Alex

Alex


CAPÍTULO 18

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CAPÍTULO 18

 

 

Apoyó su espalda contra su puerta y suspiró, porque finalmente estaba en la protección de su habitación, sin que su madre pudiera sospechar cualquier cosa que se le ocurriera.

Una parte de ella había estado ligeramente asustada de que la hubiera visto con Alex, pero cuando ingresó a su casa y su madre simplemente la saludó con un asentimiento de cabeza, se dio cuenta de que su miedo era tonto.

Aun así, si no se hubiera despegado de Alex de aquella forma, probablemente aún estaría entre sus brazos, sin querer apartarse de él. Entonces sí que habría corrido el riesgo de ser vista por su madre. Y es que, no quería apartarse de Alex nunca. De hecho, a su lado todo parecía mucho mejor. Y era más feliz. Estaba más tranquila. Alex tenía algo que no quería dejar ir nunca.

Quizás si se había enamorado de él, después de todo. O quizás aún estaba llegando ahí.

Alex.

Incluso cuando ya llevaba algunos minutos en la tranquilidad de su cuarto, su mente seguía donde él. Aún se encontraba pensando en la forma en que sus dedos se habían deslizado por su cuerpo, lentamente. Y no sabía del todo si era porque nunca antes había estado con un chico o si era porque simplemente así eran las cosas con Alex.

Entonces, un molesto pensamiento se le vino a la mente.

¿Pensaría que estaba molesta?

Es decir, había salido corriendo del auto, como si este hubiera estado en llamas. Y es que, simplemente sabía que si no se hubiera ido así de abruptamente, probablemente no habría sido capaz de separarse de él, ni de irse, sabiendo que no lo vería hasta el jueves.

Quizás sería una buena idea escribirle y dejarle saber porque había salido corriendo sin más.

Sacó su celular del bolsillo de su maleta y revisó, por si acaso, que estuviera en vibrador. Después de todo, su madre claramente no sabía sobre el nuevo celular y, desde luego, no podía enterarse.

Entonces, cuando se disponía a mandarle el mensaje a Alex, uno de parte de él, le llegó. No pudo evitar sonreír, al darse cuenta de que, de alguna extraña manera, se encontraban conectados.

Rápidamente comenzó a leer el mensaje que Alex le había enviado, la sonrisa aún en su rostro.

 

Estoy en tu ventana.

 

Simple y directo. Frunció el ceño y una nueva pregunta surgió en su mente.

¿Estaba molesto él?

Lentamente comenzó a hacer su camino hacia su ventana, pero se detuvo, girando su rostro hacia su puerta. Rápidamente se acercó a ella y puso su mejilla contra esta, para oír a su madre. Y soltó un suspiro de alivio cuando escuchó como seguía moviendo platos por la cocina. Entonces, cerró la puerta con llave, incluso cuando sabía que era un grave error. Porque, primero, su madre prohibía por completo que echaran llave a las puerta. Y, segundo, ya debería haber estado bañada y cambiada, para hacer sus tareas.

Aun así. No le importaba lo mucho que estaba arriesgando las cosas, de solo pensar en que podría ver a Alex, de nuevo.

Así que, finalmente, hizo su camino hacia la ventana, abriendo las cortinas, para encontrarse con Alex, observándola a través del cristal. Era una suerte que su casa fuera de un solo piso y que la ventana de su habitación diera para la parte trasera de la casa.

Alex estaba parado en el pasto y era tan alto, que su cabeza casi sobrepasaba la parte más alta de la ventana.

Dirigió su mirada hacia su puerta, una última vez, completamente asustada sobre lo que podría pasar si su madre llegaba a intentar entrar. Pero más podía con ella el deseo de ver a Alex. De simplemente tenerlo a su lado.

Así que abrió la ventana y se hizo a un lado, mientras él ingresaba a la habitación, alzando sus largas piernas, una por una.

Y era extraño tenerlo ahí. Después de todo, nunca había llevado a un chico a su habitación. Además, Alex era increíblemente grande para su pequeña habitación. Era tan alto que parecía que su cabeza chocaría con el techo. Y se sentía como si abarcara toda la habitación. Emily podía sentir como si estuviera a su lado. Tocándola. O quizás era simplemente que lo quería demasiado.

Miró hacia su puerta, una vez más, sin poderlo evitar, pero volvió a dirigir sus ojos hacia Alex, intentando dejar de preocuparse tanto. Pero era bastante difícil, viéndose que las probabilidades de que su madre entrara a su cuarto en cualquier momento, no eran exactamente pequeñas.

