Azul

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El año lírico » A un poeta

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A UN POETA

NADA más triste que un titán que llora,

hombre-montaña encadenado a un lirio,

que gime, fuerte, que pujante, implora:

víctima propia en su fatal martirio.

Hércules loco que a los pies de Onfalia

la clava deja y el luchar rehúsa,

héroe que calza femenil sandalia,

vate que olvida la vibrante musa.

¡Quien desquijaba los robustos leones,

hilando esclavo con la débil rueca;

sin labor, sin empuje, sin acciones:

puños de fierro y áspera muñeca!

No es tal poeta para hollar alfombras

por donde triunfan femeniles danzas:

que vibre rayos para herir las sombras,

que escriba versos que parezcan lanzas.

Relampagueando la soberbia estrofa,

su surco deje de esplendente lumbre,

y el pantano de escándalo y de mofa

que no lo vea el águila en su cumbre.

Bravo soldado con su casco de oro

lance el dardo que quema y que desgarra,

que embista rudo como embiste el toro,

que clave firme, como el león, la garra.

Cante valiente y al cantar trabaje;

que ofrezca robles si se juzga monte;

que su idea, en el mal rompa y desgaje

como en la selva virgen el bisonte.

Que lo que diga la inspirada boca

suene en el pueblo con palabra extraña;

ruido de oleaje al azotar la roca,

voz de caverna y soplo de montaña.

Deje Sansón de Dálila el regazo:

Dálila engaña y corta los cabellos.

No pierda el fuerte el rayo de su brazo

por ser esclavo de unos ojos bellos.

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