Antifa

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02. ¡Nunca más! El desarrollo del antifascismo moderno (1945-2003)

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Tal y como explicó el mismo Stuart: «Tenemos que anunciar nuestros conciertos por el boca a boca. Si ellos (AFA) se enteran, va a haber una masacre». Por eso, en vez de hacer público el lugar de los encuentros nazis, los organizadores tenían que informar en secreto de un punto de reunión. Una vez allí, se les decía a los asistentes la dirección del local donde se celebraba el concierto. En mayo de 1989, 100 militantes de AFA se presentaron en el lugar secreto, en Hyde Park, una hora antes de que llegaran los nazis y se ocultaron a esperar.

Empezaron a aparecer pequeños grupos de cabezas rapadas «de todos los rincones de Europa», pero sobre todo de Alemania. «Se les persiguió sin descanso».

Una situación parecida se produjo en la legendaria «batalla de Waterloo» de 1992, cuando AFA atacó a los boneheads que iban a un concierto de Skrewdriver. A Stuart mismo, que una vez había escrito una canción titulada «Paki muerto en la alcantarilla», no le iba mucho mejor. A menudo, los antifascistas le rompían botellas en la cabeza cuando pasaba por la calle. Le dieron martillazos en los dedos y convencieron a los comercios locales de prohibirle la entrada. Finalmente, llegó a la conclusión de que no le quedaba más remedio que desaparecer del mapa[194].

Cuando AA(M) se puso en contacto con el movimiento británico a mediados de la década de 1990, surgieron discrepancias en torno a sus diferentes maneras de entender el antifascismo. A pesar de compartir unas ideas socialistas revolucionarias, los militantes alemanes se quedaron consternados ante lo que entendían que era un reduccionismo de clase por parte de los miembros de AFA, que habían ido a Gotinga para participar con ellos en una gran manifestación. Tal y como lo recuerda uno de los fundadores de AA(M): «Habíamos tenido una discusión sobre las relaciones entre fascismo y patriarcado […]. [El delegado de AFA, varón] intentó zanjar la cuestión diciendo: “Ese asunto tiene la misma importancia que si alguien come carne o es vegetariano”». Por otro lado, los delegados de AFA desdeñaron la influencia de la cultura anarcopunk en el movimiento en Alemania: prefirieron ir en la manifestación con ropa «normal», lo que se llamaba «aspecto informal», en vez de unirse a AA(M) en un gran bloque negro.

Ambas organizaciones siguieron con la discusión a lo largo de los años siguientes. Lo más grave en este tiempo fue que AFA se quedó desconcertada ante el argumento de AA(M), cuyos miembros eran predominantemente de clase media, de que la clase obrera es irrelevante, en su mayor parte, para la lucha antifascista. Por el contrario, las ideas de este grupo alemán estaban fuertemente influidas por el antimperialismo y el feminismo[195].

Tras varios intentos de lograr una coordinación transnacional más formal, incluida la creación de una Red de Información Antifascista Europea, de corta duración, se celebró en octubre de 1997, en Londres, la primera conferencia internacional del antifascismo militante. Acudieron delegados de 22 organizaciones de Francia, Alemania, Noruega, Suecia, Países Bajos, Irlanda, Dinamarca, España, Estados Unidos y Canadá. La delegación británica, compuesta casi exclusivamente de hombres, dijo que pensaban que la estrategia del movimiento debía desarrollarse «desde un punto de vista de clase y no de raza». Por eso defendían que la propaganda debía dirigirse principalmente a la clase obrera blanca, que era la base potencial de apoyo popular del fascismo, y no a sus excluidas víctimas. Este comentario desató protestas en el encuentro. Al acabar la conferencia, solo nueve de los 22 grupos que habían acudido se adhirieron a la nueva Red Internacional del Antifascismo Militante. Entre estos se encontraban AFA de Hannover y ROTKAPCHEN, ambas de Alemania, la Plataforma Antifascista de Zaragoza, el Foro Antifascista de Toronto y Acción Antirracista de Mineápolis. AA(M) no se unió a la nueva coordinadora y criticó duramente a AFA por, supuestamente, centrarse demasiado en el enfrentamiento físico. Poco tiempo después, AFA colapsó casi por completo. Sus secciones locales bajaron de 25, en 1999, a menos de cinco, un año más tarde. Esto precipitó el final de esta internacional[196].

