Amphitryon

Amphitryon


Colofón — Ignacio Padilla: San Pedro Cholula, 1999

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COLOFÓN

Ignacio Padilla

San Pedro Cholula, 1999

Más de una vez, el señor Daniel Sanderson ha esgrimido en su defensa que sus libros no nacen de la Historia, sino de los amplios espacios vacíos que ésta va dejando al dilatarse sobre el tiempo de los hombres y las naciones. Creo, sin embargo, que semejante argumento es licencia para que otros busquemos la Historia en los espacios vacíos que también él suele dejarnos con su ficción.

La bibliografía relativa a la figura de Adolf Eichmann es en extremo abundante, mas puede resumirse en los libros The capture of Adolf Eichmann, de Moshe Pearlman, y el ya legendario Eichmann in Jerusalem, de Hanna Arendt. Los hechos que nos interesan son escuetos: a la caída del Reich, Adolf Eichmann huyó de Alemania con el nombre de Martin Borman y, tras un largo peregrinaje por Asia Menor, terminó por instalarse en Argentina haciéndose pasar por un tal Ricardo Klement. Fue detenido en Buenos Aires en mayo de 1960, juzgado en Jerusalén entre abril y diciembre de 1961, y ahorcado finalmente en Tel Aviv el 31 de mayo de 1962. Con todo, a pesar de los numerosos testimonios y confesiones presentados durante el proceso, no han sido pocas las dudas respecto de la identidad del hombre que subió al cadalso israelí tras uno de los juicios más dramáticos de la historia.

Por lo que hace al general Thadeus Dreyer y al proyecto Amphitryon, la verdad es más difícil de rastrear. Existe alguna información relativa a un supuesto proyecto de suplantaciones que el mariscal Hermann Goering habría orquestado en los primeros meses de la guerra como un posible recurso para mermar las fuerzas de Heinrich Himmler, su eterno competidor en el seno del Reich. Poco se sabe, sin embargo, de los responsables directos de este proyecto, que efectivamente fue desmembrado en 1943 por conspirar contra el régimen en colaboración con los judíos. Hubo, entre los hombres más allegados a Goering, un oficial de origen austríaco llamado Thadeus Dreyer, condecorado con la Cruz de Hierro por sus hazañas en el Piave y desaparecido en mayo de 1943. Es Dreyer quien aparece en lo que podría ser la fotografía a la que Sanderson se refiere en la última parte de su libro, aunque ésta no fue tomada en Treblinka, sino muy probablemente en el patio trasero del Cuartel General de la Gestapo, ni publicada en un anuario militar, sino en las páginas centrales de un número especial del Sturmer. El joven que aparece al lado del oficial se llama, en efecto, Franz T. Kretzschmar, a quien los registros de guerra tienen por caído durante la Operación Barbarroja. Cualquiera que haya sido su destino, justo es reconocer que ese joven teniente acusa un extraordinario parecido físico con las imágenes que se conservan de Thadeus Dreyer cuando éste regresó a Austria como héroe de la Primera Guerra Mundial, por lo que no resulta tan aventurada la idea de que ambos hombres pudiesen ser padre e hijo. ¿Colaboró el joven Kretzschmar con el proyecto de suplantaciones de Hermann Goering bajo los auspicios del general Dreyer? ¿Sería ése, como sugiere Sanderson, el hombre que, cautivo de un rostro y un pasado que no eran los suyos, pagó con su vida los crímenes de Adolf Eichmann? Eichmann, portentoso ajedrecista, nunca negó su identidad mientras se le juzgaba en Jerusalén, pero eso no prueba nada contra las conjeturas del señor Sanderson. Dudo mucho, por otra parte, que el ingeniero Kretzschmar haya guardado silencio respecto de su identidad para ofrecer a su padre, o su superior jerárquico, una protección que éste no necesitaba. Antes resulta más verosímil pensar que el silencio de Kretzschmar en Jerusalén se debió a un afán de venganza por parte del impostor o el hijo bastardo contra el hombre que le habría transformado en un peón más sobre el gigantesco tablero de la guerra. Dreyer mismo lo dijo en su momento con la angustia que sólo podría explicarse en un padre, un amante o un dios traicionado merced a sus propias faltas: él había dado la vida a aquel hombre, pero le había robado el alma. Esa alma cuyo nombre único y secreto sólo con la muerte volverá a pertenecernos.

Salamanca, 1998-San Pedro Cholula, 1999.

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