Arabella

Arabella


Arabella

Página 12 de 13

—No doctor, estoy bien. Sólo tengo sueño y estaba un poco cansada de estar encerrada y quise dar un paseo.

—Bueno, todo parece estar bien. Los latidos son normales. No hay sangrado ni dolor. Pero deberá quedarse unos días hasta que baje la hinchazón. Debe estar alerta ante cualquier dolor o sangrado, lady Arabella—le advirtió el doctor.

El médico le recomendó quietud nuevamente y la joven dama suspiró aliviada.

—Mi bebé está bien Dolly, tuve tanto miedo.

Su doncella sonrió y el doctor estaba listo a marcharse cuando ella lo detuvo.

—Doctor, aguarde… necesito hacerle una pregunta delicada.

Él la miró intrigado y la joven se puso colorada como un tomate mientras le preguntaba si podía tener intimidad con su esposo.

—Por supuesto que sí, lady Arabella. Siempre y cuando no tenga dolor o molestia, por supuesto.

Ella sonrió y asintió. Tuvo que vencer la vergüenza que sentí pero pensó que valía la pena.

—Lo que me preocupa es que tenga dolores en el vientre y si nota que su vientre se endurece con frecuencia, pues debe tener cuidado—le advirtió el doctor—de todas formas deberá quedarse unos días más en cama lady Arabella, por su tobillo. Y luego deberá cuidarse de las escaleras. No es conveniente que suba y baje escaleras y los paseos deberán ser cortos. Es decir, puede quedarse en el jardín sentada una hora si desea pero no caminar durante más de veinte minutos.

Las instrucciones fueron muy precisas pero a ella no le importó. Su bebé estaba bien y podría decirle a su esposo que ya podían tener intimidad. Se moría por estar entre sus brazos…

Lawrence entró en su habitación poco después. Se veía tan angustiado, nervioso.

—Arabella, ¿estáis bien? Dios mío. El doctor Evans dijo que no era algo de cuidado pero… ¿Qué pasó? Dime la verdad.

La joven miró a su doncella y vaciló. No estaba segura de que querer hablar de Caprice pero su esposo estaba nervioso.

—Lo siento mucho Lawrence, es que quería dar un paseo por los jardines y en un momento, cuando salía de la habitación vi el fantasma de Caprice en el segundo piso y fui a ver.

Cuando el caballero escuchó el resto de la historia sintió que se le helaba la sangre y casi maldijo en silencio. No podía creerlo, pero Dolly era testigo, vio como el fantasma de su esposa muerta arrastraba a Arabella hacia el piso que estaba roto.

—Pero esas habitaciones estaban cerradas, ¿quién las abrió? Ordené que fueran cerradas con llave—se quejó.

Dolly no supo qué decir.

Lawrence tomó las manos de su esposa y las besó.

—Dolly, ve por favor, necesito hablar a solas con lady Arabella ahora.

La doncella obedeció y se alejó con rapidez.

Ella pensó que su marido iba a retarla y tembló. Sabía que no debía ir allí.

—Arabella, escucha, yo no creo en fantasmas ¿sabes? sin embargo he oído que allí hay uno, en sus habitaciones. Pero antes de que esto continúe debes saber algo.

Arabella contuvo el aliento.

—Hace tiempo os dije que mi boda fue concertada, pero eso no fue del todo cierto… estuve muy enamorado de Caprice, pensaba que ella era un ángel pero luego descubrí su verdadera esencia. Ella no fue una buena esposa, tenía mal carácter y luego… las cosas en nuestro matrimonio empeoraron al punto de que descubrí que estaba esperando un hijo de su primo. Su gran amor de soltera. Creo que esta será la última vez que hable de Caprice y no me agrada hacerlo. Habría deseado que no te enteraras, pero tampoco deseo que te hagas una imagen falsa de algo que no fue.

Y su esposo le contó la verdad, le habló del dolor que sintió cuando descubrió que su esposa estaba esperando un hijo de otro hombre y luego, él, lo aceptó porque el niño era inocente. Quería darle su nombre y criarlo, pensó que luego las cosas mejorarían con su esposa, que con el tiempo podría perdonarla. Estaba dispuesto a hacerlo pero ella… se suicidó.

