Aurora

Aurora


Capítulo 9

Página 12 de 52

Capítulo 9

Pasadas las tres de la tarde Aurora llegó a la agencia, se sentía más viva y constataba que la inyección le estaba ayudando de manera inmediata. Ya había hecho lo que tenía pendiente en el banco y debía reunirse con su administradora y contadora por la suma que se les había dado para el evento y llevar un estricto control sobre los gastos que iban a tener debido al viaje. Rebecca le dijo lo que había sido la reunión y ya todos los involucrados estaban sabidos y preparándose para lo mismo, por lo que sintiéndose aliviada y satisfecha decidió volver a su casa y seguir descansando, pero no esperaba saber de la visita que de improviso le había llegado justo cuando pensaba salir.

—Señorita Warren una persona vino a buscarla en la mañana —le hizo saber su recepcionista.

—¿Quién? —preguntó presintiendo que podía ser el médico.

—Una mujer muy elegante.

—¿Elegante? —repitió—. ¿Te dijo su nombre?

—No quiso.

—¿Qué no quiso? —insistió.

Amy se encogió de hombros.

—Se ve que es una mujer muy fina, tanto así que viste trajes de algún exclusivo diseñador, o al menos el que andaba estoy segura que era de Valentino, también usa sombrero, guantes y hasta la acompaña un guardia y chofer. Anda en algo parecido a una limosina.

—¡¿Qué?! —tanto Aurora como Rebecca abrieron los ojos asombradas, ya que ésta segunda no sabía de esa visita.

—Pues si regresa recíbela amiga —le dijo Rebecca—. Si es la elegancia andante seguramente se baña en billetes, no por nada viene a aparentar. Fue una lástima no saberlo yo, la hubiera atendido al menos para saber lo que quería.

—Rebecca… —Aurora miró a su amiga por el interés que demostraba.

—Ya sé pero ni modo, así soy, agradece la suerte que nos ha caído. Primero el guapo canadiense y ahora esta mujer, seguramente quiere algo muy lujoso para alguna fiesta, tal vez alguna boda muy pomposa, ojalá vuelva.

Aurora no dejaba de ver a su amiga y luego se volvió a su recepcionista.

—Amy ¿habías visto antes a esa mujer?

—No señorita, nunca, hasta me atrevo a asegurar que no es de Ontario, no lo parece.

—Pues si le interesa nuestros servicios volverá, el problema es el viaje que tenemos en puerta. Si regresa cuando yo no esté, dile que me deje sus datos para comunicarme yo con ella personalmente después.

—Está bien.

Amy volvió a lo suyo y Aurora se quedó un momento pensativa.

—¿Creíste que era el doc el que había venido? —sonrió Rebecca acompañando a su amiga hacia la salida, conociendo ya los pormenores del asunto de las flores.

—Becca…

—Ay sí lo pensaste, reconócelo.

—Pues sí, no lo niego.

—Es lindo.

—Ya sí, no empieces.

—Admítelo.

—Becca querida. —Aurora giró sobre sí misma para ver a su amiga—. Te sugiero que termines con todo lo pendiente y nos hablamos en la noche, ¿te parece?

Rebecca sabía que Aurora prefería cambiar de tema que hablar de hombres.

—Ok —alzó las manos rindiéndose y muy sonriente—. Sigue descansando—. Se despidió dándole un beso en la mejilla y caminó a su oficina.

Aurora sacudiendo la cabeza por las ocurrencias de su amiga salió de la agencia para entrar a su coche. Antes de encenderlo meditó un momento ese asunto, cavilaba en agradecer o no las flores, si no lo hacía su imagen quedaría mal ante el médico que buscó una manera de seguir disculpándose y si lo hacía era posible que él insistiera con el cuento y no se lo quitara de encima.

—¿Qué hago? —se preguntó en voz alta al encender su auto.

Lo único que se le ocurrió de momento fue dar la vuelta hacia el local de la clínica y ver si él estaba ahí, si no estaba —lo cual rogaba— pues ya había salido de esa responsabilidad al buscarlo y agradecerle y si estaba pues ni modo, simplemente darle las gracias y ya.

—Eso es todo —se dijo mientras manejaba—. Un simple gracias y ya, salgo de este asunto y adiós.

