

Álvaro enseñó entonces varios fragmentos de los videos donde se podían ver algunas zonas de la casa, tanto de día como de noche. La calidad de las imágenes e incluso el enfoque de las cámaras dejaba bastante que desear. Álvaro continuó con la presentación.

– En las grabaciones de la zona interior no se ha detectado nada anormal y en la zona exterior, tan solo hemos visto pasar gente corriendo a primera hora de la mañana o última hora de la tarde. Cuando digo corriendo, me refiero a haciendo deporte, por supuesto. Muchas parejas de jubilados y matrimonios paseando en grupos o con sus perros. También multitud de gente en bicicleta. Lo único destacable es la cantidad de personas que paraban a orinar cerca de la valla de la finca, sobre todo en la zona oeste, la que está cerca de la carretera comarcal. Así mismo, hemos visto una cantidad ingente coches que aparcaban cerca de la finca a altas horas de la madrugada, pero básicamente eran parejas buscando intimidad para tener relaciones sexuales o fumarse unos porros. Hemos comprobado varias matrículas y pertenecen a vehículos de vecinos, mayormente jóvenes. Como mucho hemos encontrado algunos con antecedentes por multas de tráfico o participación en alguna pelea. La zona donde encontramos la valla cortada no está dentro del ángulo de visión de ninguna de las cámaras, o sea que no tenemos constancia de cuándo o quien cortó la valla. Los vecinos de la finca también han sido interrogados y ninguno ha podido aportar ningún dato relevante. En resumen, nada remarcable, pero seguimos indagando, por si se nos escapa algo. – finalizo Álvaro.

– ¿Han interrogado a los sirvientes y vecinos de la víctima? – preguntó Gracia. – Lo doy por hecho, así que me gustaría que nos explicaran que han encontrado.

– Sí, ahora lo íbamos a comentar. – dijo Eva, abriendo un documento que había preparado junto a Mendoza. – La familia Castro había llegado a tener hasta once sirvientes fijos en la casa, número que se incrementaba hasta la veintena cuando celebraban algún evento. El número fue decreciendo hasta los cuatro fijos más dos eventuales. Básicamente, personal de cocina y limpieza. Hemos elaborado una relación de los que han trabajado para la familia en los últimos tres años, pero es probable que nos falten datos, ya que algunos trabajaban sin contrato. La familia Castro contrataba básicamente a personal local, de nacionalidad española. Todos los interrogados coinciden en el buen trato que la familia les daba, y estaban contentos con los sueldos que recibían. Parece que Castro pagaba bastante bien a sus empleados.

Diego apuntaba palabras sueltas en su libreta, era su forma de tomar notas. No necesitaba más para recordar lo que consideraba importante. Miró de reojo a sus compañeros. Álvaro tomaba notas en su portátil mientras chateaba con alguien en inglés. Sabino no quitaba ojo a la presentación, casi sin parpadear. Eva continuó con la exposición.

– Los que ya no trabajaban para la familia Castro fueron despedidos con cartas de recomendación y la mayoría están trabajando para familias de alto poder adquisitivo en la misma zona. – dijo Eva. – Todos limpios, el único con antecedentes fue fichado por agredir a otro conductor en una discusión de tráfico. Nada reseñable. La única persona que ha desaparecido del mapa laboral de la zona es un jardinero que trabajó en casa de los Castro durante quince años. El jardinero se retiró a los cincuenta y dos años tras ser agraciado en un sorteo de la lotería primitiva, donde ganó casi veinte millones de euros. En la actualidad vive en Costa Rica, donde se fue a vivir tras separarse de su esposa y casarse con una joven de aquel país. El cuerpo de seguridad de la embajada de San José ha contactado con Jesús Caldera, el ex jardinero y no parecía guardar ningún tipo de rencor hacia Castro. El personal que actualmente presta servicio en la finca se compone de dos jardineros, la cocinera y una chica de la limpieza, que fue la que encontró el cadáver. Uno de los jardineros estaba de vacaciones con su familia en Granada y el otro se marchó de la finca a las seis de la tarde el día del crimen, al término de su jornada laboral. Todos tienen coartadas sólidas. La chica que descubrió a Castro muerto ha hablado con nosotros y tenemos la certeza que está limpia también. La cocinera fue interrogada por Mendoza y su grupo. Había salido de la casa sobre las tres y media de la tarde ya que tiene a su marido en el hospital, ingresado por un cáncer de próstata. Un taxista y el equipo médico han confirmado su relato y su presencia en el centro hospitalario desde las cinco de la tarde hasta las diez de la noche. Además, hemos comprobado las grabaciones del sistema de vigilancia para contrastar sus versiones y todo está en orden.

Eva realizó una pausa para mostrar las fotografías de todas las personas a las que habían interrogado o investigado, antes de continuar.

