Alex

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Capítulo 15

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—¿Quieres mi opinión profesional o como amiga?

Kim se apoyó en el respaldo de la silla y la miró por encima de las gafas, como la sicóloga que era, y Sashi movió la cabeza, se estiró y miró su plato de ensalada César sin ningún apetito.

—Déjalo, hablemos de otra cosa. ¿Te he enseñado las últimas fotos de Sean? Es tan guapo.

—Sí, me las mandaste por WhatsApp. Es precioso, aunque tiene a quién salir, William es el tío más guapo que conozco.

—También tiene mucho de su madre, aunque, claro, solo tiene diez días, aún puede cambiar muchísimo.

—¿Cómo se encuentra Sophie?

—Recuperándose muy bien, adelgazando mucho por la lactancia, es fuerte y muy joven, en nada estará como una rosa.

—Todo el mundo está teniendo niños, deberíamos darnos un poco de prisa, amiga —bromeó y la miró moviendo la cabeza—. Sashi, cielo, no me gusta verte así, pero no te puedo decir lo que tienes que hacer. Yo solo puedo escucharte y…

—Como profesional y como amiga, ¿crees que William tiene razón? ¿Crees que me acuesto con Alex porque es el vivo retrato del tío John y estoy siendo víctima de un complejo de Electra descontrolado?

—Me parece que esa es una apreciación excesiva. Es una exageración. Tú querías muchísimo a tu tío John, lo adorabas, y él a ti, pero aparte del aspecto físico, me parece que Alex no se parece en nada a él.

—Ya, pero…

—Desde que te enrollaste con ese tío has estado dándole vueltas a esa paranoia, y ha bastado con que William lo expresara en palabras para que te hundiera en la miseria. Te recuerdo que tu primo no es objetivo con respecto a su hermano, ni con respecto a ti, en el fondo está celoso y lo que te dijo, en medio de una situación estresante y vulnerable como el nacimiento de su hijo, no deberías tenérselo en cuenta.

—Pero es que en el fondo creo que tiene razón, que estoy medio obsesionada con Alex porque me transmite seguridad y me es familiar en muchos aspectos, y no creo que ese sea un motivo de peso para estar con alguien, al contario, debería ser un motivo de peso para dejar de acostarme con él.

—¿Lo quieres?

—Por supuesto que lo quiero, es mi primo y es un tío excelente, es increíble, es…

—Quiero decir: ¿te has enamorado de él?, porque si es así, a la mierda con todo, ve a por él y sé feliz. Deja de comerte el coco con gilipolleces.

—Ni me he planteado si estoy enamorada de él, no es nuestro rollo, eso no tiene nada que ver con nuestra perfecta no-relación.

—¿Enamorarse arruinaría vuestra perfecta no-relación?

—Por supuesto. Solo somos dos adultos libres y con experiencia que se lo pasan bien juntos, nada más, y nunca he pretendido otra cosa.

—Ni siquiera lo has hablado con él.

—Alex y yo no hablamos de esas cosas, no tienen cabida en nuestra vida.

—Y ¿si la tuvieran?

—¿Con Alex?, ya te digo yo que no.

—Te quiero, Sashi, pero eres tan cabezota que así no podemos avanzar.

—No quiero utilizarlo, Kim, no quiero seguir con él porque me evoque a uno de los hombres más importantes de mi vida, al que ya no tengo, por cierto, no sería justo.

—Vale, parece razonable, aunque también parece una exageración y una comida de coco innecesaria.

—Y también está lo otro.

—¿Qué otro?

—William insinuó que Alexander me está utilizando, que salir conmigo no es algo gratuito. Lo que viene a construir una teoría conspiratoria misógina y muy odiosa —la miró respirando hondo y Kim movió la cabeza—. Insinuó que es una especie de venganza rara entre tíos, que se acuesta conmigo para fastidiarlo a él, y de paso a su padre, y por ahí sí que no paso.

