Asylum

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Capítulo Veintitres

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Cuando llegaron a la última puerta, Dan sentía que ya no quería volver nunca más al sótano. Lo que importaba ahora era Abby y lo tibia que se sentía su mano en la suya. Arreglarían las cosas con Jordan y terminaría el verano con sus mejores amigos, afuera, bajo el sol, lejos de toda esta penumbra.

La euforia de Dan duró poco.

Algo horrible había sucedido en la planta baja. Había policías por todas partes, y el vestíbulo desbordaba de estudiantes. Una chica lloraba de forma histérica. Las luces hacían que a Dan le dolieran los ojos después de la oscuridad del sótano.

Intercambiando una mirada preocupada, Dan y Abby intentaron mezclarse con la multitud. Un oficial de policía alto pasó frente a los dos y casi tropezó con ellos. Apenas les dirigió la mirada y siguió su camino por el vestíbulo, apurado, abriéndose paso entre los estudiantes. La multitud se iba apartando lentamente para dejarlo pasar. Llegó hasta la chica que lloraba, la tomó de los hombros y le habló suavemente.

—¿Qué…?

Dan y Abby intentaron ver qué estaba sucediendo, pero había tanta gente que no podían ni moverse.

Otra oficial entró corriendo por la puerta principal. Dan vio las luces azules y rojas de los autos de policía que estaban estacionados fuera. Parecía que había unos cuatro o cinco.

—¡Abran paso! —gritó la oficial—. ¡Esta es la escena de un crimen! ¡Diríjanse hacia afuera, ahora mismo! —ella y el policía alto comenzaron a guiar a los jóvenes hacia el jardín. Los estudiantes salieron lentamente, creando un cuello de botella en la puerta. Dan y Abby se desplazaron junto con la multitud, siguiendo las instrucciones de la oficial.

—¿La policía? —susurró Abby. Estaba pálida.

—Intentemos averiguar qué sucedió.

Afuera, un tercer oficial estaba hablando con la chica que lloraba. Todos los demás estaban en grupos, conversando en susurros. Dan vio a Yi y a Jordan. Este último no se veía muy bien. Lo miró con furia, tanto a él como a Abby, y desapareció entre la gente.

—¿Qué está sucediendo? —preguntó Dan.

Yi lo observó con sorpresa.

—Tu compañero de cuarto encontró a un tipo muerto en las escaleras. Uno de los prefectos. Jake… George…

—¿Joe? —interrumpió Dan, y Abby se cubrió la boca con la mano.

—Sí, eso es, Joe. Tu amigo Félix volvía de correr y lo encontró. Parece que hacía rato que había muerto.

«Rato» no podía ser mucho. Dan había visto a Joe en el pasillo justo antes de bajar al sótano. Eso había sido hacía cuánto, ¿una hora? ¿Tal vez menos? Dan necesitaba descubrir cuánto tiempo había estado allí abajo.

Yi continuó hablando.

—Al menos, eso parecía cuando yo lo vi.

—¿Tú lo viste? —dijo Abby, horrorizada.

—Solo por un instante, después de que Félix comenzara a gritar. Tenía los ojos abiertos, completamente; la mirada… fija. Fue tan escalofriante. Jordan también lo vio. Joe estaba de pie, en la escalera, con una mano apoyada en el pasamanos y la otra sosteniendo su celular…

Como una escultura.

—Oigan —dijo Yi de pronto, sobresaltándolos—. ¿Dónde estaban ustedes dos? ¿Cómo es posible que no supieran nada?

—No estábamos haciendo nada —dijo Abby demasiado rápido. Luego miró a Dan.

—Sí —dijo él—. Eso sonó tan culpable como crees.

—Maldición. Bueno, tienes razón —Abby se miró los pies—. Estábamos juntos, besándonos y eso, ¿está bien?

Dan no iba a discutir esa exageración. En realidad, le gustaba bastante. Y también era una excusa ingeniosa; de esa manera nadie sabría que habían estado explorando la sección antigua.

—¿En la sección antigua? —preguntó Yi.

Abby se encogió de hombros.

