Ana

Ana


Tercera parte. Fantasmas del pasado » 49

Página 60 de 114

—Si por «errores» te refieres a darle de hostias a tu mujer, permite que discrepe. No te mereces lo que te está pasando, te mereces cosas mucho peores, y voy a encargarme de que te ocurran. No hay nada que puedas hacer o decir que te redima ni siquiera en parte, ¿lo entiendes?, absolutamente nada. Me da arcadas hablar contigo, tenerte cerca me revuelve el estómago. Nunca, pase lo que pase, te perdonaré que golpearas a mi amiga, es completamente falso que todo el mundo tenga derecho a una segunda oportunidad, tú no lo tienes, espero que te encierren y que no vuelvas a ver a tus hijas.

—Deja a las niñas fuera de esto —soltó en un tono amenazante.

—Deja tú de portarte como un hijo de la gran puta —le respondí—, estás manipulando a una adolescente, y cuando se dé cuenta de lo que haces, te odiará, y lo que es mucho peor, seguramente también se odiará a sí misma. Permite a Jimena y a las niñas que se queden con su madre, es lo mínimo que puedes hacer.

—Comprendo tu punto de vista, aunque no lo comparto, y a decir verdad, me importa una puta mierda —dijo señalándome y mirándome de arriba abajo—. Que conste que yo no te he puesto nunca una mano encima, me da igual que lo creas o no. Yo no te he hecho todo eso, no te he dejado la cara así. Me alegro de que te lo hicieran, es cierto, pero no fui yo. Fin de la conversación.

Me tiró el bastón y se alejó a grandes zancadas. En pocos segundos subió a su coche y salió del

parking sin detenerse.

Al fin, aflojé un poco. Me agaché para recoger el bastón del suelo. Los aparcamientos no se me daban muy bien últimamente. En este había visto la muerte cara a cara, había hecho una promesa al Altísimo que no pensaba cumplir, y por si fuera poco, me había meado encima.

Ir a la siguiente página

Report Page