BAC

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Capítulo 19

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La capitán clavó su mirada en Álvaro, que inclinó su cabeza para evitar cruzarse con aquellos puñales azules. Diego miró a Eva, sus ojos le hicieron saber que la apoyaba. Sabino miró a sus tres compañeros sin saber que decir ni hacer. El ambiente de la sala donde se encontraban los investigadores se enrareció en cuestión de segundos.

El comandante Gracia, superior directo de Eva fue quien rompió el silencio.

– Pensaba que esto había quedado claro desde el primer momento, ¿no? Azpeitia, Pérez, ¿algo que decir? – preguntó Gracia, dejando tan solo décimas de segundo para seguir con su respuesta. – El cuerpo al mando de esta investigación, y la de cualquier crimen relacionado con los malditos BAC es la Guardia Civil. El resto de cuerpos, tanto autonómicos como nacionales están colaborando en la investigación, hecho que valoramos y agradecemos, y por lo tanto están subordinados a la Guardia Civil. La capitán Morales es la responsable del grupo de investigadores sobre el terreno y la persona que debe coordinar las decisiones de primer nivel. Si alguno de los miembros del equipo tiene algún problema con ello, que me lo haga saber ahora mismo, o después de la reunión, en privado, como lo prefiera.

Azpeitia y Pérez contestaron que estaban de acuerdo, como lo estuvieron desde el principio, lo que dejó a Álvaro en el punto de mira. Se vio obligado a hablar, ya que sus superiores directos no estaban presentes en la reunión.

– Supongo que Eva lo pregunta por mí. Que conste que no tengo duda alguna de su valía profesional, pero creo que avanzamos con demasiada lentitud en las investigaciones. Bajo mi punto de vista, no es cuestión de liderazgo, es cuestión de tratamiento de la información. Hoy me han pasado imágenes gracias a un contacto del ejército. Tanto esa información como la mayoría de datos los está consiguiendo mi equipo. Llevo noches sin dormir, a base de cafeína, escudriñando cualquier indicio que nos mueva en una buena dirección, pero… – explicó Álvaro, un tanto altivo y arrogante.

– Pero qué… ¿Qué estás insinuando, que los demás no trabajamos, que no estamos tan implicados como tú? ¿En qué te basas? – respondió Eva intentando no perder la calma.

– Mientras yo estaba hablando con mis contactos americanos, otros hacen salidas nocturnas, ¿o lo vas a negar? – dijo Álvaro, levantando una ceja con aire chulesco y un tono algo beligerante.

Eva y Diego se miraron el uno al otro. Eva lo entendió todo, y nada… ¿Álvaro los había estado espiando? ¿Sabía que había salido de su habitación para entrar en la de Diego? ¿Era eso?

Olga escuchaba la discusión sin saber que pensar y mucho menos que decir. ¿A qué se estaba refiriendo Álvaro? No quería pensar mal, pero notaba que Diego estaba algo distante desde que se marchó a Ibiza, hacia solo tres días. Ella necesitaba el contacto, el día a día, hora a hora. No, no había sido insegura nunca y no iba a comenzar a serlo ahora. Todo tenía que tener una explicación.

– ¿A qué te refieres, Álvaro? ¿Puedes concretar? Estamos tratando temas muy serios para dejar claroscuros. Repito, ¿a qué te refieres? – preguntó Gracia con tono autoritario.

En la mirada de Álvaro apareció algo parecido al desprecio cuando miró de soslayo a Diego y Eva, se giró hacia Sabino antes de comenzar a hablar.

– Si no le importa, preferiría tratar el tema en privado, señor. – contesto Álvaro. – Me gustaría hablar con usted por teléfono.

Diego observaba a sus compañeros, incrédulo. No entendía la actitud de Álvaro, que había cambiado de forma radical el tono de su voz y la forma de mirarlo. Todo debía tener una explicación y esperaba oírla, de sus labios.

– Bien, ahora mismo le llamo. – dijo Gracia. – Agradecería que los demás permanezcan a la espera, no creo que tardemos mucho en solucionar esto.

Dicho esto, el teléfono de Álvaro comenzó a sonar y el inspector salió apresuradamente de la sala.

– Hola señor. Sí, le oigo perfectamente. – contestó un altivo Álvaro.

– Pons, explíqueme lo que pasa, sin rodeos. – inquirió Gracia, cuyo tono no invitaba a desafiarle.

– Tengo la sospecha que hay dos miembros del grupo más preocupados por sus escarceos sexuales que por la investigación. – Álvaro deambulaba de un lado a otro del pasillo, nervioso. – Me han informado que durante su estancia en Ibiza comieron juntos y después se marcharon a una playa nudista, solos, y, evidentemente, desnudos.

– ¿Qué? ¿Cómo lo ha averiguado? Se supone que usted abandonó la isla antes que ellos, ¿no? ¿Qué más? – preguntó Gracia.

