Ally

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—¿Ally, cómo van los preparativos de la boda? Robert, me estaba contando que mañana llegan las suegras —preguntó Connor, en un tono divertido.

—Sinceramente, falta mucho por hacer, esta semana la dedicaremos al vestido de novia —le aclaré a Connor.

Les sonreí amablemente, logrando disimular mi humor. Los recuerdos del restaurante todavía rondaban en mi cabeza. La aparición de un viejo amor no me agradaba, mucho menos sentirme celosa y llena de dudas a unas cuantas semanas de la boda. Sólo esperaba que mi inquieta imaginación me estuviera jugando una broma de mal gusto y al final fueran puras figuraciones sin fundamento.

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—¿Dónde están las niñas más lindas de todo Nueva York? —preguntó Robert, soltándome de su agarre.

—Estaban con Mía, en el dormitorio —expliqué viéndolas aparecer—.Creo que te escucharon.

Ellas soltaron las manos de Mía, para salir al encuentro con Robert. Él se inclinó para quedar a la altura de las niñas, dejándose abrazar, no había duda alguna, las gemelas lo querían. La escena era tan conmovedora que mis ojos se llenaron de lágrimas.

—Nos teneos que ir preciosa, Emma nos espera para cenar —explicó Connor acercándose a Mía, depositándole un tierno beso en los labios.

—¿No nos podemos quedar un rato más? —preguntó Mía, apartándole un mechón de cabello que le caía sobre la frente—.Quiero saber cómo le fue a papá, con Claire —añadió abrazándolo.

—¿Es que no piensas dormir en casa esta noche hija? —intervino Robert, clavando su mirada en Connor.

—¡Papá! No me avergüences, ya no soy una niña y esta noche pienso pasarla en el apartamento de mi novio —dijo con soltura caminando a recoger su cartera junto con el abrigo.

—¿Entonces Connor? —preguntó Robert desafiándolo.

—¡Basta papá! —Mía alzó la cabeza para enfrentarlo—.Sabes, quizá va siendo hora de que me valla a vivir a mi propio apartamento.

—¿Propio apartamento? —preguntaron los dos estupefactos.

Ella, les dedicó una mirada a los dos mientras negaba con la cabeza. Luego se acercó a nosotras para despedirse.

—¿No vas a decir nada Connor? —Robert, lo animó—.Ya mi hija no me escucha, sólo a ti —Mía resopló molesta ante el comentario.

—¿Qué quieres que diga Robert? Tu hija es una mujer, perfectamente capaz de decidir qué hacer.

En un arrebato y harta ante la absurda situación, mi amiga, tomó a su novio de la mano mientras me hacía señas de despedida llevándoselo arrastrado a la salida.

—¡Adios, Allison!. Fue un placer verte de nuevo.

Gritó Connor, antes que cerraran la puerta. Robert, se quedó parado completamente sorprendido por lo ocurrido Y yo, no pude reprimir una pequeña carcajada.

—¿Quieres una copa? —le ofrecí con afecto, colocando la palma de la mano en su increíble pecho.

—Creo que me vendría bien. Gracias.

Me dispuse a descorchar una botella de vino rojo, mientras él jugaba con las niñas en el piso de la sala. Cuando se la entregué se veía más tranquilo, más relajado. Se notaba que disfrutaba la compañía de las pequeñas.

—Les voy a preparar un baño a las niñas. Ponte cómodo —le digo al pasar por su lado en dirección al pasillo, dejándolos solos.

Un rato más tarde mientras dejaba el agua correr en la tina, los escuché tocando la puerta, que estaba abierta.

—¿Podemos pasar?

Los observo a los tres por un momento, grabando esa escena tan tierna, en mi memoria.

Sostenía a las dos al mismo tiempo acercándose a mí, con esa sonrisa tan seductora que me cortaba el aliento, dejándome paralizada sin saber que decir, como la primera vez que nos conocimos.

—Por supuesto.

—¿Necesitas ayuda, preciosa?

