Aurora

Aurora


Capítulo 15

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Capítulo 15

La tensión de Rebecca se había esfumado e iba muy feliz y llena de expectativas sabiendo que su sueño de estar con un hombre como Ethan estaba a punto de hacerse realidad. No se imaginó que la tarea de montar un evento le resultara de lo lindo teniendo también la posibilidad de “montar” al dueño de sus fantasías y el pensar eso la excitaba mucho. No dejaba de reír y de morderse los labios cuando en la oscuridad de la camioneta evitaba retorcerse al imaginar lo que le esperaba. De hecho ahí mismo le hubiera gustado abrirle las piernas y tenerlo entre ellas y montarlo después de hacerle sexo oral hasta excitarlo al límite para luego seguir con el encuentro en el hotel, las ansias le quemaban el cuerpo y el calor entre sus piernas ya no lo soportaba. Ethan iba a ser suyo, iba a tenerlo, iba a complacerlo y hacer de su noche aún más inolvidable, el encuentro sexual por el que había rogado ya estaba a las puertas y aunque no sabía por qué él había cedido sin siquiera pensarlo ya que no le dijo nada, eso poco le importaba si al final iba a tener su recompensa.

“Suba”

había sido la orden que recibió cuando llegaron a la camioneta y ella obedeció.

“¿A dónde vamos?”

había preguntado ella al empresario cuando lo miró en la oscuridad de la misma.

“Al hotel”

le contestó él tocándole la pierna y apretándola, con eso tuvo todo para casi llegar a un orgasmo porque supo lo que él quería y ella iba a dárselo. Llegaron al hotel y bajando en el subterráneo se dirigieron al ascensor para subir directamente a la suite. Ella esperaba que el hombre se comportara más apasionado como lo hace uno normal deseoso de sexo pero estaba perpleja de la frialdad y autocontrol que él le demostraba aún cuando llegaron a la suite.

Entraron y él la invitó a pasar, Rebecca esperaba ponerse aún más cómoda, con coquetería caminó adelantándose y poniendo a un lado su bolso se dejó caer en el sofá de cuero cruzando la pierna para mostrarle a él un poco más de su piel. Ethan se acercó a ella quitándose el saco, la corbata y las finas mancuernillas de las muñecas, ella estudió con detenimiento sus movimientos.

—¿Estás segura que esto quieres? —preguntó él con seriedad.

Ella se inclinó quedando a la altura de su pene y sin pudor lo tocó con suavidad para estimularlo.

—Por supuesto —contestó saboreándose cuando lo sintió endurecerse.

El efecto surgía en él.

Ethan comenzó a desabotonarse la camisa y extendiendo los brazos la desafió a seguir, Becca entusiasmada lo tocaba de arriba abajo hasta notar el tamaño del miembro que crecía rápidamente y que empezaba a sobresalir debido a la erección. Becca con osadía quitó el cinturón y bajó el cierre, llevó su boca al miembro que se escondía en el bóxer y le dio un leve mordisco que hizo gemir a Ethan, cuando notó que él cerró los ojos y se complació sonrió y volvió a la carga, hizo que se sentara, terminó de sacar el miembro y luego de acariciarlo se hincó entre las piernas de él y comenzó a succionarlo, se inclinó aún más exponiendo la forma de su trasero que él notó muy bien.

Becca disfrutaba el sexo oral y lo degustó hasta el fondo mientras Ethan la sujetaba del cabello para incitarla más.

—Sí, así…

El hombre reclinó la cabeza en el sofá saboreándose al sentir la boca de Becca en su pene y al escuchar los gemidos de ella disfrutándolo se excitó más pero no eran sus planes terminar así, no en sexo oral, necesitaba hundirse en la calidez de una húmeda vagina, una que ya tenía a disposición.

—Alto —ordenó.

Al momento ella se detuvo haciéndolo respirar un momento, ella se acercó e intentó besarlo pero él reaccionó impidiéndoselo y poniéndose de pie.

—¿Qué pasa? —le preguntó ella desconcertada parándose también.

Él la miró un momento y evitó jadear.

—No permito que me besen —le contestó con seriedad.

—¿Qué? —ella se asombró, eso no se lo esperaba.

