Alex

Alex


CAPÍTULO 36

Página 40 de 47

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO 36

 

 

Alex dejó un suave beso en la frente de Emily.

Seguía sujetando su cuerpo firmemente contra el de él. Y es que, encajaban a la perfección. Él tenía un brazo envuelto alrededor de su cintura, su mano libre jugando con sus ondulados cabellos, como siempre le había gustado hacer.

Emily había dejado que sus piernas se entrelazaran con las de él, en un intento por sentir que estaban unidos de manera irrompible, incluso cuando ya, de alguna manera, lo estaban.

Y Alex, de momento a momento, deslizaba los dedos de sus pies sobre sus piernas, haciéndola recordar inevitablemente, como estos se habían deslizado de la misma manera, mientras se él se movía, dentro de ella. Entonces, un estremecimiento recorría su cuerpo entero, mientras Alex sonreía lentamente, claramente sabiendo lo que causaba en ella.

No le importaba, siempre y cuando pudiera estar entre sus brazos, para siempre.

Ocho meses sin verse.

Y en un segundo, con solo unas palabras, fue como si nada hubiera sucedido. Y, de nuevo, no le importaba. Solo le importaba él. Nada más que él.

Alzó la vista para encontrar sus ojos. Su corazón latía fuertemente en su pecho, de pronto.

¿Y si se iba de nuevo? ¿Y si la volvía a dejar?

Se mordió el labio, intentando suprimir el dolor que ese pensamiento provocaba, intentando no dejar que las lágrimas comenzaran a acumularse en sus ojos. Le dolía el solo hecho de pensar en perderlo, nuevamente.

-¿Qué sucede? –lo escuchó preguntar, entonces, regresándola a la realidad.

Sintió sus dedos hundiéndose en su cabello e intentó concentrarse en aquello, antes que en cualquier otra cosa dolorosa.

Sacudió la cabeza, incluso cuando sabía que no tenía sentido intentar ocultárselo a Alex.

-Nada –susurró, hundiendo su rostro en el cuello de Alex, aspirando su delicioso aroma, en un intento de grabarlo en su mente, para siempre y porsiacaso.

Y es que, temía que todo aquello fuera un simple sueño. No le sorprendería, realmente, que su mente hubiera ideado todo aquella, a modo de evitar que siguiera sufriendo.

-Vamos, Em –susurró él, entonces, sus dedos estableciéndose bajo su barbilla, obligándola a alzar la vista hacia él–. Tienes que ser sincera conmigo –le pidió, los dedos que estaban en su cintura, moviéndose suavemente, a modo de tranquilizarla-. Yo ya lo he sido. Por favor –continuó, sus ojos hundiéndose en los de ella, quitándole la capacidad de intentar ocultarle aquello-. Dime que te está molestado –pidió, suavemente. Ella sacudió la cabeza de nuevo, pero era porque temía hablar. Y es que, las lágrimas finalmente se habían comenzado a deslizar silenciosamente por sus mejillas-. No llores, pequeña –suplicó Alex, entonces. Sintió sus dedos retirar suavemente las lágrimas–. Lo siento tanto –susurró, apoyando su frente en la de ella.

Emily no pudo evitar fruncir el ceño, intentando tranquilizarse, para poder hablar con él, sin romper a llorar aún más.

-¿Por qué te disculpas? –preguntó, ligeramente confundida, mientras él continuaba limpiando las lágrimas, con su pulgar.

Alex soltó un suspiro lleno de frustración.

-Es sólo que… -comenzó, deteniéndose por un segundo, para clavar sus ojos en los de ella-. Siento que soy el culpable de todo el dolor que sientes –confesó, su frente aún apoyada en la de ella–. Y lo lamento tanto –continuó, sacudiendo suavemente la cabeza-. Nunca quise hacerte todo este daño, Em. Nunca quise romperte el corazón –finalizó.

Emily asintió. Lo sabía. Sabía que todo tenía una razón. Y que ahora no valía la pena recordarlo, porque eran felices. Y no serían separados nunca más.

-Está bien, Alex –le aseguró, sintiendo la tranquilidad invadiendo su cuerpo, nuevamente. Ahora era su turno de hacerlo sentir mejor, de quitar el dolor que había en sus ojos. Dejó que sus dedos acariciaran el rostro de Alex, aún le sorprendía cuan hermoso podía ser–. Sólo tenía miedo de que esto fuera un sueño, nada más –confesó, en un intento por hacerlo sentir mejor-. No puedo… -comenzó a decir, un ligero malestar estableciéndose en su pecho-. No soportaría perderte de nuevo –admitió.

