Angel

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Catherine y Cassie llegaron a tiempo para que se las invitara a la boda de Colt Thunder, que se iba a casar a fin de mes. Jessie, su hermana, llevaba varias semanas planeando los festejos. Según los rumores divulgados por Louella, el ama de llaves, Colt había protestado mucho. Sólo quería terminar con el asunto antes de que la novia cambiara de idea. Pero su hermana estaba decidida a organizar la fiesta más grande que se hubiera visto en Wyoming. Al fin y al cabo, él se casaba con una duquesa de carne y hueso.

Catherine se mostró impresionada. Cassie no mencionó que Angel ya le había hablado de la duquesa en cuestión. Tenía muchos deseos de conocer a la dama por la que Colt había cambiado la opinión que tenía de las mujeres blancas. Angel se sorprendería mucho cuando se enterara, puesto que, según él, a Colt no te gustaba nada verse obligado a acompañar a la duquesa.

Cassie averiguó algo más sobre aquello cuando ella y Marabelle se cruzaron con Jessie en la pradera al día siguiente de su llegada. La vecina buscaba un ternero extraviado y Cassie disfrutaba, simplemente, con el placer de pasear nuevamente con su pantera. Pusieron los caballos a la par para conversar.

—El mes pasado nos habría venido bien tu habilidad para arreglar las cosas — dijo Jessie de inmediato. Era la única que se mostraba generosa al referirse a los entrometimientos de Cassie—. Nunca se vieron dos personas tan desdichadas como Colt y Jocelyn cuando vinieron. Estaban enamorados, lo comprendí de inmediato, pero ninguno de los dos se decidía a declararse.

—¿Por qué?

—Él pensaba que ella jamás se casaría con un mestizo. Ella creía que Colt no la amaba. ¡Qué tontos ambos, callarse así lo que sentían!

Cassie se retorció en la silla de montar. ¿Acaso ella no era culpable de lo mismo? Claro que su caso era algo diferente. Ella sabía con certeza que Angel no correspondía a sus sentimientos. Pero en ese caso, ¿por qué en San Luis se había mostrado tan indiferente al divorcio? Se retorció un poco más. Tendría que pensarlo bien. Si existía la más remota posibilidad...

—¿A que no adivinas dónde se hospeda Colt? — continuó Jessie—. En el viejo rancho de los Callan.

Eso tomó a Cassie por sorpresa.

—Yo habría dicho que no volvería a pisar esa casa después de lo que le ocurrió allí.

—Lo sé, pero la duquesa compró la propiedad para vivir allí hasta que se terminara la mansión que está construyendo en las colinas. Y cuando él se decidió a proponerle matrimonio, ella no quiso perderlo de vista nunca más.

—A mí me habían dicho lo contrario, que él temía que ella se echara atrás con respecto al casamiento.

—En realidad, ninguno de los dos dejará de preocuparse hasta que el hecho esté consumado. No me preguntes cómo hice para persuadirlos de posponer la boda un mes para que mi hermano tuviera una boda como Dios manda. No fue fácil.

Por un momento se detuvieron a observar a Marabelle que se revolcaba en un montón de nieve dejado por la tormenta desatada algunas semanas atrás. Esa mañana hacía mucho frío, pero ambas estaban habituadas.

Cassie decidió pedir consejo a su amiga, ya que se le presentaba la oportunidad.

—¿Alguna vez te encontraste en la necesidad de tomar una decisión sin saber cómo actuar, Jessie?

—Claro, muchas veces. Es entonces cuando Chase me es muy útil.

Si a mí no se me ocurre la solución, él siempre me la ofrece. Cassie se tomó un instante para provocarla:

—Seguramente te es útil también para otras cosas.

—Para una o dos más, sí. — Jessie sonreía abiertamente. — Dime, ¿cuál es esa difícil decisión a la que te enfrentas?

A Jessie no le costaba ir al grano. Cassie lo intentó.

—Pues mira, mientras estaba en Texas me casé. — Jessie se echó a reír.

—Caramba, esta temporada se da mucho. ¿Cómo hiciste para no reventar con semejante noticia? ¿Cuándo nos lo presentarás?

—Ya lo conocéis. Me casé con Angel.

—¿Con Angel? No... no, no puede ser...

—Ese es, el amigo de Colt.

Jessie la miró fijamente un momento. Luego estalló:

—¡Tú y Angel!

Cassie hizo una mueca dolorida ante su incredulidad.

—Sé que suena ridículo pero en realidad no fue idea nuestra. ¿Recuerdas cómo os casasteis tú y Chase?

