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Antifa. El manual antifascista

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Siempre hay que tener cuidado cuando se representan grupos grandes de personas bajo una misma luz. Pero es evidente que los seguidores incondicionales de Trump votaron por su candidato, por o a pesar de su misoginia, racismo, discriminación contra los discapacitados, islamofobia y muchas otras formas de odio. Desde luego, hay una diferencia importante entre «por» y «a pesar de» en este contexto. Percibir esta diferencia debería servir de recordatorio de la importancia que tienen las organizaciones de masas a la hora de alejar de la extrema derecha a sus posibles simpatizantes. Siempre es importante distinguir entre una ideología y sus veleidosos seguidores. Pero no se puede ignorar la forma en que estas bases de apoyo popular establecen los cimientos para que el fascismo se manifieste como tal.

El antifascismo cotidiano aplica una perspectiva acorde a cualquier tipo de interacción con fascistas. Cotidiana o de cualquier otro tipo. Se niega a aceptar la peligrosa idea de que la homofobia no es más que una «opinión» particular, que alguien puede tener derecho a sostener. Se niega a aceptar cualquier oposición a la idea básica de que «las vidas de las personas negras importan», como si no fuese más que un mero desacuerdo político. Es una perspectiva antifascista que no tolera la «intolerancia». Frente a quienes dicen que esta actitud hace que los militantes sean como los nazis, hay que decirles que la crítica de los antifascistas no se dirige contra la violencia, la falta de respeto, la discriminación o la interrupción de discursos de forma abstracta. Sino contra quienes se comportan de cualquiera de estos modos para defender la supremacía blanca, el heteropatriarcado, la discriminación de clase y el genocidio. No se trata de la táctica, sino de las ideas políticas.

Si el objetivo de unos planteamientos políticos antifascistas normales es lograr que los nazis no puedan presentarse en público sin oposición, entonces el del antifascismo cotidiano es aumentar el coste social del comportamiento represivo. Hasta el punto de que quienes lo defienden no tengan otra opción más que ocultar sus puntos de vista.

No cabe duda de que este objetivo no se había logrado por completo, ni mucho menos, antes de la llegada de Trump a la presidencia. Pero su elección y el crecimiento de la derecha alternativa lo han convertido en un asunto de vida o muerte. Ricky John Best, Taliesin Myrddin Namkai Meche y Micah Fletcher eran antifascistas cotidianos que dieron un paso al frente a bordo de un tren en Portland (Oregón) en mayo de 2017. Defendieron a dos jóvenes, una de ellas una musulmana que llevaba el hiyab, del ataque de un supremacista blanco. Lamentablemente, el atacante, que había asistido a una manifestación de la derecha alternativa en defensa de la libertad de expresión el mes anterior, apuñaló a los antifascistas cotidianos. Asesinó a Best y a Meche y mandó a Fletcher al hospital. La heroica actuación de los tres es el mejor ejemplo de la actitud de vigilancia contra el fundamentalismo que todos debemos ser capaces de mostrar.[439]

Lo ideal es cambiar los sentimientos y las opiniones. Es algo que puede suceder. Un impactante ejemplo es el caso de Derek Black, el hijo del fundador de la página web nazi Stormfront. Black se distanció del supremacismo blanco después de una serie de conversaciones con sus amigos del New College de Florida. Pero aparte de lo poco habitual que es esta circunstancia, debería recordarse que el supremacismo blanco de Derek Black y las ideas antirracistas de los estudiantes que conoció en la universidad no se enfrentaron en un campo de juego equilibrado. Black se sentía avergonzado de ser un neonazi, algo que solo se supo cuando los otros lo hicieron público. Pero ¿por qué estaba avergonzado? Porque el nazismo había sido descreditado hasta tal punto que sabía que pertenecía a una pequeña minoría, opuesta a todos los que le rodeaban.

