Asylum

Asylum


Capítulo Veintiuno

Página 25 de 44

Dan se encontraba frente a un gran espacio vacío. ¿Qué tan profundo era este lugar?

El frío que provenía de abajo era estremecedor. Su sudadera no era suficiente ni mucho menos; debería haber llevado un abrigo. ¿Y no podrían haber hecho las escaleras un poco más anchas? Un inspector de seguridad hubiera tenido un ataque al corazón: eran angostas, empinadas, con caídas verticales a ambos lados y solo una delgada vara como pasamanos para sostenerse.

Tomándose de la vara con una mano y llevando la linterna en la otra, bajó el primer escalón. Tres escalones, cuatro, diez. Cuando había bajado quince, llegó a un pequeño descanso, pero aún no podía ver el suelo si apuntaba hacia abajo con la linterna. Más y más escalones, inclinados en un ángulo de pesadilla, que llevaban a las entrañas del sótano.

Otro descanso, doce escalones más y, finalmente, llegó al pie de las escaleras. Apuntó su linterna hacia arriba y alrededor, y vio que la exigua luz no lograba alcanzar la parte superior o los lados de… ¿qué era, una cueva? ¿Una bóveda? No podía estar seguro, pero resultaba claro que era algo enorme. Tosió y escuchó como el sonido rebotaba y hacía eco durante un minuto completo antes de perderse.

Caminó lentamente hacia el gigantesco espacio. Había pilares de madera que iban desde el suelo hasta el techo. Aparte de eso, el lugar en que se encontraba parecía estar completamente vacío. Llegó a un arco cuadrado que conducía a otro espacio. De pronto, Dan sintió deseos de reír: se había asustado por la inmensidad del piso donde estaban las celdas y la oficina secreta del director, pero esto era increíble, algo que apenas podía concebir a pesar de estar viéndolo. Parecía un palacio. ¿Para qué podrían haberlo utilizado?

Pero esta era la última sala, tenía que ser la última. Apuntando con su linterna alrededor, encontró una caja metálica oxidada atornillada a la pared que estaba junto él. Abrió con cuidado la tapa frontal; las viejas bisagras rechinaron y el eco del sonido reverberó por la sala interminablemente.

Guau. Había interruptores en la caja, muchos. Accionó el más grande y fue recompensado con un leve sonido que se convirtió en un zumbido y luego en un estallido silencioso al encenderse las luces. Solo algunos de los focos funcionaban; uno explotó en una lluvia de chispas y vidrios rotos. Dan se agachó instintivamente y entonces se quedó boquiabierto.

Estaba en la parte superior de un anfiteatro de operaciones.

En el centro mismo de la sala, había una plataforma de madera elevada y en medio de esta se situaba una mesa de operaciones. Estaba cubierta con una sábana que había sido blanca, pero ahora estaba gris debido al polvo. La mesa tenía la cabecera acolchada y unas correas de cuero con broches que la dividían en tres. Alrededor de ella había algunas mesas más pequeñas, con ruedas, que sostenían instrumental quirúrgico.

Circundando la plataforma, había sillas en hileras escalonadas, como en un estadio. Las gradas. Como si observar una operación fuera algún tipo de entretenimiento…

Con un escalofrío, Dan se dio cuenta de que ya había visto esa sala también, en otra pesadilla. Al principio del sueño, él estaba sobre esa mesa.

Bajó lentamente por las gradas, atraído por la plataforma. Dio una vuelta completa alrededor de ella, con la mirada fija en la mesa. ¿A cuántos asesinos habrían tratado aquí? ¿Habrían atado a la pequeña Lucy para operarla mientras otros miraban? Dan pensó en la cicatriz que la niña tenía en la frente, la cual sugería que le habían realizado una lobotomía. Si había sido así y había sobrevivido, la pobre Lucy no habría tenido una gran vida.

¿Por qué demonios construirían un anfiteatro de operaciones a esa profundidad? ¿Estarían intentando esconder algo?

Un pequeño escritorio y un fichero al fondo de la sala llamaron su atención. Los habían empujado hasta un rincón en las sombras, como para que pasaran inadvertidos. El corazón de Dan se aceleró. Si operaban pacientes en ese lugar, si a Lucy Valdez la habían operado aquí, seguramente habría registros de ello. Si tenía suerte, esos registros no se habrían perdido en el caos cuando Brookline cerró.

Pero, a medida que se acercaba al fichero, comenzó a sentirse atontado, como si tuviera la cabeza llena de algodón. Parpadeó una vez… dos veces… Ya no sentía que el suelo estuviera tan firme.

Estaba de pie frente a la mesa, listo, confiado. Este era su momento. Tenía público y no decepcionaría a sus espectadores. Esta era su oportunidad para demostrar que sus métodos, aunque fueran poco ortodoxos, funcionaban. Era el director, era el padre en quien la familia de Brookline confiaba, estricto pero, a fin de cuentas, justo. Daniel miró su bata blanca y el instrumental en sus manos, desinfectado y reluciente. Todo estaba listo.

Todos estiraban el cuello para ver mejor. Frente a él, amarrado a la mesa de operaciones, había un joven al que le gustaba incendiar cosas. Cuando Daniel parpadeó, había alguien más sobre la mesa, otra persona que necesitaba que la curaran: una viuda cruel que había envenenado a seis esposos, una joven bella, con el cabello de color rojo fuego. Parpadeó otra vez y encontró a la criatura más despreciable de todas. Observó el rostro ceroso del hombre, relajado por los sedantes. Este hombre estaba dañado, pero no lo estaría por mucho tiempo más. Sería curado, todos podían ser curados…

Dan, el director, se sobresaltó. Sonidos repentinos… Golpes como truenos… Pasos arriba… Su vista se nubló y todo comenzó a girar fuera de control. ¡No ahora! No podían venir a buscarlo ahora. Las autoridades nunca entenderían lo que intentaba hacer.

Dan… Dan…

Alguien estaba diciendo su nombre, venían a buscarlo.

—¡Dan! ¿Hola? Dan, ¿estás bien? Me estás asustando, ¡despierta!

Chasquido, chasquido, chasquido.

Dan sentía frío en todo el cuerpo y de pronto se dio cuenta de que estaba acostado en el suelo. El rostro de Abby se materializó por encima de él a medida que fue recuperando la vista. Por un momento se sintió aliviado, pero inmediatamente se avergonzó. ¿Qué pensaría si pudiera ver lo que había en su mente?

Ir a la siguiente página

Report Page