Él negó otra vez.

—Pero… yo quiero… un juego previo… yo creí… —la mujer tartamudeaba al no poder pensar sujetándolo del cuello.

—No creas nada —la giró poniéndola de espaldas a él, ella cerró los ojos con fuerza al sentir la mano de Ethan apretando su quijada.

—Pero…

—Viniste por sexo ¿no es así?

Ella al sentir el pene de él en su trasero volvió a excitarse. Gimió.

—Vine por una noche de pasión —contestó mordiéndose los labios. Tócame por favor, tócame, siente como me mojas.

Ethan bajó la mano sujetándola del cuello y con la otra le apretó un pecho, ella volvió a gemir.

—¿Pasión? —la mano que apretó el pecho la bajó y metiéndola por debajo de la falda apretó su sexo, ella gimió y abrió las piernas —Tócame sí, así…

Ethan apretó más haciendo presión con su dedo medio, el calor era indiscutible en esa zona, apartó un poco el panty y debido a la lubricación resbaló la yema del dedo por todo el clítoris hasta la entrada, se detuvo allí y se mordió los labios.

—Más, más —rogaba ella, quería que ese hombre la volviera loca de placer.

Apenas y metió el dedo hundiéndolo un poco. Rebecca brincó y sentía que sus piernas ya no iban a sostenerla, quería sentirlo todo pero él sólo quería constatar como ella estaba para recibirlo.

—Lo siento Rebecca, deberás conformarte con lo que te daré —dijo él con sequedad.

—¿Y qué es?

—Sólo esto.

La lanzó al mismo sillón y levantándole la falda le dio una fuerte nalgada, ella se quedó en esa posición mostrándole todo su trasero.

—Abre las piernas —ordenó autoritario.

Ella obedeció gustosa sintiendo como su cuerpo ya temblaba al placer, si él quería tocarla libremente, mirarla y lamerla, toda ella estaba más que dispuesta a dejar que el hombre hiciera lo que quisiera. Ethan la tocó levemente por encima de la tanga otra vez para torturarla porque ella deseaba más pero él no lo hizo, simplemente Becca lo escuchó rasgar un envoltorio y supo que era un preservativo, esperó que se lo pusiera y al momento sintió la penetración, sin preámbulo, sin juegos previos como lo quería, sin nada. Afortunadamente estaba lubricada pero no era eso lo que esperaba.

Ethan la invistió con fuerza hundiéndose en ella hasta el fondo, ni siquiera le había quitado el panty sólo lo hizo a un lado, a pesar de todo Rebecca se inclinó más para buscar placer y gozar de algo de lo que experimentaba porque como sea, era Ethan el que la estaba penetrando y eso era una ganancia para ella. El hombre gruñía su excitación mientras enterraba sus dedos en los muslos de ella, Becca no dejaba de gemir, fantaseaba con el momento, esperaba que en cuestión de minutos él la girara, la acostara en el sillón y comenzara a hacerle sexo oral que era algo que la volvía loca. Rogaba por sentir esa lengua llenándola toda y hurgando hasta lo más profundo, deseaba gritar ese placer o al menos deseaba entonces sentir sus largos dedos dentro de ella, deseaba desnudarse y sentir la boca del hombre en sus firmes pechos y luego mirándolo a los ojos sentir como la penetraba, o por el contrario montarlo y disfrutarlo como ella lo quisiera. Deseaba besarlo con locura, se moría por esa boca, por esos labios, por un encuentro apasionado como ella lo había planeado y pensando en eso retenía su orgasmo para complacerlo a él como lo quisiera pero sus planes se vinieron abajo cuando lo escuchó gemir y llegar al clímax de la manera en la que nunca se esperó.

—Aurora, Aurora… —Ethan se tensó apretándole más los muslos.

Becca se quedó en shock cuando escuchó a Ethan susurrar el nombre de otra mujer mientras tenía su orgasmo, por poco y llora de la decepción haciendo que su libido se le cayera en picada.