En otras palabras, los movimientos antirracistas del pasado habían trabajado para que los puntos de vista del supremacismo blanco conllevaran un alto coste social. Con ello, sentaron las bases para que alguien como Derek Black llegara a adoptar un punto de vista antirracista. Los sentimientos y las opiniones no se pueden cambiar sin un contexto. Son productos de los mundos que los rodean y de las estructuras discursivas que les otorgan sentido.

Cada vez que alguien actúa contra los fundamentalistas racistas y tránsfobos —sea denunciándolos, boicoteando sus negocios, avergonzándolos por sus opiniones represivas o dando por terminada la amistad, a no ser que esa persona cambie—, está llevando a la práctica una perspectiva antifascista que contribuye a un antifascismo cotidiano de mayor calado. Se opone a la marea de la derecha alternativa, Trump y sus seguidores incondicionales. Nuestro objetivo debería ser que, dentro de veinte años, quienes han votado a Trump se sientan demasiado avergonzados como para reconocerlo en público. Puede que no siempre sea posible cambiar las opiniones de alguien, pero desde luego que se puede hacer que expresarlas tenga un coste político, social, económico y, a veces, también físico.

[394] Entrevista con Kieran; Jonathan Franklin, «Skinnin’ heads» [Rapando cabezas], Vibe, junio-julio de 1998.

[395] «Police added in Brooklyn neighborhood amid “knockout game” attacks» [La policía refuerza su presencia en un barrio de Brooklyn ante los ataques por el «juego del KO»], NBC 4, 20 de noviembre de 2013, en http://www.nbcnewyork.com/news/local/Knockout-Game-Polar-Bearing-Hate-Crimes-Punch-Slap-Video-232695381.html.

[396] Zach Schonfeld, «Is it OK to punch a nazi in the face? Leading ethicists weigh in: “no”» [¿Es aceptable darle un puñetazo en la cara a un nazi? Un destacado analista ético nos da su opinión: «No»], Newsweek, 24 de enero de 2017, en http://www.newsweek.com/richard-spencer-punch-nazi-ethicists-547277.

[397] Entrevista con Murray.

[398] Entrevista con Chepe.

[399] Entrevistas con Ole, Rasmus Preston, Camille, Paul Bowman, Kieran, Howie, Iggy, Xtn, Frode, Job Polak y Dolores C.

[400] Siddharth Venkataramakrishnan, «Like or loathe him, the Berkeley riots prove Milo Yiannopoulos is right on free speech» [Guste o no, los altercados de Berkeley demuestran que Milo Yiannopoulos tiene razón en lo que se refiere a la libertad de expresión], The Telegraph, 7 de febrero de 2017, en http://www.telegraph.co.uk/education/2017/02/07/like-loathe-berkeley-riots-prove-milo-yiannopoulos-right-free/; Jelani Cobb, «The mistake the Berkeley protesters made about Milo Yiannopoulos» [El error que han cometido los manifestantes de Berkeley con Milo Yiannopoulos], The New Yorker, 15 de febrero de 2017, en http://www.newyorker.com/news/daily-comment/the-mistake-the-berkeley-protestersmade-about-milo-yiannopoulos; Robby Soave, «Milo Yiannopoulos feeds on your violent protests» [Milo Yiannopoulos medra con vuestras protestas violentas], Daily Beast, 2 de febrero de 2017, en http://www.thedailybeast.com/articles/2017/02/02/milo-yiannopoulos-feeds-onyour-violent-protests-so-does-donaldtrump; Christian Parenti y James Davis, «Free speech as battleground» [La libertad de expresión como campo de batalla], Jacobin, 1 de abril de 2017, en https://www.jacobinmag.com/2017/04/free-speech-charles-murraycampus-protest/.

[401] Jonathan Chait, «The “shut it down!” left and the war on the liberal mind» [La izquierda del «¡Impidámoslo!» y la guerra contra la mentalidad liberal], New York Magazine, 26 de abril de 2017, en http://nymag.com/daily/intelligencer/2017/04/the-shut-it-down-left-and-the-war-on-theliberal-mind.html.