—No soy culpable de su muerte, preciosa. No lo soy. Pero durante años la sombra de la tragedia de ese día me ha perseguido. Todos pensaron que la pobre Caprice que era un ángel y que no pudo sobreponerse a la pérdida del bebé y que yo no fui un buen esposo. Lo cierto es que lo que causó su muerte fue una carta que recibió de su prima Betsy. Hermana de Peter, su amante diciéndole que su hermano se había casado en secreto con una rica heredera de Londres. Eso la destrozó. Porque al parecer Caprice deseaba retomar su romance y fugarse con él y le escribió una carta pidiéndole ayuda, inventó cosas sobre nosotros que no eran ciertas, y cuando leí esa misiva me sentí indignado, herido… fui un maldito juguete para Caprice, un tonto que cayó en su hechizo y hasta el último momento jugó conmigo y se burló de mis sentimientos. Cuando decía que trataría de ser una buena esposa, que lo intentaríamos y me daría hijos, ella le escribía a su amante pidiéndole ayuda. Pero él no contestó ni una de sus cartas. El gran amor que decía sentir por ella se esfumó luego de tener lo que deseaba, luego de arruinar nuestro matrimonio aunque ella también es culpable de eso. Lo cierto es que Peter fue más vivo y decidió seducir a una rica heredera soltera de Londres y forzar una boda que su familia no aprobaba. La abandonó. Y entonces Caprice no pudo soportarlo y se suicidó. Su vida había terminado, así lo dijo en una nota de ese día. Tuve que decirle la verdad a la policía y les pedí que fueran discretos porque no quería que ensuciaran la memoria de mi esposa. A pesar de todo, fue muy desdichada sí, pero ya bastante me había hecho sufrir, no quería que luego hablaran. Preferí que pensaran que fue por la pérdida del bebé. Pero durante mucho tiempo tuve que luchar con esto y quise enterrar toda esta historia. No lo hice bien. Debí hacer algo con las habitaciones que ocupó antes de morir, debí quitar los muebles, deshacerme de sus pinturas y sus cosas pero no tuve valor, preferí dejar todo cerrado con llave y hacer de cuenta que no existía. Arabella, preciosa, no estoy enojado porque quisieras dar un paseo hoy, el médico dijo que podías, tampoco por sentir curiosidad pero creo que debí decirte la verdad mucho antes para que dejaras de imaginar que todavía amaba a Caprice. Debí hacerlo, pero es que todo esto fue muy doloroso para mí, tardé mucho en superar mi dolor y decidirme a buscar una esposa. Me sentía solo, con el corazón destrozado y tu mirada tan dulce, tu sonrisa me hechizaron, Arabella. Y tú eras tan distinta a Caprice, tan buena e inocente, con el corazón puro. Por eso te escogí. Ni Beatrice, ni las damas que me habían presentado ese verano te llegaban a los tobillos. Y al tiempo de conocerte decidí que quería hacerte mi esposa y hablé con tu padre pero… no quería que me odiaras por forzarte a consumar nuestro matrimonio, tú no estabas listas para la intimidad. Lo supe en nuestra noche de bodas y por eso, decidí darte tiempo a conocernos un poco más, a que tú estuvieras más madura. No me importaba esperar. Esperaría el tiempo necesario.

Arabella se emocionó al oír sus palabras.

—Me sentí tan rechazada entonces, pensé que era por Caprice—le confesó.

Él se acercó y la rodeó con sus brazos y la miró con intensidad.

—Caprice es parte de un pasado doloroso, preciosa, la dejé de amar mucho antes de su muerte y lamento que tú pensaras que todavía la amaba. Fue por orgullo que lo hice, no quería que supieras lo que me había hecho. Pero tú Arabella, eres la esposa maravillosa que siempre quise tener, tan dulce y compañera, tan hermosa, y quiero decirte que por primera vez me siento enamorado y correspondido, plenamente feliz porque tú eres un ángel Arabella, un verdadero ángel para mí que me rescató de la soledad y el dolor y jamás, jamás habrá otra mujer en mi corazón, sólo tú. Perdóname por haber sentido celos, por haber dudado de ti… tenía miedo, miedo a entregar mi corazón y fui injusto contigo. No debí dejarte encerrada aquella vez, lo lamento.

—Está bien, no importa…

Lawrence se puso serio.

—Yo te amo preciosa y quiero que nunca dudes de eso, por favor. Porque creo que me enamoré de ti el primer día que te vi y por eso quise hacerte mi esposa, casi te rapté pero luego, temí que no estuvieras preparada para ser mi esposa.

Arabella se emocionó al oír esas palabras, había esperado tanto ese momento, y poder tener la certeza de que la amaba, de que era la única en su corazón.