Luis, un anarquista argentino, llegó a Gotinga en 2003 con muchas ganas de unirse a la legendaria AA(M). Pero esto resultó ser más complicado de lo que esperaba. En ese momento, el antifascismo local estaba atrapado en el debate sobre el planteamiento sionista antideutsche. Esta propuesta surgió durante la reunificación y creció en intensidad a finales de los años noventa. Sus partidarios defendían que, dado el legado histórico del Holocausto, los militantes alemanes estaban obligados a prestar un apoyo casi incondicional a Israel. La actitud proestadounidense de los antideutschen se hizo más firme tras el 11 de Septiembre y apoyaron la invasión de Irak en 2003. Los abuelos de Luis eran judíos alemanes que escaparon de los nazis en la década de 1930, pero él sostenía unas sólidas opiniones antisionistas. Por lo tanto, se incorporó a la facción «antimperialista» de AA(M), crítica con el sionismo. Sin embargo, el enfrentamiento dentro del colectivo había subido de tono hasta el punto de que ninguno de los dos sectores permitía la entrada de nadie que simpatizase con el otro bando. Así, los antideutschen impidieron la incorporación de Luis. Este conflicto llevó a la escisión de AA(M) en 2004. Luis se unió al nuevo grupo creado por la rama «antimperialista», Izquierda Antifascista Internacional, que todavía existe[197].

Sea como sea, la creciente capacidad de exportar el modelo del antifascismo militante era tal vez mucho más importante que la longevidad de cualquier organización concreta. A finales de los años ochenta, el movimiento se extendió por Europa a muchos países, incluidos Austria, Suiza y Suecia. Por ejemplo, en Oslo (Noruega) los punks de la casa autónoma Blitz crearon un grupo de afinidad, Acción Antifascista, para defenderse de los colectivos de cabezas rapadas nazis. Estos, con organizaciones tales como los Boot Boys, Viking o Anti-Antifa, realizaron una serie de atentados con bomba en esa época. En 1992, jóvenes inmigrantes y militantes se organizaron juntos para impedir un desfile nazi en la ciudad de Gjøvik. Aunque los partidos de izquierda pidieron a los habitantes que se quedasen en sus casas ese día, la alianza antirracista consiguió una importante presencia en las calles. Esto atemorizó a los convocantes del acto, que lo suspendieron. En 1994, el grupo de afinidad Acción Antifascista se convirtió en una red formal, del mismo nombre, con secciones en varias ciudades. Adoptó el emblema de las banderas, que ya era común en el movimiento. Como sus homólogos continentales, los militantes noruegos eran sobre todo anarquistas y autónomos, aunque con algunos elementos marxistas más ortodoxos, y estaban ligados a corrientes punks y contraculturales[198].

En 1995, los antifascistas noruegos se enteraron de que se había inaugurado un «hogar nazi» en la ciudad de Sandaker. Los intentos de convencer al dueño de la propiedad de que echase a sus nuevos inquilinos fracasaron. Así que entre 400 y 500 militantes se dirigieron al edificio. La entrada principal estaba custodiada por la policía y los nazis lanzaron bengalas, rodamientos con tirachinas, botellas de gasolina e incluso un cóctel molotov, contra los manifestantes. Estos respondieron arrojando piedras, pero no pudieron atravesar el cordón policial. No obstante, después de un rato así, las sospechas de los agentes sobre el «hogar nazi» llegaron al punto de que entraron a registrarlo y detuvieron a 78 personas en su interior por tenencia ilícita de armas. Esto acabó por convencer al propietario, que rescindió el contrato de alquiler. Al año siguiente, el movimiento noruego, que para entonces había colaborado con éxito con sindicatos y algunos partidos de izquierda, empezó a notar un descenso muy acentuado en la actividad de los nazis. A finales de la década, la legitimidad de las organizaciones antifascistas había influido lo suficiente en la opinión pública como para superar la tendencia inicial de equipararlos con los fascistas, como si fuesen «extremismos» comparables. Tras el asesinato, en 2001, de un antirracista negro de quince años a manos de tres nazis, las enormes manifestaciones y el rechazo público desterraron, básicamente, el fascismo explícito de Noruega hasta el día de hoy[199].

En los Países Bajos el movimiento surgió a partir de los grupos de autodefensa de los autónomos holandeses, conocidos como krakers. Estos se enfrentaban a los fascistas y ultras del fútbol que los propietarios contrataban para atacar a quienes okupasen sus edificios. Solo en Ámsterdam se okuparon más de 10 000 casas y apartamentos entre 1968 y 1981. Los activistas contaron con mucho apoyo popular, debido a la escasez de viviendas a precios razonables. Sin embargo, a inicios de la década de 1980, nuevas leyes y medidas policiales más contundentes amenazaban al movimiento de okupación. En 1985, se procedió al desalojo ilegal de una mujer y su hijo de una casa okupada. Cuando los autónomos entraron de nuevo en la vivienda y la pusieron otra vez a su disposición, la policía disparó a un militante y luego propinó una brutal paliza a los 32 krakers arrestados. A la mañana siguiente, uno de ellos, Hans Kok, yacía muerto en su celda. Como respuesta, sus compañeros atacaron comisarías y dependencias del Gobierno y calcinaron coches patrulla en tres noches de disturbios. Mientras tanto, otra facción del movimiento, conocida como RaRa (Grupo de Acción Antirracista), llevó a cabo una exitosa campaña de ataques incendiarios contra los supermercados Makro, para que la empresa retirase sus inversiones de la Suráfrica del apartheid[200].