[402] Erica Chenoweth y Maria J. Stephan, Why civil resistance works: the strategy of nonviolent conflict [Por qué funciona la resistencia civil: la estrategia del conflicto no violento], Nueva York: Columbia University Press, 2011; Erica Chenoweth, «Violence will only hurt the Trump resistance» [La violencia solo va a perjudicar a la resistencia contra Trump], New Republic, 7 de febrero de 2017, en https://newrepublic.com/article/140474/violence-will-hurt-trump-resistance.

[403] Max Kutner, «Inside the black bloc protest strategy that shut down Berkeley» [Dentro de la estrategia de bloque negro en la manifestación en Berkeley], Newsweek, 14 de febrero de 2017, en http://www.newsweek.com/201 7/02/24/berkeley-protest-milo-yiannopoulos-black-bloc-556264.html.

[404] Ben Case, «Beyond violence and nonviolence» [Más allá de la violencia y la no violencia], ROAR #5, primavera de 2017; Chenoweth y Stephan, Why civil resistance works; Chenoweth, «Violence will only hurt».

[405] Chenoweth, «Violence will only hurt»; Erica Chenoweth, «Backfire in the Arab Spring» [Efectos indesedos de la Primavera Árabe], Instituto de Oriente Medio, 1 de septiembre de 2011, en http://www.mei.edu/content/backfire-arab-spring.

[406] Chenoweth, «Violence will only hurt».

[407] Chenoweth y Stephan, Why civil resistance works, pp. 40 y 41.

[408] Chenoweth, «Violence will only hurt».

[409] Ibid.

[410] Tilles, British fascist antisemitism, pp. 151-153.

[411] Soucy, French fascism: the first wave, pp. 55 y 56.

[412] Ibid., pp. 20, 217; Soucy, French fascism: the second wave, pp. 34 y 35.

[413] Tilles, British fascist antisemitism, p. 154; Copsey, Anti-fascism in Britain, p. 61.

[414] Daniel Singer, Prelude to revolution: France in May 1968 [Preludio revolucionario: Francia en Mayo de 1968], 2.ª edición, Cambridge: South End, 2003, pp. xvii y xviii.

[415] Mark Bray, Translating anarchy: the anarchism of Occupy Wall Street [La traducción de la anarquía: el anarquismo de Occupy Wall Street], Winchester: Zero, 2013, p. 217.

[416] Entrevista con Maya, marzo de 2017.

[417] Soucy, French fascism: the first wave, p. 53.

[418] Copsey, Anti-fascism in Britain, p. 15.

[419] Entrevista con Ole; Charles S. Johnson, «Montana woman honored for anti-nazi stance» [Mujer de Montana alabada por su actitud frente a los nazis], Billings Gazette, 16 de enero de 2001, en http://billingsgazette.com/news/local/montana-woman-honored-for-anti-nazi-stance/article_f03d2c3a-face-5981-b6f1-3aac988b9785.html.

[420] https://crimethinc.com/2017/04/21/antifa-sisters-having-fun-keeping-thestreets-clean-of-fascism.

[421] Entrevista con Stefan, marzo de 2017.

[422] Entrevista con Frederick Schulze, marzo de 2017; «Anti-fascist movement cleans defaced monument to Saban Bajramovic» [El movimiento antifascista limpia el monumento profanado de Saban Bajramovic], The Balkans Daily, 25 de abril de 2013, en http://www.thebalkansdaily.com/anti-fascistmovement-cleans-defacedmonument-to-saban-bajramovic/.

[423] Entrevista con Ole.

[424] Entrevistas con Dag, Paul Bowman.

[425] Entrevistas con Dolores C. y Magnus; J. Smith y André Moncourt, The Red Army Faction: a documentary history [La Fracción del Ejército Rojo: una historia documental], vol. 2, Oakland: PM Press, 2013, cap. 2; Bim Adewunmi, «Kimberlé Crenshaw on intersectionality» [Kimberlé Crenshaw sobre la interseccionalidad], New Statesman, 2 de abril de 2014, en http://www.newstatesman.com/lifestyle/2014/04/kimberl-crenshaw-intersectionality-i-wanted-come-everyday-metaphor-anyone-could; Denise Lynn, «Claudia Jones’ feminist vision of emancipation» [La visión feminista de la emancipación de Claudia Jones], Black Perspectives, 8 de septiembre de 2016, en http://www.aaihs.org/claudia-jones-feminist-vision-of-emancipation/; Klaus Viehmann, Prison round trip [Viaje de ida y vuelta a prisión], Oakland: PM Press, 2009.

