Alex

Alex


CAPÍTULO 14

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CAPÍTULO 14

 

 

Algunos minutos después, había tantos libros que le habían llamado la atención, que había perdido la cuenta después de los treinta.

Y Alex aún no regresaba de su llamada, por lo que caminó por su cuenta entre los stands.

No se cansaba de estar rodeada de tantos libros. De hecho, no dejaba de descubrir libro tras libro que llamaba su atención. Y era extraño, que cada vez que un libro llamaba su atención, los dueños del stand, parecían apuntarlo en una hoja. O sencillamente le peguntaban cuales llamaban su atención, para nuevamente anotar en sus hojas.

Aunque, no le sorprendía del todo. Probablemente la habían visto con Alex y estaban desesperados por lograr que él los comprara.

Sintió unos dedos tomar su antebrazo y su corazón dio un salto en su pecho, al creer que se trataba de Alex, finalmente.

Pero no era él.

Cuando se giró, Jake fue quien entró en su campo de visión. Y sintió todos los recuerdos de aquella noche en que se habían  visto, regresar a su mente abruptamente. Aún se sentía bastante avergonzada por su comportamiento de aquella vez, pero ya no tenía caso seguir pensando en ello.

-Emily -dijo Jake, una sonrisa abriéndose paso en sus facciones-. Es bueno verte de nuevo –agregó, sus dedos aún curvados alrededor de su antebrazo.

Y Emily no pudo evitar apartarse suavemente, cuidando que no luciera demasiado obvio que no quería que siguiera tocándola. No había podido evitarlo. Por algún extraño motivo que no lograba comprender, no quería que nadie más la tocara.

Nadie más que Alex.

¿Y qué diablos?

-Lo mismo digo –dijo, mostrándole una sonrisa e intentando ignorar la forma en que Jake observó su mano, ahora flotando en el aire, lejos del brazo de ella.

Él frunció el ceño, claramente confundido, pero no hizo ningún comentario al respecto. Simplemente volvió a sonreír y continuó hablando.

-Desapareciste ese día –mencionó, hundiendo ambas manos en sus bolsillos-. Y no te volví a ver –agregó, ladeando el rostro.

Emily intentó no pensar demasiado en la forma en que la miraba, como si estuviera intentando descifrar algo que ni ella misma había descubierto.

-Lo lamento –se disculpó, sintiendo calor llegar a sus mejillas. ¿Realmente tenía que haber mencionado aquella noche?-. Ese día no era yo –explicó, intentando quitarle importancia al asunto.

-Lo sé –replicó Jake, encogiéndose de hombros-. Ya no importa –agregó, balanceándose sobre sus talones-. ¿Qué es de ti? ¿Qué haces por aquí? –preguntó, entonces, sus ojos buscando los de ella.

Y Emily fue a contesta, pero cuando su boca se abrió, fue otra voz la que habló.

-Emily –oyó y solo bastó un segundo para que su corazón comenzara a latir aceleradamente en su pecho-. Te estaba buscando –dijo Alex, movilizando su enorme cuerpo de metro noventa de estatura, hasta que estuvo parado al lado de ella. Sintió sus dedos curvarse alrededor de los de ella, cuando tomó su mano en la suya y la atrajo más cerca. Emily frunció el ceño y observó cómo los ojos de Jake se posaban en sus manos, de inmediato. Él se removió en su sitio, claramente incómodo. ¿Qué estaba haciendo, Alex? Era claro que estaba actuando a propósito. Pero, ¿qué quería establecer?-. Será mejor que nos apuremos –continuó, entonces-. Hice reservaciones en La Rose -agregó. ¿Y qué diablos? ¿La Rose? El restaurante más caro del país. Es que estaba definitivamente loco. No pudo evitar abrir sus ojos como platos, al igual que Jake, que parecía estar perdiendo el color en su rostro de manera bastante rápida. ¿Es que Alex intentaba intimidarlo, o qué?-. Lo lamento, no me he presentado –dijo, entonces y extendió su mano hacia Jake, aparentemente sin darse cuenta de que prácticamente lo había dejado pasmado en su lugar-. Mi nombre es Alexander Black –se presentó, tranquilamente.