—Ustedes dos sí que son extraños —murmuró Yi y después dijo—: ¿saben? Estoy preocupado por Jordan. Ver a Joe definitivamente lo alteró; es decir, nos alteró a todos. Pero no se veía bien incluso antes de eso. Estos días casi no me habla y siempre está trabajando en problemas matemáticos que estoy bastante seguro de que no son para ninguna clase.

—¿Crees que las pesadillas lo están afectando? —preguntó Abby.

—Sí. Sigue despertándose en mitad de la noche. Y debe haber ocurrido también algo con sus padres, como que se enteraron de que está aquí o alguna cosa así. En todo caso, tengo la impresión de que es más grave de lo que demuestra. Solo espero que tenga un lugar a donde volver, ¿entienden? —Yi hizo una pausa—. ¿Están pendientes de él?

Abby y Dan intercambiaron una mirada preocupada. Desde que habían discutido, no tenían idea de que Jordan se había puesto así. Dan se sentía culpable; podría haber estado atento, aunque el chico se hubiera alejado.

—Sí, estamos pendientes —respondió. Lo estamos ahora, al menos.

Llegaron más policías y comenzaron a dividir a los estudiantes, organizándolos en grupos más pequeños y manejables, seguramente para interrogarlos.

Maldición, ¿por qué se sentía tan culpable?

—Amigo, ¿te sientes bien? Te pusiste un poco pálido… —Yi lo golpeó ligeramente en el brazo.

—¿Yo? Estoy bien.

—¿De qué estás hablando? —preguntó Abby, mirándolo—. Ninguno de nosotros está bien, obviamente.

Dos policías, el alto y la que había hecho salir a todos, llegaron donde estaban ellos y los guiaron hacia un árbol.

—Será mejor que inventen una historia creíble —dijo Yi por lo bajo—, antes de que Mulder y Scully los interroguen. No querrán que sepan que estuvieron en un área prohibida.

Yi giró para hablar con otro chico. Dan casi no podía moverse. ¿Y si Yi tenía razón? ¿Realmente iban a interrogarlos? Por supuesto que van a interrogarnos: ¡un chico fue asesinado!

—No estábamos en la sección antigua —dijo, tomando a Abby del brazo—. Estábamos en la sala de estar del primer piso, la que está junto a tu habitación. Tenemos que contar la misma versión de la historia o podrían pensar que tuvimos algo que ver con… con… —no podía siquiera decirlo.

—Pero no estábamos ni cerca del primer piso —Abby lo miró extrañada—. ¿Por qué necesitaríamos una historia?

La sujetó del brazo, alejándola de los otros estudiantes.

—Solo confía en mí, ¿está bien? Piénsalo: los dos estábamos deambulando tarde por la noche. Joe es un tipo fuerte, así que probablemente no sospecharían que tú podrías dominarlo, pero los dos…

—Oye, eso me ofende —dijo, soltando su brazo de un tirón—. Puedo ser de complexión pequeña…

—Diminuta.

—Como sea. No importa, Dan: soy más fuerte de lo que parezco. Y tampoco es que tú seas un gigante musculoso, así que no veo por qué sospecharían de ti y no de mí.

—¿Por qué estamos discutiendo acerca de esto? Eres la Mujer Maravilla, ¿está bien? Eres…

—Di que soy la Viuda Negra.

—Abby…

Dilo —se cruzó de brazos, desafiante.

—Eres la Viuda Negra. Diez veces peor. ¿Contenta? Dios mío, ¿por qué no estás más alterada?

Estoy alterada —gritó, dándole un empujoncito—. Súper alterada. Esto es lo que hago cuando estoy alterada. Digo tonterías. Sin parar. Para distraerme del hecho de que… ¡¡estoy alterada!!

—Bueno, bueno —Dan esperaba que nadie hubiera escuchado eso. Ambos sonaban culpables, aunque no lo fueran. Bien, no culpables de homicidio, solo culpables de tener mal criterio y un claro desprecio por las normas poco estrictas acerca de los horarios.

Al menos sabía eso. ¿No es cierto?

—Pobre Félix. Espero que no esté demasiado traumatizado —dijo Abby, volviéndose para buscarlo entre la muchedumbre—. ¿Puedes verlo?

