Alex

Alex


CAPÍTULO 15

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CAPÍTULO 15

 

 

-¿Que hacemos aquí? –preguntó, en cuanto Alex estacionó su auto frente a su casa.

¿Por qué la había llevado a su casa? La ponía nerviosa, el estar ahí. Después de todo, el lugar le traía recuerdos de todo tipo. De hecho, no sabía cómo iba a sentirse, en cuanto pusiera un pie dentro del lugar. La última vez que habían estado ahí, las cosas no habían terminado exactamente bien. Él había querido besarla. Y decirle que no, claramente había sido la peor decisión de todas.

Ya había perdido la cuenta de cuantas veces en aquel día había deseado que Alex la besara de una vez por todas. Su atracción por él parecía ir aumentando conforme el paso de los segundos. Y estaba perdiendo la razón. Ya había decidido que no tenía caso huir de aquello que estaba sintiendo, pero seguía siendo increíblemente sorprendente para ella el hecho de que estaba tan terriblemente ensimismada con aquel hombre de traje.

-Solo será un momento –escuchó a Alex decir, vagamente-. Hay algo que debo hacer –agregó, apagando el motor.

Emily se bajó de auto, con él y rápidamente se dirigieron dentro de la casa.

Y la sensación que la invadió, de inmediato, la dejó completamente sorprendida. El lugar tenía una calidez que ella no recordaba hubiera estado ahí, la última vez que se encontró en el lugar. Y se le hacía increíblemente familiar. De hecho, sentía como si llevara años yendo a aquella casa, constantemente. El lugar tenía un olor característico, algo que le recordaba a… a Alex.

Sus ojos viajaron por la sala, intentando recordar rápidamente todos aquellos pequeños detalles que había logrado conocer, las pocas veces que había estado ahí.

La llamaron la atención las cajas, de inmediato. Había ocho cajas dispersas por toda la sala y Emily no pudo evitar fruncir el ceño.

-¿Te estás mudando o algo? –preguntó, sus ojos deslizándose hacia Alex, brevemente.

Él simplemente sonrió, comenzando a dirigirse hacia la cocina.

-¿Por qué no lo averiguas tu misma? -preguntó y desapareció, antes de que ella lograra decir algo más.

No pudo evitar fruncir el ceño, una vez más. Alex había desaparecido emanando una extraña emoción, al igual que la que había tenido durante todo el día. Y Emily no podía dejar de pensar en lo niño que lucía cuando estaba así. Finalmente, hizo su camino hacia una de las cajas, la curiosidad pudiendo más con ella. La abrió con facilidad y sonrió cuando vio su contenido. 

Libros.

Hermosos libros, claramente nuevos.

Se encontró a sí misma sacando un par, inmediatamente. Y observó las portadas, increíblemente hermosas y llamativas. Y… extrañamente familiares, de hecho. Incluso, algunas las había visto muy recientemente.

Y no tardó en atar cabos y descubrir que era todo aquello.

Había cerca de cuarenta libros en aquella caja. Y, contando las otra siete, hacía un total de trescientos veinte libros.

Es que Alex había perdido la cabeza.

Dejó los libros donde estaban y se puso de pie, completamente dispuesta a contarle sus cuatro verdades a Alex. Se giró y comenzó a hacer su camino hacia la cocina, pero él ya estaba ahí, parado, mirándola, con una gran sonrisa en el rostro.

Feliz. Así lucía él.

Tenía una sonrisa que la invitaba a perdonarlo.

-Estás demente –murmuró, parándose completamente frente a él y cruzándose de brazos.

No había excusa válida para justificar sus acciones. Estaba loco, de remate.

-¿De nada? -replicó él, alzando ligeramente los hombros.

Y Emily no pudo evitar pensar en que era increíblemente tierno. Pero rápidamente se dio un golpe mental y se forzó a sí misma a concentrarse en lo importante.

-¿Por qué compraste todos esos libros? –exigió saber, incluso cuando ya sabía la respuesta a su pregunta.