—Déjalas aquí —señalé una pequeña alfombra color rosa frente a la bañera—.Yo me encargo del resto —le sugerí sonriendo.

Robert, les depositó un beso en la cabeza a cada una antes de marcharse, cerrando la puerta tras él.

Al terminar de bañarlas y arreglarlas para dormir, Robert como ya se había hecho una costumbre, se encargó de leerles una historia. Ese era un momento familiar que yo particularmente apreciaba.

Desde que me había quedado sola con ellas, trataba de brindarles una atención de calidad. Lo admito, era una mamá cariñosa y permisiva, quizá porque muy dentro de mí me sentía culpable por no poder compartir más tiempo con ellas.

Cuando apagamos la luz del dormitorio, lo invité a la sala a tomarse una copa conmigo frente al fuego. Robert se sentó en el sofá, mientras yo recogía los juguetes regados por todo el piso.

En el momento en que guardé la última muñeca en el pequeño baúl, descubrí, que él me observaba. Me levanté contemplando como doblaba las mangas de su camisa. Percatándome que ya se había quitado la chaqueta del traje, como también descalzado sus zapatos, quedándose en medias. Por último aflojó el nudo de su corbata para abrirse los primeros botones de la camisa.

—¿En qué piensas?

—Son tantas cosas… el trabajo… la boda… y esa extraña mujer con quien te vi hoy… —comencé vacilante.

Robert, me tomó entre sus brazos, dónde me tranquilizo de inmediato, porque su fragancia me invade, me desarma.

—Vamos a sentarnos, para que puedas contarme que es lo que tanto te preocupa.

Solté un largo suspiro desplomándome a su lado en el sofá, colocando mi cabeza sobre su pecho.

—¿Debería estar preocupada Robert? ¿Quién es esa mujer con la que te vi en el restaurante?

Robert, le da un sorbo a su bebida, sopesando cada palabra, asimilando todo lo que le acabo de preguntar. Luego se levanta para quitarme la copa de la mano, colocándolas sobre el mesón de la cocina.

Estupefacta por su reacción lo sigo con la mirada.

—¿Es eso lo que tanto te preocupa?

—No —le confieso levantándome alisando mi falda.

—Ven aquí…

Camino en su dirección un tanto insegura, en mi mente había imaginado las cosas de otra manera. Incluso pensé que su reacción sería totalmente diferente.

—Mi damisela en apuros, nunca dejaras de sorprenderme. ¿Tú crees que yo podría interesarme en alguien como ella? —tomó una de mis manos con suavidad para llevársela encima de su corazón… ¿y yo? Bueno… yo suspiro como una idiota, a punto de besarlo—.Ally, cariño, ¿todavía no te has dado cuenta que mi corazón te pertenece?

Sus palabras me dejan fuera de combate y como siempre me derrito entre sus brazos, lo beso con dulzura, aferrándome a su cuello, enterrando mi cabeza en él, aspirando como una adicta su maravillosa fragancia.

—Te adoro, Robert Watts, te aseguro que mañana en lo que lleguen nuestras madres, no descansaré hasta encontrar el vestido más hermoso y luego nos casaremos enseguida. Haremos una boda sencilla, en la playa… —él soltó una carcajada.

—Lo único que te pido, es que confíes en mí. No quiero que te preocupes de nada preciosa, sólo deseo verte feliz.

Esa noche, después de un muy explícito arrebato sexual, dormimos abrazados, y con una sonrisa que no podíamos ocultar.

Pero mi tranquilidad duró poco, a eso de las siete de la mañana, un fuerte ruido en la puerta me despertó. Al abrir los ojos, encontré a Robert completamente vestido, incluso con la chaqueta del traje en la mano.

—Sigue durmiendo, Ally —me susurra, plantándome un beso en los labios—.Voy de salida, quiero ir a correr antes de ir al hospital. No te preocupes yo me encargo de quien sea que esté tocando —explicó.

—Gracias, todavía me queda una hora más para dormir —me cubro hasta la cabeza con la sábana, sintiendo el sonido de sus pasos hacia la salida.

