Andrea

Andrea


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_ Danielle... ¡Oh Danielle!_ dijo a correr y al abrazarla, al instante en que se arrodillaba a su derecha_ He tenido tanto miedo de perderte...

_ ¿Henry?... Henry...

_ ¡Reaccionaste! ¡Oh Danielle!

_ Henry... Siento mucho todo... Siento haber...

_ No..._ dijo al interrumpirla al observar lo débil que aún se encontraba_ No ha sido tu culpa... Nunca debí cegarme ante la verdad... Y soy quien debe pedirte una disculpa. No cumplí mi promesa principal...

_ La cumpliste..._ dijo al rozar el rostro de su esposo, cuando sus miradas se buscaron y él secaba sus lágrimas_ Te he recordado. Y he recordado todo lo bueno que fuiste conmigo cuando éramos niños... Y cómo cumpliste todas aquellas promesas cuando ambos vivíamos en Las Indias Occidentales...  Yo en cambio..._ dijo y ocultó su rostro en el pecho de él.

_ Danielle... Mirame a los ojos... Por favor... No hay nada que lamentarse ni a que tenerle miedo... Lord

  La puerta pronto se abrió de nuevo. Y ambos giraron, encontrándose a la nodriza con aquel pequeño bebé.

   Tras encontrarse que todo era verdad, Danielle no tardó en derramar lágrimas de felicidad.

_ ¡Está vivo!

_ Sí... Y sólo esperaba conocer a su madre._ le expresó Henry con ternura.

    La felicidad finalmente llegó a la vida de Danielle. Saber que lord Wynthrope Burrough no volvería a hacerles daño, alivio su alma. Al mismo tiempo, que su corazón se regocijaba cuando ante sus ojos, todos sus esperanzas y sueños, al fin, se hacían realidad. Aquella familia que le había sido negada tras mentiras mal infundadas, ahora la vida se la concedía. Lady Eleonor, Brandon Spencer (su amado padre) y Henry, le hicieron sentir de nuevo bienvenida. Aunque Las Indias Occidentales se habían quedado en el pasado... Inglaterra ahora era el presente.

    Se volvió en aquella madre que anhelaba Georgina. Y la llenó de tanto amor, viendo en ella, aquella niña que una vez ella había sido. A su vez, que le enseñaba al pequeño Stephan Wellsby como ser un caballero, mientras volvía a estar en la dulce espera. Siendo un milagro tanto para ella como para Henry.

_ ¿En qué piensas?_ le preguntó Henry, días después de haber adquirido el título de su abuelo.

_ En lo irónica que puede ser la vida a veces.

_ ¿Lo dices por todo lo que nos ha pasado?

_ Sí..._ le sonrió a su esposo, mientras él la abrazaba, mientras caminaban por el Hyde Park_ Mi familia paterna jamás pretendió conocerme, hasta ahora que me he convertido en la Duquesa de Candover... No puedo con la hipocresía de ellos, sabiendo claramente que desheredaron a mi padre, cuando él decidió romper con las reglas de esta sociedad al decidir casarse con mi madre... Ahora su nieta, la hija de esa plebeya, es alguien superior a ellos. Mi abuelo, el marqués de Beverley, no sabía cómo ocultar la cara cuando he sido indiferente con ellos...

_ Lo he visto con mis propios ojos... Y por ello, siento tanto respeto por tu padre. Él siempre procuró que la infancia de su única hija fuese feliz y pasara por encima de aquellos por menores, alejándote de aquel desprecio que tenía su familia hacia tu madre y hacia ti. Por eso hizo de la capital de la India británica, su hogar.

_ Y agradezco a Dios que fuese así... Esos acontecimientos llevaron a que nuestros caminos se unieran desde niños.

_ Yo también lo agradezco así... Y cómo me dijo una vez mi abuelo, al conocerte, tú has sido un regalo del cielo..._ la miró a los ojos con un poco de picardía_ Te amo, mi amada duquesa de Candover.

_ Y yo a usted, duque Candover.

 El legado maldito

 

abrina no entendía por qué la policía se llevaba a sus papás

La niña lloraba desconsoladamente mientras sus padres abandonaban la casa familiar.

Andrea su madre, pidió que le dejasen despedirse de su hija solo unos segundos. Suplicó al agente de policía, su petición fue concedida y la mujer se acercó a su niñita, la niña se agarró con fuerza al cuello de su mamá y no la dejaba ir.

_ Sabrina hija coge el medallón que lleva mamá al cuello y cuelgatelo, no te separes nunca de él me oyes jamás te separes de él. Guárdalo hasta que vuelva mamá ¿Entendido?_Le decía la mujer a su hija con lagrimas en los ojos casi segura de que era muy probable que no volviese a verla.

_ Mami donde vas, ¿Por qué no me llevas contigo por favor?_ Le pedía la niña a su madre, mientras lloraba desconsoladamente al sentirse abandonada_

_ Sabrina escúchame bien, la tía Brenda vendrá a por ti, vas a vivir con ella una temporada, pórtate bien y cuídate mucho mi amor, sobre todo cuídate mucho y guárdame el colgante ¿vale?

Uno de los policías estiraba de Andrea para que se levantase y echase a caminar, su marido Anthony salió detrás de ella dándole antes un fuerte beso a su hija.

La niña se quedó allí parada viendo como sus padres se metían en un coche policial con destino ¡A no sabía donde!

Jamás los volvió a ver con vida solo al cumplir los trece años acudió a su entierro, primero su padre y dos días después su madre.

