Alex

Alex


Capítulo 2

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Encontrar un Wallaroo negro en pleno parque no era muy buena señal, porque solían habitar las colinas rocosas o las laderas de pedregal, no se acercaban nunca a las instalaciones, y mucho menos en un día con tantos visitantes. Se bajó del jeep un poco preocupada y observó junto a Max, el experto más veterano del Kakadu National Park, como el animal se movía despacio y con precaución por la hierba, visiblemente desorientado.

—Es una hembra —susurró Max y ella asintió.

—Y está preñada, ¿qué hacemos?

—No la tocaría.

—¿No deberíamos intentar llevarla de vuelta a las colinas?

—Déjame pensar.

—Bien…

—Señorita, ¿qué clase de canguro es ese? —Le preguntó de pronto un hombre británico, acompañado por un niño pequeño, y ella respiró hondo y les sonrió.

—Es un Wallaroo negro, una especie de marsupial diprotodonto, de la familia de los macropódidos. Es muy común en el Territorio Norte, aunque no debería andar por aquí, sino en las colinas.

—¿Es peligroso?

—No especialmente, pero no suele ser muy sociable.

—¿Qué come? —preguntó el pequeñajo y ella se encogió de hombros.

—Come Spinifex, ¿la conoces? Es una hierba dura y puntiaguda, les hace rechinar los dientes.

—Doctora Campbell… —la interrumpió Max y ella lo siguió despidiéndose de los británicos—. Deberías cobrar un plus por hacer de guía, Sashi.

—No es para tanto. ¿Qué hacemos?

—No vamos a intentar atraparla, porque no queremos malograr a la cría, así pues, la empujaremos de vuelta a las colinas. He mandado llamar a cuatro chicos para que me ayuden a guiarla de vuelta a casa.

—Vale, os acompaño.

—No, no, no hace falta, tú vuelve a la clínica. Te mantendré informada.

—Ok, pero llámame con lo que sea.

Se despidió de Max y de los turistas ingleses, se subió al jeep y volvió a la clínica donde tenía una camada de Quolls del norte recién nacidos.

Los Quolls, un marsupial precioso y pequeñito, en peligro de extinción desde hacía décadas en el Territorio del Norte, eran una de las joyas de la corona del Kakadu National Park, y el motivo principal por el que ella trabajaba allí. Por los Quolls había llegado hacía diez años al parque, junto a otros veterinarios y científicos, con un proyecto para intentar salvar la especie y repoblar la zona, y, afortunadamente, lo estaban consiguiendo.

Entró en la clínica acordándose, como casi todos los días, de su tío John, que la había apoyado constantemente con generosos fondos para sacar adelante el proyecto, que además había constituido su tesis doctoral, y entró en la zona donde tenían a los cachorritos para saludar a los auxiliares y echar un vistazo. Luego pasó por administración, se sirvió un café y entró en su consulta para revisar el teléfono y el ordenador.

—¿Es cierto que te vas a Europa a celebrar la navidad? —Lucy entró sin llamar y ella la miró por encima de las gafas— ¿A pasar frío a Escocia?, ¿en serio?

—Las mejores navidades son las nevadas.

—Eso lo dirás tú. ¿Te llevas a tu primo?

—Claro, si voy, voy con Will y Sophie.

—Me refiero a tu primo Alex.

—No, eso es inviable. ¿Tienes firmados los pedidos de la farmacia?, Sam se estaba quejando…

—¿Por qué no es viable? —preguntó su compañera y ella bufó empezando a incomodarse.

—Primero, porque no lo hemos invitado. No pinta nada en Escocia, tiene hijo, madre y familia en Sydney, y, principalmente, porque se lleva fatal con William. Lo último que haría sería mezclarlos en un viaje, mucho menos en navidad.

—Pues algún día los tendrás que mezclar.

—¿Por qué?

—Porque te estás pillando, él también y al final…

—Qué poco me conoces.