[426] Entrevistas con Dolores C., Maya y RCA.

[427] Entrevista con Howie.

[428] Entrevista con RCA.

[429] Entrevistas con Paul Bowman y Jim.

[430] Entrevistas con Murray, Camille, Stina, Daniel y Kieran.

[431] Entrevistas con Kieran, Xtn, Dominic y Dolores C.

[432] Entrevista con Camille.

[433] Entrevista con Daniel, mayo de 2017.

[434] Entrevista con Job Polak.

[435] Entrevista con Karpa, mayo de 2017.

[436] Entrevista con Erik D.; https://workersdefenseguard.wordpress.com/.

[437] Entrevistas con RCA y Christy.

[438] Publicado inicialmente en ROAR Magazine como «Trump and everyday anti-fascism beyond punching nazis» [Trump y el antifascismo cotidiano, más allá de darle puñetazos a los nazis], en https://roarmag.org/essays/trump-everyday-anti-fascism/.

[439] «Nearly $1m raised for victims» [Cerca de un millón de dólares recaudado para las víctimas], Al Jazeera, 29 de mayo de 2017.

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Good night white pride

(o la supremacía blanca

es insostenible)

«Primero vinieron a por los musulmanes y dijimos:

“¡Esta vez no, hijos de puta!”».

[Lema habitual en las protestas contra el veto

migratorio de Trump, a principios de 2017].

A finales de enero de 2017 miles de manifestantes invadieron los aeropuertos internacionales de Estados Unidos. Protestaban contra el veto migratorio de Donald Trump a los musulmanes y querían impedir físicamente su aplicación. En 2016, la palabra «fascismo» saltó al segundo lugar en el índice de búsquedas de la web del diccionario Merriam-Webster (por detrás de «surrealista»). Muchos manifestantes asociaban el veto a los musulmanes con el antisemitismo nazi. Estaban dispuestos a poner en práctica la clásica frase de Martin Niemöller: «Primero vinieron a por los comunistas…». Se alzaron para defender a los primeros perseguidos. «¡Esta vez no, hijos de puta!». Es la respuesta correcta. Al pie de la letra, frente a la persecución de cualquier colectivo. Hay que dar a la famosa frase de Niemöller el crédito de haber animado a muchos a pronunciarse.

Sin embargo, los hechos históricos demuestran que cuando se trataba de personas de tipo medio en la demografía mayoritaria de la Alemania nazi, la Italia Fascista o del resto de regímenes autoritarios, «ellos» no «vinieron» casi nunca. Como concluyeron Eric A. Johnson y Karl-Heinz Reuband en What we knew: «Lejos de vivir en el temor y el descontento incesantes, la mayoría de los alemanes llevaban vidas felices e incluso normales en la Alemania nazi […]. Aunque casi todos [los entrevistados] violaban las omnipresentes leyes del Tercer Reich en un aspecto u otro […], la mayor parte nos dijo que no temían ser arrestados».[440]

Los antifascistas no se deben preocupar solo de aquellos que se organizan para defender la supremacía blanca ni de los que repiten de vez en cuando lemas racistas sin pensarlo mucho. También de quienes no dicen nunca nada en absoluto. Los regímenes fascistas medran gracias al apoyo, o al menos el consentimiento, generalizado. Cultivan el orgullo en una serie de identidades, privilegios y tradiciones. Y fomentan el miedo a perderlos. Uno de los rasgos más importantes en el contexto del resurgir de la extrema derecha en Estados Unidos es el de ser blanco.