En los años ochenta, los krakers se enfrentaron a los actos convocados por el neofascista Partido de Centro. Pero con la aparición del grupo neonazi CP86 se doblaron todas las apuestas. Este y otras formaciones nazis violentas surgieron a imitación de los ingleses Combat 18, sucursal de Blood and Honour. Por su parte, influidos por la creación de la coordinadora alemana AA/BO, los antifascistas holandeses establecieron una red nacional de AFA en 1992. Sus secciones más importantes estaban en Ámsterdam, Utrecht, Nimega, Leiden, Groninga y La Haya. El militante de AFA Job Polak escribió de esta: «Puede en verdad enorgullecerse de haber sido uno de los principales factores para que la extrema derecha “organizada” no creciese en los años noventa y estuviese siempre bajo presión […]. (Esto) contribuyó a que la paranoia y los conflictos internos entre los grupos fascistas se saliesen aún más de control»[201].

En Italia, el modelo de grupo militante antifascista como tal, con sus banderas y particularidades organizativas, no apareció hasta mediados de la década de 1990. Sin embargo, esta lucha se puede remontar a mucho antes. Aunque la Constitución de 1948 prohibía que se volviesen a formar partidos Fascistas, el Movimiento Social Italiano surgió de las cenizas del régimen de Mussolini en 1946. Para 1953 ya era el partido más significativo de la ultraderecha europea, con el 5,9 % del voto. Su progresivo desplazamiento hacia el centro le ayudó en las elecciones, pero también tuvo el efecto de alejar a su ala más radical. En los años siguientes se produjeron una serie de escisiones, como la salida de Orden Nuevo (ON) del MSI en 1956. A su vez, en la década de 1960 se separó de Orden Nuevo la todavía más extremista Vanguardia Nacional. A comienzos de 1969, estos y otros grupos similares, como los Núcleos Armados Revolucionarios, iniciaron una «estrategia de tensión» insurreccional con apoyo de la CIA. Su objetivo era desestabilizar la sociedad italiana y fomentar el deseo de una renovación fascista que garantizase el orden. El 12 de diciembre de 1969, tres bombas hirieron a 18 personas en Roma. Otra explosión en la Piazza Fontana de Milán asesinó a 17 personas e hirió a ochenta y ocho. La autoría fascista de los atentados era obvia, pero la policía detuvo a dos anarquistas. Uno de ellos era Giuseppe Pinelli, que murió cuando los agentes lo tiraron por una ventana de la comisaría. Otras ocho personas fueron asesinadas y 100 heridas cuando una bomba estalló durante una manifestación antifascista en Brescia en 1974. El punto culminante de esta etapa de terror ultraderechista se alcanzó con el atentado de 1980 contra la estación de tren de Bolonia, donde 80 personas fueron asesinadas[202].

Esta violencia y un análisis marxista más amplio sobre el fascismo, como algo vinculado de forma integral al sistema capitalista, llevaron a la izquierda revolucionaria italiana a unir las luchas contra ambos. Por ejemplo, las Brigadas Rojas eran una organización comunista armada muy activa, más conocida por el secuestro y muerte del antiguo primer ministro Aldo Moro en 1978. Sus integrantes entendían que los ataques que realizaron contra directivos de las principales empresas del país eran acciones antifascistas, en un sentido amplio, tanto como su atentado de 1974 contra dos miembros del MSI[203]. Aparte de la actividad armada clandestina, los revolucionarios italianos estaban más que dispuestos a participar en actividades militantes callejeras. A menudo, los miembros de grupos como Autonomía Obrera y Lucha Continua participaban en las manifestaciones antifascistas. Entonces se podían reunir de 3000 a 4000 integrantes del movimiento con caretas de esquí o pasamontañas, provistos de palos, barras de hierro, cócteles molotov y, en ocasiones, pistolas. El propósito declarado de estas convocatorias era la oposición al fascismo. Pero ya que el Estado y todo el sistema capitalista estaban implicados en la violencia de este último, se consideraban objetivos legítimos de disturbios y destrozos generalizados. Para finales de la década de 1970, el popular lema «en el 68, barras de hierro, en el 77, la P38 (una pistola)», reflejaba la escalada en las tácticas de los autónomos. Durante estos «años de plomo» se libró una guerra de baja intensidad «a tres bandas», entre la izquierda revolucionaria, el Estado y los grupos armados de ultraderecha. Aunque la violencia de la primera durante esta etapa ha recibido a menudo más atención, en realidad los fascistas fueron responsables de la mayor parte de asesinatos políticos entre 1969 y 1980[204].

En la década de 1980, la violencia fascista descendió en Italia, mientras que la represión y una epidemia de adicciones a la heroína causaron estragos en la izquierda revolucionaria. A pesar de ello, a finales de los años ochenta y principios de los noventa, la escena de los cabezas rapadas racistas llegó a Italia. En Milán, el grupo más agresivo en esta época era Acción Skinhead, integrado por ultras violentos del Inter. En 1990, atacaron y prendieron fuego a un centro social okupado libertario, el Laboratorio Anarchico. En respuesta, anarquistas y autónomos destrozaron el bar local de los cabezas rapadas y «mandaron a muchos nazis al hospital». Poco después, las autoridades prohibieron Acción Skinhead[205]. La defensa militante frente a estos ataques se organizó a partir de los colectivos y asambleas que funcionaban en los centros sociales okupados. No hubo un movimiento antifascista propiamente dicho durante esta etapa, aparte de los grupos del SHARP (Skinheads contra los Prejuicios Raciales).