Dio la vuelta y se estacionó al otro lado, miro a través del polarizado de sus vidrios que ya el lugar si tenía forma de clínica y hasta el rótulo en madera lo tenía ya encima de la entrada principal y otras letras pintadas en el vidrio exterior que decía “pet shop” decoraba el ala destinada —lo que ella supuso— a la venta de mascotas, medicinas, alimentos y esas cosas. Alzó las cejas al notar todo y dudó en salir y verlo, sabía que no sólo debía agradecerle el arreglo sino también pedirle una disculpa por lo grosera que había sido, cosa que no le hacía gracia pero para su fortuna de no querer verlo ni tratar con él en persona, miró que en el rótulo de madera ya estaba disponible un número de teléfono y se apresuró a anotarlo en su móvil, prefirió llamar y de esa manera salir del asunto lo más rápido posible.

—Una llamada será mejor, así no lo veo, tampoco dejo que los trabajadores me miren otra vez y no tengo que darle más vueltas al asunto —se dijo con tranquilidad marcando el número—. Tranquila Aurora, relájate y solamente limítate a agradecer, eso es todo y tan, tan, asunto olvidado.

Esperó un momento manteniéndose firme y sin titubear, como sea no dejaba de sentirse avergonzada por su actitud frente a él.

—Hola, buenas tardes —un hombre contestó al otro lado y Aurora por inercia se sentó derecha en el asiento de su auto haciendo que el cinturón de seguridad le estorbara en sus pechos.

—Buenas tardes, me comunica con el doctor por favor —habló de manera normal sin poder recordar el apellido del hombre.

—Con él, pero le aviso que la clínica iniciará labor hasta el sábado. ¿Quién llama?

—No llamo por un servicio veterinario, soy Aurora Warren doctor y lo llamo para… agradecerle la gentileza que tuvo al mandarme unas flores, no eran necesarias.

Maximiliano se quedó rígido al escuchar a la mujer de la que deseaba tener noticias, sin quererlo se puso nervioso y acercando una banca de metal y cuero se sentó para poder hablar con calma y lo más natural posible. Aurora por su parte miraba hacia la clínica intentando ver en su interior a través de los cristales pero no miraba la silueta del hombre por ninguna parte, seguramente estaba en alguna habitación.

—Señorita Warren no sabe el gusto que me da… y yo no… podía dejar las cosas así —continuó él—. Era necesario disculparme por lo que pasó y me alegra que las haya recibido, espero sean de su agrado.

—Están preciosas pero no eran necesarias, además yo fui muy grosera con usted y también le debo una disculpa por mi comportamiento.

—No, no se preocupe, el culpable fui yo que no la vi y eso es algo que me avergüenza mucho y para colmo parece enferma, lo siento.

Maximiliano se alcanzó una hoja de periódico y con un marcador permanente que tenía detrás de la oreja anotó con rapidez el número que le mostraba la pantalla de su teléfono, sabía que era un móvil privado y era el de ella, no iba a desaprovechar la oportunidad de tenerlo.

—Yo tampoco fui cuidadosa y también tuve la culpa y sí, estoy un poco resfriada pero se me pasará.

—Igual espero se recupere y… le agradezco el que me llamara para aclarar la situación, me siento un poco más aliviado, espero que… —cerró los ojos y se rascó la cabeza—. Que podamos comenzar de nuevo como buenos vecinos y… poder llegar a ser amigos al menos, yo estoy a la orden para lo que necesite.

“O conocerte aún más”

—pensó él mismo rogándole a todos los dioses habidos y por haber que sus deseos se hicieran realidad.

Aurora evitó tensar los labios cuando le escuchó decir eso, era necesario cortar ya la llamada.

—Igual doctor, le recuerdo que tengo una agencia de eventos la cual está a su disposición para lo que quiera —prefirió irse por la vía laboral—. Y ya debo irme, sólo lo llamé para agradecerle su gesto, le deseo muchos éxitos en… su clínica y profesión.

—Gracias señorita Warren, será un placer contar con su asesoramiento llegado el momento y gracias también por su iniciativa, no sabe lo aliviado que estoy.

—Me alegra, pase feliz tarde.

—Igual, feliz tarde y cuídese, repose el malestar.

—Lo haré, gracias, adiós.

—Adiós.

