Amsterdam

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II Parte » Capítulo 5

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Media hora más tarde Vernon salió de la mansión de George con el sobre en la mano. Paró un taxi y, después de decirle al taxista que pusiera en marcha el taxímetro y se estacionara junto al bordillo, se quedó sentado en el asiento trasero unos minutos, arrullado por el motor al ralentí, frotándose con suavidad el lado derecho de la cabeza mientras pensaba qué hacer. Finalmente pidió al taxista que le llevara a South Kensington.

La luz del estudio seguía encendida, pero Vernon no llamó al timbre. En lo alto de las escaleras escribió una nota con un texto lo bastante vago como para que el ama de llaves —la primera en leerla, probablemente— no pudiera saber de qué se trataba. La dobló dos veces, la metió por debajo de la puerta y volvió apresuradamente al taxi.

Sí, con una condición: que tú hagas lo mismo por mí. Vernon.

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