– Me lo contó un policía de Ibiza. Alguien que nos estuvo ayudando en la investigación del caso Castro. ¿Qué más? Ayer por la noche, mientras estaba ocupado buscando información relacionada con el caso, escuche la puerta de la habitación de Eva, salió en pijama y se dirigió a la habitación de Diego. Estuvo allí cerca de tres horas, no sé más detalles, pero puede imaginar el resto. – dijo Álvaro, con tono orgulloso.

La expresión de Álvaro se asemejaba a la del chivato de la clase que tras informar de las actividades de los niños malos espera obtener la recompensa del profesor.

– Así que usted ha creado una red de espionaje propia para saber que hacen sus compañeros, muy bien. Pues sepa, Pons, que acaba de meter la pata, hasta el fondo. Pongo la mano en el fuego por mi gente. Morales, Eva, es una de los mejores investigadores  en activo con los que he trabajado. Me cuenta que ha aprovechado un intermedio en la investigación para ir un rato a la playa, ¿qué más da? – dijo Gracia en un tono que estaba haciendo que Álvaro se ruborizara. – Ayer por la noche tuve una conferencia con Diego González y Eva Morales, desde la habitación de Diego, a petición mía. Estuvimos cerca de tres horas repasando cada pequeño detalle de los dos casos, buscando similitudes con casos anteriores, conductas parecidas… Ya sabe a qué me refiero. Ha tenido usted una actitud un poco fea, ¿no le parece? Pons, es usted brillante, por eso pedimos a sus jefes que lo asignaran a este caso, pero estoy descubriendo a un Pons que no me gusta, que posee un lado egoísta que no encaja en el equipo. Esa actitud arrogante y el empeño en querer sobresalir por encima de los demás, tiene usted un problema con su ego… Cuando oculta información a sus compañeros…¿qué pretende? El trabajo en equipo es clave es este tipo de investigaciones. Le voy a dar dos opciones… Asumir que la responsabilidad de la investigación recae sobre otra persona, o dejar el equipo. Preferiría que escogiese la primera, pero entendería que eligiese la segunda. Ahora voy a colgar y volver a la sala de reuniones, decida usted rápido y haga lo mismo.

Gracia colgó el teléfono. No había sido una conversación, fue una regañina en toda regla. Un monólogo donde Gracia había leído la cartilla al empollón, al niño superdotado que había errado claramente en el análisis de la situación. Álvaro se sentía descolocado. Anduvo de un lado a otro del pasillo mirando el móvil. Lo apretó con su mano derecha, como si quisiera sacar zumo de pixeles de la enorme pantalla. Su gesto era de rabia, rabia mezclada con estupor. Había fallado y no estaba acostumbrado a hacerlo. Había confundido los actos de Eva y Diego. No tenían ningún rollo, no estaban liados, simplemente estaban trabajando juntos… No sabía el porqué. Quizás habían sido los celos hacia Diego. No le permitían actuar con claridad. Habían nublado la realidad, de forma que su cerebro, acostumbrado al sistema binario, unos y ceros, no supo analizar una lógica difusa. Las emociones no eran lo suyo. Se puso en cuclillas, con la espalda y la cabeza apoyadas en la pared del pasillo. Aquellos casos eran perfectos para su carrera profesional y la estaba cagando. Marcó un número de teléfono y esperó contestación. Tras esperar tres tonos de llamada, alguien descolgó al otro lado de la línea telefónica.

– Hola. Soy yo. ¿Puedes venir un momento? Me gustaría explicarte todo lo ocurrido. – dijo Álvaro con aire arrepentido.

La capitán Morales apareció unos instantes después. Lo miró sin saber que decir. Álvaro se levantó y se dirigió hacia ella.

– Eva, perdona. Todo ha sido un malentendido y asumo toda la culpa. Si crees que no vas a poder confiar de nuevo en mí, dímelo y me vuelvo a casa, lo entenderé. La he cagado, pero creo que puedo ser de gran ayuda en esta investigación. Me gustaría seguir en el equipo. Tu equipo. – dijo Álvaro mirándola directamente a los ojos, aquellos preciosos ojos azules.

Eva suspiró profundamente y mantuvo la mirada, sin decir nada, seria, dolida. Dolida sobre todo por la desconfianza y la falta de sinceridad que había demostrado su compañero. Apretó su puño derecho con fuerza. Le habría gustado darle dos puñetazos para desahogarse, pero contó hasta diez, como le solía aconsejar siempre su padre, y pensó fríamente. Álvaro era una pieza clave del equipo con unas dotes excepcionales, difíciles de reemplazar.

– Prométeme que no volverá a pasar. – dijo Eva. – Si es así, vuelve a la sala y terminemos de una puta vez esta reunión.

Acto seguido, Eva dio media vuelta y se encaminó hacia la sala. Álvaro bajó la cabeza y se dio unos golpes en la frente con la palma de su mano derecha.

– Te lo prometo. – dijo Álvaro, casi forzado.

