Alex

Alex


Capítulo 19

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—Estoy embarazada de doce semanas, voy a tener un bebé con Alex.

Lo soltó sin paños calientes a los diez minutos de llegar a casa de su primo y él la miró con los ojos muy abiertos, retrocedió despacio y se apoyó en la pared.

—¿William?

Sashi se le acercó sin quitarle los ojos de encima, pero como seguía sin moverse, miró a Sophie un poco preocupada, y ella le sonrió y reaccionó rápido para darle un abrazo muy fuerte.

—Enhorabuena, cariño, es una noticia maravillosa.

—Gracias.

—Por eso estás cada día más guapa. ¿Cómo te sientes?, ¿cuándo lo has sabido?

—Lo llevo bien, casi ni me he enterado, y como siempre soy muy irregular con la regla no me había detenido a pensar que podía estar embarazada. Lo sé desde hace solo dos semanas y…

—¿Y qué piensa hacer tu novio? —soltó de repente William y ella lo miró— ¿Se hará responsable?, ¿qué planes tenéis?, ¿se lo ha tomado bien?

—Se lo ha tomado perfectamente, gracias. No tenemos planes aún, pero los dos estamos muy contentos con este bebé y los dos asumiremos…

—¿No pensarás casarte con Alexander Campbell?

—¡William! —lo regañó su mujer por el tono y él movió la cabeza.

—Es una pregunta muy normal.

—No tengo pensado casarme con Alexander Campbell ahora mismo, pero si lo hago, te mantendré informado. No te preocupes.

—Tampoco es para que te pongas a la defensiva, Sashi.

—¿Ah no?. Voy a cumplir treinta y cinco años dentro de una semana, siempre he querido tener una familia, ahora te estoy contando que voy a tener un bebé y ni siquiera me miras a la cara. ¿Cómo quieres que me ponga?

—Me alegro mucho por ti, pero no negaré que estoy desconcertado.

—¿Si Alex no fuera el padre estarías más feliz?

—Estoy muy feliz por ti, Sashi.

—Me alegro, porque es lo que hay. Estoy embarazada de tres meses y, si Dios quiere, tendré un bebé en febrero. El padre es Alex Campbell, con el que salgo desde hace un año. Un tío estupendo, un adulto responsable, un padre maravilloso y el hombre al que quiero, así que, por favor, primo, espero que empieces a asimilarlo y a aceptarlo con naturalidad, porque quisiera disfrutar de este momento tan feliz de mi vida con vosotros dos.

—Y así será —Respiró hondo, se le acercó y la abrazó contra su pecho besándole el pelo—. Te quiero, Sashi, y estoy muy feliz por tu bebé, en serio, lo sabes, pero no me pidas imposibles.

—¿Imposibles?

—No voy a vivir con naturalidad una relación familiar con Alexander, supongo que tampoco es necesaria, pero haré todo lo posible por estar siempre cerca de ti y de tu bebé. Es lo único que puedo prometer y espero que sea suficiente.

—Tiempo al tiempo —susurró Sophie y se acercó para sumarse al abrazo—. Ahora lo importante es que estés bien y te cuides y…. ay, qué bien que solo se llevará un año y medio con Sean.

—¿Tú te encuentras bien? —William la apartó para mirarla de arriba abajo—. ¿Quién es tu ginecólogo?

—Es Mary Bruckheimer, me lleva atendiendo toda la vida y estoy muy bien, dice que todo está en orden.

—Estupendo, pero tienes que cuidarte. ¿Sigues pensando en volver al parque?

—En principio me he comprometido por tres meses, sin embargo, no sé, de momento me voy dentro de una semana y ya veremos. Ahora… —miró la hora y luego a los dos con una sonrisa—. Solo he venido para contároslo personalmente, pero debería irme, Oliver ha organizado una barbacoa y…

—Sí, a nosotros también nos había invitado, pero… —Sophie miró a William y se cruzó de brazos—. Will está muy cansado, ha tenido una semana durísima y…

—No, está bien, vayamos. Habrá que celebrar la buena nueva, ¿no? —Susurró él con una sonrisa y Sophie se le abrazó al pecho—. Venga, amor, cámbiate si quieres, yo me ocupo de Sean.