Sabrina creció con su tía Brenda en un pueblecito tranquilo de la costa de Maine. Brenda trabajaba en el hospital del pueblo, era enfermera y una mujer muy querida y admirada en su comunidad. Estaba soltera nunca encontró el verdadero amor, después de varios fracasos tenía decidido que jamás uniría ni condicionaría su vida a un hombre. Ahora hacía cerca de cinco años que salía con John, El hombre un viudo de muy buen ver y muy bien posicionado estaba loco por Brenda. Llevaba un tiempo pidiéndole que se casase con él, a lo que ella siempre rehusaba. Tanto John como Sabrina creían que era pura tozudez el mantenerse fiel a la promesa que se había hecho años atrás. Aun sin vivir juntos, los tres formaban una familia que llenaba de cariño a Sabrina intentando llenar la ausencia de sus padres. Con ella creció en un entorno de orden y tranquilidad. Cuando murieron sus padres fue su tía quien le explicó donde estaban y el por qué.

Sabrina era ignorante a los chanchullos de sus padres, ella era una niña feliz que nadaba en la abundancia y con el cariño de sus progenitores.

Nada sabía, ni podía sospechar que estaban enredados en una gran trama de tráfico de drogas.

Era cierto que siempre había visto mucho movimiento en casa, hombres que entraban y salían a veces a horas un tanto extrañas para hacer visitas, pero ella era una niña y no podía comprender que era lo que allí estaba pasando.

Tenía un bello recuerdo de su madre, sus cabellos dorados cayéndole por los hombros y sus bellos ojos verdes oscuros que siempre llevaba delineados con un lápiz del mismo color. Era una mujer muy bonita ahora Sabrina solo tenía que mirarse al espejo para volver a ver a su madre, era su mismo retrato. Lo que más recordaba de ella era su carácter dulce y cariñoso, cada día la llevaba al colegio y la iba a recoger. Solo en contadas ocasiones había sido Michelle, la asistenta quien la llevaba o iba a recoger.

Su padre también era cariñoso con ella, pero no le veía mucho.

Cuando no estaba de viaje se pasaba horas enteras en su despacho hablando con uno u otro. En ocasiones Sabrina le escuchaba gritar a través de la puerta pero en cuanto salía del despacho y la veía el hombre siempre mostraba su cara mas amable para su hija.

Ahora ya no estaban ninguno de los dos, la habían dejado sola.

¡Bueno no era justo decir eso!

Su tía Brenda siempre había estado a su lado y le había dado mucho amor. Tía Brenda era la hermana de su madre a la que solo conocía por fotos porque hacía años que no se hablaban. Tía Brenda estaba completamente al margen del mundo que rodeaba a sus padres.

Sabrina cogía con fuerza el medallón de su madre, lo besaba y lo habría una y otra vez para ver las fotos de su interior. Allí papá y mamá eran los de siempre los que ella recordaba con amor.

 

Robert no entendía que hacía su primo Alan acechando siempre a aquella chica, la seguía allá donde ella fuese.

Seguía sus pasos sin ser visto, al principio Robert pensó que estaba interesado en ella pero después supo que no era así.

_ Alan, si no te gusta ¿Por qué diablos la persigues? ¿Sabes va a darme clase de química? Si quieres podría hablar con ella._ Dijo el chaval con aire interesante_

_ Mantén la boca cerrada ¿Entendido? Si se entera lo pagaras caro_ Le advirtió su primo Alan_

_ Pero..... ¿Por que.....?_ Preguntaba el muchacho muy intrigado en el por qué Alan quería ocultarse de su profesora_

_ No es asunto tuyo, es un encargo de tu padre. A si que será mejor que no hagas tonterías ¿Me oyes bien?_ Alan sabía que en el momento en que le nombrase su padre a Robert sería motivo suficiente para mantenerlo apartado_

_ Si está bien no pienso decirle nada. Pero....

_ Va, baja del coche y entra en el instituto vas a llegar tarde_ Alan acabó con la conversación_

_ ¿Por qué sigues tratándome como a un niño? Pronto seré mayor de edad y voy a dedicarme a ganar dinero como mi padre_ Le dijo el muchacho_

_ Será mejor que tu padre no te oiga decir eso, sabes que él quiere que estudies y seas abogado.

_ Si claro para sacarle las castañas del fuego, ¡No te jode!_ Respondió Robert con impertinencia a lo que recibió la reprimenda de su primo_

_ Ten respeto a tu padre ¿Me oyes?

_ ¿Por que?¿ Acaso me respeta él a mí? Yo no quiero estudiar quiero ganar dinero y vivir bien como tú_ Seguía protestando y replicando el joven_

_ No sabes lo que dices, no quieras ser como yo_ Le aconsejó Alan con cierto dolor en sus palabras_

_ ¿Por qué no?_ Insistía Robert_

_ No es bueno.

_ Entonces tú....

_ Para mi ya es demasiado tarde, pero yo no lo elegí vamos vete ya!

_ Está bien hasta luego.

El joven salió del vehiculo y se encaminó al instituto, le molestaba que le siguiesen tratando como a un niño y más teniendo en cuenta su aspecto. Cuando se miraba al espejo él veía a un hombre. Ya hacía tiempo que se afeitaba, su rostro era anguloso tenía unos pómulos bien marcados y aunque podía parecer que estaba demasiado delgado, no era así era muy fibroso el ejercicio del gimnasio y los partidos de básquet hacían de él un chico bien formado y musculado. Eso le hacía tener éxito con las chicas y le daba un aire un tanto chulesco, aunque en el fondo no era un mal chico.

Él sabía perfectamente que su padre no era trigo limpio que el dinero que ganaba no lo ganaba de forma legal, pero le importaba poco. Su madre los abandonó cuando él era un bebé y su padre jamás demostró mucho afecto por él.