La amenaza de los cabezas rapadas descendió a mediados de la década de 1990, pero el fantasma del fascismo gubernamental se intensificó por culpa de Silvio Berlusconi. Este invitó al MSI, que poco después cambió su nombre a Alianza Nacional, a entrar en un ejecutivo de coalición en 1994. Fue «la primera vez en Europa, después de la guerra, que un partido de extrema derecha, todavía impregnado de nostalgia fascista, formaba parte de un Gobierno»[206]. Berlusconi también incluyó a la populista y xenófoba Liga Norte. En un principio, en su fundación en 1989, esta había defendido los intereses de la parte norte del país. Pero posteriormente se transformó en un partido más amplio, con aspiraciones nacionales. Con esta coalición, el primer ministro italiano dio legitimidad al MSI. Ahora se pasó a considerar, con benevolencia, que este era «posfascista». De esta forma, rehabilitó el legado de Mussolini. La simpatía de Berlusconi hacia el fascismo quedó en evidencia años después, cuando dijo: «Mussolini no mató a nadie. Mussolini mandaba a la gente de vacaciones, al exilio interno»[207].

Cuando el MSI entró en el Gobierno, su ala más radical se escindió y formó Llama Tricolor. A lo largo de los años siguientes, surgieron otros partidos y organizaciones a la derecha de los «posfascistas», tales como Fuerza Nueva o CasaPound. Los integrantes de esta última empezaron enseguida a aterrorizar a inmigrantes, queers e izquierdistas. A finales de los años noventa comenzó a crecer un movimiento específicamente antifascista. En 1999, militantes autónomos de Milán salieron a la calle en gran número para oponerse al primer acto público de Fuerza Nueva en la ciudad. Iban a participar en este representantes de grupos fascistas de todas partes del continente europeo. El autónomo italiano y antiguo hincha del AC Milan, Niccolò Garufi, recuerda cómo él y sus compañeros avanzaron hacia el cordón policial que protegía el acto desde dos lados diferentes. Iban a lo largo de una calle muy estrecha, lanzando cócteles molotov. Los antidisturbios se vieron obligados a retroceder. Entonces un numeroso grupo de cabezas rapadas del Frente Veneto atacó a los militantes, pero fueron severamente derrotados. Garufi atribuye a esta acción directa antifascista el mérito de que Fuerza Nueva no pudiese crecer en Milán. Tuvieron que hacer su acto de presentación «en una fortaleza» desde la que sus líderes no pudieron llegar a la gente. Para Garufi y sus compañeros: «Este es el único argumento que entienden»[208]. Sin embargo, esta resistencia no pudo detener por completo el avance del fascismo.

Garufi fue testigo de ello en primera persona. Un grupo de compañeros suyos fue atacado a navajazos el 16 de marzo de 2003 en Milán por dos hermanos fascistas y su padre. Llevaban un perro llamado Rommel, en homenaje al general alemán. El mejor amigo de Garufi sufrió heridas graves. Otro militante fue apuñalado 27 veces, pero sobrevivió. Davide Dax Cesare, antifascista, punk, trabajador del metal, luchador de muay thai, esposo y padre, integrante del centro social okupado ORSO (Oficina de la Resistencia Social), fue asesinado. Garufi señala que fue el mismo día en que Rachel Corrie murió aplastada por una excavadora israelí. Cuando Garufi y sus amigos llegaron al hospital, les golpeó la policía[209].

De niño, Garufi y su padre, comunista, participaban siempre en el recorrido que hacían los partisanos locales el 25 de abril, el Día de la Liberación de Italia, para conmemorar el fin de la guerra. Cada año, el grupo deposita coronas de flores en las placas que recuerdan a la Resistencia. Tras el asesinato de Dax, la organización oficial de los partisanos, ANPI (Asociación Nacional de Partisanos de Italia), aprobó la solicitud de sus compañeros y le incluyó entre sus mártires. Ahora, antifascistas de todas las generaciones dejan flores en el lugar de su asesinato cada 25 de abril. Como dice el grafiti, «¡Dax vive!»[210].

Mural en recuerdo de Dax, antifascista asesinado en Milán, por WolksWriterz.

La escena de los cabezas rapadas racistas, de Skrewdriver y del Frente Nacional cruzó el Atlántico a finales de la década de 1980 y encontró suelo abonado en Estados Unidos y Canadá. No obstante, adondequiera que llegase esta nueva contracultura fascista, el creciente modelo del antifascismo militante le seguía, pisándole los talones.

