Aurora

Aurora


16. Conversaciones privadas

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Lo ignoré y después de un rato se molestó y se marchó. Finalmente pude estar sola con mis pensamientos. Acerqué la silla a la pequeña mesita, saqué una pluma y papel y empecé a escribir:

Querido Padre:

No importa lo que haya pasado, me doy cuenta de que siempre te llamaré Padre. Veo que te estoy escribiendo incluso antes de que hayas tenido la oportunidad de contestar a mi primera carta, pero quería que supieras que he sabido la verdad. He hablado con la mujer que fue mi enfermera, Mrs. Dalton, y después me enfrenté con mi madre, que lo confesó todo.

Entonces, hablé con la abuela Cutler y me lo explicó todo. Quiero que sepas que no te culpo a ti ni a Madre de nada y que sé que una vez que Jimmy sepa los detalles, se sentirá de la misma manera que me siento yo.

Me van a enviar a una escuela de bellas artes en Nueva York. La abuela Cutler se quiere deshacer de mí, pero es lo que he deseado siempre y creo que es mejor que me vaya de aquí.

Aún no sabemos dónde está Fern, pero espero que algún día vuelva contigo… su verdadero padre. No sé qué ha pasado con Jimmy todavía, pues se escapó de una malvada familia adoptiva y lo encontraron aquí y lo devolvieron. Quizás ambos os reunáis pronto. La abuela Cutler me ha prometido que hará lo que pueda para que consigas pronto una libertad condicional.

Siempre dijiste que te traía felicidad y que era un rayo de sol. Espero que esta carta te lleve alguna en lo que deben ser tus días más sombríos. Quiero que sepas que cuando canto, estoy y estaré pensando en ti y en tu sonrisa y en todo el amor que Madre y tú me disteis.

Con cariño,

DAWN

Sellé la carta con un beso y la metí en un sobre. La mandaría por la mañana.

Estaba realmente muy, muy cansada. Momentos después de que mi cabeza se apoyara en la almohada con los ojos cerrados, empecé a deslizarme hacia un sueño muy deseado. Los sonidos del hotel se desvanecieron rápidamente. Mi corta pero dramática vida aquí estaba llegando a su final.

Estaba siendo arrebatada de aquí, pensé. No estoy en el coche de Padre y no me estoy marchando en medio de la noche, pero vuelvo a estar en marcha, buscando, siempre buscando, un lugar al que pueda llamar hogar.

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