Aurora

Aurora


Capítulo 27

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Capítulo 27

Aurora seguía dando vueltas en la cama sin poder dormir, no podía controlar la intranquilidad

que sentía, no sólo por lo sucedido sino también por la salud del mismo Alonso porque lo que ella hizo, sabía que no era suficiente y no sólo el asunto se había quedado en su casa sino que ella también había decidido otra cosa. ¿Habría hecho bien?

*****

Poco antes de las diez de la noche Alonso regresaba a casa de los Farrell con Aurora como acompañante, eso lo tenía feliz y en parte preocupado ya que no tendría la excusa de llevarla de regreso y aunque ni él ni sus hermanas estaban de acuerdo, no lograron hacer que desistiera. Aurora iba a dar la cara debido a dos cosas; una, porque lo sucedido había sido en compañía de ella y dos; que en su bolso llevaba una carpeta que debía entregarle personalmente a Andrew y que de algo les iba a servir debido al lío legal que enfrentaban y no quería, desaprovechar la oportunidad de hablar con él si se sentía con el valor para hacerlo como no le había ocurrido en la mañana.

Pero no iban solos, Minerva iba en su auto siguiéndolos así las chicas volverían juntas y con la seguridad resguardándolas. Alonso se iba a valer de los guardaespaldas que tenían para que las escoltaran de regreso.

Llegando a la casa como fue obvio se alarmaron al ver el estado de Alonso y al ver a las chicas se sorprendieron más. Al menos Emma estaba dormida por los efectos del sedante pero Andrew y los chicos estaban despiertos y se dieron cuenta de todo, “de todo” lo que el ingenioso de Alonso les dijo y que Aurora no tuvo más remedio que secundar. El problema era que ni a Juan Diego ni a Deborah como padres de Alonso se les podía ocultar esto y menos a la misma Silvia que al ver el estado de su hermano se iba a asustar también. Al menos el chico estaba en Ontario y rogándole a su tío no avisarle a nadie esa noche logró hacer tiempo, mismo que trataría de usar para recuperarse un poco y para pensar cómo calmar a sus padres cuando lo miraran. Aurora se sentó un momento con Andrew

para explicarle el contenido de la carpeta con las facturas y el cheque que lo acompañaba, como también le hizo ver que las cosas aún no llegaban pero en cuanto las recibiera se las iba a hacer llegar, algo que el hombre admiró en ella y más al saber que ya su gemela sabía la situación de Lucas y sólo esperaban su regreso de Europa. Andrew sintió como si de pronto su mundo oscuro se iluminara por una pequeña luz y esas eran las chicas Warren que como sea estaban allí con ellos, apoyándolos a su modo. Se sintió muy tranquilo en ese sentido, lo que Aurora con honestidad les había devuelto era lo de menos, para él lo más importante era saber que de una u otra forma podía contar con ellas aunque las pusiera en una situación delicada debido al trabajo de Ariadna.

Despidiéndose de todos salieron al pórtico, ya los guardaespaldas de los Farrell estaban listos en camionetas para acompañar a las chicas hasta su casa pero antes de que se fueran Alonso pidió un momento a solas con Aurora, por lo que Andrew y los chicos entraron a la casa y Minerva se adelantaba a su auto.

—Gracias —le dijo él mientras le sujetaba una mano.

—¿Por qué?

—Por esto que acabas de hacer por la familia y por lo que hiciste por mí.

—Era mi deber.

—¿Deber? —sonrió él aunque le doliera la boca.

—No te esfuerces —ella sin querer le acarició la mejilla y él sujetó esa mano con la suya deteniéndola en el mismo lugar.

—Dime una cosa, esto que le acabas de devolver al tío… ¿tenías la intención de venir personalmente o ibas a mandar la carpeta conmigo?

Ella sonrió y bajó la cabeza.

—La carpeta había estado en mi bolso desde el principio —confesó—. Lo que esperaba era que… la situación… me hiciera venir contigo o mandarla. Necesitaba encontrar el valor para volver a verle la cara al señor Farrell.

—Vaya que necesitaste un empujón para actuar —le levantó la barbilla.

—Pero no a costa tuya.

—Igual me alegra haber sido un canal de “reconciliación” —le acarició la mejilla.

—Pero no al precio que pagaste, lo siento.