Pero después de unos minutos, escucho que Robert, sigue en la puerta. Muerta de la curiosidad, salí al pasillo a ver si podía averiguar lo que sucedía. A unos pasos de llegar hasta él pude escuchar la voz de Josh. Me detuve en seco, llevándome una mano a la boca en un acto reflejo.

«¡Demonios! ¿Qué hacía Josh Mccoy, en mi casa, a esa hora y después de tanto tiempo?» Pensé irritada.

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—Buenos días, busco a Allison Lowen, me dijeron que ella vive aquí, ¿es cierto?

—Es cierto, pero estas no son horas para visitar. Será mejor que la llames más tarde. ¿Y tú eres?

—Espera, déjame explicarte. Mi vuelo llegó hace una hora, vengo desde Colorado. ¿La podrías llamar? Por favor.

—¿Eres un familiar de Allison?

—Podría decirse. Mi nombre es Josh Mccoy. El ex esposo de Allison.

Al escuchar esas últimas palabras, no pude aguantar más y me encaminé furiosa a encarar a Josh. No era justo para Robert, tener que aguantar su impertinencia.

—Déjame encargarme de este asunto, cariño —le expresé a Robert con afecto, entrelazando mi mano a la suya.

Sin embargo, él me observó con un resplandor diferente en sus ojos azul cielo, que ahora se le veían más oscuros.

—¿Cariño? —repitió Josh, con ironía—.¿Es éste el hombre con quien piensas casarte? —Josh, ignoró a Robert por completo dirigiéndose a mí.

«El rostro desencajado de mi prometido, me preocupó. Estaba furioso».

—Josh. ¿Qué haces aquí? No tienes derecho de venir a mi casa a estas horas —comenté calmada, aunque por dentro sentía unas ganas locas de empujarlo, pero me contuve.

—Allison, acabo de llegar de Denver. ¿Te acuerdas la llamada del otro día? Es en serio, necesito que hablemos. Además me gustaría ver a las niñas —Josh, cambió el tono de su voz, ahora parecía una súplica.

—Espera aquí afuera Josh, vuelvo enseguida.

En lo que pronuncié la última palabra, sentí como Robert me giraba para acerrarle la puerta en la cara. Me di media vuelta, sintiéndome avergonzada por lo ocurrido. Desde que conocía a mi prometido, nunca lo había visto tan alterado.

—Siento que hayas tenido que pasar por esta situación —comenté mientras enterraba mi cabeza en su cuello, dejándome abrazar por sus fuertes brazos.

—¡Allison! No quiero dejarte sola con ese hombre aquí en el apartamento.

Caminé junto a Robert, hasta el dormitorio. Necesitaba cambiarme y aclararle que todo iba a estar bien.

—Te entiendo, pero no tienes de que preocuparte. Josh no está interesado en mí en lo absoluto, de seguro está metido en algún problema.

Él, me seguía mientras yo me aseaba a toda carrera y cambiaba mi pijama por mi ropa de trabajo.

—Entonces más a mi favor… No me habías comentado lo de la llamada que él mencionó—comenzó a reclamarme, pero lo interrumpí.

—Ve tranquilo a correr, de todas formas la Nana llegará en unos minutos. Te mando un mensaje de texto, en lo que descubra qué es lo que realmente quiere. ¿De acuerdo?

Me tomó de la mano, mientras nuestras miradas se encontraban, asintiendo con la cabeza, aunque su expresión demostraba lo contrario.

—Está bien —dijo soltando un largo suspiro—.Prométeme que me llamarás y no tratarás de ayudarlo sin antes hablar conmigo.

—Lo prometo —alcé mi mano derecha en señal de juramento.

Al abrir la puerta, vimos a Josh sentado en el piso con un morral a sus pies, Robert se situó frente a él:

—Si me entero de algo extraño Josh Mccoy, te aseguro que te las veras conmigo —lo señaló con un dedo acusador dedicándole una mirada retadora.