Maximiliano susurró ese adiós de una manera que hasta el mismo desconoció, su timbre de voz cambió y aunque había hablado con ella, hubiese deseado más verla cara a cara. Miró el número que había anotado y rompiendo el pedazo de papel lo guardó en la bolsa de su buzo, luego lo iba a verificar.

—¿Sólo un trato laboral? —se preguntó un poco decepcionado frunciendo el ceño y acomodándose sus lentes.

Al menos ya tenía el número de su desvelo y sabía que ese sólo podía ser un principio, sonrió algo satisfecho y silbando volvió a su labor de terminar con los estantes.

Aurora por su parte soltó todo el aire y se reclinó en su asiento sujetando a la vez el volante, ya había hablado con él, le agradeció lo de las flores, ya se disculparon, ya habían quedado en algo parecido a una amistad y nada más.

—Sólo un trato laboral y ya —afirmó Aurora en voz alta como si supiera los pensamientos del médico mientras guardaba su móvil en su bolso.

Sintiéndose más tranquila encendió su auto y como si nada, manejó hasta su casa. Deseaba meterse a su cama y descansar la gripa otra vez pero con algo de paz.

Esa noche después de cenar con Diana antes de acostarse decidió arreglar su equipaje y dejarlo listo para el día siguiente. Iría sólo medio día a la agencia, ella y todos los que iban a Los Ángeles tendrían la tarde libre para poder arreglarse y regresar pasadas las cuatro, para verse todos en la agencia y salir desde allí rumbo a la metrópolis así que escogió una maleta pequeña y un bolso de mano. Buscó en su armario ropa casual y también el uniforme a usar durante el evento que los haría distinguirse a todos, llevaría sólo tres pares de zapatos sin olvidar sus adoradas y cómodas pantuflas para descansar en el hotel, su ropa de dormir y accesorios personales y de aseo. Aurora era práctica y a diferencia de Ariadna, no se quebraba tanto la cabeza en indecisiones, sabía sus prioridades al momento de empacar y por eso pronto su equipaje estuvo listo y dejándolo a un lado del sofá de su

habitación se sentó un momento para revisar sus correos. Recordó que aún no le enviaba nada a Ethan y buscando el email de su asistente era lo primero que iba a hacer. Abrió su bandeja y observando todos los emails en respuesta a lo que había solicitado hubo uno que le fue totalmente desconocido y que la hizo fruncir el ceño.

—¿Y este email? —Se preguntó con curiosidad puesto que no estaba entre los contactos que tenía de la agencia y dudaba en abrir—. No conozco a esta persona —insistía acariciando el puntero sin decidirse a abrirlo o no, aunque no estuviera entre los correos no deseados cosa que si hubiera hecho que lo ignorara.

Sacudió la cabeza y preparó los documentos que iba a enviarle al empresario, él era lo primordial por el momento así que comenzó a escribir.

“Apreciado Sr. Anderson:

Disculpas por enviar este email tan tarde ya que mi día ha sido bastante ocupado

dedicándome al evento que solicitó.”

Obviamente iba a omitir su resfriado, su estado de salud no era excusa pero tampoco le interesaba a nadie así que continuó.

“Le adjunto algunas de las cotizaciones hechas directamente tanto en mobiliario, equipo y

alimentos, como también le envío los datos del lugar donde se llevará a cabo su evento para que

sus invitados lo sepan con tiempo. Se trata de un centro de convenciones en un resort en las

afueras de Los Ángeles, un prestigioso lugar que espero sea de su agrado y esté de acuerdo a su

altura. Mañana seguiremos trabajando para ultimar detalles en cuanto al menú y la decoración.

Mi equipo y yo nos trasladaremos hasta la ciudad por la tarde en donde personalmente,

supervisaremos todo haciendo las reservaciones correspondientes y trabajar en instalar todo.

Cualquier duda o sugerencia no dude en hacérmelo saber para así, proceder a hacer los cambios

antes del sábado por la mañana.

Sin más por el momento pase feliz noche y de nuevo gracias por la confianza en nuestra

agencia.”

Aurora terminó de escribir el email con todo el protocolo y luego de adjuntar los documentos lo envió, esperaba que a primera hora tuviera una respuesta. Cuando volvió a la bandeja de entrada miró de nuevo el email del desconocido, se puso de pie y caminó al tocador para buscar la tarjeta del médico pero por el nombre se dio cuenta que no era él, regresó a sentarse en su escritorio y comenzó a cavilar.