—Ya no hablemos más de eso.

—Es imposible, mírate.

—Y te prohíbo que te sientas culpable.

—No puedo evitarlo Alonso.

—Me gustas Aurora, ¿lo sabes verdad? —se atrevió a decir sin titubeos cambiando drásticamente de tema.

—Alonso…

—Desgraciadamente nuestra noche no fue lo que esperaba pero como dice el dicho “no hay mal que por bien no venga” quiero verle el lado bueno a esto que pasó.

—¿A pesar de esto? —con el pulgar apenas y acarició la herida que ocultaba una bandita.

—A pesar de esto —susurró asintiendo y mirándola sin parpadear. Aurora evitaba estremecerse, Alonso era encantador no podía negarlo y para colmo utilizaba un tono suave y sensual en su voz que le erizaba la piel.

Estaban muy cerca el uno del otro, ella de pie en el pórtico de frente a la calle y él un escalón más abajo de frente a la puerta de la casa y con la espalda en la calle. Con una mano se sujetaban y la otra la seguían teniendo en la cara de Alonso, la luz del lugar era bastante tenue ya que sólo dos de los pequeños faroles exteriores estaban encendidos.

—Por favor ve al médico mañana —le pidió ella sin ocultar la preocupación—. Ese golpe de tu espalda no lo ignores, caíste muy fuerte en el capó, el ungüento que te puse no ayuda mucho y temo por alguna fractura en tu mano. Los golpes pueden inflamarse, lo que tomaste no es suficiente.

—No te preocupes, tomaré algo más fuerte para el dolor, en mi opinión si eres una buena enfermera —elevó una ceja muy sonriente.

—¿Lo encantador evita que me respondas? no evadas mi sugerencia —levantó una ceja ella también.

—¿Te dije ya que te ves preciosa? Me encanta tu cabello.

—Ya Alonso, no juegues —ella quiso apartarse molesta sintiendo que él seguía jugando pero al inclinarse un poco para bajar el escalón pasó algo que no esperaba y que la puso rígida volviendo a su lugar. Tensó los labios.

—¿Qué pasa? —preguntó Alonso al notarle la molestia, ella lo miró.

—Nada.

—Está bien, te prometo hacer algo mañana por mi espalda, ¿crees que no me preocupo? —la tranquilizó—. Ni siquiera en mis rutinas de pesas me había pasado.

—Bien, gracias, ¿me vas a soltar para irme? —le contestó ella algo tajante.

Alonso seguía notándola tensa y que algo más le molestaba por su manera de contestarle.

—Lo siento si dije algo que te molestara, yo no…

—No, no eres tú —lo interrumpió ella.

—¿Entonces?

—Debo irme, sólo mi hermana me puede ayudar ahorita.

—¿Qué? —se desconcertó—. ¿Ayudarte en qué?

—Alonso… es algo íntimo.

Él alzó una ceja.

—Ah… entiendo, al menos es de noche, nadie lo notará, ¿deseas ir al baño antes?

—¿Qué? —ahora fue ella la que se desconcertó.

—Dices que es algo íntimo y lo que entiendo es que…

—No, no es lo que entiendes —lo interrumpió apenada.

—¿No se trata de tu…?

—¡No! —se retorció ella con incomodidad sabiendo que él se refería a su período.

—¿Entonces?

Ella se llevó ambas manos a su espalda, de pronto algo le había dado más libertad a sus pechos.

—Nada, nada, me voy.

Bajó un escalón haciendo que él retrocediera también pero sólo hizo que quedara en medio de sus brazos.

—Ya sé —sonrió él otra vez evitando que le doliera la boca ya que sentía la cara tensa.

—¿Ya sabes qué? —lo miró ella.

Él la miró de manera seductora llevando ambas manos a su espalda también.

—Alonso… —ella lo miró perpleja por el atrevimiento.

—Deja, tranquila, ya sé, prometo arreglarlo, sólo arreglarlo.