—¿Me estás amenazando?

—¿Es eso lo que quieres Josh, que te amenace? —apreté con ligereza la mano de mi prometido, recordándole mi presencia. Le tomó unos segundos reaccionar, desviando sus ojos para posarlos en los míos—.Paso a recogerlas para la cena de esta noche—comentó alejándose contrariado.

—Puedes pasar Josh. Te agradezco no hagas ruido, las niñas duermen todavía.

«Él me observó con cara de oveja degollada, parecía apenado». Pensé al verlo entrar al apartamento cabizbajo.

—Lo siento Allison, no he venido a ocasionarte problemas con tu agresivo novio.

—¿A qué has venido entonces? ¿Estás en problemas? —lo encaré molesta.

Me fui a la cocina a montar una jarra de café, seguida por él.

—He venido porque quiero ver a las niñas, quiero volver a ser parte de sus vidas. —Solté una carcajada irónica ante su absurdo comentario.

—¿Necesitas dinero? —me miró ofendido.

—Es en serio Allison. He cambiado, me voy a casar —su confesión me dejó de piedra.

«¿Josh se casaba?, increíble. ¿Quién sería su próxima víctima?», me preguntaba con amargura.

El sonido de la puerta al cerrarse nos sorprendió a los dos. Era la Nana, que estaba entrando al apartamento.

—Buenos días, señora Allison —comentó alegremente al llegar a la cocina—.Lo siento, no sabía que tenía visita.

—Buenos días, Nana —respondí mientras sacaba una taza del armario—.Le presento a Josh Mccoy, el padre de las gemelas —los ojos de la Nana, se abrieron a su máxima expresión.

—Mucho gusto señora.

Se giró y le ofreció su mano, la cual Nana tardó un segundo en estrechar. Su semblante cambió de la mujer alegre y amable, para volverse seria y distante.

—Mucho gusto.

Fueron sus palabras antes de abandonar la cocina en dirección a la habitación de las gemelas.

—¿Viniste desde Colorado para informarme que también te casas? ¿Acaso crees que esto es una competencia?

—No, por supuesto que no —dijo acercándose a mí—.Esta noche llega mi prometida, ella quiere conocer a las niñas, yo le he hablado de ellas…

Mi boca se abrió impresionada al escuchar los motivos que lo traían de vuelta a sus hijas y mi corazón se entristeció al darse cuenta que solo lo hacía por una petición de su novia.

«Definitivamente Josh, no había cambiado. Aunque mirándolo desde otro punto de vista… por lo menos esta vez era honesto».

—¡Márchate, Josh! —dije apuntando con el brazo hacía la puerta.

—Pero… Allison, he venido por las buenas, dame la oportunidad de volver a sus vidas sin tener que recurrir a la ley. Podría pelear la custodia de las niñas si no me dejas otra alternativa —nos desafiamos con la mirada por unos segundos.

—¿Me estas amenazando, Josh?

—Acepta que nos reunamos todos, acepta que mi prometida conozca a mis hijas.

—No tengo nada que aceptar. ¿Quién te crees que eres para aparecer en nuestras vidas después de tres años?

—Piénsalo Allison, por favor. Estaremos en la ciudad el resto de la semana, te llamaré —dijo caminando en dirección a la puerta—.No me hagas tomar medidas extremas.

Al escuchar el sonido de la puerta al cerrarse. Corrí a pasarle el seguro, llevándome las manos al rostro, cansada, enfadada y dolida ante semejante petición.

«¡Demonios! Esto era una putada».

El timbre de un mensaje de texto, me alertó, llegué hasta el móvil para cerciorarme que se trataba de Robert:

 

Robert: ¿Llegó la Nana?

Allison: Sí. No te preocupes por mí.

Robert: Eso es imposible. ¿Te das cuenta por qué quiero que estemos juntos cuanto antes?

Allison: ¡Oh, Robert!

Robert: ¿Sigue el IDIOTA, en el apartamento?