Y Jake se puso incluso más nervioso, según lo que pudo percibir Emily. Vio como alzaba su mano lentamente, para sacudir la de Alex y luego estaba dando un paso atrás, claramente decidiendo que era mejor mantenerse alejado.

-Jake –replicó, sin más.

-Ha sido un gusto –contestó Alex y centró sus ojos en Emily, una vez más-. ¿Vamos? –preguntó, mostrándole una pequeña sonrisa.

Emily asintió y se despidió de Jake, alzando su mano en el aire. En parte, porque no quería tener que dejar ir la de Alex, para poder acercarse a Jake. Y, también porque no creía que a Alex le hubiera gustado que lo hiciera.

-Hasta pronto, Jake –dijo, mostrándole una sonrisa de disculpa.

Jake asintió, pero aún lucía increíblemente intimidado.

-Adiós, Em –murmuró, quizás demasiado bajo y, con eso, se dio media vuelta, para desaparecer entre las personas.

Entonces, finalmente tuvo la suficiente fuerza de voluntad para dejar ir la mano de Alex y enfrentarlo.

-¿Qué fue todo eso? –preguntó, cruzándose de brazos, intentando resistirse a la tentación de estirar su mano para volver a tomar la de él.

-¿A qué te refieres? –preguntó Alex, a su vez, claramente aun haciéndose el desentendido.

Emily suspiró.

-Sabes a lo que me refiero –replicó, sin más.

Y mantuvo sus ojos clavados en los de Alex, esperando a su respuesta.

Ahora él suspiró.

-Lo lamento –se disculpó, pasando su mano por su cabello, claramente nervioso-. No pude evitarlo –confesó-. La forma en que él te estaba mirando. Sólo… fue… -pareció no saber cómo explicarse, pero, de pronto, estiró sus brazos y tomó a Emily por los hombros-. No me gustó que lo hiciera. Que te mirara de aquella manera –continuó, sus ojos buscando los de ella, como siempre lo hacían-. Y no pensé, solo necesitaba que se mantuviera alejado de ti –dijo, finalmente.

-Jake es solo un amigo –repicó Emily, porque no sabía que más decir ante la confesión de Alex.

¿Qué podía decirle, exactamente? Prácticamente le había confesado que se había puesto increíblemente celoso. Y ella, por mucho que intentara negárselo a sí misma, sabía de sobra que, aquel conocimiento, le gustaba un poquito más que demasiado.

-Pero lo reconocí de aquel día en la fiesta –no tardó en decir él, sacudiendo la cabeza-. Y ese día se te había acercado demasiado y... –comenzó a explicar, pero Emily sabía que, si lo seguía escuchando hacer todas aquellas confesiones, terminaría cayendo un poco más por él.

Y ya no creía que pudiera caer más.

-De acuerdo, Alex –lo interrumpió-. Ya entendí –agregó, al darse cuenta de que había sonado como si hubiera querido cortarlo.

Y, era cierto, pero él no tenía que saberlo.

Alex se detuvo, entonces. O se quedó paralizado, más bien. Porque no podía detenerse si no se había estado moviendo, en primer lugar.

-Alex –murmuró, como si aquello explicara todo. Y Emily no tardó en comprender a qué se refería. ¿Realmente le afectaba tanto el hecho de que ella lo llamara de aquella manera? Él sonrió ampliamente, de pronto-. Está bien, lo lamento –se disculpó, entonces.

Y Emily asintió. Primer tema solucionado. Ahora, había otra cosa más que solucionar.

-Ahora –comenzó, cruzándose de brazos nuevamente-. ¿Cómo es eso de que hiciste reservaciones en La Rose? –preguntó, entrecerrando los ojos

Alex sonrió aún más ampliamente. ¿Y por qué estaba sonriendo? ¿Acaso no veía que estaba intentando mantenerse enfadada?

-¿Será divertido? –preguntó, dando un paso más cerca de ella

Emily alzó una ceja e intentó no dejarse distraer por su repentina cercanía.

-Respuesta incorrecta –murmuró.