Aurora lo miró sintiendo que las mejillas le ardían de la vergüenza y se estremeció con fuerza, l sentir las manos de Alonso que se abrían paso bajo su blusa recorriendo con calma y lentitud su piel. Retuvo la respiración quedándose quieta, no quería hacer algo que la delatara y que le diera más pautas a él para actuar más sensual todavía. Sin saber cómo puso ambas manos en su pecho, cerró los ojos y evitó abrir la boca cuando Alonso la atrajo a él haciendo que sus pechos quedaran juntos, era fuerte ahora que se detenía a sentirlo y para él, sentir los atributos de Aurora también en su pecho era más de lo que hubiese podido desear. Las manos del chico viajaban hacia el norte de ese cuerpo que lo prendía también y sabía que debía controlar la erección que le comenzaba a crecer al sentir la suave piel de Aurora. Con la palma abierta de ambas manos aprovechó para recorrer toda esa espalda desnuda, sintiendo como hombre el lenguaje del cuerpo de Aurora al reaccionar, estaba estremecida por el estímulo y no lo podía ocultar. ¿Cuánto tiempo tendría esa mujer sin tener sexo? ¿Qué tan vulnerable era? Esas preguntas surgieron en él cuando a medida que subía y se deleitaba en el recorrido sentía como esa piel podía sucumbir a él, era tibia y ese calor comenzaba a descontrolarlo a él. Se sintió algo poderoso al darse cuenta de que ella reaccionaba al estímulo aunque lo disimulara, estaba estremecida y sabía que no era otra cosa más que excitación en lugar de nervios y tan seguro estaba, que sabía que de seguir así podía provocarle algo de alivio. Suspiró y sonrió, estaba complacido. Al llegar al destino se detuvo y volvió a sonreír, no se había equivocado, el sostén de la chica se había desabrochado y al menos agradecía que el broche fuera en la parte trasera porque de haber sido adelante no habría podido hacer nada y de sólo imaginarlo, no era para abrocharlo sino para arrancarlo de una vez y perderse entre esos senos que ya lo hacían saborearse. Sacudió sus pensamientos e imaginación y encontrando los dos broches de la pieza procedió a adivinar cómo iba el asunto.

—Me parece escuchar las palpitaciones de tu corazón —susurró él haciendo que la chica reaccionara.

—¿Qué? —detuvo la respiración mirándolo un momento.

—Suena tan fuerte que puedo sentirlo —sonrió sabiendo que él era el causante de la alteración de Aurora, lo enorgullecía sentirse poderoso y el héroe que había peleado por ella esa noche.

Ella no dijo nada y volvió a bajar la cabeza cerrando los ojos, estaba rígida, ¿podía negar lo que sentía? ¿Podía ocultar la reacción de su cuerpo? No se trataba de que su corazón latía con exageración pero si algo frenético, el acercamiento de ambos no era para pasarlo por alto y para colmo la situación del momento menos. Hacía mucho tiempo que Aurora no sentía unas manos masculinas sobre su piel y jamás se imaginó que fuera Alonso el de la primicia y de la manera en que se había dado la situación. ¿Por qué lo estaba permitiendo?

Afortunadamente nadie más podía darse cuenta de lo que pasaba, Aurora se había puesto una chaqueta por lo fresco de la noche y eso le cubría, además a simple vista todo parecía un abrazo común, no había nada de malo. Cuando Alonso hubo abrochado el sostén con la misma lentitud volvió a bajar las manos, ese recorrido lo excitaba más y haciendo alarde de su paciencia y caballerosidad se controló, llegó a la cintura de la chica y sacando las manos exhaló.

“Llegará el día en que esto no se quede como un deseo, espero llegue el día en que en vez de

ponerlo lo quite” —

pensó esperanzado, sonrió otra vez. Aurora abrió los ojos.

—Gracias —se limitó a decir, estaba avergonzada además de la sensación del momento, se había desconocido.

—De nada —él le levantó la barbilla y le dio un suave beso en la mejilla pero muy cerquita de los labios.

—Descansa —ella prefirió acelerar el paso, ya suficiente había tenido por una noche.

—Igual y Aurora… —la detuvo a medio jardín cuando ella caminaba hacia su hermana, lo miró con valor—. Todavía tenemos una cena pendiente.

—Ya cenamos en mi casa —se defendió ella.

—Eso no cuenta, aún tenemos una cita —insistió él.

“Necio”

—pensó Aurora sonriéndole y caminando de nuevo hacia el auto de Minerva.

Abrió la puerta y se metió. Minerva la miraba con una expresión confusa.