Allison: Ya se fue.

Robert: Muy bien, esta noche me cuentas.

 

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—¿Se encuentra bien, Allison? La veo preocupada —preguntó la Nana, mientras llegaba con las niñas a la cocina.

—No Nana. Nada está bien, pero no se preocupe por mí, ya arreglaré las cosas.

Sentencié dando el tema por zanjado, despidiéndome de las niñas para ir a mi trabajo. Gracias al cielo que lo tenía, porque en momentos como ese era lo único que me mantenía a flote para seguir afrontando la vida.

Pasé la mañana ocupadísima, debía salir en un par de días a Chicago, un viaje a última hora. Me aseguré de dejar todo arreglado para escaparme a la hora del almuerzo, y no regresar hasta el siguiente día, porque esa tarde iría a recoger a mi madre y a mi suegra al aeropuerto.

Así que me fui directo al hospital. Quería sorprender a Robert, con una invitación espontánea, un acto inesperado antes de ser invadidos por nuestras madres. Mi repentina partida de emergencia junto con la aparición de mi ex, eran un obstáculo que debía enfrentar.

Me detuve en la emergencia, antes de subir al consultorio de mi prometido, quería aprovechar para hablar con Mía, contarle todo el rollo de esa mañana, en fin, ponerla al corriente, lo normal entre dos amigas.

—¡Ally! ¿Qué haces aquí? —preguntó sonriendo antes de saludarme con un pequeño abrazo.

—¡Sorpresa! —le devolví la sonrisa—.Vine a secuestrar a tu papá para almorzar.

—¡Qué suerte! Vamos, te acompaño a su oficina, así hablamos un ratito —las dos sonreímos mientras ella le enviaba un mensaje de texto a Connor, para avisarle de su escapada.

—Tengo que contarte algo… —le comuniqué, mientras caminábamos en dirección al consultorio de Robert.

—Suéltalo rápido.

—Esta mañana, se apareció Josh Maccoy, mi ex, en el apartamento. Imagínate Mía, justo cuando Robert se estaba yendo.

—Amiga, pero ¿cómo es posible que se aparezca unas semanas antes de la boda?, espero que no sea una señal.

—¿Señal? No me asustes Mía —ella soltó una carcajada, pero yo no dejaba de darle vueltas a su comentario.

—Y, ¿qué quería?

—Dice que quiere ver a las niñas y que también tiene planes de casarse. ¿Lo puedes creer?, esto es insólito.

Mía no salía de su asombro, terminé de darle los detalles de la conversación, cuando sin darnos cuenta llegamos al consultorio de Robert. Dónde nos anunciamos como de costumbre con su secretaria.

Al girarnos para buscar donde sentarnos mientras esperábamos, se abrió la puerta del despacho. Robert salió acompañado de una mujer…

«Espera era la misma mujer con la que lo habíamos visto en el restaurante, la misma mujer que lo miraba con ganas de arrancarle la ropa… ¡Maldición! Era Claire, su vieja amiga de la juventud».

—Hola chicas, vine a entregarle las entradas a Robert, de la exposición de fotografía que les conté. No dejen de ir, se celebrará en un par de semanas —sonrió arreglándose el cabello para luego completar—.Me tengo que ir, ando apurada. Ha sido un placer volver a verlas.

—Allí estaremos —le aseguré.

Cada vez que la veía a su lado, la duda me invadía ¿Qué tal si Robert, decide ir sin mí? O ¿qué tal si mi absurdo comportamiento lo empuja a las garras de esa mujer? Pero sobre todo, ¿Qué es lo que ella busca, qué quiere de mi prometido? Debía apartar mi estúpido orgullo y actuar con inteligencia. Eso era lo que tenía que hacer de ahora en adelante.

Nos despedimos de ella con naturalidad, Mía también aprovechó para confirmar que había una entrada para Connor, porque sin su compañía estaba segura que ella no asistiría.

—¿A qué se debe esta grata visita sin anunciar? —preguntó Robert, sonriendo.