Y cuando la besó sintió ese beso tan dulce y apasionado mezclarse con sus lágrimas y el deseo de que le hiciera el amor.

—No llores preciosa, yo te amo—le dijo él—te amo tanto que daría mi vida por ti y quiero que… Sueño con pasar mi vida a tu lado y llenar Wensthwood de amor y risas, de niños corriendo por todas partes.

Ella secó sus lágrimas y sonrió.

—Y yo te amo Lawrence, tú eres todo para mí y saber que me amas… es que fui tan tonta al pensar que tú no habías podido olvidar a tu esposa y yo me muero por hacer el amor contigo, por favor. El doctor dijo que podíamos.

Su esposo sonrió.

—¿De veras te dijo que podíamos hacerlo?

—Sí.

Lawrence la besó y fue a cerrar la puerta con llave, luego se acercó a su esposa y sonrió.

—Arabella, mi amor, yo también me moría por hacerte el amor pero temía que… fue por el bebé, no quiero que nada malo le pase por favor.

—Lo sé, pero sólo una vez, extraño tanto estar en tus brazos, mi amor—le respondió dulce y apasionada.

Gimió al sentir que la desnudaba y la llenaba de besos y luego, en un instante la hacía suya muy lentamente. Luego supo que ese tiempo sin intimidad había sido un tormento para su esposo, él se lo dijo entre susurros mientras la hacía suya. Pero fue muy delicado, lo hizo casi con miedo, pero Arabella se estremeció al sentir que la llenaba con su virilidad por completo. Era suya, su mujer y la amaba, no podía creerlo. Era tan feliz. Le había dicho que la amaba y que Caprice sólo era un triste recuerdo del pasado y sabía que era verdad. Podía sentirlo mientras le hacía el amor. La amaba y volvió a llorar de la emoción. Nunca más volvería a dudar de su amor.

************

Pero el accidente que sufrió su esposa debía ser investigado y sir Lawrence habló con su mayordomo al día siguiente para investigar cómo fue que su esposa pudo ir al segundo piso siguiendo un fantasma.

Él se mostró sorprendido y horrorizado.

—Sir Lawrence, hemos visto al fantasma en otras ocasiones. No es la primera vez—replicó turbado.

—¿Y por qué nadie me avisó?

El mayordomo se mostró algo avergonzado.

—No queríamos preocuparle sir, además… al comienzo yo tampoco lo creía, pero las mucamas que aseaban esas habitaciones se quejaron de haber oído voces. Cantos. Caprice cantaba una canción a veces, una canción de cuando era niña y eso era lo que escuchaban. Pero sólo una doncella vio su fantasma recorriendo la habitación en una oportunidad. Pensé que se lo había inventado, no le creí una palabra.

—¿Y el día que mi esposa tuvo un accidente ese día también la vieron?

—Al parecer sí pero… quisieron avisarle a lady Arabella pero ella parecía como embrujada, si me permite la expresión. No oía y se acercaba al lugar donde el piso estaba roto.

—Señor Robert, no puedo entender cómo no se reparó ese piso, di órdenes al respecto. Además las habitaciones debían estar cerradas siempre, todos los días. ¿Quién cometió el descuido de dejarlas abiertas ese día?—replicó el caballero cada vez más alterado y furioso con todo ese asunto.

—No lo sé, sir Lawrence pero déjeme averiguar eso. Fue realmente penoso y…lo lamento mucho, sir. De veras que sí.

—Demonios, mi esposa pudo quebrarse una pierna o perder al bebé. Fue atraída por ese fantasma y sospecho que hay algo más detrás de todo esto.

 El mayordomo se marchó listo a investigar ese asunto.

En los días siguientes, un grupo de obreros subió al segundo piso para vaciar los aposentos de Caprice. Quitaron muebles, ropa, retratos y luego de hacerlo repararon el piso y pintaron las paredes. Lo dejaron como nuevo.

Las pertenencias de Caprice fueron llevadas a un orfanato del pueblo y sus ropas donadas a caridad al igual que sus joyas pues Arabella no quiso saber nada de usar algún anillo o collar de la dama fantasma. Demasiado daño le había hecho y no quería que quedara nada en Wensthwood.

Lawrence se preguntó por qué no lo había hecho antes, fue tan tonto. Prefirió dejar las habitaciones cerradas con llaves y mantener ese misterio absurdo. Nadie le advirtió que su esposa estaba tan obsesionada por Caprice, debió sospecharlo, debió decirle la verdad mucho antes. Casi ocurría una tragedia por culpa de la negligencia de sus mucamas. Pero no habían sido ellas… Y nadie la avisó del fantasma. Él no creía en fantasmas ni pensaba que uno de ellos pudiera hacer daño pero si era de Caprice… tenía sus dudas.

