Atlantis

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Segunda parte » Capítulo 10

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Capítulo 10

Sentado en el asiento de tela roja, Dane recorrió el avión con la mirada. Los canadienses estaban sentados en medio de la cabina, cerca de Michelet y Freed. El tercio delantero estaba ocupado por un gran contenedor metálico de color verde, algo que Dane había visto antes: una bomba de dos mil doscientos cincuenta kilos diseñada para ser arrojada por la rampa trasera. Al estallar, despejaría una zona lo bastante amplia para que aterrizara un helicóptero. Las había visto arrojar antes, y hasta había estado en tierra cerca cuando estalló una de esas «cortadoras de margaritas», como las llamaban. La onda de choque le había levantado un metro del suelo.

Se concentró y miró a Sin Fen, sentada al otro lado de la cabina.

¿Cómo podemos hacer esto?

Ella clavó sus ojos oscuros en los de él, haciéndole saber que lo había «oído». Se levantó y se sentó a su lado.

—Será más fácil si hablamos —dijo—. Esta facultad es un salto atrás genético.

—Continúa —instó él.

—¿Sabes algo sobre la mente bicameral? —La respuesta negativa de Dane llegó inmediatamente a la cabeza de Sin Fen, que continuó—: Está bien, deja que empiece con lo básico para que lo entiendas. En primer lugar, eres zurdo, ¿verdad?

—Sí.

—Yo también. La mayoría de la población, por supuesto, es diestra. Lo que significa que el lado izquierdo de su cerebro es el hemisferio dominante, debido al cruce de neuronas en la base del cráneo. Así pues, formas parte del tres por ciento de la población, en la que el lado dominante de su cerebro es el derecho. Pero creo que tu caso aún es más excepcional, ya que, en cierto modo, ambos lados son dominantes, en el sentido de que trabajan coordinados de una forma mucho más eficaz que en una persona normal. —Ella debió de percibir su confusión, porque inmediatamente añadió—: Deja que retroceda un poco. La cuestión es en qué punto de su evolución el ser humano se distinguió de otros animales. Qué nos hace diferentes, por ejemplo, de un mono. Una persona ignorante diría que el acto de pensar, pero eso no es cierto. Todos los ejemplos evidentes del pensamiento están presentes en distintos grados en el mundo animal: el aprendizaje, la capacidad para conceptualizar. Es cierto que pueden ser muy básicos, pero están ahí, de modo que la línea divisoria tendría que ser arbitraria.

Dane se sorprendió escuchando, hipnotizado por los dos niveles de la conversación: el hablado y el otro nivel, más profundo, dentro de sus cabezas, donde sabía que ella estaba obteniendo más de él que él de ella.

—Están quienes piensan que creen que la gran diferencia es el lenguaje, pero hay varias especies que tienen un lenguaje rudimentario. Es un hecho reconocido que los delfines se comunican entre sí a cierto nivel. Y algunos monos utilizan unas ochenta señales o códigos…, comunicación, realmente.

»Existe también la teoría de que sólo rompimos con el mundo animal cuando fuimos capaces de comunicarnos extensamente con un lenguaje verbal, y dejamos de actuar como parte de un grupo para hacerlo como individuos. Pero lo que tienes que comprender es que el ser humano, en su origen, no poseía el lenguaje verbal, ni siquiera un sistema de comunicación verbal primario.

» ¡Espera! —exclamó Sin Fen, impidiendo que Dane la interrumpiera como era su intención—. Escúchame y sabrás todo lo que yo sé. Hay una teoría psicológica que es anterior a la de poseer un lenguaje verbal extenso, y que afirma que los primeros Homo sapiens se comunicaban a un nivel telepático, lo cual, aunque contribuyó a una defensa de grupo efectiva en un ambiente hostil, también retrasó el progreso, porque requería que el grupo permaneciera unido y, además, pensara más o menos lo mismo. Una vez que desarrollamos el lenguaje verbal, fuimos capaces de explorar y tener más iniciativa como individuos. Es en este momento cuando el hombre se separa del mundo animal.

»Lo interesante del caso es que el desarrollo del lenguaje no estuvo determinado tanto por factores externos como por la evolución física del propio cerebro humano.

Dane sentía a Chelsea apretada contra su pierna, y oía el continuo traqueteo de los motores del avión. Incluso era consciente de que Freed se movía por la cabina, sacando los paracaídas de sus envoltorios y preparándolos. Pero él estaba concentrado sobre todo en Sin Fen.

—Aquí es donde interviene la mente bicameral —continuó ella—. El cerebro humano está compuesto de dos mitades, que son casi idénticas, pero están muy poco conectadas entre sí. Los científicos creen que los dos lados se desarrollaron de ese modo para ofrecer distintas opciones a los procesos críticos de nuestro cerebro.