—¿Qué es eso que acaba de pasar? —preguntó la mayor de las Warren.

—¿El qué? —contestó Aurora con otra pregunta mirándola con disimulo a la vez que se ponía el cinturón.

—Hablaron mucho ustedes dos, ¿o es que acaso te ibas a quedar a dormir con él? —encendió motores.

Aurora dio gracias a Dios porque no se percató de lo demás.

—¡Minerva! ¿Cómo se te ocurre…?

—Ay sólo fue una idea, pero soy tu hermana y te conozco.

—Tuve que rogarle y convencerlo de que fuera al médico mañana, ese golpe de la espalda me preocupa y su mano también, temo que tenga alguna fractura —le contestó de lo más tranquila y respirando aliviada.

—Y por lo visto haciéndose el de rogar ganaba tiempo —arrancó.

—¿Tiempo para qué?

—Para seguir teniéndote tan cerca —sonrió.

Aurora negó sonriendo también, al menos lo que pasó sólo se quedaría entre ella y Alonso aunque sabía que el no ir al médico a tiempo le podría traer consecuencias, hay cosas para las que no se debe dejar pasar el tiempo.

*****

Tras recordar lo que fue esa noche Aurora se había quedado dormida por fin sin darse cuenta pero también, se había despertado alterada y levantado a las dos y treinta minutos de la madrugada, jadeante, sudada… y muy, muy mojada por donde ella menos se imaginaba, tanto así que tuvo que meterse al baño y darse una ducha fugaz. No se creía lo que le había pasado y saliendo con otra bata más fresca apenas y secándose la piel se acercó a su mesa de noche a beber un poco más de agua.

Estaba muy sedienta.

Mordiéndose los labios recordó lo que acababa de pasarle, no quería reconocerlo porque como sea le avergonzaba un poco pero era la realidad y no podía negarla, había tenido un sueño erótico pero no sólo con uno —que no hubiera sido de extrañarse— sino con dos, tanto Maximiliano como Alonso se habían encargado de darle una excitante sesión de placer que casi la hacen estallar sin saber qué nombre gritar. Primero sintió a uno, Maximiliano la sujetaba por la espalda mientras sus labios adoraban su cuello y sus manos inquietas acariciaban su cuerpo a través de la seda de su camisón, según cómo ella lo recuerda estaba lista para entregarse a él vestida de esa manera y ella, podía sentir como su espalda pegaba a su fuerte pecho y su trasero rozaba lo que ya se erguía para ella. Sus jadeos no se hicieron esperar al sentirlo y saboreándose se dio a la tarea de acariciar su cuello también. Rindiéndose a él permitió que la boca de Maximiliano buscara la suya y comenzaran a beberse a la vez que él estrujaba uno de sus pechos con una mano y con la otra levantaba la seda para buscar algo más. La suavidad de esos labios le parecía exquisita a Aurora y sintiéndolo, adivinando sus intenciones le facilitó el camino abriendo más las piernas porque deseaba sentirlo también y cuando él llegó a su destino hizo un poco de presión, haciendo que ella se liberara de su boca para jadear, él volvió a besar su cuello y cuando ella reposaba su cabeza en su hombro de pronto sintió otras caricias en su rostro y cuello y seguidamente, otros labios que también la besaban con suavidad. Abrió los ojos asustada al sentirlo en el sentido contrario a la cabeza de Maximiliano que acariciaba y lo que vio era para no creerlo, cuando el hombre se separó de ella un momento lo miró, era Alonso que coqueto le sonreía y ella incorporándose al reaccionar creyendo que Maximiliano iba a enfurecerse fue sujetada por ambos quedando en medio de los dos, uno adelante y el otro atrás, menudo sándwich parecía pero para ellos con seguridad muy apetitoso. La erección de Maximiliano la saludaba por detrás y la de Alonso por delante, supo que ellos tenían pleno conocimiento de lo que pasaba y que juntos la deseaban disfrutar. ¿Iba a poder con el paquete?

