Aurora

Aurora


15. Secretos desvelados

Página 22 de 27

»No mucho después, sin embargo, tu madre tuvo a Clara y pusieron la pequeña lápida en el cementerio para que tu recuerdo descansase para siempre.

—Lo sé. La he visto.

—Me hizo sentir fatal. Fui yo misma a verla y sabía que Dios me estaba mirando. No mucho después, empecé a enfermarme. Me empeoré más y más hasta llegar a como me ves ahora.

»Y ahora tú has vuelto y estoy contenta —me dijo con un repentino brote de energía y fuerza—.

Tú eres mi redención. Puedo hacer las paces con el Señor, sabiendo que he dicho la verdad. Lo siento mucho también. No puedo arreglar el mal, pero puedo decirte que me arrepiento de cualquier participación que tuve en ello.

»Eres demasiado joven para apreciar lo que significa el perdón, niña, pero de verdad espero que algún día encuentres en tu corazón el perdón para la vieja y enferma Lila Dalton —me dijo sonriendo suavemente esperanzada.

—Usted no es la que tiene que pedir perdón, Mrs. Dalton —repliqué—. Usted creyó en aquel momento que estaba haciendo lo correcto, incluso algo que sería lo mejor para mí. Pero —añadí con los ojos ardiendo—, Ormand Longchamp no tendría que estar encerrado en esa cárcel cargando con toda la culpa.

—No, supongo que no.

—¿Diría usted la verdad ahora si se lo pidiesen? —pregunté esperanzada—. ¿O aún tiene miedo de lo que pudiese suceder?

—Estoy demasiado vieja y demasiado enferma para seguir teniendo miedo de nadie ni de nada —me contestó—. Haría lo que sea necesario para hacer las paces con Dios.

—Gracias —le dije poniéndome en pie—. Por contármelo todo. Siento que esté tan enferma y espero que esto le haga sentir mejor.

—Eso es algo muy dulce por tu parte, niña. Curiosamente —dijo cogiéndome la mano y mirándome— eres la nieta que Mrs. Cutler más hubiese deseado tener y eres la que regaló.

Ir a la siguiente página

Report Page