Hacía unos años que sabía que su madre había fallecido, por lo que le habían contado la había atropellado un coche que se había dado a la fuga.

Robert siempre sospechó de su padre, aunque nunca le dijo nada. De todas maneras ella tampoco sería muy buena si se atrevió a dejarlo allí siendo solo un bebé. Eso era lo que él pensaba y jamás se paró a pensar si podría haber habido algún otro motivo para que su madre se fuese de allí sin él.

La clase acababa de comenzar cuando el joven irrumpió en el aula. La profesora le llamó la atención pidiéndole que fuese la última vez que se retrasaba en su clase y si volvía a pasar que no se molestase en entrar.

El muchacho se disculpó y prometió que no volvería a pasar.

Para Sabrina era el primer año que se enfrentaba a jóvenes de instituto, hasta ahora siempre había dado clase a niños menores sabía que el instituto sería diferente, pero le apetecía ese reto ella era una mujer joven podría entenderles, no hacía demasiados años que ella estaba pasando por esa época de la pubertad donde todo puede tomar un cariz trágico, violento, desolador, soñador.

Es una etapa difícil para una persona, donde es bueno rodearse de verdaderos amigos y ella quería ser una amiga para ellos además de profesora.

A veces pensaba que el ser profesora era una manera de pagar las culpas de sus padres, cuantos chicos no debieron engancharse a las drogas o incluso morir a causa de los trapicheos de sus padres.

Se sentía culpable, aunque en el fondo como mujer inteligente que era, sabía que ella no tenía culpa de nada pero a veces lo sentía así y no podía evitarlo.

Por tanto lo que hacía era intentar que ninguno de aquellos chicos cayese en el infernal mundo de las drogas.

Pensó que era significativo que a la hora de optar por una plaza se la concediesen en su ciudad natal, después de pasar años fuera con tía Brenda, volvía allí como si volviese al principio como si fuese allí donde debía reparar el daño cometido años atrás por sus padres.

El primer día de clase no fue tan duro como ella había esperado, los chicos siguieron con atención la clase, quizás la forma que tenía ella de impartirla influía mucho en eso.

Sobre todo intentaba explicar con prácticas y eso siempre era cuanto menos divertido.

No tenía clase hasta pasadas dos horas y decidió ir a la cafetería del instituto, tomó un panecillo con jamón dulce y pidió un café con leche para llevar.

Sabrina se instaló en la sala de profesores, estuvo mirando por encima los expedientes académicos de sus alumnos.

Después de un breve repaso, la conclusión fue que no eran unos lumbreras precisamente en su materia, pero ella esperaba que eso cambiase. Deseaba inculcar a esos chicos la curiosidad y las ganas de aprender. Para eso empezó por organizar un buen plan de estudios, técnico pero a la vez atractivo de seguir.

Cuando a las dos del mediodía se despedía de su última clase del día, le pareció haber corrido una maratón.

Lo cierto es que acusaba un poco de cansancio, solo hacía dos días que se había trasladado allí y aun no se había acabado de instalar.

En un principio dudó de si debía o quería instalarse en la casa donde creció, pero tía Brenda la acabó convenciendo.

_ Cariño piensa que no tienes un sueldo boyante, cuando pagues el alquiler, luz y agua no creas que te quedará para mucho más.

Y que necesidad tienes de pasar penurias si tienes la casa y está pagada.

_ Si sé que tienes razón tía, pero ¡Aquella casa es tan grande!_ Se quejaba Sabrina_

_ Mira ahí te doy la razón, pero podrías instalarte y con tranquilidad venderla y comprarte un apartamento ¿No crees?

_ Si claro, ¡ Que buena idea! Como siempre tienes razón. Gracias tía.

_ Bueno tampoco es una hazaña pensar un poco.

_ ¡No seas boba! ya sabes por qué lo digo. Gracias por estar siempre a mi lado_ Lijo Sabrina a su tía mientras la abrazaba con cariño y ternura_

_ Si, y mira como me lo pagas dejándome aquí solita, aburrida..…_ La mujer no quería ponerse melancólica, por eso le hizo una broma a su sobrina, no quería que supiese que era cierto que se sentiría muy sola sin ella_

_ Tía no me digas eso que me haces sentir mal.

_ Calla boba, ¿ Acaso no sabes que es broma? Yo estaré bien, tu debes tener tu vida y siempre puedes volver. Con tiempo puedes pedir una plaza aquí.

_ Vuelves a tener razón. A demás quizás ahora John se decida a pedirte matrimonio_ Le dijo la chica mientras le sonreía sabiendo que tocaba el tema prohibido_

_ ¡Perdona...! y quien te ha dicho a ti que no me lo ha pedido ya. Pero yo creo que estamos bien así, la convivencia acaba destrozando la pareja

_ Pues yo creo que a él le gustaría que fueses su esposa.

_ Bueno, ¡Pues eso es lo que hay! lo toma o lo deja._ Le respondió la mujer muy tajantemente y hasta un poco molesta_

_ Que dura eres tía Brenda...

Alan escuchaba a su tío, este no creía que el regreso de Sabrina Ford fuese casual y solo para dar clase en un instituto.

El hombre estaba convencido que ella sabía donde estaba lo que él llevaba buscando hacía años, aquellos imbeciles murieron sin decir ni pío pero le constaba que aquel alijo de droga nunca vio la luz, sabía que tenía que estar escondida en algún lugar y seguramente antes de ser detenidos se lo dijeron a la niña.

Nunca había pensado en esa posibilidad hasta que supo que Sabrina Ford volvía a la ciudad.

No sabía como, pero estaba seguro que de una forma u otra le hicieron llegar la información.