¿Estaba dispuesta a tener sexo con los dos a la vez? ¿Qué iba a hacer? Dejarse llevar y experimentar lo que su cuerpo ya comenzaba a exigirle, estaba excitada por las caricias de uno pero sentir al mismo tiempo las de otro no sabía cómo afrontarlo. De pronto se sintió caer en la cama siendo adorada por los dos y embriagada por esa fragancia masculina de ambos que comenzaba a poseer sus sentidos, ambos hombres estaban sólo en bóxer y ella en su camisón corto por lo que al acostarse, Maximiliano que estaba a su cabeza le levantó los brazos y Alonso que estaba entre sus piernas comenzó a levantar la seda que Maximiliano se encargó de sacar por encima de su cabeza, así quedaba expuesta y desnuda para ellos. El médico se inclinó a ella para besarla otra vez al mismo tiempo que acariciaba sus pechos y Alonso que lentamente le besaba el estómago, bajó a su vientre acariciando su piel con la nariz a la vez que le quitaba el panty haciendo que ambas piernas quedaran en sus hombros. La chica no dejaba de temblar debido a su excitación, ni fue consciente de sentirse completamente desnuda por el calor que ambos le daban, sentir cuatro manos fuertes y muy masculinas acariciándola toda era el paraíso de una mujer. Gimió con fuerza cuando sintió los dedos de Alonso penetrándola luego de acariciar sus labios íntimos y de esa manera, se arqueó haciendo que a su vez, sus pechos se tensaran cuando Maximiliano le daba pequeñas mordidas a sus pezones.

No sabía a qué sensación o a qué hombre darle la prioridad, pues en todo caso ambos le estaban dando un excitante placer y más, cuando sintió una lengua recorrerla toda. Volvió a arquearse buscando respirar a la vez que se mordía los labios pero ver la sonrisa de Maximiliano la desconcertaba, quien estaba saboreándola era otro y ella sin poder detener sus jadeos notaba que era eso lo que satisfacía al médico y no tardaría en tener su turno, así que esperaba con paciencia sin dejar de acariciarla. ¿Era voyerista? Aurora sentía que su cuerpo ardía y deseaba preguntar muchas cosas pero la sensación la hacía callar, no era momento para hablar sino para sentir y el lenguaje de su cuerpo hablaba por sí solo. Sintiendo que ella tenía la respiración entrecortada, Alonso salió para volver a estimularla, al ver su cara Maximiliano volvió a reír, esos gestos iban a derretirla como la mantequilla al pan caliente. En ese momento miró como él se quitó de encima de ella y bajando la mirada, su horizonte era Alonso quien sujetándola de ambas manos la hizo sentarse y luego hincarse en la cama. La sujetó de la cintura y posesionándose de su boca con ímpetu hizo que abriera la misma para él y que sus lenguas jugaran un momento, permitiéndole a él hurgarla toda y haciéndole sentir su propio sabor. Luego de besarla la giró de espaldas a él para acariciarla como lo estaba haciendo Maximiliano al principio, ¿por qué se dejaba dócilmente hacer todo eso? ¿Era un juguete sin voluntad y a merced de esos dos? ¿Por qué le gustaba y lo disfrutaba? Las manos de Alonso volvieron a estremecerla cuando se detuvo en su sexo haciéndola brincar y gemir cuando de nuevo hundió un dedo en ella. ¿Iba a soportar la excitación de su cuerpo y las violentas descargas de placer que sentía? El calor entre ellos se extendía por toda la habitación y no sólo eso, el vaho de sus propios cuerpos los marcaba sellándolos para que no olvidaran el momento sexual que disfrutaban en la justa medida, como un perfecto triángulo equilátero y cuando ella abrió los ojos fue al médico a quien miró que por fin se desnudaba mostrándole lo que tenía. Abrió también la boca asombrada intuyendo la continuación de esa escena, mientras Alonso la pegaba más a él ensartándole su miembro en el trasero, apretándole ambos pechos y dándole un leve mordisco a su cuello. Aurora no estaba segura de contener la sensación orgásmica que comenzaba a envolverla, solamente con ese breve preámbulo. La visión de Maximiliano desnudo, hizo que de un solo golpe se le secara la garganta y pensando en desear beber algo refrescante que la hiciera saborearse en ese momento como distracción reaccionó, su sed iba en aumento cuando con su mirada recorrió cada movimiento del médico sabiendo con certeza lo que iba a pasar. Maximiliano se había acostado para que ella quedara en medio de sus piernas y ella, sintiendo que Alonso también se quitaba su bóxer a la vez que la inclinaba hacia adelante ya no le quedaba duda. Una corriente eléctrica pero de fuego ardiente le atravesó todo el cuerpo arrancándole gemidos, al sentir como Alonso jugaba en su entrada a la vez que el médico le acariciaba la mejilla y el cabello, porque a centímetros de su cara un enorme y bien erecto pene la esperaba en clara invitación; Maximiliano sujetó una de sus manos e hizo que lo tacara y la sensación que la embargaba por todas partes la hizo jadear otra vez, él esperaba que Aurora le hiciera sexo oral mientras era penetrada al mismo tiempo por Alonso.