El mayordomo pidió hablar con él ese día, a media tarde.

Traía cara de disgusto y se veía viejo.

—Sir Lawrence, creo que sé quién dejó las puertas abiertas ese día, milord. Confieso que sospechaba de esa persona y ahora tengo las pruebas pero… me siento indignado y horrorizado pues se trata de una criada de su total confianza.

El caballero quiso que dijera su nombre.

—Alice Stuart, el ama de llaves, señor. Ella ha mantenido el fantasma de su antigua señora aquí, en Wensthwood…—dijo inquieto y le mostró una peluca rubia y un vestido color pastel—encontré estas cosas en su habitación. Ella se hizo pasar por el fantasma y además, tenía las cartas que usted le había escrito a Caprice.

—¿Qué?—sir Lawrence estaba muy sorprendido—¿Y por qué las tenía?

—No lo dijo, pero si confesó haber sido el fantasma que ha estado atormentado a todos en la mansión.. Ella lo confesó y creo que debe hacer algo con esa mujer. Está loca sir Lawrence.

El caballero no salía de sí del asombro.

—¿La señora Stuart lo hizo todo?

El mayordomo asintió con aire grave.

—Es que ella adoraba a Caprice, y creo que no tomó bien que el señor volviera a casarse y a pesar de que siempre fue amable con su señora esposa, creo que en el fondo la odiaba por ocupar el lugar de señora Caprice. Ella vino con su difunta esposa a Wensthwood, ¿lo recuerda, verdad? Y entonces nuestra ama de llaves falleció del corazón y ella ocupó su lugar. Era muy eficiente, lo es y me horroriza pensar que no me di cuenta ni sospeché nada… es que yo no creo en fantasmas sir Lawrence. Pero luego de interrogar a las mucamas una de ellas se quebró y confesó la verdad. Ellas están aquí para contarle todo sir Lawrence, aguardan afuera para decirles lo que pasó.

Ambas jovencitas se acercaron a la biblioteca y miraron al señor con los ojos enrojecidos por  el llanto.

Rosie, la más regordeta y risueña estaba pálida y no hacía más que disculparse.

—Queríamos advertirle sir Lawrence pero el ama de llaves nos amenazó. Yo la vi con la  peluca ese día atrayendo a lady Arabella pero entonces dijo que me despediría si decía algo. Además, en una ocasión la vi poner una carta que usted le escribió a Caprice en la salita de música para que la señora la leyera y se angustiara. Y luego la quitó para que nadie lo supiera.

—¿Ella hizo eso? ¿Y por qué no me lo dijeron?

La joven lloró del susto.

—Lo siento mucho, sir Lawrence pero ella dijo que nos despediría y además… teníamos miedo. Esa mujer es muy mala y pensamos que nos haría brujerías.

La verdad salió a la luz y sir Lawrence se sintió furioso.

Había pensado que ese fantasma no era más que una alucinación, no creía que fuera real pero ahora con las pruebas comprendió la maldad de una criada a la que había dado demasiado poder en la mansión. Era tan eficiente y jamás había tenido queja alguna… sin embargo ella dominaba todo en su pequeño mundo doméstico y no había hecho más que mantener vivo el fantasma de Caprice para asustar primero a las criadas y luego a su esposa. Pudo hacer que perdiera al bebé la desgraciada.

—Señor Roberts, le ruego que busque de inmediato a esa mujer. Debe pagar por esto, debe hacerse justicia.

—Lo haré señor—respondió el mayordomo.

Todos la buscaron por Wensthwood pero la señora Stuart había desparecido. Su habitación estaba intacta, sin embargo, luego de revisar notaron que faltaba ropa y también un dinero que ella guardaba bajo el colchón. Sir Lawrence se sintió furioso y esa noche durante la cena, le contó la verdad a su esposa porque ella no dejaba de preguntarle por el ama de llaves. Además debía sospechar que algo pasaba.

—Fue ella Arabella, el ama de llaves. Debí suponerlo… vino aquí con mi anterior esposa y luego…

Cuando la joven dama supo la verdad se quedó espantada. No podía creerlo.

—Ella se hizo pasar por Caprice, tenía ropa, joyas de mi difunta esposa en su habitación y quiso… no sé lo que tramaba pero no era algo bueno y he pedido que la detengan cuanto antes. Esa mujer es peligrosa.