—Creo que acabo de olvidarlo —mi expresión de incomodidad, era demasiado evidente.

—Vayamos a almorzar —sentenció Robert, dándose cuenta de mi repentino cambio de humor.

—Sólo vine a acompañar a Ally, tengo que volver a la emergencia, gracias por la invitación papá —nos despedimos con afecto, quedando de acuerdo para vernos esa tarde.

De camino al restaurante en principio hablamos de frivolidades, para aligerar el ambiente. Pero enseguida abordó el tema de mi ex:

—Entonces. ¿Qué quiere Josh Mccoy?

—Dice que quiere volver a la vida de las niñas. Y que si no lo dejo, tratará de pelear la custodia.

—¡Es un hijo de puta! —gritó irritado, dándole un pequeño golpe al volante.

—Lo sé, Robert. —comenté resignada pero no continué al verlo tan ofuscado. El resto del camino lo hicimos en silencio.

Mientras nos atendían en el restaurante, comencé a recordar la escena en su consultorio, lo cómoda que se veía esa mujer a su lado, la forma en que él se condujo o era mi paranoia, mis celos me estaban consumiendo. No soportaba la idea de no saber las verdaderas intenciones de Claire.

—¿Le pasa algo a tu filete? —la pregunta de Robert, me trajo de vuelta al restaurante.

No había probado ni un bocado, mientras le daba vueltas a los vegetales con el tenedor, absorta en mis pensamientos.

—No, está delicioso.

—¿Qué tal el vino? —continuó,

—Estupendo, tomaré otra copa.

—Aja… —asintió con la cabeza sin creerme—.Tenemos que hablar —dijo acomodándose en la silla.

—¿Es acerca de Claire?, ¿me quieres contar que es lo que realmente busca ella de ti? ¿De eso se trata? —sin poder contenerme un segundo más le solté todo casi sin respirar.

Robert, colocó su mano sobre la mía, clavando sus hermosos ojos azules en los míos enseñándome una pequeña sonrisa.

—Has estado un poco distraída, eso es todo.

—¿Todo, Robert? —lo miré suplicando una explicación.

—Es la primera vez que te pones celosa.

—¿De qué hablas?, yo no estoy celosa. Estoy cansada, preocupada por la inesperada visita de Josh, y ahora esta vieja amiga tuya que aparece de repente. Y para completar los preparativos de la boda... ¡Pero celosa!... de eso nada.

Robert soltó otra carcajada, que aligeró el ambiente entre los dos, era tan genuina y contagiosa que sin darme cuenta lo imité.

—Está bien Ally, te creo —le dio un sorbo a su copa y continuó—.Tenemos que hablar de Josh Maccoy —el cambio de su reacción resultó instantáneo.

Es en ese momento cuando junto las piezas, los dos estamos molestos por el rumbo un tanto extraño que ha tomado todo de repente…

—¿Qué quieres saber?

—¿Qué quiere Allison? ¿Por qué no me contaste acerca de la llamada?

—No lo sé, Robert.

Es lo único que me atrevo a decirle, guardándome el hecho de que va a casarse y me ha amenazado para que me encuentre con él y su futura esposa antes que se termine la semana. De todas maneras es imposible que lo haga, mi repentino viaje a Chicago, ha cambiado mis planes por completo.

—No quiero que la presencia de tu Ex, se transforme en un problema. No te quiero ausente y preocupada. Por eso quiero pedirte que me dejes encargarme de él.

—¿Encargarte de él? —casi me ahogo con la comida, era la primera vez que lo escuchaba expresarse como un Gangster—.¿Qué quieres decir con eso? Me estas poniendo nerviosa. ¿Acaso perteneces a la mafia rusa? —sonrió abiertamente colocando su mano cálida sobre la mía.

«Este hombre sentado frente a mí, aunque era mi prometido, actuaba como un desconocido… esto sí que era una novedad.»

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—Nada de mafias. Es muy sencillo mi damisela en apuros. Soy yo quien hablará con él.

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