Agitado y saciado salió de ella, se separó y se dirigió al baño de la habitación sin decir nada. Así de frío era ese hombre y el temblor de su cuerpo por la excitación comenzaba a ser sustituido por otro que debía controlar para no delatarse y salir corriendo. Aturdida se acomodó el panty húmedo y bajándose la falda se sentó en el sofá cuando escuchó la regadera, él se estaba bañando. Tragó desconcertada pero se había propuesto no llorar, al menos no delante de él aunque se preguntara qué iba a pasar después. Se apresuró a buscar algo que beber, necesitaba que algo le pasara por la garganta.

—Esto no puede terminar así —se dijo en voz baja mientras bebía un trago de brandy—. Él no puede ser así.

Su sexo le palpitaba sin control, seguía excitada y quería más, necesitaba sentir el orgasmo que no tuvo pero en su interior sabía que no debía engañarse, de él ya no iba a tener nada más así se desnudara.

—Ya puedes irte —le dijo él saliendo en su albornoz azul marino y secándose el pelo con una toalla de mano.

—¿Qué? —lo miró ella sin poder creerlo.

—Estoy cansado y quiero dormir.

—¿Y esto fue todo?

—Te dije que es lo que te iba a ofrecer y lo tomaste.

—¿Y yo?

—¿Tú qué? —comenzaba a colmarse.

—Olvídalo —furiosa caminó rápidamente para recoger su bolso.

—¿Quieres que te pague? —Ethan frunció el ceño.

Fue el detonante de una humillación descarada.

—¡Imbécil! —le gritó Rebecca roja de la cólera, deseaba bofetearlo.

La mujer se acercó a la puerta temblando de rabia pero antes de abrir se detuvo sólo para escupirle una sola cosa.

—La próxima vez que tu orgasmo tenga el nombre de Aurora primero asegúrate que tu compañera de turno también tenga el suyo, nunca me imaginé que resultaras medio hombre.

Abrió y saliendo la azotó con fuerza, Ethan Anderson, la fantasía con la que había soñado desde que lo conoció resultó ser un verdadero patán que había mandado su libido al diablo en cuestión de minutos, había tenido un orgasmo pensando en Aurora y utilizándola a ella y eso, no se lo iba a perdonar. Becca reconocía que jugó con fuego y que había salido quemada.

*****

Eran las dos y veinte minutos de la madrugada y Aurora no cabía en la habitación del hotel, estaba desesperada por no saber nada de Rebecca, daba vueltas de un lado a otro esperándola pero la mujer no daba señales por aparecer y la chica no podía evitar pensar lo peor. Cada segundo miraba su móvil y ni siquiera un mensaje y eso le molestaba, al menos si Becca hubiera decidido quedarse en la cama del empresario nada perdía con avisar, era lo que pensaba Aurora y el no tener ninguna noticia la inquietaba pero no podía hacer nada más que esperar. No iba a salir a buscarla y menos para encontrarse con una escena porno que entre gemidos, sudor, fluidos y choques carnales le dijera claramente lo que ella estaba haciendo con Ethan, esa vergüenza no la iba a pasar.

—Tú sabrás lo que haces Becca —se dijo Aurora resignada bebiendo un poco de agua y volviendo a la cama—. Sé que estás con él y seguramente disfrutándolo de lo lindo mientras yo estoy aquí muerta de la preocupación por ti, ya cuando llegues me contarás.

Y con ese pensamiento intentó tranquilizarse acomodándose entre sus almohadas y sábanas.

—Yo si estoy super cansada y necesito dormir —bostezó dando por terminado su monólogo.

Sólo le pareció haber cerrado los ojos un segundo cuando escuchó la puerta cerrarse, despertó sobresaltada y encendió su lámpara.

—¿Rebecca? —Aurora se frotaba los ojos al ver a su amiga que casi gateaba al no lograr ponerse en pie, había bebido más de la cuenta.

—Sh… —avanzaba dando tumbos y arrastrando los pies, venía descalza y con los zapatos en mano—. No hables tan alto que siento que la cabeza me va a estallar —se la sujetaba cerrando los ojos con fuerza.

Sin duda venía bastante ebria porque Aurora apenas y murmuró su nombre como para que lo hubiese escuchado como un grito, la chica evitaba molestarse.

—¿Así vienes de estar con él? —Aurora se levantó y miró el reloj, eran ya pasadas las tres.