—Sí, sí, no te conozco una mierda. En fin, sí, he firmado los pedidos. Tenemos dos intervenciones programadas para mañana a partir de las ocho y el director Phillips nos ha invitado a cenar a su casa. No podemos negarnos.

—¿Qué?, no, por favor.

—Y viene tu George, así que anímate.

Lucy, que era su amiga desde la universidad, salió de la consulta arrastrando sus seis meses de embarazo sin despedirse, y ella la siguió con los ojos pensando en George Moore, el director financiero del parque, un tío excelente, con el que tenía una media relación intermitente desde hacía un par de años.

De pronto se sintió muy culpable, porque aún no le había hablado de Alex Campbell, con el que se llevaba acostando seis meses, e hizo el amago de llamarlo por teléfono para charlar con él, pero prefirió esperar a verlo en persona, y miró el ordenador buscando algo que hacer, hasta que de repente vio entrar un email que le llamó poderosamente la atención.

Era precisamente de Alex y el encabezado decía: Puro interés intelectual.

Abrió el correo y comprobó que incluía una versión digital del Kama-sutra. Otra más, porque ella llevaba años coleccionando las que encontraba en cualquier idioma, y sonrió moviendo la cabeza. Leyó el cuerpo del mensaje, donde le hablaba de sus historias, de Jackson y de su vida en Sydney, y le contestó recordándole que prefería las versiones en papel del librito, pero que le agradecía el detalle. Luego abrió al azar una de las páginas, hizo una captura de pantalla y la adjuntó para que se la fuera estudiando. Dio a enviar y cinco minutos después la estaba llamando por teléfono.

—Tengo el ejemplar en papel, Moonlight, lo guardo para dártelo en persona.

—Ah, vale, muchas gracias.

—Y creo que los deberes que me mandas ya los hemos hecho.

—¿Estás seguro?, yo creo que no.

—¿Te apuestas algo?

—Vale, lo que quieras, ¿una cena?

—¿En Sydney?

—Donde sea.

—Hecho. ¿Se te ha pasado el enfado? Me tranquiliza saberlo.

—A mí los enfados se me pasan rápido, pero sin insistes en provocarlos, yo…

—Yo no provoco nada, tú tienes una perspectiva de las cosas demasiado rígida, saltas por cualquier cosa que toque, aunque sea de forma indirecta, a tu familia… pero vamos a dejarlo correr.

—¿Decir que ojalá William sea mejor padre que su padre es tocar de forma indirecta a mi familia?.

—Estaba bromeando.

—No, tú y yo sabemos que no, Alex. Tú y yo sabemos que no bromeas con eso, y por una parte respeto tus historias, pero por otra me superan. Te lo he dicho mil veces.

—No puedo dejar de ser quién soy.

—Lo sé, pero si cuando estamos juntos evitamos algunos temas, aunque sea en plan broma, nos irá mucho mejor.

—Estoy de acuerdo.

—Estupendo —Respiró hondo oyendo esa voz que le recordaba tanto a los hombres de su familia y decidió cambiar de tema—. ¿Qué tal las prácticas de Jackson?

—Bien, tu primo lo recomendó para cirugía cardiovascular hasta las navidades, un departamento muy codiciado, así que está encantado.

—Genial, me alegro mucho.

—¿Cuándo vienes a Sydney?

—Dentro de dos semanas para coger el vuelo a Reino Unido.

—¿Te vas con ellos a Escocia?

—¿Con William y su mujer?, sí. Pasaremos la navidad con la familia de nuestros padres.

—¿Vendrás con tiempo para vernos?

—Eso espero, trataré de llegar un día antes. También quiero ir a ver la casa de Maroubra Beach.

—Yo te llevo, mándame las fechas y los horarios, y me organizo.

—Genial… —vio como uno de sus ayudantes la llamaba con la mano a través del cristal y se puso de pie—. Alex, tengo que dejarte. Tengo a unos Quolls recién nacidos en el nido y una hembra de Wallaroo negro suelta por el parque, y me están llamando. Voy a ver qué pasa.

—Claro, un beso, Moonlight. Cuídate.

—Tú también.

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