Se puede situar el surgimiento de este último movimiento en una pizzería de Mineápolis. Un grupo multirracial de skinheads antirracistas, los Baldies, se reunieron allí en las vacaciones de Navidad de 1987. A principios de ese año, un colectivo local, que llevaba símbolos nazis y se hacían llamar los Caballeros Blancos, empezó a sembrar el terror entre los afroamericanos de la zona y a amenazar a los izquierdistas. Los Baldies decidieron defenderse. Un skinhead de raza negra del grupo, Mike, tiró un ladrillo contra una ventana de la casa del líder de los Caballeros Blancos. Fue detenido y se le impuso una multa de 200 dólares[211].

Decididos a pensar mejor su estrategia, los Baldies quedaron a cenar pizza y planear los pasos siguientes. Leyendo publicaciones anarquistas británicas, como Class War y Black Flag, Kieran, de 16 años, se había enterado de la reciente creación de Acción Antifascista. Los relatos de los enfrentamientos físicos con los miembros del Frente Nacional llamaron mucho la atención de estos jóvenes skinheads. Sin embargo, en el contexto político de Estados Unidos, «fascismo» sonaba «como un término dogmático de la izquierda». Por eso los Baldies decidieron que su nueva organización se iba a llamar Acción Antirracista (ARA[212]). En su primera publicación, ARA describía así sus actividades:

Educación: folletos, pegatinas, carteles, cartas y fanzines.

Acción directa: pintadas, palancas, ladrillos.

Enfrentamientos: lo que decidas

[213]

.

A lo largo de los meses siguientes, ARA de Mineápolis presionó a las tiendas de discos para que dejaran de vender música racista. Organizaron una manifestación junto con un grupo de estudiantes de raza negra y una organización progresista mayoritariamente blanca. Tacharon pintadas nazis. Se manifestaron contra la brutalidad policial. Y se enfrentaron a los Caballeros Blancos dondequiera que se los encontraban. Como explicó Kieran a la revista punk Maximumrocknroll en 1989: «Uno de los motivos por los que los Baldies hemos ganado tantas veces no es porque vayamos de machitos ni porque estemos todos muy mazados, sino porque hemos conseguido muchos apoyos y eso es lo verdaderamente importante»[214].

Cuando los Baldies empezaron a enfrentarse a los cabezas rapadas nazis, solo conocían el modelo de la AFA británica. No obstante, cuando se extendió su organización, entraron en contacto con una serie de grupos antirracistas locales que llevaban años activos. Entre estos estaba el Centro para la Renovación Democrática. En 1979 en Greensboro (Carolina del Norte) se convocó una concentración contra el Ku Klux Klan. Miembros de esta formación racista y otros nazis abrieron fuego sobre los manifestantes. Cinco integrantes del Partido Comunista de los Trabajadores fueron asesinados y otros diez resultaron heridos. En el momento de los disparos la policía brillaba por su ausencia. El tiroteo quedó grabado y vino a conocerse como la «Masacre de Greensboro»[215]. Sin embargo, los autores de los asesinatos fueron absueltos. La indignación ante esta sentencia condujo a la creación del Centro para la Renovación Democrática, inicialmente llamado Red contra el Klan. ARA también aprendió mucho de los exintegrantes de la Organización Sojourner Truth y de la Liga Octubre, ambas «neocomunistas», así como del Comité contra el Klan John Brown (JBAKC[216]). Este se formó en 1978 con antiguos miembros de los Weather Underground, de la Organización Comunista 19 de Mayo (así llamada por ser la fecha del cumpleaños de Malcolm X y de Ho Chi Minh) y de otros grupos. Ese año, presos de los Panteras Negras informaron de que el secretario del sindicato de carceleros del estado de Nueva York era del Klan. Esto llevó a la formación del Comité. El JBAKC se pensó como una organización antirracista y antimperialista, en la que revolucionarios blancos pudiesen colaborar con los de otras razas. Una cita de Malcolm X encabezaba su primera publicación, Death to the Klan!: «Necesitamos aliados que luchen y no que nos digan que no seamos violentos. Si un hombre blanco quiere ser un aliado, no hay más que preguntarle qué piensa de John Brown. ¿Sabéis lo que hizo John Brown? Empezó una guerra».

Tal y como sugiere la elección de esta cita, el JBAKC promovía la oposición física al Klan. En 1983 ayudaron a organizar una contramanifestación de 1200 personas que se enfrentaron al KKK en medio de una lluvia de piedras. A finales de la década de 1980, el grupo contaba con unos 300 miembros, organizados en 13 ciudades de todo el país. Para entonces, el nombre de su publicación había cambiado a No KKK-No Fascist USA!, una frase que tomaron prestada de la banda de punk MDC. Convertida ahora en No Trump-No KKK-No Fascist USA! ha llegado a ser el lema más popular contra Trump. El JBAKC dejó de existir en los años noventa[217].