—¿Quién será este tipo? —Se preguntaba—. ¿Algún cliente que desee nuestros servicios?

No podía evitar fruncir la frente y antes de abrir el email se alcanzó un vaso con agua y se tomó una de las pastillas que le había dado la doctora. La tragó con paciencia sin dejar de pensar en ese nombre que le era desconocido, así que sin darle más vueltas al asunto lo abrió.

De: Alonso Quintana F.

Para: Aurora Warren

Asunto: Disculpas

Fecha: Junio 20 2013 14:15 p.m.

Hola Aurora, espero que estés bien y me recuerdes, disculpa mi atrevimiento pero iré directo al grano sin tanto rodeo.

—¿Alonso Quintana F.? —Se dijo la chica—. ¿Y este quién es para hablarme con tanta confianza?

Frunciendo la frente siguió leyendo:

»Para comenzar déjame decirte que desde que te conocí ayer te instalaste en mi cabeza sin

querer salir de ella y no te culpo, o tal vez sí, eres inolvidable y por ese motivo no puedo o mejor

dicho, no quiero que salgas de mi mente así que eso si es culpa y necedad mía, pero eres lo único que distrae mi mente en estos momentos y prefiero recrearme así.

—A vaya, que directo es este tipo, ¿pero cómo que nos conocimos ayer? —volvió a preguntarse Aurora rozando su sien y siguió leyendo:

»No quiero molestar y ser inoportuno pero hay un asunto que no puedo dejar pasar por alto porque a todos nos envuelve, aunque sea de manera indirecta y por eso me atrevo a hablarlo

contigo, porque a estas alturas sé que ya lo sabes. Mis tíos Andrew y Emma están muy mal por lo

que pasa con Lucas y como familia, nosotros los Quintana Farrell estamos con ellos aunque

también nos avergüence lo sucedido.

—¿Pero qué? —Se retorció en la silla reaccionando por fin—. ¿Quintana Farrell? ¿Este tipo es pariente de…? —sintió que la sangre comenzaba a hervirle y decidió hacer memoria, lo recordaba, era el chico del aeropuerto en L.A. el guapo de ojos verdes que la había confundido con su gemela.

Se calmó y siguió leyendo.

»Por favor no nos juzgues por lo que este imbécil hizo, no sólo por lo estúpido que fue con tu hermana sino por el semejante peso que tiene encima y que para colmo, nos hace cargar

también a todos y es el que sea sospechoso de asesinato que si bien tengo entendido, la víctima se

trata de la hija de una mujer que tiene un alto puesto justo donde trabaja tu hermana. Desearía

que se tratara de una broma de mal gusto pero por desgracia no lo es y esto, sólo confirma lo

extremadamente pequeño que es el mundo o que el destino realmente se burla del ser humano.

»Como ya te imaginarás todos como familia no estamos bien porque esto nos afecta de una u otra manera, sólo apelo a tu sensatez y te pido que no te alejes de la familia sólo por esto, ¿lo

sabe ya Ariadna? Por favor te pido que me dejes estar en contacto contigo al menos, sin que

llegues a compararme con Lucas que demasiada vergüenza siento ya.

»Espero acabar con algunos asuntos pendientes aquí en la universidad para tomar el primer vuelo a Ontario que encuentre, mi deber es apoyar de manera presencial a mi familia aunque no

sirva de nada pero si algo bueno sale de esto para mí será el que al menos me permitas verte,

tratarte y tener tu amistad para demostrarte que soy diferente. Lo único que él y yo tenemos en

común es el apellido Farrell, nada más.

Quedo a la espera de tu respuesta.

Saludos y gracias por la atención.

Alonso Quintana F.

Aurora se quedó rígida frente al monitor sin saber qué hacer. Para comenzar, Alonso consiguió contactarse con ella a través del email de la agencia —para la gerencia— que obvio no era un secreto de estado habiendo una página web que la publicitaba y decía claramente a los interesados a dónde ponerse en contacto, así que no podía quejarse por eso. En segundo lugar sin titubeos ni preámbulos como dijo fue directo al grano y sin más rodeos le confesó —parcialmente— que no había dejado de pensar en ella, cosa que la hizo exhalar con lentitud y en tercer lugar le comentaba a manera de desahogo lo que pasaba con su familia, teniendo la seguridad de que ella tenía conocimiento del asunto.