-Eh, no te emociones mucho –dijo Alex, encogiéndose de hombros, claramente restándole importancia a un asunto que, no podía ser tan insignificante como él lo estaba dejando ver-. Los compré porque si a ti te gustaron, supuse que a mí también me gustarían –explicó, tranquilamente.

Emily entrecerró los ojos. Ya. Aquella excusa era completamente creíble. Era simplemente imposible. Alex había perdido la cabeza, definitivamente.

Ella puso cara de pocos amigos.

-Alex... -comenzó, pero él puso un dedo sobre sus labios, de pronto habiéndose acercado hasta que las puntas de sus zapatos se estaban tocando.

¿En qué momento había acabado con la poca distancia que los separaba?

Emily sintió su corazón latir fuertemente en su pecho, debido a la cercanía de Alex. Y perdió la respiración un momento, al sentir la piel de Alex, entrando en contacto con sus labios.

-Por favor no te molestes –lo escuchó susurrar, vagamente.

Y se sintió como una tonta, al estar completamente ensimismada con Alex.

Soltó un suspiro, cuando logró ganar el suficiente valor para seguir hablando, incluso teniéndolo tan cerca.

-No puedo llevarme todos estos libros a mi casa –susurró, en parte porque seguía completamente intimidada por su cercanía y, también, porque tenía miedo de que pudiera escuchar en su voz, lo nerviosa que se encontraba en aquel instante-. Fue difícil convencer a mi mama de que el brazalete me lo dio Lilian –agregó, en un intento de dejarse explicar.

-No tienes que llevártelos –replicó Alex, entonces, finalmente retirando su mano, llenando al pecho de Emily de decepción. Una parte de ella no quería que se volviera a alejar nunca más-. Los dejaremos en mi biblioteca y puedes leerlos cada que quieras –explicó, sonriendo con suficiencia.

¿Es que acaso había tenido todo aquello planeado? Porque parecía que tenía completamente solucionados todos los pequeños detalles.

-No quiero incomodarte –dijo Emily, de inmediato.

Porque diablos. ¿Cómo iba a aceptar aquel gesto? Sabía de sobra que no le molestaba a Alex en lo absoluto, pero para ella, era algo increíblemente importante y significativo. Gastar aquella cantidad de dinero, con tanta facilidad.

-Te daré una llave -respondió Alex, simplemente.

Y Emily abrió los ojos como platos.

¿Una llave?

-¿Darme una llave? –soltó, de inmediato-. ¿Para entrar a tu casa? –preguntó, exaltándose, sin poderlo evitar. Él asintió distraídamente. ¿Por qué lucía tan distraído, de pronto?-. Estás definitivamente demente –agregó Emily, entonces, sacudiendo su cabeza.

Él se rió, luciendo increíblemente divertido con aquel intercambio. Y claramente disfrutando de cada pequeña reacción proveniente de Emily.

-Pero hablo completamente en serio –reclamó Alex, ladeando ligeramente el rostro.

-Estás loco -dijo Emily, sin poderlo evitar.

-¿Ni siquiera un abrazo de agradecimiento? –preguntó Alex, entonces, abriendo los brazos frente a él, claramente esperando a que ella cerrara el espacio que los separaba y lo abrazara.

Suspiró. Quería abrazarlo con todas sus fuerzas. De hecho, llevaba horas queriendo simplemente rodearlo con sus brazos y mantenerse cerca de él.

Aun así, rodó los ojos, una sonrisa comenzando a formarse en sus labios.

-A veces pareces un niño –no pudo evitar decir, pero dio un paso y de inmediato fue rodeada por los fuertes brazos de Alex.

Y la sensación de estar rodeada por sus enormes brazos, hizo que su corazón diera un salto en su pecho y que sus pulmones se olvidaran de lo que era respirar y que su cerebro dejara de pensar con claridad. Y… perdió la razón, incluso cuando podía ser considerado un simple gesto.

Para ella, aquel abrazo, se sentía como algo más.