—Muy bien, pues yo me voy yendo, os veo allí.

Sashi se acercó a la mecedora de Sean para darle un besito en la cabeza y luego se abrazó a los dos antes de salir corriendo camino de Mona Vale, dónde Oliver había organizado una barbacoa familiar.

Lo sabía desde hacía semanas, pero hasta la víspera había declinado la invitación porque no quería encontrarse con Alex allí, sin embargo, de repente todo había cambiado. De repente iban a tener un bebé, de repente se querían, de repente todo parecía estar poniéndose en su sitio, todo parecía una especie de milagro, y había decidido que ir a la barbacoa era una idea estupenda y una ocasión perfecta para contarle a Oliver las novedades.

Un bebé, pensó poniéndose al volante y se acarició la tripa aún plana con mariposas en el estómago.

Solo hacía catorce días que le habían confirmado lo que parecía evidente tras dos faltas y una tercera a punto de cumplirse, estaba embarazada, y aquello no la había asustado lo más mínimo, al contrario, la había hecho llorar de felicidad, porque se sentía perfectamente capaz para ser madre, se sentía en el mejor momento de su vida y, aunque en un principio el que no se hablara con el padre de la criatura parecía ser un obstáculo difícil de capear, en el fondo sabía que lo arreglarían, tal vez no como una pareja convencional, pero sí lo podrían vivir en armonía, juntos o por separado, y aquella certeza le había dado una tranquilidad inaudita, decía Kim, que no se podía creer lo bien que se estaba tomando eso de ser madre soltera.

La pura verdad es que nunca se había planteado la necesidad de casarse para ser madre, de hecho, llevaba un tiempo pensando en la posibilidad de la adopción en la India como un paso natural e inminente. Sabía que no iba a esperar mucho más para dar ese paso o para quedarse embarazada. Quería ser madre antes de los cuarenta y estaba a punto de cumplir los treinta y cinco, así que ese bebé, que era fruto del amor, la pasión y la unión de dos personas que se respetaban por sobre todas las cosas, había llegado en el mejor momento, era un regalo, un verdadero milagro, y solo podía sentirse agradecida y feliz.

Encima Alex, que había sido, y seguía siendo, un padre increíble con Jackson, se lo había tomado de maravilla. En un principio se había quedado como en trance asimilando sus palabras, pero inmediatamente había saltado para abrazarla, besarla y decirle lo feliz que se sentía, y que todo iría bien.

Todo irá bien, había repetido acunándola contra su pecho, y ella había asentido convencida de que así sería, porque, aunque un vértigo concreto la atacaba de vez en cuando, cuando se detenía a pensar en lo que le iba a cambiar la vida, en que iba a tener un hijo y en que todo se había precipitado demasiado, la realidad es que no tenía ningún miedo, ni ninguna preocupación, solo se sentía dichosa y muy plena, y con toda la fuerza del mundo para afrontar una maternidad feliz y responsable.

—¡Hola, futura mamá!

La saludó Jackson al verla entrar en casa de Oliver, y ella lo saludó dándole un abrazo.

—¡Hola!, ya veo que estás al tanto.

—Me lo acaba de contar y me alegro mucho por los dos. Ojalá sea niño, porque ya tengo tres hermanas.

—Bueno… —le acarició el brazo y miró a Alex, que se les acercó en cuánto la vio en el recibidor.

—Hola, Moonlight, ¿cómo estás? —La abrazó antes de darle un beso y luego le clavó los ojos azules—. ¿Va todo bien?, te he llamado dos veces.

—Lo siento, habré dejado el teléfono en silencio. Va todo bien, perfectamente, solo tengo un poco de hambre.

—Eso se soluciona de inmediato —Le susurró Oliver por su espalda, la giró y la abrazó—. Enhorabuena, estoy muy feliz por vosotros, y también porque voy a tener otro sobrino.