La idea popular de la raza es que es algo «natural» y «eterno». No obstante, como noción biológica, es una invención de la Europa moderna. Ta-Nehisi Coates señala que cuando se inventó este concepto, surgió como «el hijo del racismo, no el padre». «El proceso de nombrar “al pueblo” nunca ha sido una cuestión genealógica ni de fisonomía, sino de jerarquía».[441] La condición de ser blanco nunca ha existido por sí misma, independientemente de su ubicación en la cima de la pirámide racial. Como explica Joel Olson en The abolition of white democracy: «“Blanco” o “caucásico” no son descripciones físicas neutras de ciertas personas, sino proyectos políticos para garantizar y proteger ciertos privilegios».[442] La condición de ser blanco ocupa una posición destacada en la cúspide de la jerarquía racial, de la que surge a su vez. Eso la convierte en una identidad de un tipo muy diferente de la que corresponde a la condición de ser negro, por ejemplo. Esta última fue el resultado directo de la destrucción de las identidades de las personas africanas secuestradas, a las que se ubicó en la parte más baja de la pirámide. La condición de ser blanco es una «opción moral (porque no hay personas de raza blanca)», como explica James Baldwin. «Nosotros… tampoco éramos negros antes de llegar aquí […]. El comercio de esclavos nos definió como negros».[443]

Mis antepasados judíos e irlandeses no eran considerados «blancos» cuando llegaron por primera vez a Estados Unidos a principios del siglo pasado. Con el paso del tiempo se les fue aceptando gradualmente en lo que Olson denomina la «democracia blanca». El significado y los límites de estas construcciones sociales cambian con el tiempo. En todo caso, tenemos la capacidad de luchar contra la jerarquía racial que subyace a la mera idea de ser blanco. Esto no quiere decir que haya que adoptar un enfoque conservador que no reconozca las diferencias entre los diferentes grupos étnicos. Se trata más bien de actuar contra las fuentes del privilegio blanco y luchar en solidaridad con los desheredados del mundo.

Por supuesto, de ningún modo quiere esto decir que haya que exterminar a las personas que actualmente se califican como blancas, sino abolir el esquema de clasificación racial que las hace ser así. W. E. B. Du Bois en «The souls of white folk», de 1920, reflexiona sobre los horrores de la Primera Guerra Mundial. Señala lo que las víctimas del colonialismo y del imperialismo habían sabido durante generaciones. «No se trata de que Europa se haya vuelto demente. No es una aberración ni una locura. Esto es Europa. Esto que parece terrible es el alma verdadera de la cultura blanca, desnuda hoy y visible».[444] El advenimiento del fascismo no hizo sino exacerbar ese horror.

Muchos comentaristas europeos y estadounidenses vieron en el Holocausto y en el ascenso del fascismo una lamentable desviación de las tradiciones ilustradas de la «civilización occidental». En cambio, Aimé Césaire concluyó correctamente que «Europa es insostenible».[445] Del mismo modo, también nosotros debemos concluir que, como identidad forjada a través de la esclavitud y del sistema de clases, la supremacía de la condición blanca es indefendible. La única solución a largo plazo ante la amenaza fascista es minar los pilares sobre los que se cimienta en la sociedad. Están anclados no solo en la supremacía blanca, sino también en la discriminación a los discapacitados. En la heteronormatividad. En el patriarcado. En el nacionalismo. En la transfobia. En el dominio de clase y muchos otros conceptos similares. Este objetivo a largo plazo remite a las tensiones que existen a la hora de definir el antifascismo. Porque, a partir de un cierto punto, destruir el fascismo consiste realmente en promover una alternativa socialista revolucionaria (en mi opinión, una que sea antiautoritaria y no jerárquica) ante un mundo en crisis. Un mundo con pobreza, hambrunas y guerras, en el que medra la reacción fascista.

