Alex

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CAPÍTULO 16

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CAPÍTULO 16

 

 

-¿Qué sucede? -le preguntó a Alex, pues llevaba varios minutos mirándola fijamente, claramente con algo en su mente.

-¿A qué te refieres? -preguntó él, saliendo de su trance, finalmente.

Estaban sentados en el sillón del cuarto de cine. Había una película pasando en la enorme pantalla frente a ellos, pero ninguno de los dos estaba atento a ella. Emily, quizás, por momentos, pero nunca tardaba en distraerse con Alex.

Y en aquel instante, se había quedado completamente embobada con él. Podía sentir su brazo perfectamente envuelto alrededor de su cintura, pero sólo tenía ojos para su bello rostro.

-Me estas mirando como si fueras un acosador al que le gusta mirar a chicas menores –susurró, claramente queriendo molestarlo, pero Alex pareció horrorizado por un breve momento, antes de dejar salir un gruñido, que estremeció por completo el cuerpo de Emily, dado a que él había hundido su rostro en su cuello, antes de dejarlo salir.

-No digas eso –susurró, contra la piel de Emily.

Y ella sonrió. Le gustaba molestarlo, pero, sabía de sobra que tras sus palabras, había algo de verdad. Él era mayor de edad. Muy mayor, de hecho. Y ella aún tenía diecisiete. Era complicado. Pero diablos, quería intentarlo con todo su corazón.

Emily hundió sus dedos en su suave cabello. Se sentía bien estar así, juntos. Lo había imaginado tantas veces que prácticamente había perdido la cuenta. 

Alex alzó el rostro hacia ella, dejándola paralizada por un momento, cuando rápidamente rozó sus labios con los suyos, unos meros segundos, para después separarse ligeramente, sus labios aun rozando los de ella, mientras hablaba.

-¿Mañana te puedo recoger de la escuela? -preguntó, lentamente.

Y la primera reacción de Emily fue decirle que sí. Pero se detuvo, antes de hacerlo. Porque no sabía exactamente qué nuevas excusas podría ponerle a su madre. Esta iba a comenzar a sospechar que había algo que le estaba ocultando. Y no quería arriesgarse a que ella lo descubriera, porque ahí sí que todo se vendría abajo. Y no quería perder a Alex. No ahora y no nunca.

-No creo que sea una buena idea –murmuró, dejado que sus dedos acariciaran suavemente el rostro de Alex, mientras este fruncía el ceño y lucía ligeramente asustado, por un momento-. Mi madre va a empezar a creer que me quedo demasiado donde Lilian –explicó, dejando su cabeza caer sobre el respaldar del sillón.

Alex soltó un suspiro de frustración y procedió a hundir el rostro en el cabello de Emily, logrando distraerla por un largo momento. Se veía increíblemente afectada por él, incluso ahora que ambos prácticamente habían confesado lo que sentían por el otro.

-¿Entonces cuando te veré de nuevo? –preguntó Alex, dejando un suave beso debajo de su oreja.

Y nuevamente, ella se estremeció. Le encantaba que la besara ahí. En fin, le encantaba que la besara.

-No lo sé –susurró, porque realmente no tenía la menor idea de cuándo podrían verse de nuevo.

Pero si por ella fuera, lo vería todos los malditos días.

-¿Y cómo me comunicaré contigo? –lo escuchó preguntar, apartándose ligeramente de ella, sin retirar sus brazos de alrededor de su cuerpo.

Ella suspiró. Otra pregunta para la que ella no tenía una respuesta.

-Tampoco lo sé –dijo, finalmente, porque no tenía caso demorarse más.

Apenas y estaban comenzando su relación y ya estaban teniendo problemas. Su corazón saltó en su pecho ante aquel pensamiento. Relación. Porque aquello era una relación. ¿Cierto?

La voz de Alex la sacó de sus pensamientos, una vez más. Estaba sonriendo ampliamente.

-Espera un segundo –le pidió y dejó un fugaz beso en sus labios, antes de desaparecer rápidamente escaleras arriba.

Y Emily extrañó sus brazos de inmediato. De hecho, no quería apartarse de él a menos que fuera estrictamente necesario.

Estaba perdida. Realmente pérdida en él.