—Ni me hables de ese imbécil, no tienes idea de lo que me hizo —lloró lanzando todo al suelo.

Aurora se volvió a asustar y antes de que Becca se cayera de bruces al suelo cuando lanzó sus cosas se apresuró a sujetarla, estaba tan ebria que no podía sostenerse.

—¿Qué te hizo? —inquirió Aurora apartando un poco la cara, Becca tenía un aliento peor que un alcohólico.

—Mejor di qué no me hizo —se sujetó la boca.

Aurora la levantó viendo que su amiga quería vomitar y rápidamente la llevó al baño, apenas y cayó hincada sobre el inodoro que logró destapar para luego soltar todo lo que se había bebido.

Becca temblaba con cada bocanada y Aurora estaba más que sorprendida sujetándole el cabello y la frente para que se tranquilizara, eso hacía su mamá con ella cuando era pequeña y algún malestar estomacal la llevaba a devolver todo. El sujetar la frente mientras la persona vomita hacía cesar las ganas de seguir y al menos a ella y a sus hermanas les funcionaba.

—Tranquila Rebecca, seguramente esto te limpie el estómago, saca todo —le decía mientras la sostenía.

Cuando la mujer terminó y pudo respirar, se sentó a un lado del retrete limpiándose la boca con un poco de papel sanitario mientras Aurora dejaba correr el agua.

—Eres un desastre Becca, no puedes meterte así a la cama.

—Pues deberé hacerlo porque no tengo las fuerzas para bañarme.

—Pues entonces te ayudaré —quiso sujetarla.

—¡No quiero! —le gritó empujándola.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan agresiva?

—No quiero tu ayuda, déjame en paz —intentó levantarse.

—Becca… —Aurora creía que la mujer lo decía por vergüenza.

—Te dije que no quiero tu ayuda.

—¿Qué te hizo Ethan?

—¿Te importa?

—Claro que sí, te advertí lo que podía pasar, dímelo.

—Ah sí, tú lo sabes todo, lo intuyes o capaz eres bruja de verdad.

—¿Cómo? —Aurora comenzaba a fastidiarse por el doble sentido en las palabras de Becca.

—¿Y tú me has dicho lo que pasó entre ustedes la noche del viernes?

—¿Qué?

—No verdad, no has sido sincera —caminó a gatas hacia la habitación.

—Rebecca si no estás tan borracha como para sacar a flote tu sarcasmo entonces dime lo que te pasa, no lo voy a adivinar porque no soy la bruja que dices.

La mujer llegó hasta su cama y sin desvestirse ni nada sencillamente se dejó caer.

—No me molestes y déjame dormir.

—Vas a tomarte una pastilla porque si no en cuanto amanezca no vas a soportar el dolor de cabeza.

—No lo soporto ahora —torció la boca.

Aurora evitó rodar los ojos y caminando a su bolso sacó una tableta y sirviendo agua también volvió a acercarse a Becca.

—Toma esto.

La mujer apenas y se inclinó, cogió la pastilla y medio bebió el agua, le hizo gesto de desagrado y volvió a acostarse.

Aurora regresó a su cama metiéndose en ella y apagando su lámpara.

—El desayuno es a las nueve y no tendrás excusas para faltar —le dijo Aurora.

—¿Y será con él? —Becca buscaba arroparse al menos, su apariencia era un desastre.

—No.

—Qué bueno.

—¿Qué te hizo? ¿Te violó o algo parecido?

Becca se soltó en una carcajada de mal gusto que hizo eco en toda la recámara, Aurora tuvo que callarla.

—¿Violarme ese imbécil?

—¿Por qué lo insultas? Te recuerdo que es un cliente importante, no lo olvides.

—Al carajo su importancia, ¡es un imbécil medio hombre! —gritó como provocación.

—Sh… ya cállate.

