Amira

Amira


SEGUNDA PARTE » Pesadilla

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El desierto brillaba bajo el sol y un cielo absolutamente azul.

Jihan se hallaba de pie dentro de un hoyo en la arena. El borde le llegaba por la cintura, pero no podía salir por más que lo intentaba. La arena se deslizaba bajo sus pies y el hoyo se hacía más grande. Con cada nuevo intento, se hundía más y más. Pronto el borde quedó por encima de su cabeza.

Utilizó las manos, pero la arena caliente se desmenuzaba cuando intentaba aferrarse a ella. El agujero se hacía más profundo y la arena la ahogaba. Gritó pidiendo socorro. Apareció gente sobre su cabeza recortada en el cielo cada vez más reducido. Malik se inclinó hacia adentro gritando algo que no comprendió y provocando una cascada de arena con los pies; sonrió para darle ánimos y se alejó.

Amira se arrodilló junto al borde con los ojos anegados en lágrimas antes de desvanecerse como un espejismo; los padres de Jihan menearon la cabeza tristemente antes de desaparecer. El hoyo estaba oscuro y la arena siseaba y la asfixiaba como el humo. Sólo quedó una figura pequeña, sin rostro, asomada al borde, en lo alto, gritando su nombre. '

Jihan se despertó con el corazón latiendo violentamente, temblando y sudorosa.

Como la mayoría de remalíes, Jihan daba gran importancia a los sueños, y sabía exactamente cuándo había tenido ese mismo sueño por primera vez. Estaba anotado en su pequeño diario como «Pesadilla». No se había molestado en detallarlo ni en contratar los servicios de un profesional para descifrarlo, como hacía algunas veces cuando un sueño era portentoso pero enigmático. No necesitaba que nadie le dijese que aquel sueño representaba su propia muerte.

«Pesadilla», tenía anotado, y luego, unas semanas después, lo mismo, seguido de «el sueño otra vez» al cabo de otras dos semanas. Pronto el sueño se hizo tan real como las personas que la rodeaban y Jihan comprendió, con una certeza que la aterrorizaba, que jamás se apartaría de ella.

Repasó su diario para confirmar el día del primer sueño. Sí, se había producido exactamente tres días después de haber escrito: «Ornar me ha dicho que va a tomar otra esposa.»

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