-No me iré, Em –le aseguró Alex, casi de inmediato, cerrando los ojos cuando los dedos de ella se deslizaron entre sus oscuros cabellos. No dejaba de sorprenderla la forma en que Alex se veía afectado, cuando lo tocaba–. No podría. Incluso si no me amaras, no sería capaz de irme –confesó.

Ella asintió, confiando plenamente en sus palabras. Y, sin resistirlo más, alzó sus labios hasta los de él.

Nunca sería suficiente.

No lo fue cuando él hundió sus dedos entre sus cabellos.

No lo fue cuando él deslizó su mano hacia abajo, por su cintura, hasta su cadera.

No lo fue cuando él, en un movimiento rápido, se situó sobre ella, nuevamente.

No lo fue.

Nunca lo sería.

Pero tenían todo el tiempo del mundo para lograr que lo fuera.

Ahora sí. Estaban juntos. Al fin.

-Será mejor que bajes –susurró él, interrumpiendo demasiado de pronto, el laberinto en el que ella se había encontrado.

Sintió que él comenzaba a alzarse, su cuerpo dejando de rozar el de ella y no pudo evitar hundir sus dedos en su espalda, en un intento por no dejarlo irse.

-No te vayas –rogó, en un susurro.

Y se vio invadida por el sonido que escapó los labios de Alex, mientras hundía su rostro en su cuello.

-Por todos los cielos, Emily –susurró, contra su piel, enviando escalofríos por su cuerpo entero–. No hagas eso –rogó, lentamente.

Y Emily frunció el ceño, ligeramente confundida.

-¿Cómo? –preguntó, pero no tardó en detener sus dudas, cuando vio las mejillas de Alex sonrojarse. Y ella misma se sonrojó, al sentirlo contra ella-. Oh –fue lo único que logró sacar entre sus labios.

Y es que, fue un momento excesivamente íntimo, lo cual era extraño de decir, considerando los hechos de hacía solo unos minutos.

-Hablo en serio, Em –susurró él, pasado un segundo, durante el cual ambos estuvieron completamente inmóviles, ninguno atreviéndose a moverse, sabiendo lo que probablemente iba a provocar–. Es tu fiesta, tienes que bajar –explicó, cuando ella continuó sin moverse.

Ella cerró los ojos por un momento. No quería bajar. No quería despegarse de él. No quería dejarlo ir nunca.

-Baja conmigo –pidió, en un suave susurro.

Sabía que era tonto de pedir, pero no podía evitarlo, realmente.

Él suspiró, pesadamente. Y Emily supo lo que él iba a decir. Pero, de todas formas, se mantuvo callada, mientras él se alzaba sobre sus brazos para dejar de tocarla. Y no pudo evitar pensar en lo increíblemente emocionante que era tener aquel efecto en él.

-Em –comenzó y ella sabía lo que él iba a decir–. Sé que ahora tienes dieciocho y probablemente ya no luzca tan difícil… -continuó, sus ojos encontrando los de ella, con facilidad-. Pero lo sigue siendo, cariño –explicó, suavemente.

Entonces, con lo que pareció un esfuerzo sobrehumano, se puso de pie y comenzó a caminar por la habitación -desnudo, para el deleite de Emily- para recoger su ropa y la de ella.

Emily no pudo evitar sonrojarse cuando él se giró y alzó una ceja, al atraparla mirándolo, completamente ensimismada.

-Lo sé –susurró, finalmente. Era imposible no saberlo. Su situación seguía siendo tan difícil como lo había sido, tantos meses atrás–. Pero… -comenzó, sin poderlo evitar-. No quiero… -intentó, no muy segura de que decir para expresar lo que sentía-. Yo… -intentó, una vez más, pero no podía decir nada, sin temor a que las palabras solo sirvieran para hacerla sentir peor.

-¿Te quedarás a dormir aquí? –preguntó Alex, de pronto, terminando de abrocharse la camisa y tendiéndole su ropa a Emily. Ella asintió, aún un tanto distraída con sus pensamientos, mientras comenzaba a vestirse-. Hagamos algo, entonces –comenzó él-. ¿Te parece si te recojo a las dos de la mañana? –sugirió, entonces–. Te quedas conmigo y mañana temprano te dejo de vuelta aquí –finalizó.

Y fue la mejor idea del mundo.

Emily ya había terminado de cambiarse, por lo que, con una enorme sonrisa en el rostro, corrió hacía él, aún sobre la cama y saltó a sus brazos, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello y sus piernas alrededor de su cintura.

Y se aferró a él, como un mono, porque no quería dejarlo ir nunca.

-Te amo –susurró, besando suavemente sus labios, una y otra vez, causando que él sonriera ampliamente, pequeñas carcajadas escapando sus labios, entre sus besos.

