Annabelle

Annabelle


Esa noche

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Esa noche

Avanzaban por el camino cogidas del brazo. Rebecka empezó a cantar: «Entra el padre, borracho como una uva».

—¡Como una uva! —Annabelle se rió tanto que tuvo que detenerse—. ¿Has dicho «como una uva»?

—Sí, ¿no dice eso la letra?

—Borracho «como una cuba» —la corrigió Annabelle.

A Rebecka le gustaba más «como una uva». Le parecía más gracioso una uva borracha.

«Entra el padre, borracho como una uva, y golpea la mesa con su polla».

Annabelle le pidió que se callara. Ella quería cantar algo más serio.

—¿Como qué? —preguntó Rebecka.

Pues quizá como esa canción que solían cantar en la iglesia en la fiesta de fin de curso.

—¿De qué coño de fiesta hablas?

De nada sirvió que Annabelle le recordara que únicamente habían cantado juntas en una fiesta de fin de curso, cuando terminaron noveno.

Rebecka se rió y dijo que lo había olvidado por completo. Le resultaba tan lejano… Pero de la canción sí se acordaba:

And I never thought I’d feel this way

And as far as I’m concerned

I’m glad I got the chance to say

That I do believe, I love you.

La letra era banal, pero, aun así, inundó a Annabelle de melancolía. Pronto dejarían de estar juntas. Hacía ya unos cuantos años que se habían prometido una cosa: que nunca nunca jamás se separarían. ¿Cuántas chicas no se habrían prometido lo mismo?, pensó Annabelle. ¿Y cuántas habrían podido mantener su promesa?

Al llegar al estribillo cantaron a pleno pulmón:

Keep smiling, keep shining,

Knowing you can always count on me, for sure

That’s what friends are for.

For good times and bad times…

De repente, Rebecka se detuvo en seco.

—¿Qué pasa? —se inquietó Annabelle—. ¿Qué haces?

—He oído algo. —Rebecka miró hacia el bosque—. ¿Tú no?

Annabelle negó con la cabeza. ¿Cómo iba a hacerlo con lo alto que cantaban? Pero Rebecka estaba segura, había oído algo en el bosque. ¿Qué coño podía ser?

Annabelle respondió que el bosque se encontraba lleno de animales. Y Rebecka dijo que ojalá, que ojalá fuera un animal.

—Pues claro, tonta. ¿Qué va a ser si no? —Annabelle le dio a Rebecka un golpe en el costado—. Te vuelves tan paranoica cuando bebes…

—¡Y tú pasas de todo! Bueno, tú sigue así, pero no me eches la culpa si algún puto loco nos ataca por la espalda.

—Tienes que dejar de ver tantas películas de terror, Becka. En serio.

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