El Comité contra el Klan John Brown se desarrolló a partir de una serie de tradiciones más amplias de resistencia militante frente al terror de los supremacistas blancos. Los mejores ejemplos en este sentido fueron el Partido Pantera Negra, el Ejército de Liberación Negro y el nacionalismo negro en general, los Boinas Marrones, Young Lords, Jóvenes Patriotas y otros grupos similares. El enfoque político de estas organizaciones respondía mucho más al antimperialismo que a una tradición específicamente antifascista. A pesar de ello, los Panteras Negras llamaban a menudo «cerdos fascistas» a los policías. Con ello, ponían de relieve la hipocresía que había tras la imagen de opositores a los nazis que tenía Estados Unidos de sí mismo, a pesar de que la policía aterrorizaba a la comunidad negra de forma cotidiana. De hecho, hay un elemento de continuidad entre el puño levantado del antifascismo y el de los Panteras Negras. Desde luego, la autodefensa militante contra la violencia de los supremacistas blancos se puede remontar muy atrás, a Malcolm X, a los Diáconos por la Defensa y la Justicia, a los escritos de Robert F. Williams y a otras personas y colectivos, hasta cientos de años antes. Es correcto atribuir a ARA el origen en Estados Unidos de los posicionamientos del antifascismo militante, al estilo europeo. Pero es vital situar esta iniciativa en el marco de una tradición mucho más larga y profunda de lucha contra una amplia variedad de integrantes del Klan, con capucha o sin ella.

Tal y como recuerda Kieran, de los Baldies de Mineápolis, los miembros del JBAKC y del Centro para la Renovación Democrática, que eran mayores que ellos, se mostraron entusiasmados con este repentino aumento de los esfuerzos organizativos de los antirracistas. Pero también hicieron algunas críticas «constructivas». Unos señalaron el excesivo machismo que percibían. Otros instaron a los jóvenes skinheads a prestar más atención a la participación en la comunidad.

Estos aspectos mejoraron al crecer ARA. Pero muchos grupos antifascistas militantes se han enfrentado a problemas similares, de una forma u otra. En un primer momento, la organización creció cuando los Baldies se fueron de gira con la banda local Blind Approach. Se reunieron con colectivos de mentalidad parecida, como SHOC (Skinheads de Chicago) o Brew City Skins de Milwaukee. La visita de Roddy Moreno, cantante de la banda británica de oi! The Oppressed, a Nueva York a finales de la década de 1980 hizo mucho por impulsar la escena de los skinheads antirracistas. Durante este viaje descubrió el SHARP, que llevó de vuelta a Gran Bretaña. El primer grupo de este tipo se formó en Nueva York en 1987. A lo largo de los años siguientes, SHARP y otros grupos similares, como RASH (Skinheads Rojos y Anarquistas), se extendieron por la escena punk. Estas conexiones informales aumentaron cuando Maximumrocknroll publicó un reportaje sobre ARA. Inmediatamente, se vieron inundados por cartas llegadas de todas partes del país[218].

Uno de los primeros colectivos de punks antirracistas se desarrolló en Atlanta. Allí se había vuelto habitual ver en los conciertos a «gente con tatuajes de esvásticas literalmente gritando: “¡Sieg heil!” y haciendo el saludo romano». Como recuerda Iggy, un antifascista de la ciudad, «algunos estábamos hartos» y «empezamos a intentar crear una escena que no encontrasen acogedora». Al principio, Iggy y sus amigos se limitaban a ponerse en la entrada de las salas de conciertos y repartir panfletos en los que se leía: «Los nazis no son bienvenidos aquí». Con el paso del tiempo, algunos revolucionarios más mayores, de la década de 1960, les enseñaron a organizarse con la comunidad. Pasaron a ser el «grupo oficioso de juventudes» de la Red de Barrios local, que tenía una campaña contra el Klan. Iggy y otros punks se esforzaron mucho en limpiar todos los grafitis nazis que había en la zona de Five Points. También se peleaban con cualquier miembro del Frente Americano o de los Old Glory Skins que pasase por allí. Después de un tiempo, los grupos de cabezas rapadas empezaron a llevar a sus nuevos miembros al barrio de Five Points. Vestidos con camisetas de Hammerskin, tenían que demostrar su valor enfrentándose a los antifascistas. No obstante, entre 1993 y 1994 los esfuerzos de estos habían erradicado, en buena medida, cualquier presencia nazi habitual en la escena punk de Atlanta. Iggy recuerda una de las últimas veces en las que alguien llegó a un concierto con una camiseta de No Remorse (una banda del sello Blood and Honour). Los militantes de ARA no tuvieron que hacer nada. Un «skinhead negro le dio cuatro puñetazos, lo dejó KO y le arrastró por los pies al exterior, completamente inconsciente». «Guau —pensó Iggy—, lo hemos logrado del todo. A estos tíos ya no se les acepta»[219].

Mientras ARA se extendía de este modo por Estados Unidos, los skinheads antirracistas de Canadá se enfrentaron a la violencia de las Naciones Arias en Edmonton y crearon la Liga Antifascista en 1990. Los fascistas atacaron a un periodista y a varios militantes que estaban pegando carteles, así que el grupo convocó una manifestación frente a la casa de los cabezas rapadas. Cuando salieron los boneheads, con escopetas modificadas de forma ilegal, la policía los arrestó. Surgieron otras organizaciones similares, como Unidos contra el Racismo, de Winnipeg, y Acción Antirracista de Toronto, creada en 1992.