Estaba arriesgando mucho.

Alex estando ahí estaba mal de tantas maneras posibles.

Tragó saliva, pero forzó a su mente a centrarse en Alex, que la observaba con una extraña expresión en el rostro, aún parado al lado de la ventana.

Y Emily no pudo evitar fruncir el ceño, ligeramente. ¿Por qué no se había acercado a ella ya? ¿Y por qué lucía tan nervioso?

Sus ojos se encontraron, entonces y Alex pareció relajarse un tanto, aunque no del todo.

-¿Que sucede? –preguntó, dando un paso más cerca.

Y Alex la observó, con detenimiento, mientras avanzaba algunos pasos también. Hundió sus dedos en su cabello, despeinándolo un tanto, en aquel gesto que siempre la dejaba saber que estaba nervioso.

-Te fuiste sin siquiera despedirte –murmuró, lentamente, dando algunos pasos más, hasta que Emily comenzó a sentir su corazón volverse loco en su pecho, pues estar cerca de él siempre causaba aquel efecto en ella-. Ni siquiera me dio tiempo de… -comenzó a decir, pero se detuvo, sus ojos fijos en el suelo.

Y Emily no pudo evitar pensar en lo que extraña que era la escena. Alex, aquel hombre tan imponente y seguro de sí mismo, completamente inseguro ahora, con respecto a lo que Emily estaba pensando.

-Sabía que si no lo hacía, no habría podido irme –replicó, rápidamente, queriendo detener aquella escena.

No le gustaba ver a Alex tan descolocado, tan extrañado, tan nervioso y tan preocupado.

Entonces él alzó sus ojos hacia ella, estos luciendo un tanto más esperanzados, pero no tardó en volver a lucir nervioso. Y Emily esperó a que se explicara.

-Yo... –comenzó, pero parecía seguir un tanto inseguro con respecto a lo que quería decir. Y Emily, de pronto, sintió la necesidad de estar en sus brazos, hundiendo sus dedos en su suave cabello, para hacerlo sentir mejor.

Pero aún una pequeña parte de su concentración estaba fija en su puerta y en el sonido de su madre, aun moviéndose por la cocina.

Aun así, quería calmar su preocupación, detener su tristeza, porque lucía tan increíblemente vulnerable frente a ella.

Entonces, en un momento de debilidad, se encontró a si misma dando rápidos pasos hacia él, para rodear su cuello con sus brazos en cuestión de segundos.

Su cuerpo se amoldó perfectamente contra el de él, de inmediato y sintió el suspiro escapar entre sus labios, rozando suavemente la piel de su cuello. Y luego sus brazos se cerraron, alrededor de su cintura, acercándola aún más a él.

Y se sentía como si fueran uno solo.

Diablos. Quizás sí lo amaba, después de todo. ¿Estaría bien decírselo? ¿Qué pensaría él al respecto? Quizás no estuviera listo para escucharla decir aquellas palabras.

-Creí… -lo escuchó comenzar a murmurar, en su oído. Y aquello sirvió para traerla de regreso a la realidad-. Creí que quizás había hecho algo mal –confesó, lentamente-. ¿Estaba avanzando demasiado rápido? –preguntó, entonces, su rostro posicionándose frente al de Emily, claramente porque estaba dirigiendo la pregunta hacia ella, pero no la dejó continuar, porque ya estaba sacudiendo la cabeza, las palabras saliendo por entre sus labios, de nuevo-. Estaba avanzando demasiado rápido. Pensé que te había hecho sentir incómoda o que me había sobrepasado –continuó, sus ojos hundiéndose en los de ella, probablemente buscando alguna señal que le dijera que estaba en lo cierto-. No quería que pensaras que no podía controlarme o que…

-Alex –dijo, dejando que sus manos se posicionaran en su pecho, para detener el sin fin de palabras que parecía no poder guardar-. Está todo bien -le aseguró, hundiendo sus dedos en su cabello, porque simplemente amaba poder hacerlo-. Quería quedarme ahí. En tus brazos. Y no alejarme nunca de ti, pero tenía que irme –explicó, dejando que su frente se apoyara en la de él, poniéndose de puntillas, para poder alcanzarlo-. Temía que mi madre nos encontrara. Y si ella lo hiciera… diablos, no quiero ni pensar en que podría suceder –murmuró, más para sí, que para él-. Pensé que si no me iba de aquella manera, no podría lograr dejarte ir –confesó, finalmente.

