Amnesia

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Segunda parte » Capítulo 16

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16. MIEDO

Era inútil sumergirse en aquellas aguas oscuras y turbulentas. Si la mujer se había ido hacia el fondo sería inútil intentar buscarla. Sharon comenzó a nadar hacia el islote, sus músculos comenzaban a cansarse y el frío la paralizaba casi por completo. Cuando estuvo a pocos metros de la orilla escuchó una voz a su espalda, miró a la oscuridad que parecía devorarlo todo y sintió una figura que se aproximaba hacia ella.

—¿Se encuentra bien? —preguntó a la negrura, mientras intentaba mantenerse a flote, pero no hubo respuesta, nadó hacia la voz, extendió los brazos para intentar palpar lo que tenía a su alrededor, pero todo fue inútil.

Entonces un brazo se aferró a su espalda y comenzó a hundirla. La mujer luchó por salir de nuevo a la superficie y mantenerse a flote, pero algo se aferraba a su espalda con fuerza. Logró salir de nuevo del agua, estaba aturdida, casi sin aire, pero al menos la adrenalina había conseguido insuflarle las fuerzas que parecían sucumbir cada vez que era sumergida.

—¡Dios mío! —gritó intentando zafarse.

—Agente —dijo la voz sofocada de la paciente—. ¡Me ahogo!

Sharon consiguió que se diera la vuelta y mientras que con un brazo la mantenía a flote, con el otro nadaba hacia la orilla. En lugar de aproximarse parecía que la tierra firme se encontraba más lejos, entonces se dio cuenta de que la corriente las estaba arrastrando. A poco más de dos kilómetros el lago terminaba en un río con unos tremendos rápidos, y después una catarata de más de veinte metros de altura. Además, era consciente de que no podría mantener a la mujer a flote si los rápidos comenzaban a zarandearlas de un lado al otro.

—Ayúdeme —le pidió desesperada la mujer.

Sharon nadó con todas sus fuerzas, pero la corriente era demasiado fuerte y debía nadar con el lastre de la mujer a su espalda. Intentó hacer más esfuerzos, pero lo único que conseguía era agotarse más y si continuaba, en un par de minutos, las dos estarían hundiéndose en el lago. Pensó que era mejor dejarse llevar. El agua las arrastró con fuerza. Parecía como si estuvieran montadas en una atracción de feria mal graduada y peligrosa. La mujer gritaba y sacudía los brazos, mientras ella intentaba mantenerla a flote.

Cuando entraron en los rápidos Sharon perdió el poco control que le quedaba. Comenzó a pensar en su hermana gemela y se preguntó si había muerto de aquella misma forma. Nunca encontraron su cuerpo, por lo que muchos pensaron que se había ahogado en el lago y que su cuerpo había sido arrastrado corriente abajo por el río.

La fuerza del agua era cada vez mayor, se golpeaban con las rocas y las ramas que había desperdigadas por el cauce. La agente pensó que era el final, tal vez una forma justa de morir, ya que ella había sido incapaz de salvar a su propia hermana. Odiaba tanto que su vida se confundiera en dos cuerpos exactamente iguales. Siempre había soñado con ser única y exclusiva, hasta que al quedarse sola comprendió lo afortunada que había sido por tener a otro ser tan parecido a ella, tanto que a veces a sus padres les costaba distinguirlas. Nuestros deseos son los peores enemigos del alma. Cuando se hacen realidad nos muestran lo equivocados que estábamos, pensó mientras el agua las arrastraba con fuerza. Se soltó de la mujer, ya no era el momento de heroicidades, debía luchar por su propia supervivencia.

Comenzaba a ahogarse, tenía el cuerpo magullado y dolorido, cuando vio un tronco de un árbol caído sobre el agua. Estaba a poco más de un metro de altura, tenía que levantar los brazos y saltar para lograr asirse. No estaba segura de poder conseguirlo. La corriente siguió arrastrándola y cuando estuvo justo debajo se impulsó, sumergiéndose un poco y luego saliendo del agua. Sus dedos rozaron el tronco, pero comenzaron a escurrirse, mientras la corteza le cortaba los dedos. Hincó las uñas en el tronco y se quedó suspendida, con medio cuerpo fuera, intentó subir el cuerpo, pero no tenía fuerzas. Sus músculos se tensaron y logró hacer un último esfuerzo. Levantó el cuerpo y se apoyó en el tronco. Recuperó fuerzas por unos instantes. Miró al agua para buscar a la mujer. No sabía si ya había pasado corriente abajo o aún seguía al otro lado.

Entonces vio algo resplandeciendo en el agua, debía ser un reloj o algo parecido. Bajó las manos y sus dedos tocaron algo.

—¡Agárrese a mis manos! —gritó, notó algo viscoso y húmedo. Tiró con fuerza y logró sacar a la mujer, pero no tenía fuerzas para subirla al tronco.

Se quedaron colgando, la agente aferrada con las piernas alrededor del tronco, la mujer sujeta a sus brazos, sintiendo como poco a poco se escurrían. Sharon no sabía cuánto tiempo más podría aguantar. No quería soltarla, pero no tenía fuerzas para sacarla del agua.

Mientras los brazos comenzaban a cansarse, vio los ojos brillantes de la mujer en medio de la oscuridad. En cierto sentido pensó que no estaba ayudando a esa desconocida, ni siquiera estaba segura de que le contase la verdad o fuera una loca peligrosa. En el fondo estaba intentando salvarse a sí misma y redimirse de la culpa que había cargado durante tanto tiempo a las espaldas.

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