Aguardó con paciencia mientras él regresaba rápidamente. De acuerdo, quizás no con tanta paciencia, pero aquello nadie necesitaba saberlo.

Entonces, Alex tomó asiento a su lado nuevamente, tendiéndole un objeto. Y Emily observó su mano con detenimiento. ¿Un celular nuevo?

-¿Un celular? –preguntó, incrédula.

Alex pareció ponerse nervioso, de pronto. Y sus mejillas se sonrojaron ligeramente.

-No soporto no saber si estás bien –confesó, encogiéndose de hombros y negándose a mirarla a los ojos-. Lo compré hace un tiempo, pero no lo uso –continuó explicando, rápidamente-. Tengo el de trabajo –finalizó, sus ojos finalmente encontrando los de ella, esperanzados.

Pero Emily se cruzó de brazos. ¿Un celular? ¿Quería darle un celular? ¿Es que estaba demente?

-Estás demente –murmuró, contestándose a sí misma la pregunta-. Acabas de gastar una cantidad obscena de dinero en más de trescientos libros –comenzó a decir, sintiendo que su voz lentamente se alzaba-. ¿Y encima me quieres dar un celular? –exigió saber, entonces, su voz elevándose aún más.

Se puso de pie y comenzó a caminar lejos de él, porque cuando estaban cerca, no podía pensar con cordura.

-Vamos, no te enfades –lo escuchó pedirle, su voz peligrosamente cerca de ella. ¿Se había puesto de pie para seguirla?

-¿Que no me enfade, Alex? –preguntó, girándose en sus talones para poder enfrentarlo. Pero las palabras simplemente se esfumaron de su mente cuando se percató de que él había recorrido la distancia que los separaba, hasta estar parado exactamente frente a ella, las puntas de sus zapatos tocándose.

Y ella sabía lo que estaba intentando hacer. Estaba intentando distraerla y lograr convencerla de aceptar aquello. Y diablos, ella lo iba a dejar ganar.

-Por favor –rogó Alex, sus manos posicionándose en la cintura de Emily, haciéndola tragar saliva, en un último intento de frenar su acelerado corazón, que parecía querer salir por su boca-. Te quiero –susurró, finalmente.

Y Emily se paralizó. Aquello si no lo había esperado. Es decir, una parte de ella sabía que aquellas palabras habían estado por salir de entre sus labios también, pero, de igual manera, no había esperado oírlas tan pronto, especialmente saliendo de entre los labios de Alex.

-¿Qué? -preguntó, completamente perdida ahora.

Alex pareció darse cuenta de lo que había dicho, de pronto. Y sus mejillas se sonrojaron ligeramente, pero rápidamente rodeó a Emily con sus brazos, su rostro hundiéndose en su cuello.

-Vamos –susurró, contra su piel, simplemente logrando ponerla más nerviosa-. ¿Acaso no es obvio? –preguntó, sin más.

Y Emily quería seguir enfada con él, pero sencillamente, no podía. Sobre todo ahora que él había confesado, que la quería. Sus brazos actuaron contra su propia voluntad y se envolvieron alrededor del cuello de Alex. Sus dedos se hundieron en su cabello y él soltó un suave suspiro, aparentemente lleno de alivio y de algo más que ella no supo identificar.

-¿Acaso tu no me quieres? -preguntó Alex, un segundo después, poniendo su rostro frente al de ella, tenía una expresión extraña en el rostro. ¿Miedo? ¿Decepción? ¿Dolor?

-Claro que si -dijo, un segundo después.

¿Es que acaso no era obvio, también? No podía despegarse de él, no quería hacerlo. Quería mantenerse cerca de él de todas las maneras posibles. Quería nunca tener que dejarlo ir.

Alex sacudió la cabeza, sacándola de sus pensamientos.

-Dilo -le rogó, apoyando la frente en la de ella.

¿Quería oír las palabras saliendo de entre sus labios? ¿Era eso lo que quería?

-Te quiero, Alex –susurró, porque era sencillamente la verdad.

Lo quería. Quizás hasta lo amaba, pero de aquello aún no estaba del todo segura.

Él sonrió ampliamente y rápidamente juntó sus labios con los de ella. Emily no podía evitar notar lo mucho que se parecía a un niño a veces. Claramente, ella sacaba esa versión de él. O quizás simplemente hacía que Alex pudiera ser quien quisiera ser, estando con ella.