En su día ya registraron toda la casa, buscaron por todas partes algo que pudiese decirles donde escondían la droga, hasta la habitación de la niña fue destruida los peluches que dejó allí fueron abiertos en canal buscando alguna pista.

Pero fue inútil no encontraron nada que les pudiese indicar que habían hecho con el alijo. Por tanto si existía algo lo debía tener la niña, hoy día esa mujer que había vuelto a aparecer en sus vidas.

Paolo Malone tenía claro que quería lo que era suyo y lo iba a conseguir como fuese.

_ Alan, eres un tipo guapo e inteligente y además de mi plena confianza no creo que haya nadie mejor que tú para hacer este trabajito_ Le decía a su sobrino Alan_

_ ¡Ostias tío, no! No me apetece enamorar a esa nata_ Replicó el joven

_ ¡ Escucha es igual lo que me digas ! Te he pedido que lo hagas y eso es lo que harás ¿ Entendido?_ Ahora si que Paolo Malone impuso su autoridad a la que el joven respondió con obediencia__

_ Si tío, claro! como no.

Alan estaba cansado de estar siempre al servicio de su tío, pero su sentido del honor le impedía dejar todo aquello. Siempre le agradecería a su tío que se ocupase de él cuando murieron sus padres cuando él solo contaba con catorce años de edad. Pero había llegado un momento en que creía que ya le había pagado con creces todo lo que su tío había hecho por él, de todas formas ¿ Que coño le había dado su tío? Una vida llena de lujos y vicios pero también de muertes y miedos, en el fondo él no era así a él le costaba llevar a cabo sus encargos. No le gustaba nada amenazar a los tenderos del barrio para que pagasen su cuota, ni hacerse el duro cada vez que un raterillo de poca monta intentaba instalarse en la zona que dominaba Paolo. Estaba arto muy arto pero ¿Quien era él? No sabía hacer otra cosa más que extorsionar y velar por el negocio familiar.

Alan recordaba muy bien cuando tío Paolo perdió aquel alijo de droga fue un momento duro muy duro, Paolo nunca aceptó que la droga fuese interceptada por la policía, es más sabía de cierto por boca de Times un policía corrupto al servicio de su tío que cuando capturaron a Andrea y a Anthony estaban limpios solo había 20g de coca en el coche de Anthony.

Por lo tanto en algún lugar tuvieron que dejarla escondida, sus hombres hicieron todo lo posible por hacerlos hablar pero se les fue la mano con la pareja y murieron sin decir nada, dé nada.

Paolo estaba convencido que esa chica sabía alguna cosa, tal vez alguien que estuvo al lado de sus padres en aquel momento, esperó a que fuese ya mayor para contactar con ella y poder compincharse con ella para hacerse con el alijo.

Nunca pudo saber si Andrea y Anthony estaban solos en aquello pero no los creía tan listos ni valientes como para enfrentarse a él. Bueno ahora daba igual, Alan se haría cargo de ese asunto, pronto tendría a la joven a sus pies y él se haría con la droga, sería una pena pero debería deshacerse de la chica esta vez no pensaban dejar cabos sueltos.

Sabrina había superado el primer día de clase, pensaba darse un capricho antes de ir a casa y enfrentarse con todo el lío del traslado. A parte de colocar todo el equipaje debía mirar todos los desperfectos que tenía la casa y ponerse manos a la obra, había cosas que podría solucionar ella misma, pero para otras tendría que llamar a un profesional.

Se dirigió hacia su coche absorta en sus pensamientos, cuándo llegó donde tenía aparcado su Peugeot cabriole le pareció que había un coche que llevaba demasiado tiempo allí, pensó que la observaba, ya le pareció haberlo visto por la mañana a la entrada del instituto.

Pero ¿Quien podría estar interesado en ella? Hacía años que no estaba en la ciudad prácticamente nadie la recordaría. Seguramente no era nada, seguramente era la sensación de soledad que sentía al vivir sola en aquella ciudad y sobre todo en aquella casa tan grande. Entonces pensó en lo que le había dicho su tía Brenda que debería buscar un apartamento y vender la casa.

Sabrina sabía que sería lo mejor, a demás se ahorraría el tener que tocar el coche aunque la casa no estaba muy retirada del centro de la ciudad, eran un par de kilómetros que la obligaban a coger el vehiculo cada día. Un apartamento sería lo mejor, pensó que ese fin de semana lo dedicaría a buscar apartamento antes de hacer muchas reformas en la casa.

No fue tan difícil manejar a esos jovencitos durante toda la semana, lo cierto era que la mayoría de alumnos parecían haber acogido con interés su clase de física y química.

Como en todos lados había uno o dos que eran los graciosos y que entorpecían el buen funcionamiento de la clase.

Pero Sabrina era optimista y estaba segura que la actitud de esos jóvenes no era más que su propia inseguridad personal, quería ayudarlos y se esforzaría por ganarse su confianza.

A Robert Malone y Kevin Fitzgerald acabaría por gustarles la física y la química estaba segura.

Ese sábado Sabrina estaba decidida a encontrar apartamento se levantó decidida a patearse la ciudad y visitar las tres ó cuatro agencias inmobiliarias que había.

Llevaba unas fotos que había hecho de la casa con el fin de ponerla a la venta, estaba segura que en estos momentos sería mucho más fácil venderla si pensabas comprar otro inmueble.

Se dirigió al centro de la ciudad y aparcó en el parque municipal a pesar de ser sábado habían algunas plazas de aparcamiento libres. Sabrina cogió la carpeta con el dossier que había realizado de su casa y bajó del coche.