Cerró los ojos casi inevitablemente y rodeó la cintura de Alex con sus brazos, dejando que sus manos se posicionaran completamente sobre su espalda, atrayéndolo a ella y pegando sus cuerpos, para evitar que hubiera distancia separándolos.

Se sentía realmente pequeña entre sus brazos, pero no le molestaba, realmente. Amaba sentirse completamente protegida por él.

El cuerpo de Alex parecía engullir completamente el de ella. Podía sentir su corazón latiendo aceleradamente en su pecho. ¿Por qué el corazón de Alex estaba latiendo de aquella forma?

Se apartó ligeramente, alzando la vista y sus ojos se cerraron por voluntad propia, cuando sintió los dedos de Alex hundiéndose en su cabello. Perdió la respiración un momento, porque el toque de Alex tenía la capacidad de descomponerla de aquella forma.

Sintió los labios de Alex rozando su cuello, suavemente, lentamente, apenas perceptiblemente. Sintió como si sus huesos se hubieran transformado en gelatina, de pronto.

¿Qué estaba haciendo Alex? ¿Y porque ella lo estaba dejando hacer aquello?

-Em –la ronca voz de Alex no tardó en susurrar en su oído. ¿Cómo es que hacía para que su nombre sonara como una dulce melodía, saliendo de entre sus labios?-. Esta vez no voy a preguntar –susurró, lentamente.

¿A qué se refería con aquello?

Abrió sus ojos, entonces, para preguntarle a qué exactamente se refería, pero Alex ya estaba increíblemente cerca, robándole la capacidad para hablar de inmediato. Y lo entendió. De alguna extraña manera, cuando sus narices se rozaron, lo entendió. Supo a qué se refería.

Aquella vez no iba a pedirle permiso para besarla.

Y no lo hizo.

Y Emily no tuvo tiempo de pensar lo suficiente en ello, porque los labios de Alex estuvieron sobre los de ella inmediatamente, forzándola a cerrar los ojos.

Ella perdió la respiración. Perdió la respiración y sintió que caía. Pero Alex estaba ahí para sostenerla, sus brazos se envolvieron  firmemente alrededor de su cintura, sosteniéndola contra él.

Emily sintió sus manos alzarse por voluntad propia y hundirse en el suave cabello de Alex. Finalmente podía comprobar que era tan suave como había lucido desde el primero momento.

Así que así se sentía ser besada. Así se sentía besar a una persona. ¿O se sentía así porque era con Alex? Quizás nunca lo sabría, pero no importaba, porque tampoco quería saberlo, no si tenía a Alex para hacerla sentir de aquella forma por el resto de su vida.

¿Y qué diablos? ¿El resto de su vida? A penas y estaba besándolo por primera vez y ya sentía que quería estar a su lado para siempre. ¿Es que se había enamorado ya? ¿Tan pronto? ¿Tan abruptamente? ¿Cómo?

Dejó que sus dedos se deslizaran lentamente entre los mechones del cabello de Alex, insegura con respecto a lo que debía hacer. Después de todo, no tenía idea de cómo besar.

¿Se habría dado cuenta de ello Alex? ¿Sabría que ella nunca había besado a nadie? ¿Estaba haciéndolo mal? Sintió sus mejillas sonrojarse, pero claramente él no podría verlo. Y, de todas formas, estaba bastante ocupado deslizando sus manos por si cintura, lentamente y atrayéndola aún más a él en el proceso.

Alex hizo un sonido en el fondo de su garganta, de pronto. Un sonido que logró establecer una extraña sensación en el abdomen de Emily. ¿Por qué?

Entonces sintió a Alex moverse, inclinarse, no lo sabía, pero un movimiento hizo. Y al siguiente segundo, sintió que la alzaba del suelo. Sintió una ligera sensación de vergüenza, cuando sus piernas se envolvieron alrededor de la cintura de Alex, por voluntad propia. Su cuerpo parecía saber cómo actuar, incluso cuando ella misma sentía que no sabía cómo hacerlo.