—Madre mía, Sashi, eso es una soberana estupidez, está hablando la testosterona y el macho Alpha posesivo y celoso. No puedes darle ningún crédito. William, desde que apareció ese hermano en su vida, está sacando los pies del tiesto, lo sabes. No deberías hacerle caso, por el amor de Dios.

—Lo sé, no soy tan idiota, pero la pura verdad es que ya no me siento cómoda con todo esto, ya no es agradable. No me gusta el cariz que han tomado las cosas, ni las tensiones con Will, ni con Alex, ni estar en medio de una guerra absurda provocada por una decisión que tomó el tío John cuando yo ni siquiera había nacido. Creo que ha llegado el momento de cortar por lo sano y todos tan amigos, o al menos en una cordial distancia.

—Si de verdad no lo quieres, ni estás enamorada, me parece lo más razonable.

 

Una hora después, bastante más serena, abandonaba el restaurante con las ideas claras y una decisión tomada.

Cogió el coche y se fue directo al despacho de Alex. Llevaban mucho tiempo sin verse, porque el nacimiento de Sean la tenía muy ocupada, de hecho, se había pedido una semana de vacaciones para ayudar a Sophie, porque, aunque ella tenía a William, a sus padres y a una ristra de hermanas para echarle una mano, había decidido estar al cien por cien presente y disponible para ella, y la experiencia estaba resultando maravillosa.

El bebé era precioso y tranquilo, tan chiquitito, aunque todo el mundo se empeñara en decir que era muy grande, y le encantaba poder ayudar a bañarlo, a cambiarlo o acunarlo mientras sus padres se tomaban un pequeño descanso.

Era la pura y auténtica vida familiar, y se sentía muy afortunada de poder compartirla con William, porque, como él solía decir, solo se tenían el uno al otro, pero ahora también tenían a Sophie y a Sean, y aquello solo podía llenarle el corazón de amor y agradecimiento.

Llegó al edificio de Campbell Investments a las tres de la tarde y aparcó sin pensar en nada que la desviara de su objetivo, porque no quería echarse atrás. Llamó por teléfono a Alex, pero él no respondió, así que entró en las dependencias de la empresa decidida, caminó hacia los ascensores, levantó la vista y se encontró de bruces con Jackson, que salía de uno acompañado por una señora mayor y muy elegante.

—¡Jackson! ¿qué tal?, hace mucho que no te veía.

—Hola, Sashi, me alegro de verte —parpadeó y miró a su acompañante—. Te presento a mi abuela, la señora Laura Williams.

—Buenas tardes, encantada —La dama le dio la mano sin ninguna cordialidad y luego miró a su nieto con el ceño fruncido.

—Es Sashi Campbell, abuela.

—¿Campbell? —Preguntó agriando aún más el gesto y Jackson tiró de ella hacia la calle.

—Nosotros nos vamos, tenemos hora en el hospital dentro cuarenta minutos. Hasta otra.

—¿Tu padre está arriba?

—Sí.

—Gracias, adiós.

Los siguió con los ojos pensando inevitablemente en su tío John, y en la relación extramatrimonial que había mantenido con esa mujer tan áspera, y un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, pero prefirió no pensar demasiado en el tema y subió a la oficina de Alex intentando concentrarse en lo importante.

—Marion, ¿qué hay?, venía a ver a Alexander, ¿está libre? —Preguntó a la secretaria que estaba en la puerta principal charlando con alguien, y ella le hizo un gesto hacia el despacho.

—Sí, ha vuelto de comer y está solo, pasa directamente.

—Muchas gracias.

Respiró hondo, caminó hacia la oficina, tocó la puerta y entró forzando una sonrisa. Él, que iba vestido con vaqueros y una camiseta blanca, estaba de pie hablando por el teléfono fijo, pero al verla sonrió y se despidió rápidamente de su interlocutor.

—Dichoso los ojos que te ven, Moonlight. ¿Hace cuánto que no te veía?, ¿quince días?