—¡Como para olvidarlo! ¡Con su revólver clavado en mi espalda! — replicó Jessie. Sus ojos turquesa se ensancharon—. ¡No me digas que Angel te obligó!

—Él no. Fueron algunos vecinos de mi padre que se oponían a mi entrometimiento.

—¿Y Angel lo permitió?

El asombro de Jessie era bastante comprensible. Quien conociera a Angel sabía que no era capaz de soportar algo así cruzado de brazos; en caso necesario, derramaría sangre para impedirlo.

—Lo desarmaron antes de que pudiera adivinarles las intenciones.

—Debe de haberse puesto furioso.

—Eso temía yo. Hice todo lo posible para disuadirles pensando que él los mataría a todos. Pero en realidad sólo se enojó conmigo. Al fin y al cabo, todo eso sucedía por mi entrometimiento.

—¿Y aún sigues con vida?

Cassie sonrió comprendiendo que ese comentario no iba en serio.

—Creo que Angel no se rebaja a disparar contra las mujeres.

—¿Es por eso que tu madre viajó tan súbitamente a Texas?

—No. Pensó que yo necesitaba ayuda contra esos vecinos de papá — explicó Cassie—. Pero Angel ya había resuelto esa situación.

—¿Y qué estaba haciendo allá?

—Lo mío vino a ser un favor que él debía a alguien.

—Así es Angel. Toma sus deudas muy en serio. Hace años que trata de pagar a mi hermano el que le haya salvado la vida. En realidad, Colt mencionó que Angel lo había ayudado con la duquesa, allá en Nuevo México, así que esa deuda ya está saldada.

—Sí, Angel me habló de eso.

Entonces Jessie le echó una mirada de preocupación.

—Tu madre no debe de haberse alegrado mucho de que te casaras con Angel, aunque no fuera intencionalmente.

—Eso es poco decir. Desde entonces le tiene una gran antipatía.

—Bueno, no te preocupes. Se le pasará en cuanto hagas anular el casamiento. Me asombra que no se haya encargado ya de eso.

Cassie no pudo evitar el rubor que esa réplica le provocaba.

—No puede. La anulación no es factible puesto que Angel insistió en tener su noche de bodas.

Los ojos de Jessie se dilataron.

—Demonios, ¿desde cuándo se ha vuelto tan loco?

—Desde que me conoció, posiblemente. No nos llevamos demasiado bien... constantemente.

—Como todo el mundo. Pero ¿no sabía que de ese modo te obligaba al divorcio?

—Lo sabía, sí.

—Pues no entiendo. ¿En qué estaba pensando?

El rubor de Cassie subió varios tonos. Jessie se dio cuenta.

—Oh — murmuró, enrojeciendo a su vez—. ¿Te molestó...? No, no me respondas. — Había enrojecido un poco más. — Eso es demasiado personal.

—No importa, Jessie — la interrumpió Cassie—. Eso es parte del problema, que no me molestó en absoluto.

—¿Quieres decir que sientes algo especial por Angel? — preguntó Jessie cautelosa.

—Creo que sí.

—¿Y no vas a pedir el divorcio?

—Ese es el resto del problema. El espera que lo pida. Mi madre también.

—¿Y quién diablos ha dicho que debes hacer lo que los demás esperan? — preguntó Jessie.

—¡Pero si Angel no quiere estar casado!

Jessie resopló.

—Debió haberío pensado antes de exigir su noche de bodas.

Cassie irguió la espalda extrañada. ¿Por qué no podía adoptar ella la misma actitud? Lo sabía, claro. Jessie no era de las que se dejan pisotear sin represalias; Cassie, en cambio, tenía que enojarse mucho antes de pensar siquiera en pisotear a alguien.

En realidad, había tratado de enojarse nuevamente con Angel recordando todas las cosas que la irritaban de él, su último encuentro y cómo había terminado. Si se enojaba podía mostrarse arbitraria y hacerlo esperar un tiempo más por el divorcio. Pero no se le había ocurrido negárselo directamente.

Miró a Jessie indefensa.

—Creo que no podría hacerle eso.

—El consumó el matrimonio sin ningún reparo. Yo no tendría reparos en mantenerlo vigente... si ese fuera mi deseo. Si no es lo que deseas, Cassie, divórciate.

Pero era lo que Cassie deseaba, sí. Ya no lo dudaba. Lo que sí dudaba era que fuera prudente tratar de hacer su voluntad con un hombre como Angel.

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