En la primera agencia que entró, se encontró con Beatriz Redford, le pareció reconocer a una antigua compañera de colegio pero era tan pequeña cuando dejó la ciudad que no podía recordar con claridad.

Fue al entablar la conversación cuando Beatriz la reconoció y se dio a conocer.

_ ¡Caramba! Entonces eres Sabrina Ford, soy Beatriz Redford

¿ Me recuerdas? Nos preguntábamos que había sido de ti, desapareciste como por arte de magia_ La chica hablaba sin parar_

_ Si lo sé, pero me fui con mi tía cuando mis padres…_De nuevo volvió a interrumpirla con su verborrea_

_ Si chica que desgracia, no nos lo podíamos creer. Bueno quiero decir eso me explicaron mis padres ya que yo, como tú no era mas que una niña. Y ¿Que haces aquí, has vuelto a la ciudad?

_ Si estoy dando clases en el instituto, soy profesora y quiero vender la casa de mis padres.

_ ¡Huy! está todo muy mal para vender ya sabes la crisis que..Esta vez fue Sabrina quien la interrumpió a ella_

_ Si lo sé, pero quiero comprar algo más pequeño_ En cuanto Sabrina pronunció la palabra comprar a Beatriz se le abrieron los ojos como platos_

_ ¡ A.. entonces se podría hacer algo!

Pasó casi una hora en el local y quedaron que en cuanto hubiese alguien interesado en la casa la avisaría, de momento pudo ver fotos de varios apartamentos que estaban dentro de sus posibilidades.

Sabrina se deshizo de Beatriz que le estaba resultando un tanto pesada con su interrogatorio.

Después se adentró en otra de las agencias donde esperaba no encontrar a nadie conocido, no le apetecía nada estar dando explicaciones.

Sabrina tubo suerte, un señor de unos cincuenta años le abrió la puerta al verla dirigirse hacia él.

_ ¡Buenos días señorita!

_ ¡Buenos días!_ Respondió la joven_

_ Patrick Boss usted dirá en que puedo servirla_ El hombre se presentó y se ofreció a prestarle ayuda con una gran sonrisa en la cara_

_ Gracias yo soy Sabrina Ford, estoy interesada en comprar un apartamento y tambien quisiera vender la casa familiar donde ahora estoy instalada.

_ ¡ Vaya ! Quizás se pueda hacer algo.

_ De verdad, ¿Hay alguna posibilidad?_ Preguntó Sabrina sin poder creerse que pudiese tener tanta suerte_

_ Si precisamente hace cosa de tres semanas vino a verme una familia que tiene un apartamento en el centro, dos calles más allá.

El hombre le señalaba la dirección donde estaba localizado el apartamento en y siguió explicando a la joven las circunstancias que llevaron a la familia en cuestión a ir a verlo y demandar sus servicios_

_ Si, esta pareja está esperando aumentar la familia y hasta ahora tenían bastante con el apartamento de dos habitaciones, porque tenían dos chicos, pero ahora esperan la llegada de una niña y el apartamento se les queda pequeño.

_ ¡Vaya que suerte la mía!

_ Tal vez podamos quedar todos contentos_ Dijo el hombre frotándose las manos mientras pensaba en la comisión que percibiría por la transacción_

_ ¿Y cuando sería posible ponernos en contacto? A mí realmente me corre un poquito de prisa.

Yo le traigo unas fotos de la casa, si usted dispusiese de unas de.…_ El hombre la interrumpió mientras se dirigía a un mueble archivador de donde sacaba un dossier_

_ Si claro, ahora mismo se las enseño.

Dejó encima de la mesa el dossier y seguidamente le mostró a Sabrina toda una serie de fotos del apartamento.

Sabrina quedó enamorada, era un encanto estaba decorado con mucho gusto y era justo lo que andaba buscando.

_ ¿Que le parece, le podría servir?_ Le preguntó el hombre por pura cortesía ya que pudo ver perfectamente en la cara de la joven que estaba encantada con lo que estaba viendo.

_ Si es precioso,espero que nos podamos entender en cuestión de precios.

_ Bueno por nuestra parte sabe que cobramos una comisión por los tramites y....

_ Si, si de acuerdo. Mire tengo algo de prisa, en cuanto sepa alguna cosa me llama a este numero que le indico en el dossier, a partir de las dos de la tarde por favor por las mañanas trabajo.

_ Está bien señorita creo que mañana domingo sería perfecto para intercambiar visitas, me consta que para los señores Moore es el mejor día para.…_ Sabrina no le permitió terminar la frase no quería alargarlo mas y estaba decidida_

_ Si perfecto para mi también, entonces espero su llamada.

Sabrina salió de la agencia realmente ilusionada tanto que decidió llamar enseguida a su tía Brenda.

Se paró en un barecito que tenía unas mesas fuera y se sentó a tomarse un refresco mientras hacía la llamada. Pero aquel coche aparcado unos metros mas arriba llamó su atención. De nuevo era el mismo coche que llevaba viendo desde que llegó a la ciudad. Pensó que podría ser casualidad pero es que ya se había cruzado con él demasiadas veces para que fuese solo casualidad.

Pero ¿Quien podría seguirla y lo más importante por qué?

Había ido marcando el número de la tía Brenda y el tono de llamada la sacó de sus pensamientos.

_ ¡ Hola cariño ! ¿ Que tal ha ido la semana?_Le preguntó la mujer muy interesada en saber que se encontraba bien y feliz_

_ Bien tía y ¿Sabes lo mejor? Quizás pueda vender la casa muy prontito.

Sabrina le explicó a su tía todo el periplo de la mañana y como al final parecía que la suerte le sonreía y podría conseguir su objetivo.