-También yo a ti –susurró, cuando logró separar sus labios de los de ella, un momento–. Ve –le dijo, dejándola suavemente sobre el suelo, incluso cuando parecía no querer hacerlo–. Estaré estacionado frente a la casa, a las dos –dijo, sus dedos deslizándose por los brazos desnudos de Emily, suavemente.

Emily asintió, pero no se separó, sino que juntó su frente con la de él, de modo que respiraron el mismo aire, por un momento.

-Promete que no me dejarás –susurró, incluso cuando ya sabía que él no iba a hacerlo.

Sintió que él cogía su rostro, entre sus manos.

-Lo juro –dijo él, sin siquiera dudarlo.

Y Emily cerró los ojos, asintiendo, para finalmente separarse de él.

Abrió sus ojos y, mostrándole una pequeña sonrisa, lo dejó ir, encaminándose a la puerta.

-Hasta más tarde –se despidió, cuando la abrió.

Y Alex asintió.

-Hasta más tarde, cariño –susurró, sonriendo ampliamente.

Y Emily salió de la habitación con una gran sonrisa en su rostro.

Cariño.

Sonaba perfectamente en los labios de Alex.

¿Sonarían igual en los de ella?

Lo averiguaría en unas pocas horas.

Observó el reloj de su nuevo celular, e hizo una mueca cuando vio que eran las once. Tendría que aguantar tres largas horas.

Pero, luego, finalmente estaría con Alex de nuevo.

-¿Em? –la voz de Jem la sacó de su ensoñación.

Y, de inmediato, la culpabilidad la invadió.

¿Por qué?

Ella le había dejado claro que no podría volver a amar a alguien como había amado a Alex. Y si aquello estaba claro, entonces tendría que haber sabido que ella lo habría perdonado, si es que regresaba a su vida.

-Jem –replicó, apartando su vista de él, en un intento por detener lo que inevitablemente estaba por suceder.

Pero Jem la tomó por los hombros y la obligó a mirarlo.

-¿Qué sucede? –preguntó, preocupación invadiendo su rostro, al tiempo que sus cejas se arrugaban, con confusión.

-Nada –susurró, sacudiendo la cabeza, pero Jem mantuvo sus ojos clavados en los de ella.

Y pareció pasar una eternidad, antes de que volviera a hablar, soltándola, repentinamente, como si su cuerpo entero se hubiera prendido fuego.

-Ha regresado –lo escuchó decir y Emily no supo exactamente qué decir. ¿Cómo era posible que lo supiera?-. Puedo verlo en tus ojos –agregó, como si ella hubiera hecho aquella pregunta en voz alta.

¿Tan obvio era?

-Jem… -intentó decir, pero él ya estaba hablando, antes de que lograra continuar.

-Está bien, Em –dijo él, rápidamente y cortándola–. Ambos sabíamos que esto podía pasar –explicó, sus ojos dirigiéndose a otro lado, a donde sea que no estuviera ella, claro está-. Lo superaré, ya te he dicho –finalizó.

Pero Emily no creía que fuera a ser así. Los ojos de Jem ya no eran los de antes y acababa de descubrir aquello. ¿Cómo lo haría? ¿Olvidarse de ella? Ella misma había estado ocho meses, terriblemente enamorada del hombre que le había roto el corazón en mil pedazos.

Y ahora, lo había perdonado.

¿Cómo sería sencillo para Jem?

La usual sonrisa de Jem ya no estaba ahí y sus ojos ya no expresaban la misma felicidad. Y Emily se sintió terrible, de solo pensar que ella era la culpable de aquello.

Él hizo ademán de girarse, pero Emily lo detuvo, dejando que sus dedos se aferraran a su muñeca.

-Mereces a alguien que te pueda querer tanto como tú quieres, Jem –se encontró a sí misma diciendo, en un intento por dejarle ver que realmente lo quería y que le deseaba lo mejor, incluso cuando claramente, había roto su corazón. Tomó su otra muñeca y él finalmente clavó sus ojos en los de ella-. Yo no soy la persona que tú necesitas –finalizó.

Jem encontraría a alguien que lo hiciera feliz. Realmente lo merecía.

Y él asintió, levemente. Pero sus ojos ya no estaban en los de ella. Habían vuelto a apartarse. Y aquello hacía que a Emily se le rompiera el corazón, claro está, no de la misma manera en que ella se lo había roto a él.

Ni de la misma manera en la que Alex se lo había roto a ella.

Observó cómo Jem dejaba su rostro caer, mirando al suelo.

-Sólo quiero que seas verdaderamente feliz, princesa –susurró, entonces.

Y ella no pudo evitar torcer el gesto, al ver el daño que le estaba haciendo.

No pudo evitar rodear su cuello con sus brazos, poniéndose de puntillas, para poder abrazarlo correctamente. Y los brazos de Jem no tardaron en envolverse alrededor de ella, también. De hecho, sintió como hundía su rostro en su cuello, prácticamente aferrándose a ella.