-Habrá comida –dijo Alex, entonces, alzando las cejas sugestivamente.

Y Emily sintió su enfado hacerse mínimo, casi de inmediato. Y es que, a veces parecía realmente un niño. Y era malditamente tierno.

Estaba segura de que no muchos conocían aquel lado del gran Alexander Black. Y, una parte de ella, estaba increíblemente feliz de poder ser la única que lo conocía.

Una carcajada escapó sus labios, sin que pudiera evitarlo.

-Sé que habrá comida, tonto –replicó, dejando sus brazos caer a sus lados y tratando de borrar la tonta sonrisa de su rostro.

Pero no podía. No cuando Alex seguía sonriendo ampliamente.

Y así, muy de pronto, quiso dar un paso más cerca, para poder hundir sus dedos en el cabello de Alex, como había querido hacer desde el primer momento en que lo vio. De acuerdo, quizás no el primer momento, pero si cuando lo pudo conocer realmente.

¿Era tan suave como parecía ser?

Apartó sus pensamientos de un manotazo. ¿Qué diablos?

-Y la amarás –lo escuchó decir, antes de poder contarse a sí misma sus cuatro verdades. Y luego, tomó su mano en la de él, comenzando a dirigirse a la entrada del lugar-. ¿Ya has visto todos los libros que te han llamado la atención? -le preguntó.

Emily recién se percató de lo gracioso que se les debía ver, caminando uno al lado del otro. Ella, una chica claramente joven, junto a un hombre, claramente mayor.

Y era tan malditamente alto.

Sonrió y trató de relajarse, pero no podía quitarse de la cabeza la idea de que estaban tomados de las manos.

-He visto millones de libros -respondió, dando saltitos, sin poderlo evitar-. Pero creo que me vieron contigo y por eso todos los dueños de las tiendas se volvieron locos –agregó, encogiéndose de hombros.

Alex la miró, frunciendo el ceño.

-¿Por qué piensas eso? –le preguntó.

-Porque cada vez que entraba a un stand, apuntaban cada libro que miraba –explicó, soltando una risa, sin poderlo evitar. Y es que, había sido muy gracioso-. De hecho, no me habría sorprendido que me hubieran ofrecido un libro gratis –agregó, inevitablemente acercándose a Alex.

Había sido un gesto que no había podido evitar. Había comenzado a caminar más cerca, su mejilla prácticamente pegada al hombro de Alex. Y sabía que él se había dado cuenta, porque tenía una enorme sonrisa plasmada en el rostro y parecía no ser capaz de mantener sus ojos lejos de ella.

Alex sonrió.

-Quizás si te vieron conmigo, después de todo –murmuró y Emily sintió sus labios entrar en contacto con su frente.

Y perdió la respiración. Alex acababa de dejar un beso en su frente. Aquello era lo más cercano a un beso que había tenido en toda su vida. Y se sintió tonta, pero no pudo evitar centrarse en el rápido latido de su corazón, mostrando lo terriblemente tarde que era.

Le gustaba el hombre de traje. Mucho. Demasiado.

-Probablemente si –murmuró, a su vez.

Alex volvió a abrir la puerta de su auto, para ella y en un abrir y cerrar de ojos, estuvieron en camino hacia La Rose. Y Emily no podía evitar estar nerviosa al respecto. Es decir, ni siquiera estaba usando ropa decente para aquel lugar. Por todos los cielos, probablemente ni usando ropa decente encajaría en aquel lugar.

-¿Por qué estás tan nerviosa? –preguntó Alex y no había signo de duda en su voz. De hecho, parecía estar bastante serio con respecto a su pregunta.

-Realmente no sé si esto sea buena idea –confesó Emily, finalmente.

-¿Por qué no? – preguntó Alex, sin apartar su vista del camino. Y Emily fue a contestar, pero él continuó, antes de que pudiera hacerlo-. La mesa que he reservado está en una sala aparte, si eso es lo que te preocupa –agregó, mirándola de reojo por un segundo, antes de volver a centrarse en la pista.

-No es eso -dijo ella, rápidamente. De hecho, prácticamente se había olvidado de su madre desde hacía varias horas-. Probablemente me sentiré fuera de lugar –dijo, porque no tenía caso negarlo.