Brenda se quedó mucho mas tranquila después de hablar con su sobrina, en su voz se podía percibir que estaba contenta e ilusionada, después de todo quizás habría sido buena idea aceptar aquella plaza en el instituto.

Chicas como siento estos errores espero tener mas cuidado ¡ Lo siento! Os envio el tercer y cuarto capitulo espero que os guste y podais perdonarme

Paolo Malone recibía un informe exhaustivo de la vida de Sabrina, Alan le ponía al corriente de todo lo que la chica había hecho desde que llegó a la ciudad.

_ ¿Me estas diciendo que no se ha visto con nadie?_ Preguntaba el viejo incrédulo de que la joven no hubiese tenido contacto con nadie extraño_

_ Eso es, va de casa al trabajo y del trabajo a casa. Menos este sábado que estuvo en dos inmobiliarias_ Informó Alan a su tío_

_ Bueno ahí lo tienes alguno de esos tipos puede ser su compinche.

_ No tío ya los investigué, los dos son personas honradas. La primera agencia la regenta una mujer de la misma edad que Sabrina, eran compañeras de colegio cuando tenían poco mas de seis años. Es vecina del pueblo de toda la vida sus padres son los señores Redford los de la ferretería, buena gente.

Y el otro tipo es forastero pero tampoco tiene nada que ver con el negocio, es un pobre hombre venido a menos y que ahora se ve obligado a vender pisos para subsistir_ Alan deseaba que su tío se quedase conforme aunque sabía de sobras que no sería así_

_ ¡ Bien! Y ¿Entonces?_ El hombre pedía más información que Alan no podía darle_

_ ¿ Entonces qué?

_ ¡Coño! ¿Qué más tienes?

_ Nada más ya se lo he dicho. No ha pensado que sencillamente ella no sabe nada de nada, ha pasado mucho tiempo y.…_ Paolo Malone golpeó la mesa del escritorio mientras seguía insistiendo para que Alan le dijese alguna cosa más_

_ ¿Que coño quieres decir, que mi droga se esfumó por arte de magia? No, no y no.

Paolo estaba fuera de sí, se empezaba a poner nervioso y Alan tenía miedo que pudiese hacer

daño a la chica.

No lo iba a consentir, no sabía como pero se lo impediría. Esa chica no sabía nada de toda esa mierda, era una mujer muy normal con su trabajo y una vida ordenada casi se podría decir que aburrida.

_ Está bien, apáñatelas para hablar con ella, date a conocer y gánate su confianza ¿Me oyes?

Quiero saber cuanto antes que esconde esa mosquita muerta.

_ Esta bien haré lo que pueda_ Respondió Alan de mala gana_

_ Y lo que no puedas también ¿ Entendido?

_ Si tío entendido_ Alan acabó acatando la orden de su tío como siempre hacía_

Alan abandonó el despacho de su tío y salió al jardín de la casona pensaba como hacer para encontrarse con Sabrina sin levantar la más minima sospecha.

Entonces recordó que tenía que ir a recoger a Robert, tenía que acompañarlo al reconocimiento medico que el equipo de básquet del instituto le había indicado que debía someterse.

Alan tenía que firmar como responsable del chaval, siempre era él quien se ocupaba de todas esas cosas. Paolo estaba demasiado ocupado para perder el tiempo en " memeces" como decía el propio Paolo.

Fue entonces cuando se le ocurrió la idea. Pensó que Robert hiciese alguna trastada para que Sabrina pidiese hablar con su padre, entonces iría él ¡ Era perfecto! Alan salió disparado a buscar a Robert, de camino al consultorio medico le explicaría lo que debía hacer.

_ ¡ Vaya! Ya hemos pasado a la acción. ¿Y se puede saber a que se debe ese cambio?_ Preguntaba el chaval muy interesado en el cambio de actitud de su primo para con Sabrina_

Alan le mintió, pensó que sería lo mejor.

_ Bueno, me gusta y quiero hablar con ella_ Dijo Alan con toda tranquilidad_

_ Y digo yo ¿No sería más normal presentarte sin más y convidarla a tomar un café?

_ Bueno es que así sin más quizás no quiera hablar conmigo, de la otra forma tendrá que hacerlo, si ó si. ¿No crees?

_ Puede que sí, pero es que las consecuencias serán para mi

_ ¿No querrás hacerme creer que te importa mucho?

_ Pues mira sí_ Respondió el chico con altanería_

_ Si ya se yo lo que tu quieres, ¿ Vale, cuanto quieres?

_ Cien pavos.

_ Treinta_ Le ofreció Alan, que estaba seguro que por cincuenta acabaría aceptando_

_ Cincuenta_ Pidió Robert_

_ Vale tu ganas ¿Cuando vuelves a tener clase con ella?

_ Mañana, debo llevar hechos unos deberes, quizás si no los hago será suficiente para que me caiga una reprimenda_ Le explicó el muchacho a su primo_

_ Está bien mañana.

Robert no tenía ningún problema en que lo castigasen estaba suficientemente acostumbrado.Y esta vez valía la pena si el primo Alan se liaba con la profe, tal vez acabaría teniendo algún privilegio.

La estrategia dio resultado, bueno tuvo que poner un poquito más de su parte y dar una mala contestación a Sabrina para que ella pidiese hablar con su padre.

_ Sin excusas, esta misma tarde al acabar la clase quiero que me digas cuando le va bien a tu padre venir a hablar conmigo. Espero que se lo digas jovencito si no quieres que la cosa empeore_ Le dijo Sabrina con semblante serio

R_ No, esta bien yo se lo pregunto.