Entonces Alex asintió, ligeramente distraído y cuando Emily fue a preguntarle porque, se percató de que los ojos celestes de él estaban fijos en los labios de ella. Y no pudo evitar la pequeña sonrisa que se formó en su rostro. Y es que, ella también quería volver a besarlo. Pero aquello sería dejarse llevar por él y si se distraía lo suficiente, dejaría de estar atenta al sonido de su madre, aun moviéndose por la cocina.

-Si sientes que te estoy presionando, debes decírmelo –dijo Alex, entonces, sus ojos volviendo a ascender hacia los de ella-. Debes decirme que pare –agregó, sus manos tomando el rostro de Emily, de pronto-. ¿De acuerdo? –preguntó, pero parecía que le estaba rogando que lo hiciera.

Y Emily no pudo evitar el aleteo de su corazón, pues saber lo mucho que la deseaba y quería, hacía cosas extrañas con su cuerpo. No entendía del todo lo que estaba sintiendo, viéndose que era la primera vez que le sucedía todo aquello, pero estaba segura de que poco a poco, Alex le haría comprender.

-No me estas presionando –dijo, cerrando sus ojos un momento, porque estaban cerca. Muy cerca.

-Te quiero tanto que duele –murmuró Alex, de pronto y Emily sintió que perdía la respiración, por un segundo. Quizás no la amaba aún, pero claramente estaba llegando ahí-. Y, a veces –comenzó, lentamente, como si no supiera bien como decirle las siguientes palabras-. Me asusta que no me pueda detener –confesó.

Emily sintió el calor llegando a sus mejillas, casi de inmediato. Definitivamente necesitaba tener una charla con Lilian pronto. Estaba un tanto cansada de ser tan inexperimentada y de no saber que esperar la mayor parte del tiempo.

¿Qué pensaba Alex de su inexperiencia? No habían hablado al respecto y él no había preguntado, tampoco. Tenía que hablarlo con él. Pero, no sabía del todo como empezar con aquella conversación.

Se dio cuenta, cuando los ojos curiosos de Alex encontraron los suyos, de que había estado callada por mucho tiempo y rápidamente intentó acabar con aquel silencio.

Pero no pudo hacerlo, porque, de pronto, el sonido en la cocina se detuvo y Emily escuchó, con el corazón acelerado en su pecho, como su madre comenzaba a hacer su camino por la sala, hacia el pasillo.

Nunca en su vida creyó que pudiera moverse tan rápido. Tomó a Alex del brazo y tiró de él hacia su cama.

-Debajo de la cama –susurró, medio gritó. Y Alex enarcó una ceja, completamente estupefacto-. ¡Ahora! –volvió a susurrar, señalando debajo de su cama con su dedo.

Alex abrió la boca, aparentemente para decir algo, pero Emily rápidamente comenzó a empujarlo, hasta que él, dejando salir un resoplido, se acostó en el suelo y giró debajo de la cama.

Y Emily rápidamente corrió a quitarle la llave a la puerta de su cuarto, antes de lanzarse a su cama, logrando que Alex soltara un gruñido, cuando claramente lo golpeó. E hizo todo lo posible por reprimir su sonrisa, mientras escuchaba los pasos de su madre llegar a su puerta.

Aguardó, con el corazón en la mano, a que ella ingresara. Y cuando la puerta se abrió, rogó a todos los cielos que no se diera cuenta de que ella estaba nerviosa. Porque entonces sabría que algo estaba fuera de lugar y definitivamente lograría descubrir a Alex, debajo de ella.

-¿Por qué no te has bañado aún? –fue lo primero que preguntó su madre, cuando la puerta estuvo completamente abierta-. Son casi las cinco de la tarde –continuó hablando, antes de que ella pudiera contestar-. Ve a bañarte, para que puedas empezar a hacer tus tareas –ordenó, cruzándose de brazos, claramente esperando a que Emily fuera al baño.

Y ella le hizo caso. Se movilizó por la habitación tan rápido como sus piernas nerviosas se lo permitieron. Cogió su pantalón de pijama, un polo viejo y su ropa interior, antes de pasar por el lado de su madre, en dirección al baño.

Pero los dedos fríos de su madre se cerraron en torno a su antebrazo, de pronto. Y la miró, sintiendo su corazón caer. ¿Qué sucedió? ¿Es que había visto a Alex?

-¿Qué es ese olor? –preguntó, su nariz acercándose a ella y olfateando el aire a su alrededor.