Sintió a Alex caminar aceleradamente hacia algún lado. No supo exactamente hacia donde, hasta que sintió que la dejaba delicadamente sobre algo. Y se separó, finalmente permitiéndole tener la fuerza de abrir sus ojos.

Y cuando lo hizo, se quedó completamente paralizada, porque los ojos de Alex estaban oscurecidos y la miraban con una emoción que ella no sabía reconocer exactamente.

Estaban en la cocina. La había dejado sobre el repostero y estaba parado entre sus piernas, sus manos ahora situadas una a cada lado de los muslos de Emily, sobre el repostero.

Emily lo observó, aun increíblemente insegura sobre cómo actuar. Pero Alex parecía estar incluso más perdido que ella, parecía estar en algún lugar lejano. Su nariz rozó la de ella y la deslizó por su mejilla, lentamente, por su mandíbula, aún más lentamente. Y luego llegó a su cuello, dejando un delicado beso ahí. Y Emily tuvo que poner sus manos sobre los hombros de Alex, para estabilizarse, porque sentía que en cualquier momento se iba a caer.

Entonces Alex dejó sus manos caer sobre su cintura de nuevo, pero sus dedos arrugaron su polo, hasta que lograron sumergirse bajo él y tocar su piel. Sus dedos estaban cálidos y se deslizaron por la piel desnuda de su cintura, hasta llegar a su espalda. Entonces dio un paso más cerca y la atrajo a sí mismo.

Y luego hizo algo que ella no se esperaba.

Sus labios dejaron un suave y delicado beso en la punta de su nariz. Entonces abrió los ojos, para buscar los de él. Pero no los encontró, porque Alex se había inclinado más cerca, de modo que su mejilla estuvo en paralelo con el de ella y pudo susurrar en su oído.

-He querido  hacer eso desde el momento en que te vi comprar ese café –lo escuchó susurrar, lentamente.

¿Realmente había querido besarla desde aquel primer momento? Emily había pensado que sólo lo había hecho por molestarla, por querer intimidarla. Que había estado así de cerca de besarla porque simplemente era algo que acostumbraba hacer.

Y había estado equivocada. Había estado equivocada con respecto a muchas cosas.

Sintió los labios de Alex por debajo de su oído y cerró los ojos, nuevamente sintiendo que caía. Alex parecía ser capaz de traerla abajo con un simple roce de labios o con unas meras palabras. Y a Emily ya no le importaba verse tan afectada por él. En parte, porque él ya parecía estar completamente loco por ella. Y, también, porque amaba la sensación de ser parte de Alex, incluso de la más mínima forma.

-Alex –no pudo evitar susurrar, dejando sus dedos deslizarse por su cuello, hacia abajo, por su espalda. Y escuchó, con el corazón latiéndole a mil por hora, como Alex parecía perder la respiración por un momento, antes de dejar salir un suave gruñido.

-Me encanta como suena mi nombre saliendo de entre tus labios –susurro, con dificultad.

Y es que, aparentemente, se encontraba tan afectado por su cercanía, como ella lo estaba. Y, no pudo evitar preguntarse si decir su nombre completo, lo afectaría aún más. No iba a dejar de averiguarlo, claro está.

-Alexander –dijo, finalmente, abriendo sus ojos y posicionando su rostro frente al de Alex, deseosa de ver su reacción.

Alex hundió placenteramente sus dedos en su cintura, atrayéndola aún más a su cuerpo, a pesar de que parecía imposible hacerlo.

-Y eso me vuelve loco –murmuró, entonces, sus ojos cerrándose y su frente cayendo sobre la de ella.

Emily se sonrojó casi de inmediato, pero no tuvo tiempo de procesarlo porque los labios de Alex volvieron a estamparse sobre los de ella.  Y fue tan perfecto como el beso que habían compartido apenas unos segundos atrás. E, incluso cuando aún sentía que estaba haciéndolo todo mal, no pudo evitar corresponderle. No podía ni quería evitarlo, por mucho que lo quisiera negar, había deseado que ese momento llegara por mucho tiempo ya.

