Aurora

Aurora


ÍNDICE

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ÍNDICE

SINOPSIS

PRÓLOGO

CAPÍTULO 1

CAPÍTULO 2

CAPÍTULO 3

CAPÍTULO 4

CAPÍTULO 5

CAPÍTULO 6

CAPÍTULO 7

CAPÍTULO 8

CAPÍTULO 9

CAPÍTULO 10

CAPÍTULO 11

CAPÍTULO 12

CAPÍTULO 13

CAPÍTULO 14

CAPÍTULO 15

CAPÍTULO 16

CAPÍTULO 17

CAPÍTULO 18

CAPÍTULO 19

CAPÍTULO 20

CAPÍTULO 21

CAPÍTULO 22

CAPÍTULO 23

CAPÍTULO 24

CAPÍTULO 25

CAPÍTULO 26

CAPÍTULO 27

CAPÍTULO 28

CAPÍTULO 29

CAPÍTULO 30

CAPÍTULO 31

CAPÍTULO 32

CAPÍTULO 33

CAPÍTULO 34

CAPÍTULO 35

CAPÍTULO 36

CAPÍTULO 37

CAPÍTULO 38

CAPÍTULO 39

CAPÍTULO 40

CAPÍTULO 41

CAPÍTULO 42

CAPÍTULO 43

CAPÍTULO 44

CAPÍTULO 45

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Sinopsis

 

Aurora…

Aurora Warren es la gerente general que está al frente de “Warren & Smith” la agencia de eventos que es el patrimonio de las chicas Warren en Ontario.

Seria, reservada, hogareña y con un talento para los negocios la hace una persona especial, llevando a posicionar a la agencia como una de las pequeñas empresas más fructíferas en Ontario.

Pero muy en el fondo, lejos de su vida profesional hay un vacío que no la hace del todo feliz, el sabor más amargo que podía sentir la obligó a cerrar más su carácter, negándose a sí misma a volver a sufrir y por ende se ha propuesto no volver a enamorarse. Ese sentimiento no tiene cabida en ella…

Hasta que el destino decide jugar y ponerle lo que menos quiere en bandeja de plata.

Cuatro hombres y una extraña mujer invadirán de golpe su existencia haciendo que en sólo días su vida normal pase a una llena de tensiones, sacudiendo su aparente tranquilidad y haciendo que las bases que había logrado estabilizar comiencen a tambalearse sin saber cómo manejar la situación. Ya no es sólo la negativa a una relación con el sexo opuesto sino algo más que ella oculta, algo con lo que ha intentado lidiar sola y hacer que se cuestione su destino con el amor. ¿Soportará otra lucha personal? ¿Podrá al fin ceder un poco en la batalla y darse una oportunidad? ¿Logrará conocer la felicidad plena que desea experimentar?

 

 

A las hermanas que me hubiera gustado tener…

 

Prólogo

 

Ontario, California, Junio 9, 2011

“Ha sido lo más duro después de la muerte de nuestros padres”

—pensaba la chica estando bajo la ducha, acababan de llegar del cementerio—. “

¿Dios por qué?”

—otra lágrima cayó por su mejilla—.

“Leonardo era tan lindo, tan especial, era el hombre perfecto, Minerva no conoció la felicidad

hasta que él llegó a su vida y de la misma manera él también se la llevó. Dios ten piedad del

sufrimiento de mi hermana, dale las fuerzas para soportar este dolor, no quiero que…”

Aurora lloró con fuerza en la soledad sin poder resistirse, necesitaba sacar todo lo que sentía y desahogarse porque aunque había llorado como los demás, no pudo hacerlo abiertamente frente a todo el mundo. Su deber era mantenerse muy lúcida y seguir siendo el pilar de sus hermanas, especialmente de Minerva en ese momento pero aunque había mostrado fortaleza profesional al haberse hecho cargo del funeral tampoco era de hierro. Quiso a su futuro cuñado como a un hermano y no sabía cómo hacer para asimilar que ya no lo iba a volver a ver, que ya no iban a jugar video-juegos un domingo por la tarde, que ya no iba a opinar sobre sus bocadillos, que ya no iban a discutir sobre temas musicales y que ya no iba a repetir:

“Aurora querida quiero que el evento de mi

boda con tu hermana sea por todo lo alto, no escatimes en nada. Quiero que ese día todo sea perfecto

y que Minerva se sienta la mujer más feliz sobre la tierra, quiero que toda la ciudad halague y hable

de que no ha habido ni habrá otra boda igual”

Aurora no paraba de llorar al recordar todo eso, Leonardo confiaba en ella y en su exquisito gusto para todo, lo que nunca se imaginó era tener que hacerse cargo de su funeral y no de su boda. La experiencia había sido demasiado dolorosa.

Se vistió con su albornoz y mirándose en el espejo lloró con fuerza de nuevo, llevó sus manos a la cara y sentándose en el suelo abrazó sus rodillas, al igual que su hermana ella también estaba destrozada gracias a la fatalidad y ahora en esa soledad si podía derrumbarse.

Esa noche, entre las tres comenzaron a turnarse para cuidar a Minerva, el médico de la familia Zablah fue a inyectarla para que se pudiera controlar, las pastillas que debía tomar la mantendría tranquila, al menos hasta que pudiera recuperarse por sí misma. Las hermanas Warren comenzaron la tarea de vigilarla ya que Minerva, sólo balbuceaba que deseaba morir y estar con su Leonardo. A partir de esa experiencia dolorosa que cubrió sus vidas —por segunda vez— comenzó un tiempo difícil para todas otra vez, una época de oscuridad, de más dolor y de vacío que sólo el tiempo podía curar. Sólo el tiempo daría la última palabra.

 

A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

Oscar Wilde

 

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