Cuando le pregunté a Jim, de Antifascistas de Londres, cómo combatir a los partidos populistas de extrema derecha, me dijo: «No podemos esperar derrotar a un proyecto electoral de este tipo del mismo modo que lo haríamos con un movimiento fascista de calle. En vez de eso, tenemos que presentar mejores propuestas políticas que las suyas». [446]

No cabe duda de que las acciones en la calle y otras formas de oposición frontal pueden ser muy útiles contra cualquier oponente político. Pero una vez que las organizaciones de extrema derecha han conseguido difundir su mensaje xenófobo y distópico, nos corresponde a todos nosotros anegarlas en alternativas mejores que la austeridad y la incompetencia de los partidos de derecha e izquierda que hay en los diferentes Gobiernos.

Por sí solo, el antifascismo militante es necesario pero no suficiente para construir un mundo nuevo sobre las ruinas del viejo.

[440] Eric A. Johnson y Karl-Heinz Reuband, What we knew: terror, mass murder, and everyday life in nazi Germany, an oral history [Lo que sabíamos: terror, genocidio y vida cotidiana en la Alemania nazi. Una historia oral], Cambridge: Basic Books, 2005, pp. xvi & xxii.

[441] Ta-Nehisi Coates, Between the world and me, Paw Prints, 2016, p. 7 [trad. cast.: Entre el mundo y yo, Barcelona: Editorial Seix Barral, 2016].

[442] Joel Olson, The abolition of white democracy [La abolición de la democracia blanca], Mineápolis: University of Minnesota Press, 2004, p. xviii.

[443] James Baldwin, «On being white… and other lies» [Acerca de ser blanco… y otras mentiras], Essence, abril de 1984.

[444] W. E. B. Du Bois, «The souls of white folk».

[445] Césaire, Discourse on colonialism, p. 32, en cursiva en el original.

[446] Entrevista con Jim.

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Me gustaría dar las gracias a todos los antifascistas del mundo que han sacrificado su tiempo, sus energías, su trabajo, su libertad, su salud y en ocasiones hasta su vida para enfrentarse al fascismo. También a los militantes que tuvieron la amabilidad de compartir sus experiencias y sus conocimientos conmigo. Gracias a Melville House en general y a Dennis Johnson en particular por imaginar este proyecto y por confiarme su realización. Gracias igualmente a todas las personas que me han ayudado a concertar las entrevistas, que han aportado sus conocimientos, que me han dado su opinión y hecho comentarios y que me han apoyado: Gato, Jelle Bruinsma, Malamas Sotiriou, Stephen Roblin, Dominic, Niccolò Garufi, Eli Meyerhoff, Abbey Volcano, Rasmus Preston, Alice, Belinda Davis, Murray, Temma Kaplan, Adrien Alexander Wilkins, Job Polak, Ahmed Daoud, Dominique Cassou, Shane Burley, Almudena, Walter Tull, Ariane Miéville y todas aquellas que han preferido permanecer en el anonimato. Gracias a mi familia por su cariño y afecto. Y a Senia, el amor de mi vida. Sin ti este libro, igual que todo lo demás, hubiese sido impensable. («Fue un momento como este, ¿te acuerdas?»).

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Consejos de los antifascistas

pasados y presentes a los del futuro

Les pedí a muchas de mis fuentes y a las personas a las que entrevisté para preparar el libro que me dieran algún consejo, en base a sus experiencias, para quienes llegan por primera vez al antifascismo. A continuación, hay una selección de sus respuestas. Se reproducen sin comentario alguno, en un intento de aportar algo así como unas fuentes de primera mano seleccionadas para quienes empiezan a organizarse ahora en contra de la extrema derecha. Algunos de estos consejos se contradicen con otros. Esto es un reflejo de la diversidad de opiniones que hay dentro del movimiento. Se trata de una recopilación de consideraciones generales. No es una guía del usuario detallada, pieza a pieza. Tras unos comentarios iniciales, el resto de la sección está dividida en estrategias organizativas, inteligencia, seguridad, táctica y dinámicas internas.

* * *

«Cada situación es diferente».

Niccolò Garufi, Italia

«No puede haber un único consejo».