—No —dijo Dan—. Seguramente lo está interrogando la policía.

—Abróchense los cinturones —Yi estaba de vuelta. Se deslizó hacia ellos, murmurando por la comisura de la boca—. Tengo a Mulder y Scully pisándome los talones.

Dan respiró profundo, preparándose para mentir descaradamente a los oficiales. Lo separaron de Abby, a quien la mujer policía llevó aparte mientras él fue con el oficial alto. Todo el proceso resultó sorprendentemente rápido e indoloro. Le hicieron preguntas estándar: dónde estaba, qué había observado, si recordaba haber visto a alguna persona extraña cerca de la residencia aquel día. Dan dio respuestas vagas, mencionó que estaba en el primer piso con su amiga, que había visto a Joe «más temprano ese día», pero no había notado a nadie sospechoso merodeando por Brookline.

—Gracias —le dijo el policía cuando terminó con las preguntas—. Si ves algo extraño, cualquier cosa fuera de lo normal, díselo a alguien. ¿Está bien, hijo?

—Está bien. Gracias, oficial.

Dan se marchó, aturdido. Acababa de mentirle descaradamente a un policía. ¿Por qué? Explorar el sótano no era lo mismo que cometer homicidio; simplemente no lo era. Tenía que recordárselo una y otra vez. Olvida tu estúpida coartada: quien lo haya hecho sigue ahí afuera.

La oficial terminó de hablar con Abby un momento después. Mientras Dan la esperaba, oyó que uno de los policías hablaba con otro en voz baja.

—Probablemente algún vagabundo —decía—. Se emborrachan y deambulan hasta el campus. Lo encontraremos en algún arbusto, ya verás.

Dan se preguntó cómo podría un extraño meterse en la residencia, teniendo en cuenta que la puerta principal se cerraba automáticamente del lado de afuera.

—Su atención, por favor —reconoció la voz del director, de cuando les había hablado los primeros días. En esa ocasión había estado sonriente; ahora se veía cansado, desarreglado por el sueño y sumamente perturbado.

—Silencio, por favor —repitió, de pie en el primer escalón de la entrada. Los estudiantes fueron bajando la voz y los oficiales se apartaron.

—Gracias. Bien. Sé que ha sido una noche difícil para todos. A primera hora de la mañana, sus padres serán informados de la situación. En este momento tenemos que hacer lo que sea mejor para ustedes, los profesores, los empleados y, por supuesto, lo mejor para la familia de Joe McMullan. La policía realizará una inspección exhaustiva del edificio esta noche y habrá un oficial en cada piso para asegurarnos de que todos estén a salvo. Estoy seguro de que muchos de ustedes tienen preguntas y con gusto me quedaré para ayudarlos como pueda. Al resto les digo: sean prudentes, estén atentos y cooperen plenamente con la policía de Camford. Y tengamos a la familia de Joe en nuestros pensamientos esta noche.

En ese momento algunos alumnos comenzaron a llorar. Delante de Dan, dos chicas se abrazaron, sollozando. Varios chicos rodearon al director, gritando preguntas, hasta que les ordenó que se calmaran y que hablaran uno por uno.

Cuando la policía la dejó ir, Abby se acercó.

—Creo que no tomó nota siquiera de la mitad de lo que le dije. Como sea, estoy exhausta, aunque no creo que pueda dormir —se estremeció—. Desearía que esto solo fuera una pesadilla de la que pudiéramos despertar. Bueno, ¿nos vemos mañana?

Tomó la mano de Dan y la apretó. Él le devolvió el gesto.

—Sí. Trata de dormir. Hablaremos mañana. Envíame un mensaje si me necesitas.

Arrastrando los pies, Abby siguió al oficial que estaba conduciendo a los estudiantes a una escalera de servicio que llevaba a las habitaciones, debido a que la escalera principal estaba acordonada con cinta de la policía. Ya se habían llevado el cuerpo pero, por el momento, seguía siendo la escena del crimen. Dan subió con dificultad detrás de Abby, más que agotado y deseando poder tener un momento para recordar el beso de forma apropiada y olvidar que estaba en Brookline. Allí, donde había un asesino suelto.

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