Robert se había ganado sus cincuenta pavos Alan ya tenía a punto su cita solo esperaba que la aprovechase y sirviese para algo, sobre todo a él.

Sabrina estaba sola en la sala de profesores, el señor Malone debía estar apunto de llegar o al menos eso esperaba.

Escuchó como golpeaban la puerta que estaba medio abierta, por un momento se quedó confundida aquel hombre no podía ser el padre de Robert era algo joven como para ser su padre. Debería tener veinte y ocho años. El hombre era muy apuesto, tenía un pelo negro pulidamente cortado, su cara angulosa mostraba unas pobladas cejas negras y una perilla muy bien recortada sus labios eran carnosos y sus ojos verdes sobresalían por encima de sus prominentes pómulos, parecía llevar rímel de mujer, pues sus pestañas eran muy negras y tupidas.

Cuando lo tuvo al lado pudo observar que era corpulento y le sacaba a Sabrina un buen trozo.

_ Perdón, buenos días soy Alan Malone_ Se presentó él _

_ Buenos días señor Malone. Creía que su nombre era Paolo señor Malone_ Dijo Sabrina contrariada_

_ Bueno verá ese es mi tío, el padre de Robert.

_ Verá señor Mal.…_ El hombre la interrumpió_

_ Alan por favor, llámeme Alan_ Le dijo el hombre mientras le mostraba una encantadora sonrisa de la que Sabrina no podía apartar la mirada_

_ Señor Malone yo con quien quiero hablar es con el padre de Robert, no me cabe duda de que usted debe ser de la familia pero yo.…_ De nuevo no le permitió terminar lo que iba a decir_

_ Pues lo siento mucho si yo no le sirvo, pero a mi tío no le es posible venir, es un hombre muy ocupado y.…_ Sabrina opto por la misma táctica que él y ahora fue ella quien le cortó sin ningún reparo y un tanto altiva_

_ Tan ocupado como para no preocuparse de la vida de su hijo?

_ No verá para eso estoy yo, yo siempre me he ocupado de Robert, no se preocupe yo mantengo a mi tio al corriente de todo lo relacionado con Robert.

_ Señor Mal...

_ Alan, Alan.

El hombre insistía en provocar un acercamiento entre ellos y Sabrina no tenía ningún interés en discutir si llamarle Alan o señor Malone.

_ Mire Alan yo no dudo de que usted haga lo mejor para Robert pero creo que es su padre quien debería ocuparse de él.

_ ¡No si se ocupa! Simplemente no puede asistir a la mayoría de citas que se puedan producir. Mire usted dígame lo que tenga que decirme y Robert no causará más problemas se lo aseguro.

Sabrina no tenía ganas de discutir, si ese tío entupido se limitaba a dejar la educación de su hijo en las manos de cualquier otro pues allá él, ella no estaba para organizar la casa de nadie.

Sabrina expuso a Alan el problema que había tenido con Robert y le pidió que estuviesen un poquito más encima del joven en lo relativo a sus estudios.

Alan asistía a todo lo que Sabrina le iba diciendo y la miraba como hablaba sin prácticamente saber que decía, solo miraba lo bonita que era, le parecía una delicada muñeca de porcelana.

Su piel tan blanca, ese pelo rubio natural por encima del hombro con el flequillo que enmarcaba su bonita cara, de labios sonrosados y unos ojos verdes como dos piedras preciosas.

Era realmente bella, sus pechos se dibujaba firmes tras su camiseta blanca y su cintura y su cadera curva bien formada quedaban dibujadas bajo los jeans.

Alan pensaba ¡Como coño van a estudiar los chavales! Si mirándola lo único que deseabas estudiar eran sus medidas.

Y así lo encontró Sabrina después de un buen rato hablando sin recibir contestación por su parte. A él le parecía estar viendo un ángel.

_ ¿ No le parece señor Malone?_Preguntaba ella buscando la aprobación del hombre_

_ Si ángel... _ Contestó el completamente absorto en sus pensamientos_

_ ¿Perdón?

_ No, no perdóneme usted a mí, ¿Ángela se llamaba verdad?_ Fue lo único que se le ocurrió para salir de ese embarazoso momento_

_ No, señor Malone mi nombre es Sabrina, como verá nada que ver con los Ángeles.

_ Perdóneme, pensará que soy bobo, pero es que.…_ Calló expresamente para dejar caer sobre ella la intriga y lo logró_

_ ¿Qué?_ Sabrina no se supo resistir a querer saber que era lo él quería decirle y no le había dicho_

_ Es usted tan bonita, que de verdad creí estar viendo un ángel.

A Sabrina la desarmó en ese momento, hacía mucho tiempo que ningún hombre la cortejaba. Realmente nunca la había cortejado un hombre, había tenido algún rollete pero con chicos muy jóvenes, compañeros de instituto. Nunca nada serio siempre los encontraba tan criaturas y ahora ese hombre le decía que parecía un ángel.

Ese hombre tan guapo, seguro que estaba casado y ahora estaba aquí coqueteando con ella ¡ Que poca vergüenza!

_ Vaya gracias señor Malone, es usted muy amable. Por cierto

¿Usted también tiene algún hijo en edad escolar?

_ No, no yo no tengo hijos ...todavía.

_ ¿Supongo que su mujer querrá tenerlos?_ Sabrina que estaba siendo muy curiosa pero algo en ella le impedía parar_

_ Pues aun no se lo he preguntado_ Contestó él de forma intencionada al darse cuenta de el interes que despertaba en la joven_

_ Vaya, pues eso es algo fundamental en una pareja ¿ No cree?

