Asylum

Asylum


Capítulo Veintidós

Página 26 de 44

–Soy yo —dijo Abby. Estaba arrodillada junto a él—. Bueno, ya estás bien, estás bien.

—¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? —preguntó, frotándose una parte de la cabeza que le dolía; debía haberse golpeado. Vio que estaba en el suelo, cerca del fichero, rodeado de papeles desparramados.

—No lo sé —dijo Abby—. Acabo de llegar y estabas tendido en el piso.

Se veía tan preocupada que lo hizo sentir mejor. Quizá fuera el alivio de ver su rostro preocupado, o el alivio de que era ella y no un fantasma del pasado hecho realidad; Dan no lo sabía y no le importaba pero, de repente, levantó los brazos, la atrajo hacia él y la besó.

Ambos se sorprendieron.

—Oh, bien —dijo Abby con una inhalación. Sabía a caramelos de menta y bálsamo labial de cereza—. Supongo que ahora podemos dejar de fingir que nos odiamos, ¿eh?

—Supongo que sí —respondió Dan.

Ella le sonrió.

—Y… ¿podemos fingir que nunca dije todas esas cosas acerca de que eras extraño?

—Espera un minuto, ¿qué cosas? —preguntó él.

Abby lo golpeó suavemente en el pecho. Por más agradable que fuera verla sonriendo y riendo otra vez, Dan

realmente no recordaba que hubiera dicho que era extraño. ¿Lo habría bloqueado también, o se refería a que se lo había dicho a sus amigos artistas? O a

Ash.

Dan sacudió la cabeza. No haría eso. Ya no. La había besado y había sido tan bueno como podría haber esperado.

—Deberíamos salir de aquí —dijo Abby—. Este lugar me da escalofríos.

Ayudó a Dan a ponerse de pie. Le dolía la cabeza y estaba más que un poco mareado.

—Oye —dijo él, de pronto—. ¿Qué estás haciendo aquí?

Abby se veía un poco avergonzada.

—Ehh… Fui a tu habitación después de la cena, solo para verte y disculparme por la forma en que he estado actuando. No estabas allí, así que me preocupó que pudieras haber venido aquí solo. Supongo que quería asegurarme de que estabas bien.

Le tomó la mano y ella la apretó por un momento. Subieron las gradas. Cuando estuvieron arriba, Dan se detuvo para apagar las luces. Se volvió para echar un último vistazo a la sala oscura.

Dos puntos brillantes resplandecían en el rincón más alejado.

Era solo una ilusión óptica. Eran las huellas que habían dejado los focos en sus retinas. No los ojos de alguien que lo observaba. Cerró rápidamente la puerta tras de sí.

—¿Por qué te demoras? —preguntó Abby.

Dan se acercó, sacudiendo la cabeza.

—Nada —dijo en voz baja—. Nada. Salgamos de aquí. ¿Tienes hambre? Tengo galletas y pastelillos rancios en mi habitación.

—Suena delicioso —dijo Abby, inclinándose hacia él—. Es una cita.

Ir a la siguiente página

Report Page