Sonrió casi inevitablemente y él se separó, sonriendo tontamente, claramente feliz de haber logrado su acometido: convencerla de aceptar el celular nuevo.

Emily rodó los ojos, pero tomó el celular que él le tendió. Rápidamente lo encendió y fijó sus ojos en Alex, mientras la pantalla comenzaba a encenderse.

-Espero que no gastes mucho dinero en el celular porque me molestaré –le advirtió, entrecerrando los ojos.

Alex sonrió, dejando un suave beso en la punta de la nariz de Emily.

-Solo pagaré por lo necesario –susurró.

Y Emily asintió, para finalmente regresar su vista al celular y por poco se le salen los ojos de sus orbitas. Eran cerca de las nueve de la noche. Su madre la iba a matar.

-Por todos los cielos –murmuró, apartándose de Alex rápidamente.

-¿Qué sucede? –preguntó él, inmediatamente yendo tras ella.

Emily comenzó a tirar de su mano, hacia la puerta de la casa.

-Van a ser las nueve de la noche –dijo, con urgencia-. Mi madre va a volverse loca –agregó, sintiendo el pánico comenzar a abrir paso por su pecho.

¿Cómo iba a explicarle exactamente que se le había pasado la hora, por estar hablando con “Lilian”?

Él se rió suavemente, sus manos posándose en los hombros de Emily, tranquilizándola casi de inmediato.

-Vamos, te llevaré a casa –le dijo, tomando su mano y guiándola hacia afuera.

Y Emily observó las calles pasar, mientras Alex la llevaba a su casa. Nuevamente, se cuadró en la esquina y no directamente frente a esta, porque no podía arriesgarse a que su madre los encontrara.

Y, cuando finalmente apagó el motor, Emily sintió que tomaba su mano en la de él.

-¿Qué sucede? –preguntó, girándose completamente hacia él, en el asiento..

Alex pareció no saber cómo decir las siguientes palabras, pero terminó dejándolas salir, un momento después.

-Esto me trae malos recuerdos –confesó, su pulgar haciendo suaves círculos en el dorso de la mano de Emily, aunque parecía que el gesto lo tranquilizaba más a él que a ella.

Emily frunció el ceño, pero no tardó en entender que se refería a aquella noche en que la había visto por última vez, dos meses atrás.

-Te refieres a esa noche –susurró, sin necesidad de escuchar más. Observó cómo Alex fijaba sus ojos en sus manos, aún juntas y asentía, vagamente-. No sucederá igual esta vez -le aseguró, dándole un suave apretón a su mano, para llamar su atención.

Él suspiró, pero dejó que sus ojos encontraran los de ella.

-No quiero despedirme de ti –dejó salir una nueva confesión. Emily tampoco quería tener que hacerlo, pero así tenía que ser, lamentablemente-. Los pasados dos meses han sido los peores de mi vida -explicó, inclinándose hacia adelante, aparentemente en un intento de estar más cerca de ella.

-No nos despedimos para siempre, Alex –replicó, dejando que su mano libre encontrara su mejilla-. Nos veremos pronto –le aseguró, mostrándole una pequeña sonrisa.

¿Por qué lucía tan vulnerable? ¿Por qué parecía tan asustado? Ella era la que debía estar asustada. Después de todo, él era quien tenía todas las de perder. Él era quien podría dejarla sin más, si las cosas se podían demasiado complicadas. Ella, no tendría motivo para dejarlo ir, viéndose que no tenía nada que perder, si se descubría que estaban juntos.

-¿Cuando? –preguntó Alex, con una nota de desesperación en la voz, logrando sacarla de sus pensamientos.

Emily ni siquiera lo pensó lo suficiente, antes de contestarle.

-Jueves -dijo, rápidamente-. Veré que le digo a mi mamá –agregó.

Alex pareció aliviado, inmediatamente y asintió, una sonrisa formándose en su rostro, rápidamente.

-Falta mucho para el jueves –replicó, de igual modo, logrando hacer que Emily se riera.

-Lo sé –susurró, la sonrisa permaneciendo en su rostro.

Él la miró y en un movimiento rápido se inclinó hacia ella, juntando sus labios. Emily saboreó el pequeño momento, hasta que él se apartó.

