BAC

BAC


Capítulo 56

Página 87 de 96

Diego miró a Eva de reojo. Esperaba ser ese chico inteligente, alto y guapo que había descrito su compañera de investigación. Álvaro se dio cuenta de la forma en que la miraba, e intentó desviar la atención de Olga.

– Bueno… a ver como acaba. – dijo Álvaro.

– Suerte y cuídala bien. Nos las presentaras algún día, ¿no? – dijo Eva.

– Por supuesto, cuando encerremos a esos cabrones de los BAC nos vamos a correr una buena juerga todos juntos. – propuso Olga.

– Sí, todos, incluidos Sabino y Ander. Sin jefes… – digo Diego, sonriente.

– ¿Os puedo hacer una pregunta? – dijo Álvaro, bajando el tono de voz y acercándose a la mesa.

– Dispara, lo vas a hacer de todos modos, ¿me equivoco? – dijo Eva acercándose también.

Los cuatro investigadores juntaron sus cabezas. Álvaro miró alrededor, como asegurándose que nadie podía escucharlos.

– ¿No tenéis sentimientos contradictorios? – preguntó Álvaro.

– Claro, muchas veces… – dijo Olga con sorna. – ¿A qué te refieres, melón?

– Joder, no seas tonta. Me refiero a nuestros amigos, los BAC. – respondió Álvaro. – A veces pienso que están haciendo una labor desagradable pero necesaria.

Aquella frase provocó un silencio que duró más de lo que Álvaro consideraba aceptable. Pensó que se había equivocado, que sincerarse de aquella forma le ocasionaría problemas. Se había dejado llevar por aquel ambiente de colegas y la había cagado. Buscó los ojos de Eva, como pidiendo perdón. Estaba a punto de hacerlo de palabra cuando Eva habló.

– A mí también me ha pasado. No puedo evitar sentir cierta simpatía por nuestros BAC, como los ha llamado Álvaro. Es una sensación extraña, la verdad. Pero no nos engañemos, son unos asesinos, unos lobos con piel de cordero. – dijo Eva.

– A mí también. Es la primera vez que me pasa. – dijo Diego, apurando la lata de Coca-Cola.

– Pues a mí no me pasa, pero tal vez sea porque he estado menos metida en los casos. – dijo Olga, que parecía sentirse apenada por el hecho de no verlo del mismo modo que sus compañeros.

– Sí, tal vez sea por eso… Mejor dejemos el tema, igual estamos demasiado cansados. Por favor, que estos comentarios no salgan de aquí. Nos jugamos los trabajos y nuestras carreras. – dijo Eva, muy seria.

– Tranquila, no saldrán. – dijo Olga.

– No os preocupéis. – respondió Álvaro.

– Lo mismo digo. – dijo Diego.

Diego se sintió aliviado al ver que no era el único que había visto a los BAC como unos libertadores, unos justicieros que buscaban limpiar el país de corrupción. Miró el reloj en su teléfono móvil. Eran casi las nueve de la mañana.

– Vale, vamos tirando. – dijo Eva consultando la hora en el suyo y mirando a Olga y Álvaro. – Entonces, ¿pasáis a buscarnos por la comisaría para hablar con los jefes?

– Os acompaño. Tengo cosas que hacer y necesito una silla más cómoda que la del hotel. Tengo la espalda rota. – dijo Álvaro cogiendo su mochila.

Los tres investigadores miraron a Olga. Esperaron su respuesta.

– Tengo que pasar por el hotel, tardo media hora. Si no os importa, me gustaría seguir el interrogatorio desde la sala de video. – dijo Olga.

– Vale. Allí nos vemos. – contestó Eva.

Eva se acercó al camarero y pagó los desayunos. Ya tenía un cigarrillo preparado en la boca cuando llegó a la puerta del bar. Álvaro y Diego la esperaban fuera mientras Olga se alejaba por la calle en dirección al hotel.

Diego, al pasar por al lado de Álvaro, le propinó un cariñoso golpe en el hombro y le dio las gracias, fue un agradecimiento mudo, sin palabras, pero que Álvaro entendió. El informático le guiño el ojo izquierdo. Le sorprendió positivamente aquella muestra de complicidad.

– ¿Qué tienes que hacer en comisaría? – preguntó Eva a Álvaro.

– Me han pedido que compile toda la información de la que disponemos y la suba a un servidor nuevo, para tenerla toda agrupada en un mismo sitio. Lo he hablado con mi equipo, supongo que en un par de horas lo tendremos todo listo. – respondió Álvaro encogiéndose de hombros.

Ir a la siguiente página

Report Page