Le costó pronunciar aquellas palabras, no estaba acostumbrado a tener que disculparse. La siguió, no podía abandonar aquella investigación. Cuando entró de nuevo en la sala, Olga estaba hablando sobre las conclusiones que había sacado su equipo del dossier de Roberto Zafra. Diego y Sabino lo miraron durante un momento, para devolver la atención a sus pantallas.

– …hemos podido ver en este completo informe que nos han proporcionado, que Roberto Zafra tenía dos caras. La pública que todos conocíamos en mayor o menor grado, donde aparecía como un empresario ambicioso, cabeza visible de las empresas que había fundado su padre. Y después está la otra, la que desconocíamos, donde aparece como miembro de una especie de mafia con conexiones con la extrema derecha. Ahora sabemos que formaba parte de un grupo llamado Plus Ultra que supuestamente proporciona financiación a partidos de ideología nazi. Por lo visto, algunos de sus miembros son skin heads, bastante violentos con antecedentes de todo tipo. Hemos averiguado que varios de ellos han estado en la nómina de algunas de las empresas del grupo Zafra. Guardias de seguridad, vigilancia o incluso consejeros son alguno de los empleos remunerados que tuvieron los miembros de dicha organización, sin tener ningún tipo de experiencia o conocimientos para acceder a los puestos de trabajo. Creemos que era la forma en que Zafra pagaba los trabajos que los violentos realizaban para ellos. Destacamos algunos de los viajes de estos grupos neonazis a Barcelona. Tenemos documentación que demuestra que Zafra estuvo detrás del desplazamiento de cerca de cien personas a Barcelona hace un par de años. La finalidad del viaje era sabotear la celebración de la Diada de Catalunya. Hubo serios altercados entre grupos de nacionalistas españoles e independentistas catalanes, como podréis recordar. Tenemos más pruebas, como correos electrónicos, que demuestran que Zafra sugería realizar esa clase de actos, para intentar amedrentar a los catallufos, como él llamaba a los separatistas catalanes. - finalizó Olga.

– Una pregunta. – interrumpió Gracia. – ¿Tenemos constancia de que algún otro miembro de la familia Zafra esté implicado en todo esto? Por decirlo de alguna forma, ¿tiene heredero?

– Lo estamos investigando. – contestó Pérez. –  Todo apunta a que el resto de hermanos, pese a compartir su ideología de derechas, no son tan extremistas, ni tan activos. En cuanto averigüemos algo, lo notificaremos al resto del equipo.

– ¿Por qué las fuerzas de seguridad no habían actuado contra Zafra, si se sabía todo esto? Según este informe, es evidente que la policía tenía información que Zafra estaba detrás de algunos delitos y no se había movido ni un dedo contra él. Me parece increíble, de veras, no lo entiendo… – exclamó Sabino.

– Bueno, creo que no es nuestro trabajo juzgar el funcionamiento de la justicia ni de las fuerzas de seguridad. Nos tenemos que centrar en la búsqueda de los culpables de los crímenes que estamos investigando. – dijo Gracia.

– Y no es mi intención hacerlo, no me malinterprete, pero creo que, si se hubiese actuado a tiempo contra Zafra, tal vez no estaríamos investigando su asesinato, ¿no creéis? – insistió Sabino. – A eso me refería…

No pudo evitarlo, Sabino no soportaba las injusticias. Estaba acostumbrado a lidiar con ellas en su trabajo, pero no por ello podía callarse. Con el ceño fruncido, pensaba que el germen de un grupo como las BAC estaba en la misma sociedad. En un país en el que un simple ladrón de gallinas ingresaba en la cárcel antes que se celebrara su juicio y un banquero culpable de robar decenas de millones de euros no pisaba la cárcel, algo estaba fallando.

Hubo un silencio de unos segundos, hasta que Gracia pidió a Olga que continuase. Olga, obediente, mostró en la pantalla un listado de personas, se trataba de los supuestos cabecillas del grupo Plus Ultra y sus satélites neonazis.

– Os enviaremos un listado con sujetos con los que se debería hablar. Están repartidos por toda la geografía española, pero nos hemos centrado en dos. Por nuestra parte, hemos interrogado a Pinyol, el periodista que destapó el supuesto origen oscuro de la fortuna de los Zafra. Fue amenazado por Roberto Zafra, incluso hemos oído la grabación. Parece que está limpio. De todos modos, tendremos un equipo siguiéndolo durante unos días, no descartamos nada. Bueno, creo que eso es todo. También os haremos llegar la grabación de la charla con el periodista y el resto de información en cuanto finalicemos la reunión. – concluyó Olga.

– Bien, al parecer tenemos unas cuantas líneas de investigación abiertas que nos pueden proporcionar algún tipo de información. Continuemos así. – dijo Gracia. – Bueno, pues si nadie tiene nada que añadir, damos por concluida la reunión. Muguruza, Pons, Morales y González, no se marchen, quiero hablar con ustedes a solas.

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