Emily sintió su corazón acelerarse, entonces. ¿Es que acaso la colonia de Alex se le había pegado al cuerpo, o algo?

-¿Qué olor? –preguntó, intentando ganar un poco de tiempo para poder pensar en que decir.

-Hueles a colonia de hombre –contestó su madre, sus ojos observándola con recelo.

Emily se encogió de hombros, intentando lucir tranquila.

-Probablemente sea de Jem, estuvimos haciendo un trabajo juntos, durante el recreo –mintió, con facilidad.

¿Y cómo lo lograba, viéndose que nunca antes lo había hecho? No antes de estar con Alex, claro está.

Su madre enarcó una ceja, pero no dijo nada, simplemente le hizo un gesto con la cabeza, para que continuara con su camino.

Y Emily se metió al baño, rogando a todos los cielos que su madre no decidiera revisar su habitación. Porque si lograba encontrar a Alex, todo se iría bien lejos, de inmediato. No quería ni imaginar el lío que se armaría.

Se bañó a la velocidad de la luz, de modo que en menos de diez minutos, estuvo en su habitación de nuevo. Vacía, sin su madre, gracias al cielo.

Cerró la puerta de su habitación, con mucho cuidado de no hacer ruido y corrió hacia su cama, para mirar por debajo de ella.

En el suelo seguía Alex, revisando algo en su celular, su rostro iluminado por la luz de la pantalla. Sus ojos se dirigieron hacia donde ella estaba, pánico llenando sus facciones, de pronto, pero se relajó visiblemente, cuando se percató de que era ella.

-Quizás sea buena idea que te vayas a casa –susurró, mientras él rápidamente salía de debajo de la cama.

Alex no dijo nada, sino que sus ojos buscaron los de ella, antes de que diera un paso más cerca, su mano posicionándose en la cadera de Emily, mientras inclinaba su rostro hacia abajo, para rozar sus labios suavemente.

Emily se puso de puntillas, de inmediato, tomando a Alex por la camisa, para acercarlo aún más a sí misma.

Alex suspiró, su otra mano alzándose para posicionarse en su mejilla, suavemente.

-Me gusta tu pijama –confesó, de pronto. Emily sintió su mano hundirse bajo el polo suelto, tocando la piel desnuda de su cintura. Se sonrojó, pero no tuvo suficiente tiempo para pensar en ello, porque Alex volvió a hablar-. Quiero quedarme –murmuró, aún contra sus labios. Y Emily supo que estaba haciéndolo de nuevo. Distraerla para lograr convencerla de aquello que probablemente tenía en mente-. ¿Me puedo quedar hasta que te duermas? -le preguntó, finalmente.

Emily abrió sus ojos como platos, apartándose de él ligeramente, pues Alex mantuvo un brazo envuelto firmemente alrededor de su cintura, evitando que se alejara del todo.

-Alex –comenzó, suspirando-. Si mi madre llegara a entrar a mi habitación… -comenzó a explicar, pero él asintió, antes de que lograra terminar.

-Lo sé –murmuró, su frente apoyándose en la de ella-. Probablemente no queremos saber lo que sucedería –dijo, una pequeña sonrisa formándose en sus labios-. Entonces, quizás ya debería irme –continuó, pasado un momento.

Emily asintió, mientras los dedos de Alex se hundían en su cabello, deslizándose entre ellos, con cuidado. Lo escuchó murmurar algo acerca de lo mucho que le gustaba su cabello mojado y luego, se apartó de ella, lentamente retrocediendo hacia donde estaba la ventana.

Y Emily lo observó, deseando que en realidad se quedara. Pero aquello sí que no podía hacerse. Era demasiado arriesgado. Y las cosas podían salir incluso peor. Entonces, cuando vio que Alex comenzaba a abrir la ventana, para salir, dio un paso al frente.

-Alex -lo llamó, haciendo que él girara su rostro hacia ella, con la mitad de su cuerpo ya fuera de la ventana.

-¿Si? –preguntó, sus ojos encontrando los de ella.

Te amo.

Aquello había querido decirle, pero se retuvo, porque seguía un tanto insegura con respecto a sus propios sentimientos y porque, tampoco estaba segura de lo que él pensaría sobre ellos. Además, podía resultar que no se sintiera igual.

-Te quiero -susurró, en cambio.

Y Alex sonrió ampliamente.

-Y yo a ti –replicó, antes de darse media vuelta y finalmente salir por la ventana.

Emily observó, como desaparecía rápidamente. Y se dejó caer en su cama, su mente aun estando con él, como siempre.

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