De: Aurora Warren

Para: Alonso Quintana F.

Asunto: Re. Disculpas

Fecha: Junio 20 2013 22:35 p.m.

Hola señor Quintana, debo reconocer que su email me ha sorprendido mucho como también le hago saber que dudaba en leerlo.

Tiene razón al imaginar que me puedo mostrar esquiva con usted, creo que le quedó bien

claro ese asunto en L.A. desgraciadamente me es muy difícil no asociarlo con su primo y como se

dará cuenta, es algo que me molesta mucho. No se trata de “sudar calenturas ajenas” pero

entienda que se trata directamente de mi hermana, de mi otro yo y por consecuencia me duele

demasiado. Ariadna está muy feliz en Europa, gracias a Dios se ha sabido recuperar y está

continuando con su vida como debe ser, puede decírselo a él si quiere.

En cuanto a lo que pasa sí, si lo sé ya, pero no puedo hacer nada, no voy a decírselo a mi

hermana porque ella tampoco nada puede hacer. Él la alejó de su vida mandándola por una

coladera, pues ahí que vea él como le hace en su atolladero ahora. Si le hablo con sinceridad, le

diré que me avergüenza demasiado también y quiero hacer de cuentas que ese hombre jamás tuvo algo que ver con la familia Warren que bien lejos del asunto desea estar. Ahora se trata del

prestigio de nuestra familia y como a mí me corresponde, es mi deber velar porque no se altere ni

se nos asocie solamente por una relación pasada que gracias a Dios es solamente eso, “pasada.”

Le aclaro que Ariadna no sabe absolutamente nada más que seguramente lo que pasó con la chica que como dice se trata de la hija de una compañera de trabajo y nada más, ella tiene una

agenda que cumplir en Europa y debe terminarla porque de nada le sirve venir a Ontario,

simplemente a un servicio fúnebre en el que nada tiene que ver. Disculpe mi frialdad e indiferencia

pero estamos hablando de personas adultas con la facultad de hacer las cosas en pleno uso de su

materia gris y no por algún retraso mental, así que para mí no hay ninguna excusa en este

asunto. Como ya se dará cuenta es algo que me molesta demasiado y no sólo por lo que su primo

le hizo a mi hermana en su residencia, sino por la aventura sexual vivida descaradamente y sin el

más mínimo respeto por parte de él, así que le pido por favor que no me vuelva a mencionar esto.

Que le quede a usted bien claro esto, entiendo y compadezco a los señores Farrell que son

gente de bien, pero lo que pase con el imbécil de Lucas me importa un comino, porque lo que le

pasa son las consecuencias de sus propios actos. Estúpidas decisiones que parece, haberlas

tomado con los huevos en vez de usar su escaso cerebro.

Que pase buen día señor Quintana y le ruego no volver a mencionarme nada que tenga que ver con su primo, si usted decide venir a Ontario es cosa suya si cree que puede ayudar. Yo

prefiero mantenerme al margen porque si lo que desean es que Ariadna lo sepa pues lo siento

mucho, yo no se lo voy a decir para arruinar su estadía en Europa. Conmigo no cuenten para

eso.

Atte.

Aurora Warren

Gerente General de “Warren & Smith”

Agencia de Eventos.

Ontario, California.

 

—Lo que me faltaba —se dijo molesta enviando el email de vuelta—. Espero que me dejen en paz con eso, ya me están hartando y para colmo me amargaron la noche.

Se dispuso a apagar todo y meterse a la cama, necesitaba descansar.

—Lo siento Lucas pero esto no te lo voy a perdonar —insistía deseando tener frente a frente a su ex cuñado—. Es lo más bajo que le hiciste a mi hermana, por mí te puedes podrir en la cárcel si eres culpable.

Aurora sabía que su actitud no era correcta, el poco aprecio que tenía por Lucas —porque sabía cómo era de carácter y poco se soportaban— había desaparecido por completo, no sólo cuando hirió a su hermana tratándola mal y cancelando la boda sino cuando también supo de su aventura sexual en

la playa, olvidando tan rápido todo lo que supuestamente sentía por Ariadna. Lamentaba la situación de la familia y por el desprestigio que ahora tenían pero ella estaba decidida a no hablarlo con Ariadna, no al menos hasta saber un poco más fueran buenas o malas noticias.

 

Ir a la siguiente página

Report Page