– También interrogamos a las otras dos personas que acuden a realizar trabajos en la finca de forma regular. Se trata del hijo mayor de la cocinera, que ayuda en trabajos de jardinería y mantenimiento casi como un favor para que la familia tenga más ingresos, dada la situación del padre. La otra es una chica de la limpieza, que sustituye a veces a la fija cuando no puede asistir al trabajo o está de vacaciones. Tampoco hay nada turbio que indique relación alguna con el caso, no son gente implicada en política ni movimientos sociales. Hemos comprobado que todos tienen una coartada sólida. Por otra parte, en el posible punto de entrada a la finca, es decir, el corte practicado en la valla, solo hemos encontrado unas pisadas parciales y ninguna dactilar. Hay huellas de dos pares de calzado diferentes, uno del número treinta y nueve o cuarenta y otro del número treinta y seis o treinta y siete. El agujero de la valla es de unas dimensiones que podría permitir la entrada de un adulto de proporciones medias. – dijo Eva, soltando un leve suspiro.

La capitán terminó la larga exposición mostrando en los ordenadores fotos del corte en la valla y los moldes de yeso de las pisadas halladas en la zona periférica.

– Bueno, parece que de momento no tenemos ninguna pista que nos pueda conducir a los asesinos, ¿no? – concluyó Gracia, soltando un bufido al final de la frase.

– Pues parece que no, pero aún es pronto para tirar la toalla. – intervino Pérez desde Barcelona. – Debemos tener paciencia. Es poco frecuente resolver un asesinato en un período tan corto de tiempo, dejemos a nuestro equipo trabajar, todo llegará. Por nuestra parte, solo podemos ampliar la información sobre tres detenidos en Barcelona. Ni los interrogatorios ni la exhaustiva búsqueda de información en sus dispositivos móviles han desvelado ningún tipo de relación con el crimen. Pero no hay que obviarlo, es la única conexión que tenemos de los BAC antes del crimen. Los detenidos serán liberados dentro de unas horas, pero mantendremos bajo vigilancia sus actividades durante unos días.

Dieron paso a Sabino, que presentó el seguimiento realizado de las personas que había entrado y salido de la isla, tanto en avión, ferry como barco, durante los dos días anteriores al crimen. Seguían con la investigación, pero a priori, no tenían nombres sospechosos. Eran cerca de cinco mil personas, nombres que tenían que investigar uno a uno, antecedentes policiales, conexiones entre ellos. Era un trabajo que llevaría unos días, según explicó Sabino.

Continuaron hablando de la estimación del personal que deberían mantener en la finca, durante cuánto tiempo y demás detalles del operativo. Fue una conversación más burocrática, donde hablaban básicamente los responsables de cada cuerpo.

Diego desconectó, mentalmente. Tenía ganas de hablar con Olga, pero desconocía cuando podría hacerlo. Seguía dándole vueltas a la presencia de Santamaría en representación del gobierno, algo le chirriaba en todo aquel asunto. De repente, levantó su ceja izquierda.

– ¿Y si resulta que alguien cercano al gobierno es el responsable del asesinato de Castro y han colocado a Santamaría para supervisar la investigación y cerciorarse de que no encontramos nada? – pensó Diego.

No era la primera vez que un gobierno democrático creaba o daba soporte a un grupo para operar al margen de la ley y tratar de equilibrar la balanza criminal. Diego siguió dándole vueltas a sus teorías conspiratorias. ¿Y si el supuesto grupo de investigadores de élite no lo era tanto? Sus compañeros destacaban en sus cuerpos, pero desconocía si realmente eran los mejores o los más apropiados para la investigación del crimen en cuestión, incluido él.

De fondo, continuaba el murmullo de las conversaciones, tratando de establecer prioridades y crear un calendario para posteriores reuniones.

– ¿Estaré siendo parte de un plan para crear una cortina de humo? – se preguntó Diego.

No estaba seguro de haberlo pensado o haber efectuado la pregunta en voz alta, ya que advirtió que tanto Eva como Sabino lo miraron.

– ¿Qué opinas al respecto? – preguntó Eva dirigiéndose a Diego.

– Mmm, ¿respecto a qué? Perdonad, estaba releyendo algunas notas que he tomado y he perdido el hilo de la conversación. – trató de excusarse Diego.

– Si piensas que hay que quedarse más tiempo aquí o si volvemos a nuestras respectivas ciudades. Yo considero que deberíamos quedarnos al menos un día más y volver el domingo por la tarde o noche, si no se encuentra nada nuevo. Álvaro dice que el trabajo que está realizando aquí lo puede hacer desde Madrid. – explicó Eva, jugueteando con el boli que tenía entre los dedos de su mano derecha.

– Además, con los medios tecnológicos de hoy en día, la comunicación es casi inmediata, no hace falta que estemos juntos. – concluyó Álvaro. – Si nadie tiene ningún impedimento, llamo ahora mismo a la central y que me busquen como volver esta misma tarde.

– Tú mismo. – dijo Gracia. – Confiamos plenamente en vuestro juicio.