»Los centros del habla del cerebro están presentes casi en la misma proporción en los dos hemisferios, y sin embargo en el noventa y siete por ciento de la población sólo funcionan los del hemisferio izquierdo. ¿Qué ha ocurrido con los centros del habla del derecho? Siguen allí, tres áreas distintas que trabajan juntas para producir el habla: el área motor suplementaria, la menos importante; el área de Broca, en la parte posterior del lóbulo frontal; y el área de Wernicke, en la parte posterior del lóbulo temporal, cuya eliminación provoca una pérdida permanente de la capacidad de expresión oral coherente.

»En la mayoría de las personas estas áreas funcionan conjuntamente desde el hemisferio izquierdo para producir el habla, pero también están presentes en el derecho, aparentemente sin funcionar. Algunos creen que era en estos centros del habla del otro hemisferio donde residía la capacidad telepática. Inicialmente, los dos lados del cerebro humano estaban más conectados, y los centros del habla trabajaban en armonía, de modo que todos los hombres podían «hablar» unos con otros como lo hacemos nosotros. —Sin Fen sonrió, mostrando una dentadura perfecta y muy blanca—. Siempre has sido capaz de sentir cosas, hasta de oír «voces» que otros no oían, ¿verdad?

Dane hizo un gesto de asentimiento.

—Claro que, como el lenguaje verbal aún no estaba desarrollado, los mensajes que podían enviar eran muy básicos, apenas oleadas de emoción pura. Como advertencias de peligro a través de un ataque de miedo, por ejemplo. En cierto sentido era preciso el desarrollo de un vocabulario verbal para que el hombre incorporara al lenguaje la profundidad y la sutileza que nos ha permitido avanzar como especie. Pero al perder nuestra capacidad telepática, en cierto sentido también hemos retrocedido.

» ¿Te imaginas que los seres humanos hubieran vuelto al punto de partida? ¿Si tuvieran el lenguaje verbal y conservaran también la capacidad telepática? ¡Pues así somos nosotros!

«Nuestros centros del habla han experimentado el mismo desarrollo en ambos lados del cerebro. Y los dos hemisferios de nuestro cerebro están también mejor interconectados que los de una persona normal. He visto imágenes de resonancia magnética de mi cerebro y sé que es un hecho. De ahí que podamos comunicarnos telepáticamente y que tengas ese "sexto" sentido que tan útil te ha sido. Sencillamente, tu cerebro está funcionando a un nivel superior, es capaz de analizar un mayor número de datos sensoriales de una forma más eficiente que una persona normal.

Dane se quedó mirando a Sin Fen. Siempre había sabido que era diferente, pero como no tenía una idea muy clara de qué era lo normal, no había sospechado lo diferente que era en realidad.

—Todos los psicólogos fisiológicos —continuó Sin Fen—admiten que en el lado del cerebro que no interviene en el habla hay un área de Wernicke. Y en la mayoría de las personas puede eliminarse sin causar ningún problema. Pero algunos defienden que esa área que aparentemente no funciona es el centro de nuestra imaginación, el lugar donde oímos las voces de los dioses.

Dane se sobresaltó. Había oído voces dentro de su cabeza toda su vida, y sabía por la forma en que la voz de Sin Fen resonaba en su cerebro que no se refería a «dioses» en el sentido tradicional, sino a un orden más elevado de conciencia.

—Esta área no sólo te proporciona la capacidad para «hablarme» —prosiguió Sin Fen—, sino también otras muchas capacidades, de algunas de las cuales no eres consciente. Tienes parte del poder que los antiguos atribuían a los dioses.

Dane vio que Freed pasaba una mano por la línea estática que se extendía por el interior de la cabina, de la parte delantera a la trasera, para comprobarla.

—¿Qué tiene esto que ver con el lugar adonde vamos? —preguntó Dane, intentando llevar la conversación a un nivel que él pudiera manejar.

—No lo sabemos.

—¿Por qué hablas en plural? ¿Para quién trabajas?

Dane se sobresaltó al ver la imagen en la conciencia de Sin Fen justo antes de que cayera sobre ella una cortina mental.

—¡Foreman!

—¿Qué? —gritó Freed, con voz apenas audible por los ruidos del avión—. ¿Qué ha dicho?

Dane interrumpió la comunicación con Sin Fen, ganándose un ladrido de aprobación de Chelsea.

—¿Cómo dice?

—Ha dicho algo —gritó Freed.

—Nada —respondió Dane.

—Es hora de prepararnos para saltar.

Dane miró a Beasley, que en ese momento parecía muy poco entusiasmado con la perspectiva. Al ponerse de pie, proyectó sus pensamientos hacia Sin Fen:

Quiero saber toda la verdad. Los oscuros ojos de Sin Fen sostuvieron su mirada. Te diré todo lo que sé, pero no es gran cosa.

***

—¿Dónde está Mansor? —preguntó Ingram, agarrando a Ariana por el brazo y clavándole los dedos en los bíceps.

Ariana sabía que él temía que estuviera en estado de shock, pero aún no estaba preparada para volver a la realidad. Deseaba estar en estado de shock, olvidar lo que acababa de presenciar.