—Es terrible… ¿por qué hacía esto? Jamás fui mala con ella ni tampoco…

—Era la criada que trajo Caprice a Wensthwood, al comienzo todos la apreciaban. La señora Stuart fue muy hábil y durante años se ganó nuestra confianza hasta que tuvo el mando de la casa. Cometí la tontería de convertirá en nuestra ama de llaves porque ella fue muy servicial y no vi que esa mujer era tan malvada como su antigua ama. Debí imaginarlo. Estuve ciego. Y os puse en riesgo porque esa bruja malnacida pudo haceros mucho daño ese día, estaba loca por supuesto, como lo estaba Caprice.

Se hizo un silencio y Arabella se asustó mucho.

—¿Y si regresa e intenta matarme? Si lo que quería era…

—No, no pienses en eso, por favor. La encontraré, te lo aseguro y haré cambios en la mansión. Quedan dos sirvientas y dos mozos que llegaron con Caprice, tal vez sean cómplices de la señora Stuart, lo han negado pero todos deberán marcharse. No me fío de ninguno. Cometí la debilidad de permitir que se quedaran, confié en ellos pero ya no confío en ninguno. Y lo lamento si soy injusto pero se irán todos mañana, les daré dinero a cada uno y les prohibiré regresar. No correré más riesgos. Pero todos están alertados de la señora Stuart.

Arabella no salía de su asombro y habló con su doncella sobre el ama de llaves al día siguiente mientras daban un paseo matinal por los jardines.

—Debí sospechar, ella me miraba de una forma cuando llegué aquí… luego es incidente del plato con picante, lo recuerdas?

—Sí, pero ella culpó a la cocinera, dijo que había sido un descuido.

Dolly se puso seria.

—Luego de ese incidente fue mucho más cauta—dijo la doncella—A la señora Stuart le gustaba dirigir la mansión y se daba muchos aires. Pero no lo hacía por usted lady Arabella, sino por Caprice y confieso que yo lo sospechaba, sospechaba que estaba algo resentida con usted por ocupar el lugar de su venerada Caprice pero jamás imaginé que fuera capaz de tanta maldad. Creo que la señora Stuart enloqueció. Y parecía tan sensata. Era algo estricta sí, pero no era mala con las mucamas, al contrario, tapaba sus faltas a veces…ahora entiendo por qué, tenía mucho que ocultar.

—Bueno, creo que nadie podía imaginar algo tan horrendo, Dolly. Pero luego de lo que pasó ese día mi esposo sospechó que alguien dejó abierta las habitaciones a propósito cuando él ordenó que permanecieran cerrados.

—Es verdad, pensamos que fue un descuido pero el ama de llaves jamás habría olvidado una orden como esa y al parecer luego de la tormenta las dejó abiertas con un propósito. Pero no piense en eso. Creo que la mansión ha cambiado mucho estos días, lady Arabella y nada debe temer. Dicen que el ama de llaves se ha ido muy lejos para no ser interrogada y tener que confesar sus pecados.

—¿Tú lo crees? Es que temo su regreso y que intente…

—No se preocupe por eso, su esposo no lo permitirá, ha dado órdenes de que la busquen y si osa acercarse a Wensthwood la atraparán.

—Sí, lo sé…—Arabella miró a su alrededor algo inquieta.

 Dolly tenía razón. La joven dama sonrió. Ahora que sabía que su esposo la amaba se sentía flotar en una nube. El mundo se le antojaba un lugar maravilloso y esa casa ya no se veía tan oscura y silenciosa.

—Es extraño—dijo de repente lady Arabella mirando hacia la casa—pero Wensthwood se ve tan distinta como más luminosa y menos sombría, ¿no lo crees?

Su fiel criada asintió.

—Sí, es verdad lady Arabella, todos lo han notado. Se respira un aire distinto ahora, lleno de paz y felicidad.

—Dolly, no sé cómo agradecerte lo que habéis hecho por mí. Tú has sido más que mi doncella y quisiera compensarte.

Cuando lady Arabella le entregó una caja con un collar de perlas y un anillo de oro su doncella no quiso aceptarlo.

—Es demasiado costoso, señora. No puedo…

—Por favor Dolly, he hablado con mi esposo y él ha dicho que está bien, que tú mereces mucho más por haberme salvado la vida ese día. Tú estabas allí Dolly y de no ser por ti esa malvada mujer me habría matado. Por favor, acepta este obsequio como muestra de gratitud y no pienses que es excesivo. Guárdalo como lo haces con tus ahorros. Sé que algún día podrías necesitarlos, querida Dolly.