– Pues yo estoy con Álvaro. – dijo Sabino. – Si esta tarde no tenemos ninguna pista firme, me gustaría pasar lo que queda de fin de semana con mi familia.

Sabino había sido padre recientemente, según explicó a continuación.

Diego no supo que decir, ya que tenía el presentimiento que estaban pasando algo por alto, pero por más que pensaba no veía que podía ser. Además, tampoco acababa de entender porque tenían tanta urgencia en enviarlos allí, prácticamente no habían hecho nada y ahora, tras aquella reunión donde la mayor novedad era que no había novedad, les daban vía libre para volver a sus casas. Estaba confuso.

– Me quedo. Me gustaría volver a la finca esta tarde, a ser posible con alguno de los policías que acudió en primera instancia a la llamada de Sara. Tenemos que intentar reconstruir el crimen, desde el teórico lugar de acceso hasta el salón de juegos. – explicó Diego, decidido.

Segundos después de dar su opinión, envió un mensaje a Olga. Fue un escueto mensaje avisándola que después la llamaría, eso sí, acompañado de varios emoticonos con un beso.

– ¡Está bien! – intervino Gracia interrumpiendo a Santamaría, que tenía previsto intervenir, con su acostumbrado carraspeo. – Eva, acompaña a Diego a la finca y nos enviáis un informe en cuanto podáis. ¿Iba a añadir algo, señor Santamaría?

– Solo quería felicitar al equipo por el excelente trabajo que están realizando. A pesar que no tenemos ninguna pista que nos pueda conducir a los culpables, confiamos en su buen hacer y esperamos buenas noticias pronto. – dijo, usando un tono musical como si leyera un discurso escrito hace tiempo. – Eso es todo, adiós, que pasen buen día y gracias.

– Palabras vacías, típico de los políticos. – pensó Diego, tras despedirse del resto de participantes en la reunión.

Buscó con la mirada a Eva, que le mantuvo la mirada sin pestañear ni mediar palabra. Desconectaron sus equipos y recogieron sus pertenencias e informes, mientras Álvaro y Sabino comentaban la reunión.

Diego no se atrevió a compartir su teoría de la conspiración. Sabía que hacer ese tipo de comentarios podía provocar que lo apartaran del caso. Prefería quedarse… de momento.

Álvaro marcó un número de teléfono y salió de la sala despidiéndose antes de continuar la conversación. Les dijo que volvería al cabo de un rato. Eva le contestó con un gesto. Quería que comiesen juntos.

Sabino esperó a Eva. Cogió su maletín y con el brazo sobre el hombro de la capitán, se alejaron hablando en voz baja. Eva se giró hacia Diego y le dijo que después le llamaba, el asintió con la cabeza.

El inspector, algo agobiado, marcó el teléfono de Olga, sin éxito. Saltó el contestador.

– Bueno, probare más tarde. – pensó Diego.

Diego aprovechó para subir sus pertenencias a la habitación. Dejó el portátil y la libreta sobre la mesa. Sin saber qué hacer, cogió sus gafas de sol y los auriculares. Se dirigió hacia la calle. Eran las once y media pasadas. No sabía si necesitaba estar solo para evadirse o seguir dándole vueltas al caso. El sol estaba justo encima, intentando derretir el asfalto. Comenzó a pasear en dirección a la playa, tranquilamente, buscando las sombras para resguardarse del calor. De toda la colección de música que llevaba en su Smartphone, seleccionó el disco 21 de Adele y pulsó el botón de reproducción aleatoria. Someone like you fue la canción seleccionada por la app del reproductor, era justo la clase de canción que necesitaba escuchar.

One and only, Rolling in the deep y Set fire to the rain lo acompañaron durante el trayecto hasta el paseo marítimo. Allí paró a comprar un refresco en un chiringuito cercano a la entrada a la playa. Sentado en un banco, observando a los transeúntes, abrió la lata y después de dar dos tragos detuvo el reproductor de música.

¿Quién tendría motivos para asesinar a Castro? No fueron ladrones, no faltaba nada. Castro era el objetivo, eso lo tenía claro. ¿Por qué en su casa? ¿Por qué de aquella forma brutal? ¿Qué pretendían los asesinos marcando a su víctima? Diego no encontraba respuestas.

Intentaba enlazar datos en su cabeza, atar cabos. Corrupto. BAC. Nadie había reivindicado el crimen. Los asesinos preferían mantenerse en el anonimato. Dio otro trago al refresco. Un coche con las ventanas bajadas y un equipo de música digno de una discoteca ibicenca se desplazaba con lentitud por la concurrida calle. En su interior dos bellas jóvenes tostadas por el sol, con tops, gorras y gafas de sol, repartían folletos de una famosa discoteca a los jóvenes que se acercaban. Diego no soportaba aquel tipo de música.

– Joder, me hago mayor... – pensó, echando a andar por el paseo marítimo en dirección contraria al estruendoso coche.

De repente, su teléfono comenzó a sonar y vibrar, alguien le estaba llamando.

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