—Vaya, pues ya no me queda nada que contar —miró a Alex y él le guiñó un ojo.

—No se pudo resistir, se lo noté en la cara y, la verdad, estoy empezando a ponerme un poco celoso, tal vez debería ponerme las pilas…

—Aún tienes tiempo para eso, Oliver.

Habló su madre apareciendo en el salón y la miró a ella con atención antes de abrazarla para llevársela dentro de la casa, a la terraza cubierta que tenían frente al mar, para esperar juntas a que se hiciera la barbacoa inmensa que Oliver y su chef estaban preparado en el jardín.

—Vienen Sophie y William, no sé si os han llamado.

—Sí, han llamado. Siéntate, ¿quieres algo de beber?

—Claro, gracias, pero yo voy a buscarlo.

—No, cielo, déjate mimar un poco. Alex, deja de mirarla así y ve a buscarle algo de beber.

Él asintió en silencio, desapareció por la puerta, y Sashi lo siguió con los ojos hasta que lo perdió de vista y giró la cabeza para mirar a Liz a los ojos. 

—¿Qué tal estás tú, Liz?

—Es un buen chico y se parece tanto a su padre que a veces asusta, ¿verdad? —Susurró mirando hacia Alex y Sashi asintió—. John siempre decía que de los tres era el más Campbell, y no solo físicamente, sino también por el carácter. Tan cabezota, fuerte y noble como su padre.

—¿El tío John te hablaba de Alex?

—Claro, éramos amigos y hablábamos de todo. Él no podía hablar de sus “otros” hijos con Edith, pero sí lo hacía conmigo. No te imaginas la de veces que intentó estar cerca de Alexander, lo pendiente que estaba de él a pesar de la distancia, lástima que su madre se lo impidiera.

—Intuyo que fue horrible.

—Lo fue, ¿la conoces?

—¿A Laura?. Solo la he visto una vez y de pasada, iba con Jackson y nos encontramos por casualidad. No fue muy simpática. ¿Tú la conoces?

—La vi hace muchos años, cuando intentó que hiciéramos frente común contra John, pero, como el acuerdo conmigo no funcionó, empezó a presionarme primero y a insultarme después, acabamos fatal. Me consta que se refiere a mí solo con improperios. No es una persona muy razonable.

—Nunca entenderé que vio mi tío en ella.

—Era una colega muy atractiva, divorciada, con más de treinta años, independiente, muy liberal para su época… era el “affair” perfecto. Lástima que en realidad ella buscaba mucho más que una cana al aire con el jefe rico y guapo, se le fue de las manos y empezaron los problemas.

—Y mi tía Edith sin entrarse de nada.

—¿Alex no te ha hablado de su madre?

—No, jamás. Sé que se ocupa de su economía y que cuidan de ella tanto Jackson como él, pero nunca me ha contado nada de su madre.

—Por si acaso ten cuidado con ella, es mala persona, lo último que le preocupa es la felicidad de su hijo y seguro que el que seas sobrina de John Campbell no le hace ninguna gracia… hazme caso…

—Te he traído un zumo de piña, Moonlight —Alex apareció con un vaso muy bonito y se le sentó al lado acariciándole la pierna—. La barbacoa está a punto, comeremos en seguida.

—Genial, me muero de hambre.

—Han llegado Will y Sophie.

Anunció Oliver entrando en la terraza con una pinza de carne en la mano y todos asintieron sin abrir la boca, aunque Alex, que era incapaz de disimular nada, torció el gesto y se puso de pie de un salto.

—Alex… —ella también se levantó para cogerle la mano, pero él se la besó y le dio la espalda para volver al jardín.

—¡Hola, chicos!, ¡ay, qué nene tan guapo!

Exclamó Liz estirando los brazos hacia Sean, que venía despierto en brazos de su madre, y Sashi también se entretuvo en saludarlo y en comérselo a besos mientras Sophie y William se sentaban a charlar tranquilamente.

Por un momento quiso creer que gracias a la felicidad que los embargaba por su embarazo podrían tener una comida familiar y armónica, sin sobresaltos. El inicio, tal vez, de una tregua entre hermanos, hasta que William se levantó y decidió salir solo al jardín.