Tal fue el efecto del sueño que terminó cayéndose de la cama sin saber cómo, despertó con el corazón bombeándole por todo el cuerpo y éste mismo le temblaba completo. Jadeaba sin parar y sin encontrar el suficiente oxígeno que la estabilizara, estaba empapada de sudor haciendo que la seda se le pegara a la piel y con una sed exagerada que sin saber qué más hacer buscó su jarra de agua y se sirvió un poco, se la bebió de un solo con tal desesperación que el líquido salió por la comisura de su boca, corriéndole por el cuello hasta bajar por sus pechos, aquello lo sintió delicioso. Cuando pudo tranquilizarse notó cómo la mano que sostenía el vaso temblaba, su cuerpo entero estaba trémulo por la excitación y sujetándose la cabeza se sentó en el mismo suelo reclinando su espalda en la cama.

¿Qué diablos había sido eso? ¿Sexo de tres? ¡¿Había tenido a Maximiliano apretándole los pechos mientras la besaba y a Alonso deleitándose entre sus piernas?! ¿Cómo era posible que hubiese podido soñar de esa manera? ¿Tan deseosa estaba como para llegar a ese extremo? ¿Ella? ¡¿Ella?! Pensaba gritándose a sí misma a modo de reprenderse, ¿desde cuándo daba rienda suelta a sus deseos?

¿Deseos? ¿Realmente estaba bien de la cabeza como para desear un trío? No, no estaba bien y no sabía qué fregados le había pasado, se desconocía, esa no era ella, una cosa era desear estar con alguien, con uno a la vez ¿pero con dos? Era como para infartarse de placer, además sabía que no sería posible conceder un deseo así ni por el genio de Aladino, ni Maximiliano ni Alonso —que no se conocían— iban a estar dispuestos a compartirla y menos de esa manera, no eran de esa clase de hombres, ¿por qué soñó así entonces? ¿Era problema de ella? Se llevó una mano a la boca, ¿por qué los asoció? ¿El acercamiento que había tenido con ambos durante el día le produjo eso? ¿Algo reprimido en ella? Ni loca iba a reconocerlo y menos a hablarlo con alguien.

—¡No! —Se dijo molesta poniéndose de pie como pudo porque las piernas las sentía de gelatina—. Qué deseos ni que polainas, esa no soy yo como tampoco es la falta de sexo que me tiene así.

Sacudiendo la cabeza caminó molesta al baño, estaba mojada por los cuatro costados y con el sexo palpitante, una ducha le iba a ayudar a la sofocación que sentía. Cuando se miró al espejo fue lo chistoso, abrió los ojos de par en par para enfocarse bien y terminar de despertarse, ¿esa era ella?

Tuvo que encender todas las luces para constatarlo, estaba tan colorada como los tomates maduros.

—Bueno, pudo haber sido peor —insistió resignada, desnudándose y metiéndose a la regadera—. Si Ethan hubiese aparecido en escena no sé lo que habría pasado pero al menos, tampoco apareció otro a arruinarme el sueño y eso lo agradezco. Hubiera sido el colmo.

Pensar en el último hizo que se molestara y que el “libido” se le bajara hasta el suelo. De esa forma terminó de bañarse y calmarse.

Sonrió luego de recordar todo y acostándose de nuevo suspiró. Ni en los mejores sueños de Ariadna le hubiese pasado lo mismo, ¿habría superado a su gemela? Aurora se asustaba porque se desconocía en esa faceta, ¿sería alguna fiera dormida? Sacudió la cabeza otra vez, no estaba en sus planes comprobarlo aunque sabía que tarde o temprano debería hacerlo.

 

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