—Diez, desde el nacimiento de Sean.

—Claro… —Bordeó el escritorio y se le acercó, pero ella retrocedió—. ¿Qué pasa?, ¿va todo bien?

—Tu sobrinito está perfectamente, gracias por preguntar.

—Ok, ¿vienes con la escopeta cargada?, porque yo también puedo empezar a sacar munición.

—¿A qué te refieres?

—Jackson me ha contado la charla que mantuviste con William en el hospital, la escuchó por casualidad y le desconcertó bastante. Gracias por contármela tú. Hubiese sido muy útil estar al tanto para ahorrarle a mi hijo el disgusto de tener que explicármela personalmente.

—Era una charla privada, en un contexto muy íntimo, no tenía por qué comentarla contigo, y lamento mucho que Jackson la haya escuchado porque, seguramente, no la comprendió en su totalidad.

—Yo creo que sí la comprendió en su totalidad, y es muy jodido que cuestionen a tu padre a sus espaldas, y no te den la oportunidad de defenderlo.

—Madre mía, bueno, yo…

Resopló empezando a agobiarse y levantó las manos en son de paz. Lo miró a los ojos y supo que había elegido el momento perfecto para estar ahí y decir lo que tenía que decir. No habría otra oportunidad mejor, así pues, respiró hondo y se puso en jarras.

—¿Tú sientes algo por mí?, ¿crees que esto tiene futuro o es algo serio? —Espetó sin anestesia y él reculó.

—¿Disculpa?

—Solo seguiría adelante con esta no-relación que hemos establecido si se hubiese convertido en algo más, si alguno de los dos sintiera algo fuerte y serio. Como creo que no es el caso, he venido a despedirme de ti, sin peleas, ni discusiones, simplemente he venido para parar esto y así poder seguir cada uno con su vida, evitándonos, de paso, las tensiones y los malos rollos que parece estamos destinados a sufrir por culpa de nuestro entorno.

Le sostuvo la mirada y él no se movió, no movió ni un solo músculo del cuerpo, tampoco hizo amago de hablar, por lo tanto, optó por seguir argumentando y acabar cuando antes con el mal trago.

—Me gustas mucho y lo pasamos genial juntos, pero tengo treinta y cuatro años y lo último que necesito en este momento es estar así, discutiendo por cualquier cosa, sin saber si mañana pasará algo ajeno a nosotros que nos afecte y nos enfade, y encima sin tener claro nuestros sentimientos. Soy de las que cruza ríos y derriba montañas por amor, estoy segura de que lo soy, aunque aún no lo haya hecho por nadie, pero lo nuestro no está en ese escenario. Incluso me da vergüenza estar hablando de sentimientos y de amor contigo, porque nosotros estamos por encima de eso y nunca hemos hablado de nada semejante… —Se atusó el pelo y dio un paso atrás—. En fin, en resumen, no voy a verte más en plan amigos con derecho a roce, porque está claro que esto no nos funciona, sin embargo, sinceramente, no me gustaría perderte. Eres mi colega y, aunque no te lo creas, te considero de mi familia, y espero que esto no nos aleje, sino todo lo contrario. 

—¿William tiene algo que ver, aunque sea remotamente, con esta decisión?, dime la verdad.

—No, soy yo, Alex, yo necesito un poco de aire, llevamos unos meses muy raros, lo sabes, y uno de los dos tenía que dar el paso. Tarde o temprano iba a pasar.

—Vale… —Se pasó la mano por la cara y después le clavó los ojos azules—. No entiendo nada, pero tú sabrás, yo solo puedo respetar tu deseo.

—Ok, gracias. Debería irme, tengo mil cosas que hacer y…

Él se le acercó, la agarró por el cuello y la abrazó muy fuerte. Sashi cerró los ojos y aspiró su aroma tan familiar por última vez, convencida de que estaba haciendo lo mejor para los dos, se apartó de él y le dio la espalda.

—Hasta luego.

—Adiós, Moonlight.

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