En ese mismo instante supo que algo empezaba a ir mal.

En ese mismo instante percibió como un escalofrío concreto le recorría toda la espalda, y como Sophie también se ponía tensa, y siguió a su primo con los ojos, viéndolo caminar con energía hacia Alex. Su lenguaje corporal lo decía todo, el de Alex también, así que saltó, dejó a Liz con la palabra en la boca y corrió hacia el jardín para interponerse entre los dos.

—¿Qué os pasa? —preguntó viéndoles la cara y William la señaló con el dedo.

—No te metas, Sashi, esto no va contigo. Esto va entre él y yo. Vuelve dentro. ¡Vamos!

—No le hables así, ¿quién coño te crees que eres para hablarle así? —Lo increpó Alex y se le acercó frunciendo el ceño.

—¿Y tú?, ¿tú quién coño te crees que eres?

—Mira, tío, me muero de ganas de romperte la cara, pero estamos en casa de Oliver y por respeto a él voy a pasar por alto tu careto, tus advertencias y tus gilipolleces, pero…

—Por mí no os cortéis —Interrumpió Oliver observándolos muy tranquilo y Sashi lo miró horrorizada.

—Pero ¿qué os pasa a los tres?, ¿estáis locos?

—Sal de aquí, Sashi, solo estamos hablando, esto no va contigo —Repitió William apartándola y ella lo esquivó.

—No la toques, tío, déjala en paz —Alex la sujetó por la cintura y la puso a su espalda, y ella miró primero a Jackson y después a Oliver pidiendo ayuda, pero ninguno parecía estar por la labor.

—¡Oliver!

—No pienso intervenir, Sashi. Yo creo, sinceramente, que deberían darse una buena paliza y zanjar esto de una vez. Es lo que necesitan ambos, zurrarse como no hicieron de pequeños. Los tíos funcionamos así.

—¡¿Qué?!

—William, por favor —Sophie llegó corriendo y miró a su marido con las manos en las caderas— ¿Qué haces?, prometiste que…

—Sofía, por favor.

—De Sofía nada, me juraste…

—¿Qué te juró? —Preguntó Alexander moviendo la cabeza y sonriendo— ¿Que no iba a pegarme?

—Mira, chaval, solo intento decirte que mantengas las distancias conmigo, pero que cuides de Sashi como corresponde, porque te estaré vigilando. No me fío de ti y no te perderé de vista, ¿de acuerdo?

—¿Tú no te fías de mí?

—No te conozco, lo poco que sé de ti no me gusta, y sigo sin entender qué ha visto mi prima en ti, sin embargo, ya que estamos en este punto intentemos tener la fiesta en paz. Tú compórtate como un hombre decente y no tendremos ningún problema.

—¡William! —Sashi abrió la boca horrorizada, pero él la ignoró y les dio la espalda para volver a la casa.

—¿Como un hombre decente?, ¿cómo tu padre se portó conmigo?

Masculló Alex siguiéndolo y William se detuvo, se giró y le dio un empujón con las dos manos, haciéndolo retroceder varios pasos. Sophie y Sashi ahogaron un grito, Jackson y Oliver se apartaron, y Alexander esbozó una leve sonrisa antes de avanzar y pegarle un puñetazo en plena cara.

Lo siguiente fue verlos caer al suelo peleándose como dos críos estúpidos, pensó Sashi, intentando detenerlos a gritos, pero ninguno hizo ningún caso, y siguieron haciéndose daño ante la mirada serena e inmutable del dueño de casa, que no se molestó en intervenir ni en abrir la boca hasta que los vio sangrando.

—Ya está bien —opinó Oliver al fin, con una calma pasmosa, e hizo un gesto hacia la casa—. Jackson, llama a seguridad para que separen a estos dos, ya han tenido suficiente.

—¡Esto es una vergüenza!