A lo largo de los años siguientes, estos colectivos se enfrentaron al neonazi Heritage Front y organizaron campañas de solidaridad con las Naciones Originarias. En 1994, se creó la Red Antifascista del Medio Oeste. Un año después, pasó a ser la Red de Acción Antirracista. Llegados a este punto, ARA se había expandido mucho más allá de sus orígenes en la escena punk. Agrupaba a un conjunto amplio y diverso de varios miles de activistas, organizados en más de 200 localidades repartidas por Estados Unidos, Canadá y América del Sur. Desde el punto de vista de sus planteamientos políticos, ARA era principalmente anarquista y antiautoritaria. Así lo atestigua el influyente papel de la Federación Anarquista Revolucionaria Amor y Rabia en la organización. También había trotskistas, maoístas y otros miembros de la izquierda.

Al ampliarse y diversificarse el conjunto de los integrantes de ARA, también lo hicieron sus actividades. Sus secciones locales defendieron clínicas de interrupción del embarazo frente a los ataques de fundamentalistas cristianos (el apoyo a la «libertad reproductiva» era uno de los cuatro puntos de consenso de ARA). Organizaron patrullas para vigilar la actuación de la policía. Se manifestaron en contra de la brutalidad policial, hicieron campañas de solidaridad con Palestina y apoyaron a Mumia Abu Jamal, un pantera negra encarcelado[220].

No obstante, ARA no dejó nunca de «perseguirles, dondequiera que estén». Durante la década de 1990 se enfrentó a los principales actos del Klan en el Medio Oeste. También se opuso a otros grupos, como la Iglesia Mundial del Creador y la Alianza Nacional. A principios de la década de 2000, estas dos organizaciones luchaban entre sí por hacerse con el liderazgo del movimiento racista. En enero de 2002, la Iglesia Mundial del Creador, supremacista blanca, lanzó su órdago. Su jefe, Matt Hale, organizó un encuentro en un barrio mayoritariamente negro y latino de York (Pensilvania). Allí, nueve hombres blancos, incluido el antiguo alcalde de la ciudad, acababan de ser acusados del asesinato de la hija de un predicador de raza negra durante los disturbios raciales de 1969. Los testigos relataron cómo el alcalde le dio un rifle a uno de los otros con las siguientes instrucciones: «Mata a tantos negros como puedas»[221]. La Iglesia lanzó la convocatoria en solidaridad con los enjuiciados. Por otro lado, en 1999 uno de sus fieles asesinó a dos personas e hirió a otras nueve en una serie de tiroteos desde su coche. Los ataques iban dirigidos contra judíos y personas de raza distinta a la blanca[222]. Delegados de ARA se desplazaron a York antes del acto para reunirse con militantes por los derechos de los inmigrantes y ayudar a generar apoyo local a la contramanifestación[223].

Mientras Hale se dirigía a unas 70 personas en la biblioteca de la ciudad, una fila de antidisturbios separaba a los contramanifestantes antifascistas de una multitud de simpatizantes de la Iglesia. Entre estos se encontraban los Hammerskins de Baltimore, con banderas nazis. Como cuenta Howie, un joven anarquista de Nueva Jersey, los antirracistas tiraban bolas de nieve a los cabezas rapadas. En un momento dado, la policía quiso desplazar su línea. Al hacerlo, dejaron un hueco abierto. Los militantes se precipitaron por él y hubo un altercado. Luis, el anarquista argentino que se uniría al movimiento antifascista de Alemania unos años después, se había desplazado a York con sus compañeros de la sección de NEFAC (Federación de Anarco-Comunistas del Noreste) de Boston. Cuenta cómo consiguieron «establecer una alianza táctica espontánea con los jóvenes del barrio que no eran de raza blanca». Estos llevaron a los manifestantes por un callejón que permitía rodear a la policía y llegar hasta donde estaban los fascistas. Los militantes aparecieron en el momento en que los nazis se marchaban. Así, antirracistas encapuchados rompieron las luces y las ventanas de sus coches. Mientras, la policía se esforzaba en contener las «batallas campales en plena calle». Un nazi embistió con su camioneta contra un grupo de antifascistas y arrastró a uno de ellos sobre el capó a lo largo de casi siete metros. Veinticinco personas fueron detenidas, entre ellas el conductor de la camioneta. Según Murray, de ARA de Baltimore, «la comunidad local y ARA se unieron para echar a los racistas de la ciudad con cajas destempladas».

Para disimular su derrota, los fascistas organizaron varias concentraciones más en York, de menor tamaño. Para ellos es importante «aparentar que son fuertes y poderosos», explica Howie. «No podían mirarse en el espejo de la misma manera después de que una chica vegana de 50 kilos de peso les hubiera dado de patadas en el culo». Después de esta manifestación, Howie y sus amigos fundaron Acción Antirracista de Nueva Jersey, con sede en la ciudad de Nueva Brunswick[224].