-Te quiero –susurró Alex.

-Y yo a ti –replicó ella, finalmente dejándolo ir, para coger su maleta y colgársela al hombro-. Hasta el jueves -agregó y le dio un rápido beso, antes de bajarse del auto y correr a su casa.

Una parte de ella no quería entrar por esa puerta, pero la otra sabía que mientras más se demorara, peor sería.

Así que la abrió, sin más. Y, apenas lo hizo, la voz estridente de su madre le llegó a los oídos, incluso antes de verla.

-¡Emily Stone! -oyó e hizo una mueca. No tenía ni la más mínima idea de cómo iba a convencerla de que simplemente se había demorado donde Lilian.

-Mamá... -comenzó, pero su madre ya estaba frente a ella, con los brazos cruzados en su pecho.

-Son las nueve de la noche –comenzó, sin dejarla continuar-. ¿Dónde has estado? -le preguntó.

Emily suspiró.

-Ya te lo había dicho –dijo, porque ya le había pedido permiso para ir donde Lilian, a pesar de que claramente, no estuvo con ella-. Estaba donde Lilian. Te dije que teníamos que hacer un trabajo –explicó, lo más tranquilamente que pudo.

Volverse loca no iba a solucionar nada.

-La he llamado y no me ha contestado –dijo su madre, como si ella no hubiera dicho nada.

Típico.

-Se le acabó la batería -mintió rápidamente.

Nunca antes había mentido y, aun así, se le estaba haciendo bastante sencillo mentir para poder estar con Alex.

-¿Y por qué te has demorado tanto? –exigió saber su madre, apenas pudo terminar de decir aquellas palabras.

-El trabajo es largo –contestó. ¿Por qué todo parecía ser un interrogatorio con su madre? Dejó su maleta en el suelo, de pronto se sentía demasiado cansada como para seguir dando explicaciones. Sin embargo, prosiguió, queriendo estar segura de que se convenciera de que no le mentía-. Ni siquiera lo hemos terminado, vamos a juntarnos de nuevo el jueves –dijo, buscando nuevamente la excusa, para poder ver a Alex.

Su madre resopló. Pero pareció no encontrar un motivo para decir que no.

-De acuerdo -aceptó, finalmente.

Y, antes de que alguna de las dos pudiera decir algo más, la puerta de la casa se abrió. Y ahí estaba parado Jimmy. Su hermano menor tenía el rostro contraído por el enfado y cerró la puerta tras él de un portazo.

Su madre cambió su expresión, inmediatamente y pareció increíblemente preocupada por su hijo, de pronto.

-Jimmy, cariño –lo llamó, pero él sólo dirigió sus ojos hacia ambas-. ¿Está todo bien? -preguntó ella, cuando, aparentemente, llamó su atención.

Pero él ni siquiera se molestó en contestar, siguió caminando y desapareció por el pasillo.

Y su madre le dirigió una última mirada a Emily, antes de dar media vuelta y dirigirse a la cocina.

Emily suspiró, pero se sentía extrañamente aliviada. En primer lugar, porque había logrado solucionar el hecho de que había llegado increíblemente tarde a casa. Y, en segundo lugar, porque podría ver a Alex el jueves, sin temer que su madre no la dejara verlo.

Ya extrañaba estar con Alex. Con él todo era perfecto, incluso su complicada vida dejaba su mente cuando estaba con él. Lo necesitaba tanto que dolía. Y aquello era de locos, pero simplemente no tenía caso negarlo.

Corrió a su cuarto y rápidamente se preparó para la cama. Ya acostada, sacó el nuevo celular que Alex le había dado y decidió mandarle un mensaje.

No tardó en ver que este había guardado su número en los contactos y una enorme sonrisa se expandió en sus labios cuando vio de qué manera se había grabado.

El Amor de tu Vida. 

Y sonrió ampliamente, porque, incluso sin darse cuenta, él había puesto lo que ella ya comenzaba a pensar. Quizás Alex era el amor de su vida. Quizás.

Decidió dejar de pensar tanto y le mandó un mensaje, al cual él rápidamente respondió, poniendo fin a la tristeza que había estado sintiendo.

Y haciéndola apartar su mente de todo, por aquellos segundos.

 

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