—Sólo te diré que vengo de un bar, uno que está aquí mismo en el hotel, allí estuve bebiendo hasta cansarme por la decepción que tuve con él. Afortunadamente siempre hay quien esté dispuesto a quitarte un mal sabor de boca que te deje otro y al menos encontré el alivio que necesitaba. Se acercó a mí, era guapo y alto, bronceado, de cabello negro y ojos igual de oscuros, fue muy amistoso y me invitó a otros tragos. No recuerdo que tanto hablé pero reímos de lo lindo un rato, luego nos fuimos con la botella a un privado que él mismo me indicó, el lugar era oscuro, a penas y alumbraba una pequeña lámpara en el centro de la mesa, nos sentamos en un sofá media luna de cuero y seguimos platicando y bebiendo. De repente se acercó más y comenzó a tocarme, el roce en mi pierna volvió a excitarme, me susurró al oído que nadie nos vería porque para eso eran esos privados así que lo dejé seguir. Su mano subió y subió, llegó a mi sexo y comenzó a jugar con él al mismo tiempo que me besaba, eso me estaba descontrolando más, me hizo que abriera las piernas y me tocó con más libertad. ¡Dios que manos! Me masajeó como no tienes idea, jugó con mi clítoris haciendo que comenzara a moverme inconscientemente y estimulándome me penetró con un dedo, me hizo gemir, luego con otro y mis fluidos eran a chorros, entraba y salía de mi sexo con una maestría que ni te imaginas. Me hizo levantar una pierna porque deseaba sentirlo más, lo hizo más rápido y estaba por estallar en un orgasmo gimiendo con fuerza, no le bastó eso y metiéndose bajo la mesa me levantó la falda y me separó más las piernas, comenzó a beberme, me tensé al sentirlo. ¡Dios que lengua! No tienes idea de lo estupendo que es el tipo haciendo sexo oral, esa lengua me dio un placer d-e-s-c-o-m-u-n-a-l, me recorría toda, era perfecto haciéndola vibrar dentro de mí. Dejaba de lamerme y volvió a meterme dos dedos entrando y saliendo con fuerza, luego otra vez metió su cara y su lengua llegaba tan profundo como quería que sin poder detenerme estallé en el más intenso orgasmo. Luego que salió de mí volvió a sentarse a mi lado y muy sonriente me indicó que ahora era mi turno, lo entendí. Saqué su enorme y erecto miembro y lo llevé a mi boca, se lo hice suave, lento, degustándolo y él gemía. No me bastó y me hinqué en el mismo sillón a su lado y mientras lo hundía en mi boca él aprovechó tocarme otra vez, volvió a penetrarme mientras era yo la que lo masturbaba, pronto gruñó su orgasmo cuando con fuerza lo estimulé con mi mano y al ver que su leche había salido rápidamente cogí una servilleta y lo limpié, lo limpié porque aún sin recuperarse lo monté.

¿Te das cuenta Aurora? Me monté en un completo desconocido que me sujetó con fuerza del trasero y me hacía moverme con fuerza sobre él. Lo estaba disfrutando a la vez que me besaba, me hundí en un enorme y grueso pene en el que me balanceaba a mi antojo, lo enloquecí y esa hombría tan deliciosa me llevó de nuevo a otro orgasmo que grité con fuerza haciéndome enterrar las uñas en el cuero del sillón. De eso se trata el sexo, de sentir explotar en una penetración tan deliciosamente profunda que desees repetirla una y otra vez, ese tipo era divino, me dio más placer del que imaginaba en minutos, ese es un hombre completo y muy dispuesto a todo, un macho alfa, un semental en toda la extensión de la palabra, uno para montarlo a toda hora y en donde sea. No tienes idea de lo exquisito que fue, desearía tenerlo ahora mismo aquí en mi cama para volver a repetir la experiencia, desnudos los dos sería mucho mejor.

Aurora estaba en shock, ni respiraba ni parpadeaba, para estar muy ebria Rebecca dio los detalles de su aventura sin ningún pudor y muy lúcida, no podía creer lo que su amiga le decía. Escuchándola exhalar y ver que se giraba, supo que ya no iba a decir nada más pero eso no impedía que su mente pudiera asimilar todo eso. Rebecca había actuado como una cualquiera al tener sexo con un completo desconocido y en un bar del hotel, asunto que ella tenía que saber cómo manejar por el prestigio de su agencia ya que para colmo la mujer usaba uniforme. No pudo evitar sentir tristeza, vergüenza y una gran decepción.

 

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