-No lo estarás... –comenzó a decir Alex, pero ella lo interrumpió.

-No estoy acostumbrada a estas cosas, yo... –intentó explicarse, pero no le estaba resultando del todo fácil, por lo que se tomó un tiempo buscando las palabras adecuadas-. Me fue difícil acostumbrarme a tener a Lilian en mi vida –dijo, a pesar de que no era aquello lo que había querido explicar en un inicio. Estaban hablando del restaurante y lo terriblemente fuera de lugar que ella estaría, pero no podía evitar decirle lo que estaba diciéndole-. Y tú superas todos los límites –finalizó.

-El dinero es lo de menos –replicó, pasado un momento-. No importa el valor alto que tengan a tus ojos, los detalles que cualquiera de los dos te demos. Para nosotros, tienen un significado completamente diferente –explicó. Parecía ansioso por dirigir sus ojos hacia ella, pero claramente no podía, porque tenía que estar concentrado en manejar-.  Ese significado es lo que importa –finalizó.

¿Eso qué quería decir? ¿Qué significaba la cena, en La Rose?

Asintió, a pesar de que él no podía verla. Y apartó su mente de aquellas preguntas, porque no tenía caso seguir haciéndoselas, viéndose que solo él podría tener las respuestas.

-Lo sé –aceptó, entrelazando sus dedos, sobre su regazo.

-Tampoco es como si dejara de comer para invitarte a cenar –agregó Alex, entonces.

Y Emily se rió, de inmediato.

-Eso lo sé muy bien –replicó, sacudiendo la cabeza.

Y pasaron a sumirse en un silencio tranquilo. No incómodo. Y eso lo agradecía increíblemente. Pero también la asustaba, darse cuenta de lo fácil que había sido para él meterse bajo su piel y hacerla confiar en él.

-Entonces –dijo él, de pronto, volviendo a llenar aquel silencio que los había embargado-. ¿Qué tal si me cuentas esa historia tan interesante sobre tu madre? –preguntó, claramente buscando llevar su atención hacia otro lugar.

Emily suspiró, pero asintió.

-Ella es... complicada –comenzó. Y es que, complicada era realmente la mejor palabra para describir a su madre. La única, probablemente, que abarcaba todos los aspectos que había para mencionar-. Ella lo quiere todo perfecto y a su manera –explicó, encogiéndose de hombros-. Por eso a veces parece que no confiara en mí –agregó.

Alex tamborileó sus dedos contra el volante.

-¿Ese día de verdad llamó a Lilian? –preguntó.

Emily sonrió, a pesar de que no tenía sentido que lo hiciera.

-Si -contestó-. Pero como ya sabes, lo tenía todo arreglado –agregó, sonriendo ampliamente

Alex le mostró una sonrisa, pero no tardó en volver a ponerse serio.

-¿Es mala? –preguntó, finalmente.

Y Emily, de alguna extraña manera, supo qué hacía bastante rato que quería hacer aquella pregunta.

Así que Emily lo meditó bien, un momento. Mala no era la palabra. Realmente, la única palabra que tenía sentido era la que ya había dicho antes: Complicada.

-No –contestó, entonces-. Pero me asusta muchas veces –confesó, dirigiendo sus ojos hacia la ventana, el restaurante entrando en su línea de visión, de pronto-. Hay muchas cosas que dejo de hacer por ella –agregó.

-¿Cosas como que? –preguntó Alex, entonces.

Y Emily fue a contestar lo primero que se le vino a la mente.

Cosas como permitirme a mí misma enamorarme de ti.

Pero claro, no le dijo eso.

-¿Es esto un interrogatorio? -preguntó, alzando una ceja. Pero no pudo dejar sus ojos encontrar los de Alex, porque tenía la sensación de que, de alguna extraña manera, él sabría lo que ella no le estaba diciendo.

Y él se quedó callado, al tiempo que estacionaba el auto frente al restaurante.

Él lo sabía. Tenía que saberlo.

Y Emily, sabía que ya no tenía caso seguir intentando evitarlo.

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