Y Emily solo pudo rogar a todos los cielos que él encontrara a alguien que lo hiciera verdaderamente feliz, lo más pronto posible. Porque no merecía sufrir. No merecía tener un corazón roto.

-Te quiero, Jem –dijo, porque era la pura verdad.

Lo quería. Quizás no de la misma manera, pero lo hacía. Y quería que aquello le quedara claro a él.

-También te quiero, Em –replicó, lentamente.

Entonces, Jem se separó, como si no soportara más estar entre sus brazos. Y ella no podía culparlo, realmente.

Él sonrió. Pero no era la misma sonrisa de siempre. Y aquello, no pasó desapercibido para ella. Solo sirvió para hacerla sentir peor.

-¡Em! –la voz de Lilian los sobresaltó a ambos, de pronto y aquello pareció ser lo que bastaba para que Jem finalmente, tras mostrarle una última sonrisa pequeña, se diera media vuelta y desapareciera entre las personas-. ¿Qué sucedió? –preguntó su mejor amiga, cuando finalmente llegó ante ella-. ¿Por qué se fue Jem? –agregó, sus ojos siguiendo al chico, que aun hacía un esfuerzo para salir del mar de personas-. ¿Estás bien? –la escuchó preguntar, entonces.

Emily la observó un momento, ligeramente aturdida por tantas preguntas. Y tantas personas. Y tantas emociones. Pero sonrió, porque en una nada, finalmente estaría en los brazos de Alex, de nuevo. Solo debía esperar un par de horas más.

-¿Tú hiciste que viniera? –preguntó, porque aquella era la única manera en que Alex pudo haber logrado entrar a la casa de su mejor amiga.

Además, ella la había hecho dirigirse a aquella habitación.

Claramente, ambos habían estado trabajando juntos, para aquello. Y Emily estaría eternamente agradecida.

Sonrió ampliamente y rodeó a su mejor amiga en un fuerte abrazo. Su mejor amiga se rió, suavemente y la abrazó de regreso. Pero no tardó en separarse, probablemente para explicarle los hechos.

-No exactamente –contestó, tomando las manos de Emily, en un gesto reconfortante-. Él me llamo, hace unos días –confesó, encogiéndose de hombros y paseando sus ojos por la sala repleta de personas–. Me pidió que hiciera esa última cosa por él, o más bien por ti –continuó con su explicación-. Así que lo hice, porque tú lo necesitabas. Ustedes dos están hechos para estar juntos y yo estaba completamente segura de que tenía que haber más detrás de los hechos –finalizó.

Emily suspiró, inevitablemente. Ahora, era la chica más feliz del planeta tierra. Definitivamente, tenía a la mejor amiga del mundo.

-Lo he extrañado muchísimo –dejó escapar, incluso cuando sabía que aquello era obvio, para cualquiera.

Lilian le mostró una sonrisa cómplice.

-¿Puedo entender que están juntos de nuevo? –preguntó, dejando ir las manos de Emily, solo para aplaudir alegremente, como siempre que algo la emocionaba. Emily asintió, rápidamente-. ¿Entonces? –preguntó, de inmediato, claramente refiriéndose a las explicaciones que Alex le había dado.

Emily torció el gesto. Y es que, no quería realmente hablar sobre ella, cuando era la culpable de todo aquello que había sufrido, por tantos meses.

Aun así, empujó su ira a un lado y contestó.

-Mi madre –respondió, intentando mantenerse tranquila, incluso cuando quería volver a estar entre los brazos de Alex, lejos de aquella mujer que había sido la culpable de todo aquel dolor-. Ella lo obligó a hacerlo –finamente explicó-. Amenazó con arruinar mi vida y meterlo a él a la cárcel –agregó.

Lilian abrió los ojos como platos, pero no lucía tan sorprendida. Y es que, al igual que Emily, sabía de sobra que su madre era capaz de hacer lo que sea, con tal de lograr su objetivo.

Y mientras Emily continuaba dándole los pequeños detalles, Lilian sacudió la cabeza, de momento a momento e hizo una que otra mueca, cada vez algo parecía molestarla.

-Diría que no puedo creerlo –comenzó Lilian, cuando Emily terminó-. Pero es que sé que ella es capaz de lo que sea, con tal de lograr su acometido –explicó-. Lo siento, Em –agregó, pasando su mano por el brazo de Emily, claramente intentando tranquilizarla.

Pero Emily sacudió la cabeza. Ya nada de aquello importaba. Ya nada de aquello la afectaba. Ahora solo había una cosa importante.

-Lo que importa es que Alex y yo estamos juntos otra vez –dijo, sonriendo.

Y estarían juntos, para siempre.

Ir a la siguiente página

Report Page