La habían arrastrado hasta el interior del avión tirando del cable coaxial. Levantó la mirada. El ver que la escotilla seguía abierta sobre sus cabezas tuvo el mismo efecto que si le hubieran dado una bofetada en la cara, haciéndola volver a la realidad.

—¡Cerrad la escotilla! ¡Cerradla! —gritó.

Lisa Carpenter subió de un salto al escritorio y la cerró.

—¿Qué le ha pasado a Mansor? —preguntó Ingram una vez más, mientras ella retiraba la mano de su brazo—. ¿Está fuera? ¿Salimos a buscarlo?

Ariana lo miró fijamente, reprimiendo la carcajada demencial que le subía por el pecho. Extendió los brazos mostrando la sangre que la cubría.

—Esto es lo que le ha pasado a Mansor. Esto es Mansor.

—¡Santo cielo! —exclamó Ingram, conmocionado.

—¿Qué hay del SATCOM? —preguntó Carpenter.

Ariana mostró el cable. Había sido cortado limpiamente. Tiró del cabo suelto y lo desenrolló de su muñeca. Le dolía por donde le había apretado, pero no era un dolor agudo, sino amortiguado. Tiró el cable al suelo y se desplomó en una silla giratoria.

Hizo balance de la situación, procurando dominarse. Sólo quedaban cinco con vida. Hudson estaba sentado en una silla, con sus piernas heridas en alto. Herrín se había acurrucado en un rincón y sus ojos vidriosos indicaron a Ariana que hacía tiempo que se había ido y no podía contar con él. Ingram parecía estar bien, pero la edad era un inconveniente. Carpenter parecía preparada, con sus musculosos brazos negros cruzados. Pero ¿preparada para qué?, se preguntó Ariana. Se llevó una mano a la cara, distraída, y la apartó pringosa y cubierta de sangre seca.

—Toma —dijo Carpenter, tendiéndole una toalla.

Ariana se limpió lo mejor que pudo.

—¿Qué ha pasado ahí fuera? —preguntó Ingram.

Ariana explicó lo ocurrido. Cuando hubo terminado, reinó el silencio.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Carpenter, rompiendo el angustioso silencio.

—Nada —dijo Ariana—. No vamos a hacer nada. Sólo esperar y rezar. Pero ni siquiera sé si eso servirá de algo, porque, que yo sepa, podríamos estar ya en el infierno.

***

Por mucho que Foreman detestara la burocracia, había ocasiones en que también la agradecía, así como la lealtad ciega que le profesaban quienes ocupaban los distintos recovecos del gobierno.

En esos momentos tenía un satélite conectado directamente con el representante de la Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO) del Centro de Pruebas del lago Groom, conocida en los medios de comunicación y entre los fanáticos de los ovnis como Área 51. Había dado la orden hacía veinte minutos, y la eficiente NRO había respondido con su habitual diligencia.

—El SR-75 está listo para despegar —informó el representante de la NRO.

—Adelante —ordenó Foreman.

El lago Groom se caracterizaba por tener la pista de aterrizaje más larga del mundo, construida sobre el lecho seco del lago. De once kilómetros de longitud, había sido el terreno desde el que se habían probado por primera vez aviones tan exóticos como el Stealth Fighter y el bombadero B-2.

Pero el avión que acababa de salir de un hangar gigantesco por orden de Foreman hacía que esos aviones más antiguos parecieran juguetes a su lado. De más de setenta y cinco metros de largo, casi la longitud de un campo de fútbol, y trescientos de ancho de un extremo a otro de sus alas en forma de V, el Penetrator SR-75 era la aeronave más avanzada construida por el hombre. Tenía la forma de un bombardero B-2 alargado. La tripulación estaba integrada por el piloto, el copiloto y el oficial de reconocimiento (RSO), sentado en un compartimento especial en la parte superior de la cabina de mando. En el interior del avión había sentado un cuarto hombre, esperando.

Tras la última orden de Foreman, el piloto del SR-75 accionó el acelerador de mano del motor turborreactor convencional y el colosal aparato empezó a deslizarse por la pista. Fue preciso que recorriera cuatro kilómetros para alcanzar la velocidad necesaria para que las alas delta se elevaran y las ruedas se despegaran del suelo.

Con el motor turborreactor funcionando a tope, el piloto siguió ganando altura y velocidad.

***

—Necesito que esté al tanto y me informe inmediatamente de cualquier cambio.

—Estaremos al tanto —respondió Patricia Conners, frotándose el entrecejo cansinamente y dirigiendo una mirada a Jimmy, sentado al otro lado del escritorio, que respondió con un gesto de asentimiento.

—Se lo agradezco —resonó la voz de Foreman en el altavoz de la oficina tras un breve silencio.

—No hay de qué. Me alegro de que alguien haga algo.

—¿Está conectada al MHV?

—A través de la NRO —respondió Conners—. Me haré con el control en cuanto lo lancen.

—Sólo dispondrá dé un disparo —recordó Foreman.

—Lo sé.

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