En agosto de 2002 llegó el turno de la Alianza Nacional, también supremacista blanca, de intentar hacerse con el liderazgo del movimiento ultraderechista. Para ello, planearon la mayor reunión de racistas desde la Segunda Guerra Mundial en Washington D. C. Los nazis desfilaron con pancartas en las que se podían leer lemas como: «La diversidad es un genocidio para la raza blanca». A su vez, miembros de ARA, NEFAC y del Bloque Árabe Antinazi «acosaron a los manifestantes desde el principio hasta el final»[225]. Más temprano ese mismo día, ARA y sus aliados urdieron un audaz plan para impedir que un número apreciable de supremacistas blancos pudiera llegar siquiera a la manifestación. Se enteraron de que un grupo de unos 200 de ellos tenían previsto juntarse en Baltimore Travel Plaza e ir hasta el distrito federal en autobuses que habían fletado. Según explica Howie, un antifascista, los militantes pensaron un plan para hacer «todo lo posible por parar estos transportes».

Los antirracistas se reunieron en un punto de encuentro y se repartieron en dos grupos. Su idea era avanzar sobre el Baltimore Travel Plaza, adonde estaba previsto que llegasen los autobuses. Los militantes que iban con Howie «no tenían muy claro» cuál era el plan, ni estaban seguros de dónde se encontraban los otros. Algunos siguieron adelante mientras él se quedaba atrás, con uno de los coches. Tal y como lo describe, 28 antifascistas se dirigieron hacia la plaza en medio de una lluvia torrencial, solo para descubrir que los autobuses ya estaban destrozados[226]. Según una fuente bien informada:

Aproximadamente una hora antes del inicio previsto de la manifestación, un autobús lleno de neonazis llegó desde Detroit al Travel Plaza. Hay varias versiones de lo que sucedió después: una pequeña multitud, vestida toda de negro, cargó contra los neonazis. Solo se habían bajado unos pocos y fueron atacados. El autobús fue el que salió peor parado: se rompieron las ventanas, se pincharon las ruedas y se roció gas de autodefensa en el interior. Los asaltantes salieron de allí tan rápido como habían llegado, dejando una pancarta en la que se podía leer: «¡Aplasta el odio!»[227].

Para cuando el otro grupo de militantes se quiso dar cuenta de que los autobuses ya habían sido atacados, les cayeron encima «todos los policías de la ciudad». Los agentes fueron a registrar los coches, pero Howie se escondió debajo de uno. Gracias a la intensa lluvia que caía, consiguió escapar a la detención. Sus compañeros arrestados, conocidos como los «28 antirracistas de Baltimore», fueron acusados en un primer momento del ataque a los autobuses. Finalmente, todos fueron puestos en libertad, ya que habían llegado mucho después de que se produjesen los hechos[228].

Algunos antirracistas de Estados Unidos lo han dado todo por su militancia, a lo largo de este tiempo. En 1998, una cabeza rapada fascista atrajo a Daniel Shersty y a Lin Spit Newborn, dos skinheads de ARA (uno de raza negra y otro de raza blanca), al desierto de Las Vegas. Allí les esperaba el resto del grupo, que les disparó y asesinó a sangre fría[229]. «Dan —dijo su padre— murió como un soldado que creía en su causa, el antirracismo»[230].

No es sorprendente que la primera expresión después de la guerra de la esencia estratégica del antifascismo militante moderno surgiera en Gran Bretaña. Los ultraderechistas aprovecharon en ese país las leyes poco estrictas sobre la libertad de expresión para intentar resucitar su propuesta. A pesar de las idas y venidas, a lo largo de los años el antifascismo británico mantuvo el repertorio estratégico básico que planteó el Grupo 43. Para la década de 1970, el movimiento era mucho más ideológico y estaba cada vez más ligado a la subcultura del punk. Desarrollos similares se produjeron en otras partes del continente y más allá, conforme las transformaciones demográficas, económicas y políticas abrían espacios a la extrema derecha. Se puede decir que el antifascismo militante moderno o, como lo llama el historiador Gilles Vergnon, el «neoantifascismo» surgió a raíz de las estrategias de protesta y enfrentamiento de las primeras décadas tras la guerra. Se nutrió de los planteamientos políticos de los autónomos y de los desplazamientos subculturales de las décadas de 1970 y 1980. Adoptó el antirracismo en un sentido amplio (con influencia del antimperialismo), diferente de la tendencia inicial del movimiento en Europa a limitar su análisis en este sentido al antisemitismo[231]. En el inicio del siglo XXI, el antifascismo ha llegado a ser una fórmula potente y exportable para enfrentarse a los fascistas. No obstante, al entrar en el nuevo milenio, los militantes de una serie de países deben reevaluar sus estrategias, a medida que nuevos partidos de extrema derecha ganan prominencia, al alejarse de posturas declaradamente fascistas y de sus simpatizantes explícitamente boneheads.

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