Malamas Sotiriou, Grecia

«Ponte en contacto con otros grupos o militantes antifascistas que respetes de alguna ciudad cercana,

o de tu país o de cualquier parte y ¡pregúntales cómo lo hicieron!».

Antifascista Internacional

«No copies lo que hacen otras personas […]. No hay ningún modelo […]. Debes trabajar con las circunstancias de partida que tienes».

Ole, Dinamarca

«Implícate y ten la seguridad de que este es tu sitio: lo es».

Erik D., Minnesota

«Atrévete a cometer errores, pero recuerda que cometer errores ha llevado a gente a la cárcel, ha causado heridos y muertos».

Murray, Baltimore

«No pierdas de vista aquello por lo que luchamos».

Ole, Dinamarca

«Lo más importante del antifascismo es implicarse».

K. Bullstreet, RU[447]

Estrategias organizativas

«Lo más importante es no enfrentarse nunca (a los fascistas) solo […]. Reúne al menos a un pequeño grupo de confianza».

Murray, Baltimore

«Si estáis solos no sois más que una pandilla». Niccolò Garufi, Italia

«No te aísles».

Dolores C., Suecia

«Es muy eficaz construir un colectivo a partir de un grupo de amigos y luego invitar a unirse a más gente».

K, Polonia

«No sigas añadiendo gente al grupo sin más, forma un núcleo».

Iggy, Atlanta

«Lo más importante es fomentar la solidaridad entre grupos».

Eliana Kanaveli, Grecia

«Tienes que adaptar tu estrategia a los grupos a los que te enfrentas y, hasta cierto punto, al sitio en el que desarrollas la actividad».

Dag, Noruega

«Tómate el tiempo que te haga falta y no te encierres en la ideología. Eso excluye a mucha gente. Intenta partir de “la vida normal”. Habla con los vecinos y establece una presencia en tu comunidad».

Camille, Francia

«La mejor forma de combatir el fascismo es construir un movimiento de izquierdas de mayor calado».

Ole, Dinamarca

«Articula el antifascismo en términos de autodefensa obrera».

Kieran, Mineápolis

«Algo que no debes olvidar nunca en la lucha antifascista es que para relacionarte con la clase obrera y conseguir su apoyo hay que hacer un montón de trabajo previo. Tus vecinos no te van a apoyar si vas corriendo por ahí gritando: “¡Mata nazis!”».

Karpa, España

«Siempre he pensado que la guerra contra el fascismo es total. Pero no en un sentido militar. Hay que estar dispuesto a atacar y defenderse. Hay que estar preparado. Pero sobre todo es una lucha cultural, porque el fascismo se extiende entre la clase obrera. Tenemos que estar presentes en ella, en el movimiento estudiantil, en las organizaciones obreras en la comunidad y construir redes de solidaridad».

Niccolò Garufi, Italia

«Hace falta una organización más amplia que involucre a personas que no sean militantes ni revolucionarias para aislar y enfrentarse al fascismo. Pero si hay un grupo de nazis activo en tu ciudad, desde luego que hace falta organizar un colectivo más dispuesto al enfrentamiento para proteger a la gente».

Dag, Noruega

«Tómate en serio todos los aspectos de la organización […]. Crea un espacio democrático en el que la gente se pueda involucrar por primera vez […]. Construye una cultura de solidaridad y respeto».

Kieran, Mineápolis

«A veces hace falta un colectivo cohesionado que actúe durante años. A veces solo se necesita un grupo pequeño de militantes para una acción concreta. En ocasiones hay que funcionar de forma clandestina y anónima, sobre todo en ciudades pequeñas en las que el odio a las minorías es generalizado, en la escuela, en las calles, en el ayuntamiento. Otras veces se puede actuar abiertamente y defender a los grupos oprimidos sin ocultarse».

K, Polonia

«Un grupo debe tener una idea clara de lo que pretende conseguir. Por ejemplo, aumentar la sensibilidad de una comunidad ante la discriminación, dar visibilidad a un cierto tema en los medios de comunicación o sacar a la luz pública las identidades de los miembros de alguna pandilla de neonazis».

K, Polonia

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