Los labios de Alex encajaban a la perfección con los suyos. Se sentía perfectamente entre sus brazos y no quería que la dejara ir nunca.

-Lo quiero todo -susurro él, de pronto, aún contra sus labios.

Y Emily se encontró a sí misma pensando en aquellas tres palabras. ¿A qué se refería, exactamente?

-¿Qué? –preguntó, entonces.

Alex cerró los ojos un momento, esbozando una pequeña y relajada sonrisa. Y Emily se percató de que nuevamente había hundido sus dedos en su suave cabello. Aparentemente aquello había hecho que cerrara sus hermosos ojos celestes.

-Hace dos meses me preguntaste que quería de ti -susurró, dejando pequeños besos en su rostro, sus ojos volviendo a abrirse, para observarla tranquilamente, mientras acercaba sus labios a los de ella, sin llegar a besarla-. Y te estoy respondiendo –continuó, sus labios rozando los de ella, finalmente. Pero sólo por un mísero segundo, antes de separarse y clavar sus ojos en los de ella-. Lo quiero todo –confesó.

Y Emily no pudo detener la sonrisa que rápidamente se extendió por su rostro. Pero, apenas su mente se llenó de pensamientos, se encontró a sí misma poniéndose seria.

-Diez años –susurró, como si aquello tuviera la capacidad de explicar absolutamente todo.

Y Alex dejó salir una temblorosa respiración, sus ojos volviendo a cerrarse y su frente cayendo sobre la de ella, al tiempo que sus manos se deslizaban por la espalda de Emily, aún por debajo de su polo, acariciando su piel y lanzando escalofríos por todo su cuerpo.

-Eso no importa –replicó él, tranquilamente, incluso cuando no parecía del todo tranquilo.

-Tienes veintiséis y yo acabo de cumplir diecisiete –dijo ella, impidiendo a último minuto que la volviera a besar, pues Alex se había vuelto a inclinar hacia sus labios-. Sigo siendo menor de edad –finalizó, en un susurro.

Entonces, Alex frunció ligeramente el ceño, dejándola ir, muy a su pesar, para apoyar sus manos en el repostero, a ambos lados de sus piernas. Y Emily extrañó su toque de inmediato.

-Por favor –lo escuchó rogar, su voz tan baja, que por un momento creyó haberlo imaginado-. Por favor, no repitas lo de ese día –finalizó, las palabras brotando de sus labios como un suave susurro, que de alguna extraña manera, logró acariciar delicadamente la piel de su mejilla y sus labios.

Quería que la besara. De nuevo. Incluso cuando no parecía ser la cosa más sabia de hacer.

-Alex... –comenzó a decir la siguiente excusa que brotó en su mente, pero las palabras de Alex la interrumpieron, antes de que lograra sacar lo suficiente.

-No me dejes, pequeña –le pidió, murmurando. Su frente se apoyó en la de ella, suavemente-. No lo podría soportar –agregó, abriendo sus ojos, finalmente. Y los clavó en los de ella, dejándole ver que sus barreras estaban completamente derrumbadas y que sus sentimientos estaban ahí, para que ella pudiera apreciarlos.

E, incluso cuando no sabía del todo cuales eran estos sentimientos, el hecho de que estuviera dejándola ver en su interior, logró hacer que su corazón se derritiera un tanto más por él.

Y no pudo evitar envolver sus brazos completamente alrededor del cuello de Alex, acercándose aún más a él.

-No voy a hacerlo, Alex - susurró en su oído

Sintió el rostro de Alex hundirse en su cuello, casi de inmediato. Y ambos suspiraron, de alivio, muy probablemente.

-Gracias al cielo –lo escuchó susurrar, antes de sentir sus labios rozar delicadamente la piel de su cuello.

Y cerró sus ojos, dejando que su corazón se volviera loco en su pecho, porque no importaba cuanto lo intentara, no tenía caso.

Este nunca iba a dejar de volverse loco con Alex.

 

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