La joven se emocionó cuando recibió el regalo y finalmente lo aceptó.

Una semana después encontraron el cuerpo del ama de llaves en la costa de Lands- Ends. Habían creído que había abandonado el condado pero al parecer, algo la hizo cambiar de idea y decidió emular a su antigua ama de Wensthwood, muriendo en el mismo lugar, llevando puesto el vestido color pastel de Caprice.

Arabella no deseaba que tuviera ese fin pero al parecer estaba mucho más loca de lo que habían pensado.

Pero el fantasma de Caprice había desaparecido mucho antes, se esfumó en el instante en que su esposo le dijo que la amaba y que nunca había amado así a otra mujer. Pensó que había sido una tonta al obsesionarse tanto por un fantasma, que fue su propia inseguridad y los artilugios de una mujer loca lo que hicieron el resto.

Ahora todo eso había terminado y la paz y la felicidad reinaban en Wensthwood, la mansión del acantilado.

**************

La primavera llegó a su fin y su vientre creció y aunque recibía visitas todas las semanas, Arabella se recluyó en Wensthwood para disfrutar de la compañía de su marido. Tanto tiempo habían estado alejados, separados por malentendidos y por el maligno fantasma de Caprice, que ahora quería disfrutar cada momento junto a su esposo. Y sufría cada vez que Lawrence debía ausentarse y no estaba tranquila hasta que regresaba a su lado. Eran días de ensueño, sin sombras, sin dudas, sin fantasmas.

Cinco meses después dio a luz una niña su felicidad fue completa. Una hermosa criatura regordeta de cachetes redondos que llenó la casa de llanto y alegría, la pequeña Sophia fue la alegría de sus padres. Lawrence se emocionó al tener a la niña en brazos pues nunca había visto una bebita tan hermosa.

—Dios bendito, es igual a ti mi amor, tan pequeñita y es idéntica a su madre—dijo su esposo emocionado—Gracias por este bebé tan hermoso mi amor y por hacerme tan feliz.

 Arabella sonrió débilmente y también lloró de la emoción. Sabía que nunca olvidaría ese momento ni ese día.

—Te amo, Lawrence—murmuró—y temo que todo esto sea un sueño.

—Si es un sueño, preciosa, no quiero despertar jamás. Pero no es un sueño, es real, mira a nuestro ángel… es tan hermosa, cielo.

La niña empezó a llorar en señal de protesta y no se calmó hasta que regresó a los brazos de su madre.

*********

Y un año después el retrato de lady Arabella estaba en el centro del salón principal de Wensthwood y quienes entraban a la mansión no dejaba de admirar su belleza cálida y angelical El retrato había tardado meses en terminarse y hubo una celebración familiar ese día, pues la pequeña Sophia cumplía su primer año y daba sus primeros pasos por el salón con su vestidito blanco armado de la mano de su madre que la seguía paciente.             

Fue una celebración íntima donde estuvo la familia de Arabella y familiares de Lawrence y algunos amigos entre ellos, sus vecinos los Arundell.

Todos se detuvieron para ver el retrato y admirarlo, pero el primero había sido sir Lawrence sonriendo, sintiéndose feliz de que estuviera allí y sin dudarlo felicitó al pintor, un joven muy delgado que había llegado de Londres a vivir en una casita de Saint Ives y poder tener allí su taller y pintar retratos del mar.

—Es maravilloso—le dijo.

El pintor sonrió, complacido.

—Su esposa lo es, sir Lawrence. Yo sólo he retratado lo que estaba allí—respondió.

Sir Lawrence no se sintió celoso sino orgulloso.

—Tienes razón, pintor.

Arabella se acercó y él la abrazó. Lucía un vestido color rosa como el retrato y llevaba el cabello enrulado sujeto con cintas a ambos lados.

—Estáis preciosa, mi amor—dijo.

Ella se acercó con timidez.

Esa noche le reservaba una noticia y mientras hacían el amor ella le dijo que estaba esperando un bebé.

Su esposo sonrió y le dio un beso ardiente.

—Gracias, Arabella, qué estupenda noticia… gracias mi amor, por hacerme el hombre más feliz—Lawrence se puso serio— Te amo preciosa, eres un ángel y quiero que sepas que nunca amé tanto a una mujer como a ti.

Ir a la siguiente página

Report Page