Exclamó Sophie llorando, se dio la vuelta y regresó a la casa. Sashi aguantó hasta que aparecieron los escoltas de Oliver para conseguir hacerse con ese par de locos, y esperó a que los separaran y los calmaran para acercarse, fulminarlos con la mirada, respirar hondo y darles la espalda con la intención de no volver a dirigirles la palabra a ninguno de los dos.

—¡Sashi! No te vayas. Nadie se va a mover de aquí hasta que hablemos como personas adultas.

Gritó Liz Watson con mucha autoridad y se puso en medio del grupo con las manos en alto. Los miró uno a uno y respiró hondo antes de hablar.

—Me avergüenza ver a dos hijos de John Campbell comportarse así… ¡No te muevas, Alexander!, no te atrevas a darme la espalda —chilló hacia él y él se detuvo y la miró entornando los ojos—. Me vas a oír como el resto, así que quieto ahí.

—Mira, Liz… —Susurró él con una ceja partida y ella lo volvió a hacer callar.

—Sé que no te gusta oír el nombre de tu padre, pero te guste o no ese hombre era tu padre. Un hombre al que yo quería y respetaba, y no pienso tolerar que os sigáis maltratando así. No lo pienso consentir. Las cosas no se arreglan a palos, no estamos en la edad media, sois dos hombres adultos, responsables y con cabeza; tenéis hijos, por el amor de Dios. No sois unos críos resentidos y estúpidos que no atienden a razones. No vais a avanzar nada, ni ayudar en nada a Sashi, que os recuerdo está embarazada, tratándoos como animales. No sois enemigos, sois familia, tenéis la misma sangre, y lo que hizo o dejó de hacer vuestro padre por uno o por el otro no puede seguir condicionando vuestra vida, y de paso la nuestra, que os queremos y queremos convivir sin sobresaltos con los dos.

—Yo… —Intervino William intentando contener la sangre de la nariz y ella levantó una mano.

—No he acabado, William. Ahora necesito que, después de invertir toda vuestra energía de machitos Alfa en comportaros como neandertales, os deis la mano, os comportéis como caballeros y hablemos. Todos juntos, incluidas Sashi y Sophie, por supuesto Oliver, que tampoco ha estado a la altura alentando este despropósito.

—Ahora están relajados y preparados para hablar, madre, hay momentos en que el contacto físico es inevitable.

—No estamos en un partido de rugby, Oliver, son tus hermanos y tus invitados. Estamos en tu casa, no puedes alentar esto y verlo como normal, pero ya hablaremos de eso más tarde. Ahora, William y Alexander, miradme y decidme que podemos hablar tranquilamente.

—No sé si este es el mejor momento, Liz —Contestó Will mirando hacia la casa.

—Este tipo, que evidentemente me recuerda a su padre, lo cual ya de por sí me revienta, me dice que no se fía de mí, me amenaza con estar vigilándome y me acusa veladamente de ser un hijo de puta y yo… ¿yo tengo que quedarme quieto?, ¿tengo que darle la mano y hablar? —Intervino Alex y Liz tragó saliva—. No, gracias. Yo me largo. Vamos, Sashi.

—No, estoy de acuerdo con Liz, habéis tocado fondo y necesitáis hablar. Vuestro conflicto no se va a arreglar dándoos la espalda y…

—¿Sashi? —la miró frunciendo el ceño y ella se cruzó de brazos.

—No me voy a ningún sitio, Alex. Te pido, por favor, que te quedes y charlemos tranquilamente. Por favor.

—No voy a hablar con él, ni arreglar ningún conflicto con él, no me interesa. ¿No lo entiendes? Solo necesito salir de aquí y necesito que tú te vengas conmigo.

—Y yo necesito que te quedes, te tranquilices y…

—Ok, tú, como siempre, haz lo que te dé la gana. Quédate con él. Adiós.

La miró fijamente unos segundos, y al ver que no se movía, le dio la espalda para caminar despacio hacia la casa seguido por Jackson. Sashi sintió cómo se le llenaban los ojos de lágrimas, y por un segundo a punto estuvo de irse con ellos, pero no le pareció bien, ni coherente, por lo tanto, no se movió.

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