_ Supongo_ Dijo él muy escuetamente_

_ Lo siento quizás no pasan ustedes por un buen momento y yo.…_ Ahora si que había quedado al descubierto y él se divertía al ver como ella se azoraba con la violenta situación_

_ No si momento.....momento, no hay_ Con esta respuesta si que acabó de desconcertarla y el no podía evitar disfrutar_

_ ¿ Como?

_ Si no hay mujer, no hay momento ¿No cree?

_ ¡ Huy perdón ! Di por sentado que estaba usted casado_ Sabrina respiró hondamente con una sensación de satisfacción que no pudo evitar y que al darse cuenta la avergonzó_

_ Ya le dije que me llamase Alan, señor Malone aun no va conmigo_ Alan supo en ese momento que ya la tenía ganada y se dio por satisfecho_

_ Está bien Alan lo siento.

Entonces no estaba casado, bueno quizás tenía prometida pero no era cuestión de seguir interrogándole pensó Sabrina.

Alan sintió que la joven se ponía tensa y un poco nerviosa notó que ella también sentía una cierta atracción por él.

Quizás seria el momento de pedirle una cita.

_ ¿Me permites que te llame Sabrina?_ Le dijo con mucha dulzura_

_ Si claro

_ Sabrina ¿Querrías comer algún día de la semana conmigo?

_ Bueno es que yo…_ El titubeo de la muchacha le dio pie a Alan para que ahora fuese él quien la interrogase a ella_

_ Perdón, debes tener prometido y no quieres que...

_ No, no es eso estoy soltera y sin compromiso no es eso es que estoy muy liada y....

_ Bueno pero debes comer cada día ¿No?

Sabrina pensó, mira tiene sentido del humor eso es bueno y es tan mono, como le voy ha decir que no. Quizás ya es hora de dar una alegría al cuerpo.

_ ¡Vale esta bien! ¿Cuando quieres que comamos?

_ No por favor cuando a ti te vaya bien.

_ Mejor el sábado ¿Vale? Esta semana estoy pendiente de un asunto que.... Veras es que vendo mi casa y compro un pequeño apartamento aquí en la ciudad.

_ ¿Ahora no vives aqui?

_ ¡Bueno si ! Pero a las afueras, es una casa demasiado grande para mi sola.

Sabrina miró el reloj, se hacía tarde tenia que preparar la próxima clase y no podía entretenerse más.

_ Vaya veo que tienes algo de prisa, siento haberte retenido tanto tiempo, pero me gusta hablar contigo_ Le dijo él muy sinceramente_

_ Si, bien si te parece quedamos el sábado.

_ ¿Te pasó a buscar ó prefieres que nos encontremos aquí?

_ Te parece si quedamos a tomar el vermouth en "Campari" y después decidimos donde ir a comer

_ Si estupendo ¿A las dos?

_ Si a las dos es perfecto, hasta entonces_ Se despidió ella si darse ni cuenta de cómo él la había llevado hasta donde él quería tenerla_

_ Hasta el sábado Sabrina.

Dios! como pronunciaba su nombre le encantaba sentir su nombre en boca de ese hombre.

Pasó la semana soñando con Alan, eran sueños eróticos se despertaba cada mañana bañada en sudor y con un deseo que le hacia hervir el cuerpo, deseaba a ese hombre y sabia que por poquito que él pusiese de su parte se entregaría a él sin reservas.

 

Alan había cumplido su objetivo, pero entonces por qué se sentía tan mal. Lo cierto era que le gustaba esa mujer y no quería mentirle pero debía averiguar que sabía ella de los negocios de sus padres y si realmente sabía alguna cosa del alijo de droga de Paolo. Pensaba jugar bien sus cartas, a Paolo le diría lo imprescindible por que si Sabrina nada teía que ver con el asunto, querría tener algo serio con ella, no permitiría que le sucediese nada malo.

Alan fue a comunicar a su tío que ya tenía una cita con la chica.

Lo que saliese de aquella cita solo él decidiría explicarle la parte que creyese oportuna.

_ ¡Bien chico! ¿Que hay de nuevo?_ Pregunto el viejo ansioso por saber_

_ He quedado con ella el sábado para ir a comer_ Se limitó a decir el joven_

_ ¡ Muy bien muchachote! Ya sabía yo que podía confiar en ti, escucha no escatimes en gastos llévala a un buen restaurante cómprale flores y todas esas bobadas que le gustan a las mujeres ¿ Oyes? Debes sonsacarle todo, y rápido ya hace demasiado tiempo que espero.

_ ¡Si tío como no!

Paolo Malone estaba contento pensó que muy pronto tendría en sus manos aquella droga que en el mercado actual valdría mas del triple de su valor anterior.

Se fue a la otra banda del despacho y corrió un viejo cuadro que dejaba al descubierto la caja fuerte, Paolo la abrió y sacó dos mil dólares y después se los entregó a Alan.

_ Toma hijo gástatelos en ella, solo espero que den pronto su fruto.

Alan cogió el dinero que su tío le ofrecía y se retiró a su dormitorio, no le gustaba lo que iba ha hacer pero estaba seguro de que Sabrina estaba al margen de todo aquello y pronto podría salir con ella sin ningún otro interés más que lo que empezaba a sentir por ella.

El joven sabía que arriesgaba mucho, si ella se enteraba de que su interés por ella no era sincero del todo la perdería para siempre y eso no le gustaba nada a Alan.

También él pasó la semana soñando con Sabrina. Cada noche la hacía suya y se la llevaba lejos muy lejos de todo lo que conocían, a un paraíso solo para ellos dos.

Alan hacía diez minutos que esperaba en el interior del bar no cesaba de mirar el reloj, sabía que él había llegado demasiado pronto solo esperaba que Sabrina fuese puntual.

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